miércoles, 28 de marzo de 2018

¿QUIÉN ASESINÓ A MARIELLE? ▼ Cómo enfrentar la sangre de los días | Internacional | EL PAÍS

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COLUMNA

Cómo enfrentar la sangre de los días

Conectar las periferias que reivindican un lugar de centro y cuyos líderes están amenazados de muerte es uno de los mayores —y más potentes— desafíos de quienes quieren refundar la democracia en Brasil

Un hombre sostiene un cartel que dice
Un hombre sostiene un cartel que dice  EFE




Este momento no es solo de brutalidad extrema en Brasil. Es también un momento de potencias que emergen. E inicios de alianzas hasta ahora impensables. Es necesario darse cuenta de dónde están las posibilidades y hacer frente a aquellos que, ante la democracia corrompida del país, avanzan sobre los cuerpos humanos. 
La expectativa de los actores más truculentos es que se abrió la compuerta y que desde entonces lo tienen todo dominado. Pero creer que lo tienen todo dominado es dejar de percibir que la violencia se multiplica también porque no lo tienen dominado. La violencia de los delincuentes instituidos y no instituidos es también una reacción a avances profundos que se realizan en el interior de los Brasiles. En estos avances, hay que organizar una red de protección y resistencia que consiga superar divergencias no fundamentales. Porque la matanza no para. Desde el asesinato de Marielle Franco, el miedo de quien está en la línea de frente aumenta y atraviesa el país. 
En este exacto momento, hay por lo menos dos líderes de la selva amazónica escondidos para no convertirse, como Marielle, en un cuerpo destrozado por las balas. Sus nombres: Francisco Firmino Silva, de 68 años, más conocido como Chico Caititu, y Ageu Lobo Pereira, de 36. Su crimen: hacer lo que el Estado está obligado a hacer pero no hace, que es demarcar e implantar el Proyecto de Asentamiento Agroextractivista Montanha e Mangabal. Y también proteger el territorio de la selva. 
Al hacer lo que el Estado debería hacer pero no hace, los ribeirinhos (ribereños de la Amazonia) enfrentan al crimen organizado en el río Tapajós, en la región de Itaituba, en el estado de Pará. Para los que quieren avanzar sobre esta valorizada parte de la Amazonia, la única barrera son los cuerpos de los ribeirinhos que defienden el territorio de una amenaza demasiado grande: el comercio internacional de madera y el oro que acaba en el mercado financiero ya limpio de sangre.


La única barrera entre el crimen organizado y la destrucción de la selva es el cuerpo de los ribeirinhos


Chico Caititu y Ageu Lobo no son los únicos. Hay hombres y mujeres amenazados de muerte por toda la Amazonia brasileña y en las periferias de las grandes ciudades. Hay líderes en el punto de mira en quilombos(territorio de antiguos esclavos fugitivos que hoy está reservado a la ocupación colectiva de sus descendientes), tierras indígenas, asentamientos, campamentos, ocupaciones y favelas.
El miedo a que lo maten a uno se extiende por el país. Sectores de la clase media que apoyan estas luchas empiezan a temer por su vida, un temor que se ha intensificado con la ejecución de Marielle Franco. Hay quien cree que puede dejar de luchar. Son los que tienen el privilegio de un plan B o de, simplemente, no hacer nada. Pero hay los que no pueden escoger, porque se trata de su propia vida. O muerte.
Como los días se vuelven más graves, el momento es exigente para quien vive en Brasil. Ante la sangre de las horas, ¿qué postura adopta cada uno?




Chico Caititu está amenazado de muerte por su lucha en defensa de la comunidad Montanha e Mangabal, del río Tapajós y de la selva amazónica.
Chico Caititu está amenazado de muerte por su lucha en defensa de la comunidad Montanha e Mangabal, del río Tapajós y de la selva amazónica. LILO CLARETO




