Macron intenta conectar con la clase trabajadora en su visita a una fábrica rescatada
El presidente visita la planta de electrodomésticos donde escenificó su duelo electoral con Le Pen
París
El diputado de izquierdas François Ruffin y el presidente Emmanuel Macron en la fábrica Whirlpool de Amiens PHILIPPE WOJAZER AFP
Para Emmanuel Macron fue lo más parecido a un regreso triunfal. El presidente francés visitó este martes la fábrica de Amiens, su ciudad natal, donde vivió uno de los días más intensos, y quizá decisivos, de la campaña que en primavera le llevó al poder. Entonces la factoría estaba a punto de cerrar y él fue recibido con tumultos. Todo ha cambiado. La empresa local WN debe hacerse cargo de la planta de la multinacional Whirlpool, casi todos los empleos se salvarán, y Macron, acusado de ser “el presidente de los ricos”, exhibe su faceta más social.
El viaje de Macron a Amiens, la ciudad del norte de Francia donde nació, creció y, siendo adolescente, conoció a quien sería su esposa, Brigitte, servía para un doble objetivo. Primero, volver al escenario que seguramente definió la última campaña presidencial. El 27 de abril, tres días después de clasificarse, junto a la candidata de la extrema derecha, Marine Le Pen, para la segunda vuelta de las elecciones, el candidato centrista programó una visita a una fábrica que se había convertido en el símbolo de los efectos nocivos de la globalización para Francia. Whirlpool había anunciado que trasladaría su producción a Polonia, porque allí la mano de obra es más barata y las leyes laborales, más laxas. Trabajaban 390 personas, entre empleados fijos y temporales, una fábrica de tamaño medio.
En una campaña dominada por el mensaje populista, antieuropeo y antiglobalización de Le Pen y otros candidatos, la visita de Macron —liberal y proeuropeo— a la fábrica era una operación arriesgada. Se reunió con los sindicatos, no en la empresa, donde acampaban los trabajadores en huelga, sino en el centro de la ciudad. Mientras tanto, y por sorpresa, su rival Le Pen apareció en la factoría entre aclamaciones de los huelguistas y robó la imagen del día a Macron. Este cambió los planes y acudió también al lugar. Se encontró con una recepción hostil pero acabó conversando durante 45 minutos con los huelguistas, exponiendo sus argumentos en favor del libre comercio y la globalización, y prometió no olvidarlos si salía elegido presidente.
En el regreso, cinco meses después, el ambiente fue más ordenado y menos tenso. “Hemos logrado que una empresa se instale aquí, estamos satisfechos. El señor Macron prometió que volvería, y lo ha hecho”, dijo Patrice Sinoquet, del sindicato CFDT. También asistió a la visita el diputado François Ruffin, de Francia Insumisa.
Elogio de la izquierda
El cambio era significativo. Ruffin, uno de los líderes del partido que encabeza la oposición al presidente, no es menos combativo, pero esta vez celebró que los poderes públicos se hubieran mostrado “atentos” a la fábrica, según France Presse. “Pero no hay que olvidar los daños que ha causado y continúa causando la mundialización”, precisó. La fábrica, vendida por un euro a WN, debe dar empleo a 277 personas.
El segundo objetivo de Macron era limar los ángulos más liberales de su política económica y deshacerse de la imagen de ser un presidente que gobierna solo para las clases más favorecidas. El uso de palabras como “vagos” para referirse a los opositores de la reforma laboral no le ha ayudado a contrarrestar la reputación de elitismo.
La reforma laboral, que flexibiliza el despido, y las rebajas de impuestos para las empresas y los más ricos, han sido celebradas por la patronal y coinciden bastante con las que habría aprobado un presidente de centroderecha. El problema de Macron es que su base de votantes es más amplia: va de la derecha moderada a la socialdemocracia. Una gran parte de los diputados de su partido, La República en Marcha, son exsocialistas, y tarde o temprano es probable que deba equilibrar sus propuestas recientes con otras más progresistas. Especialmente dañinos, en términos de imagen, han sido los planes para eliminar el impuesto sobre las fortunas de los bienes muebles, es decir, las inversiones, pero también productos de lujo como los yates, una medida que la Asamblea Nacional podría enmendar.
El viaje al norte del país, que incluyó la inauguración de una planta del gigante comercial Amazon, es un intento de reconciliarse con la Francia trabajadora, y también de salir del Palacio del Elíseo y retomar el contacto con los franceses de a pie.
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