1) Marielle Franco y las fuerzas emergentes

El asesinato de Marielle Franco señaló algunas realidades. La más evidente es el límite que se ha superado en un país sin límites. Destrozar el cuerpo de una concejala en Río de Janeiro, bajo intervención federal, intervención que la propia concejala criticaba, es declarar que se puede hacer cualquier cosa. Pero solo se destroza aquello que es una amenaza. 
El hecho de que una mujer negra, lesbiana, feminista, nacida en la favela de Maré, se convirtiera en la quinta concejala más votada de Río indica un cambio. Marielle era una bandera de múltiples luchas identitarias que había conquistado un lugar en las instituciones. Pero era mucho más que eso. 
Marielle ocupó una posición dentro de la política formal (por medio del Partido Socialismo y Libertad, PSOL, de izquierdas) y se convirtió en una concejala que trabajaba. Centraba su actuación en políticas públicas para mujeres, negros y la comunidad LGBT, y luchaba por derechos humanos que se expresaban en lo concreto de la vida cotidiana. También denunciaba a las milicias y los abusos de la Policía Militar en Río. 
Marielle realizaba, con el ejemplo de su propia vida, el discurso de que la política tiene que renovarse en Brasil. Y daba un cuerpo concreto, el que fue destrozado, a algo transgresor en estos tiempos de antipolítica: al hecho de que la democracia todavía puede dar una respuesta a los anhelos de igualdad y acabar con los destinos marcados. 
Esta es la primera realidad que la convirtió en una persona peligrosa para diferentes grupos que se disputan el poder en diferentes instancias. 
Al ser asesinada, Marielle reveló una segunda realidad, todavía más sorprendente: la de que los brasileños, ora mostrados como polarizados y divididos, ora como pasivos u omisos, son capaces de conmoverse —y moverse— por una mujer nacida en la favela, negra, lesbiana y feminista. 
En ningún momento se debe olvidar la fuerza de esta ruptura simbólica. Con Marielle Franco se rompió el paradigma de los llorables de Brasil. Como mujer negra y nacida en la favela, Marielle Franco pertenecía a los “matables” de Brasil, aquellos cuyas muertes no sorprenden, de tan normalizados que están. Lo que sus asesinos no calcularon fue que, con su vida, ella ya no era “matable”. Lo que nadie podía calcular era que Marielle se había convertido en parte de los llorables, aquellos por quienes la mayoría de los brasileños se pone de luto y lucha. No es poca cosa para un país como Brasil. 
Todavía hay una tercera realidad: las noticias falsas fueron derrotadas. Se venció la narrativa que quería criminalizar a Marielle Franco, inventando hechos sobre su vida que pudieran vaciarla como el tótem en que se ha convertido. Las noticias falsas empezaron con una magistrada de Río de Janeiro, Marília de Castro Neves Vieira, que publicó una mentira sobre Marielle en Facebook, y se difundió a través de la página “Ceticismo político” (Escepticismo político), vinculada al Movimiento Brasil Libre (MBL), milicia conocida por propagar mentiras para desacreditar a adversarios propios o de políticos amigos. 


Marielle Franco rompió el paradigma de los llorables de Brasil, aquellos por quienes la mayoría de los brasileños se pone de luto y lucha


Desde que las noticias falsas empezaron a formar parte del paisaje también en Brasil, es la primera vez que las milicias del odio sufren una derrota de esta proporción. No es poca cosa. 
Como el día a día en Brasil —y también en el mundo— es brutal, y como el miedo a que le destrocen el cuerpo a uno crece día tras día, se tiende a ver solo una marcha acelerada rumbo al autoritarismo. Esta marcha es un hecho, pero no es el único. Existen nuevas fuerzas en Brasil que disputan el poder y resisten. 
La creciente influencia de las feministas negras en varias áreas del debate nacional está entre las más significativas. Históricamente, las mujeres negras son el grupo más frágil de Brasil, un país de estructura racista y con cifras alarmantes de violaciones y violencia doméstica. Las negras llegaron a Brasil como esclavas provenientes de diferentes puntos de África y, con la abolición sin abolición —o con la abolición sin políticas públicas de inclusión—, se convirtieron en el rostro de las empleadas del hogar, hasta hoy un trabajo realizado en condiciones similares a la esclavitud en algunos lugares de Brasil. 
Es interesante observar que, al intentar desacreditar la vida de Marielle, tras su asesinato, y vaciar así los sentidos de su muerte, intentaron colgarle el sambenito de “mujer de traficante”. Ya que, si no era empleada del hogar, solo podía ser mujer de traficante. O: si se atrevió a salir del lugar de empleada del hogar, de negra trabajadora, solo le quedaba el lugar de “puta”, otra expresión de prejuicio contra todas las mujeres, aunque más contra las negras. 
No funcionó. En gran medida porque Marielle representaba en vida a un conjunto cada vez más influyente de mujeres negras determinadas a cambiar un destino marcado. Marielle no estaba sola ni es la única. Ella se convirtió, con su muerte, en el rostro vivo de un fenómeno colectivo cada vez más fuerte, que viene denunciando el racismo con contundencia también en áreas sensibles como la cultura y la universidad. Y, en algunos episodios, enfrentándose también a feministas blancas. 
Las feministas negras, que tienen en Marielle un rostro, son una fuerza política con una influencia creciente en la disputa tanto del presente como del futuro. 

2) Donde fallan las fuerzas progresistas 

Las mujeres negras (y los hombres negros) que actúan contra el racismo son una fuerza. Pero hay otras. Uno de los grandes desafíos de este momento es conectar las fuerzas políticas emergentes que, a excepción de pocas iniciativas, siguen desconectadas en Brasil. Hay barreras que bloquean diferentes movimientos cuyos líderes amenazados de muerte deberían estar juntos, disputando el ahora, construyendo una red común de protección y resistencia, y presionando al Estado. 
Marielle Franco se volvió una voz incómoda cuando cruzó una barrera (o varias) y ocupó un espacio de poder. Y lo ocupó para representar a varias minorías, que ella de hecho representaba al cambiar la realidad de esas minorías por el camino de las políticas públicas. Marielle era una excelente concejala y rescataba la dignidad de un poder legislativo con la reputación a ras del suelo. 




Una mujer muestra un periódico con el rostro de Marielle Franco.
Una mujer muestra un periódico con el rostro de Marielle Franco.  AP




¿Qué tienen en común la feminista negra Marielle Franco y los ribeirinhos Chico Caititu y Ageu Lobo, que todavía no están muertos pero que pueden estarlo en cualquier momento? El hecho de haber cruzado un muro.  


¿Qué tienen en común la feminista negra Marielle Franco y los ribeirinhosamazónicos Chico Caititu y Ageu Lobo?


El Brasil que enfrenta tantos desafíos en este momento histórico cuenta con una generación con gran protagonismo en diversas áreas, pero con escasa formación política. El resultado de esta combinación aparece y se cobra su precio en los días y en las luchas. Es el coste de haber vivido una dictadura de más de dos décadas y de no haber responsabilizado a los asesinos y torturadores. La falta de formación política es un efecto directo de la dificultad del país para hacer memoria. 
En el río Tapajós, sin embargo, se ha producido un acontecimiento político, o incluso se ha reinventado lo que es la política de una manera diferente de la de los blancos. En este enclave amazónico, los ribeirinhos y los indígenas comparten una trayectoria de conflictos. Los actuales ribeirinhos de los ríos amazónicos descienden de habitantes pobres del nordeste de Brasil que fueron cargados hasta la selva para extraer látex durante la segunda mitad del siglo XIX, y en algunas regiones también durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), como soldados del caucho. El territorio que ocuparon bajo el yugo de los patrones caucheros o siringalistas era territorio indígena, de diferentes pueblos. 
Los ataques —y las muertes— fueron frecuentes en ambos lados. Una parte de los actuales ribeirinhos tienen como abuela o bisabuela a una indígena robada de su aldea. Algunas de estas familias se iniciaron con una violación. Así, durante décadas, los ribeirinhos y los indígenas convivieron en diferentes puntos de la selva con desconfianza mutua, cuando no abierta hostilidad. 
Con el anuncio de las grandes hidroeléctricas, la hostilidad y la desconfianza empezaron a superarse. La alianza se consolidó durante la segunda década de este siglo, por la lucha común contra los grandes emprendimientos y contra la omisión del Estado en seguir con la demarcación de las tierras. Ribeirinhos e indígenas se dieron cuenta de que, si no se unían, serían barridos del camino para abrir espacio a las megaobras del Gobierno y a los intereses de la agrodelincuencia. La alianza estratégica fue decisiva para que el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables archivara, en 2016, la licencia para llevar a cabo el proyecto de la hidroeléctrica de São Luiz do Tapajós. La central, una amenaza que sigue cerniéndose sobre la Amazonia, alcanzaría el territorio de los Munduruku y la comunidad ribeirinha Montanha e Mangabal, entre otras. 




Ageu Lobo, obligado a dejar la selva para que no lo asesinen, es el presidente de la comunidad ribeirinha Montanha e Mangabal, en el río Tapajós, en el estado de Pará.
Ageu Lobo, obligado a dejar la selva para que no lo asesinen, es el presidente de la comunidad ribeirinha Montanha e Mangabal, en el río Tapajós, en el estado de Pará. LILO CLARETO




Chico Caititu, hoy amenazado de muerte, es una figura clave en esta alianza. En 2013, dejó su pequeña plantación de subsistencia en la comunidad de Montanha e Mangabal, en el río Tapajós, para acompañar a los Munduruku en la ocupación de las obras de la hidroeléctrica de Belo Monte, en el río Xingú. Estaban, el ribeirinho y los guerreros Munduruku, a 800 kilómetros de su tierra.
Esa ocupación estratégica demostró que la lucha contra grandes emprendimientos en la Amazonia no podía ser solo local, entre los directamente afectados, sino que debería ser del conjunto de los pueblos de la selva contra una concepción de desarrollo y también de mundo que los destruiría a ellos y a la selva. Y, así, los guerreros Munduruku, del río Tapajós, se presentaron en el río Xingú. Y, con ellos, estaba Chico Caititu, el hombre que construyó los puentes entre los Munduruku y la comunidad Montanha e Mangabal, entre indígenas y ribeirinhos.
En 2014, cansados de esperar a un Gobierno que prefería que no existieran, los Munduruku empezaron a hacer ellos mismos la demarcación de la tierra indígena Sawré Muyby, que estaba en medio de los grandes proyectos hidroeléctricos en la cuenca del Tapajós. Chico Caititu estaba allí, ayudándolos. En 2017, los ribeirinhos empezaron a demarcar ellos mismos el Proyecto de Asentamiento Agroextractivista de Montanha e Mangabal. Y los guerreros Munduruku estaban presentes. Juntos, hicieron la que puede ser la alianza política más audaz del país para enfrentar el exterminio mutuo. Tenemos mucho que aprender, incluso de política, con los indígenas y los ribeirinhos.
Solo no ve la enormidad de esta alianza —obviamente, no inmune a conflictos— quien no conoce la historia de Brasil. Con esta alianza, la ley se cumple y las tierras se demarcan, enfrentando los gobiernos que violaron y siguen violando la selva amazónica y los pueblos de la selva. Allí se encuentra uno de los principales procesos de resistencia contra una idea de Brasil que destruye la selva e ignora el vasto conocimiento de sus habitantes, multiplicando los riesgos que presenta el cambio climático provocado por la acción humana.
Quienes quieren asesinar a Chico Caititu y Ageu Lobo, el presidente de la comunidad, desean dinamitar puentes humanos. “Si no estuviera con los indígenas, estaría muerto”, me dijo Chico Caititu, ya escondido. Dejó su comunidad y se fue con un grupo Munduruku a Itaituba, la ciudad más cercana. Y de allí se fue a Brasilia a contar su historia en el Foro Alternativo Mundial del Agua, como estrategia de protección.




El río Tapajós, uno de los más bonitos de la selva amazónica, está amenazado por el robo de tierras públicas, el comercio de madera, la deforestación, la extracción de oro y los proyectos de grandes hidroeléctricas.
El río Tapajós, uno de los más bonitos de la selva amazónica, está amenazado por el robo de tierras públicas, el comercio de madera, la deforestación, la extracción de oro y los proyectos de grandes hidroeléctricas. LILO CLARETO




Hoy, él y Ageu están escondidos en otra ciudad, esperando una respuesta a su petición para entrar en el Programa de Protección para Defensores de Derechos Humanos. “Estoy escondido en un agujero”, dice Chico. Ambos están pasando una fuerte gripe en la zona urbana. Y Ageu empieza a mostrar señales de depresión, preocupado con la familia que dejó y con la lucha que tiene que seguir.
Chico Caititu, Ageu Lobo y Pedro Braga, el vicepresidente de la comunidad, se han cruzado en el camino de la extracción de oro, madera y palmito. Sin el apoyo del Estado, ponen su cuerpo en la línea de frente, para cumplir la ley e impedir que se destruya la selva y el río. Estorban a los negocios que empiezan como crímenes, pero que luego se legalizan. Que tienen un cariz local, pero se ramifican por el país, o la madera no llegaría al comercio internacional y el oro no entraría en el mercado financiero.
“Nuestro mayor sueño es seguir defendiendo no solo Montanha e Mangabal, sino el río Tapajós y la selva amazónica”, dice Ageu. “Es muy duro para nosotros saber que no somos criminales, que luchamos por el bien colectivo, que defendemos la selva y que, por eso, estamos amenazados de muerte, por eso nos convertimos en fugitivos”. Luchan por Montanha e Mangabal hace mucho tiempo, pero es la primera vez que asumen que tienen miedo de morir.
Cuando los ribeirinhos como ellos afirman que tienen miedo de que les asesinen, debería escuchárseles. Solo la escucha puede impedir el horror que es el sonido de un cuerpo destrozado por las balas.

3) Sobre la urgencia de unir los puntos

Poco antes de que Marielle Franco fuera asesinada, Paulo Sérgio Almeida Nascimento, uno de los líderes de la Asociación de los Caboclos, Indígenas y Quilombolas de la Amazonia, que representa a 112 comunidades tradicionales, fue asesinado en Barcarena, a 40 kilómetros de Belén, en el estado de Pará. Él y su asociación habían denunciado la contaminación de los manantiales con residuos sólidos de la producción de bauxita de una de las mayores empresas mineras del mundo, la noruega Hydro Alunorte.


Solo escuchar a los que quieren vivir puede impedir el horror que es el sonido de un cuerpo destrozado por las balas


En febrero, ríos y afluentes fueron contaminados con un barro rojo y tóxico, producido por un derramamiento comprobado por el Instituto Evandro Chagas y que el grupo noruego solo asumió mucho más tarde. Ya se han encontrado otros tres canales irregulares de Hydro Alunorte. Paulo Sérgio fue el segundo líder asesinado en menos de tres meses en la región. La investigación todavía no ha concluido los motivos del crimen. Otras tres mujeres, según la Agencia de Periodismo Independiente Amazonia Real, también líderes, están amenazadas de muerte.
Solo dos días separan los asesinatos de Paulo Sérgio Nascimento y Marielle Franco, pero las muertes solo se conectaron tímidamente. Aunque las geografías sean diferentes, los líderes muertos y amenazados de muerte hoy en Brasil tienen en común el hecho de cuestionar intereses hegemónicos, confrontar el crimen organizado —el institucional y el no institucional— y representar nuevas fuerzas emergentes con una influencia creciente en la disputa del presente.
Una mujer negra de la favela de Maré elegida para la Cámara de Concejales de Río y un líder caboclo (mestizo de blanco con indígena), quilombola(descendiente de esclavos fugitivos) y ribeirinho del interior de la Amazonia tienen más en común que cualquiera de ellos tendría con aquellos cuyos intereses y privilegios están amenazados por sus luchas. Pero, por desgracia, los diferentes movimientos encuentran dificultades para cruzar las barreras, también geográficas, y ampliar su potencia de actuar.




La “Vilinha”, en la comunidad Montanha e Mangabal, es donde vivía Ageu Lobo hasta hace pocos días, cuando tuvo que huir para salvar la vida.
La “Vilinha”, en la comunidad Montanha e Mangabal, es donde vivía Ageu Lobo hasta hace pocos días, cuando tuvo que huir para salvar la vida. LILO CLARETO




Si los Munduruku y los ribeirinhos de Montanha e Mangabal han trabado una alianza en nombre de su propia supervivencia y de la protección de la Amazonia, los movimientos urbanos tienen una enorme dificultad para percibir que esta también es una lucha para retomar la ciudad. Hay estudios científicos bastante consistentes que muestran que la destrucción de la selva afecta derechos básicos, como el derecho al agua, en ciudades como Río y São Paulo. Y es un hecho que los más pobres son los más afectados por el cambio climático. Desigualdad y destrucción ambiental son temas que están íntimamente relacionados.
Cuando se rompen las barreras, se produce un gran impacto. Basta recordar la reacción inmediata y truculenta del sector retrógrado del agronegocio cuando la escuela de samba Imperatriz Leopoldinense escogió el río Xingú y la destrucción de la selva y de los pueblos de la selva como tema para el desfile del Carnaval de 2017. Quien está en el poder sabe cuánto las conexiones entre las periferias pueden amenazar el poder y los privilegios.
Los que son asesinados, como Marielle Franco y Paulo Sérgio Nascimento, y amenazados de muerte, como Chico Caititu y Ageu Lobo, son justamente aquellos que representan nuevas ideas de ser Brasil. Y que confrontan las estructuras de un país racista, desigual y con alta concentración de tierra y de renta. Los muertos y los amenazados de exterminio representan esas ideas también al conseguir poner su cuerpo en lugares donde hasta hace poco tenían la entrada prohibida.
Lo mejor —y más potente— del Brasil actual son las periferias que reivindican un lugar de centro. Los líderes de ese movimiento múltiple son los que están siendo acribillados.
El pescador Elio Alves da Silva, que se hizo poeta tras ser expulsado por Belo Monte, alerta que no tenemos ninguna fuerza si solo contamos como uno. Pero que podemos romper diques si somos “Yo+Uno”.




Niña ribeirinha de la comunidad Montanha e Mangabal, en el río Tapajós.
Niña ribeirinha de la comunidad Montanha e Mangabal, en el río Tapajós. LILO CLARETO




Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficción Coluna Prestes - O avesso da lendaA vida que ninguém vêO olho da ruaA menina quebradaMeus desacontecimentos, y de la novela Uma duas. Web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum. Facebook: @brumelianebrum.
Traducción: Meritxell Almarza

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