Más que nunca se necesita una política exterior feminista
Ninguna sociedad es inmune a reacciones políticas negativas, en especial en materia de género. Hay una continua necesidad de estar alertas y de promover de forma permanente el goce de los derechos humanos por parte de mujeres y niñas.
Por eso, cuando asumí como ministra de Relaciones Exteriores hace dos años, anuncié que Suecia perseguiría una política exterior feminista, que actualmente es más necesaria que nunca.
El mundo está dividido por conflictos que, quizá, son más complejos y más difíciles de resolver como nunca antes. Casi la mitad de ellos se repiten cada cinco años. Y más de 1.500 millones de personas viven en países frágiles y en zonas de conflicto.
A fin de responder a estos desafíos globales, tenemos que unir los puntos y analizar qué conduce a la paz. Es necesario que cambiemos nuestras políticas para que dejen de ser reactivas y sean proactivas, y se concentren en prevenir, más que en responder. Y la prevención nunca logrará su fin sin un análisis completo de cómo ciertas situaciones afectan de distinta manera a hombres, mujeres, niños y niñas.
Para avanzar será clave aplicar el análisis de género, fortalecer la recolección de datos desglosados por género, mejorar la responsabilidad e incluir a las mujeres en las negociaciones y en los procesos para consolidar la paz.
Numerosos estudios concluyen que los análisis de conflictos que incluyen una perspectiva de género y las experiencias de las mujeres son más eficientes. El aumento de la violencia sexual y de género, por ejemplo, puede ser un indicador temprano de conflicto. También debemos tomar en cuenta las investigaciones que muestran la correlación entre las sociedades con igualdad de género y la paz.
La igualdad de género es fundamental para los derechos humanos, la democracia y la justicia social. Y la abrumadora evidencia disponible muestra que también es una condición para el crecimiento sostenible, el bienestar, la paz y la seguridad.
La creciente igualdad de género tiene efectos positivos en la seguridad alimentaria, en lo que respecta al extremismo, a la salud, la educación y a otros muchos problemas globales importantes.
Con la política exterior feminista de Suecia, activamos nuestros instrumentos a favor de la equidad de género y aplicamos una sistemática perspectiva de género en todo lo que hacemos. Se trata de una herramienta analítica para tomar decisiones informadas.
La política exterior feminista es una agenda para el cambio, que procura aumentar los derechos, la representación y los recursos para todas las mujeres y las niñas en función de su realidad cotidiana.
La representación es el eje de esa política, pues es un poderoso vehículo para el goce de los derechos y el acceso a los recursos.
Ya sea que se trate de política exterior o local, que sea en Suecia o en cualquier otro lugar del mundo, todavía vemos que las mujeres no están bien representadas en los cargos de decisión de distintos sectores de la sociedad.
La toma de decisiones no representativa tienen más probabilidades de tener resultados que sean discriminatorios y no sean óptimos. Sienten desde el comienzo a las mujeres en la mesa y verán cómo salen a la luz más asuntos y más perspectivas.
En un contexto en que la política internacional es desalentadora, es importante recordar que el cambio es posible. La política exterior feminista de Suecia marca una diferencia tangible. Todos los días, las embajadas, las agencias y los departamentos implementan políticas basadas en el contexto y en el conocimiento en todo el mundo. Y cada vez más países se dan cuenta que la igualdad de género tiene sentido.
Como ejemplo de cómo trabajamos, Suecia colaboró enormemente con la participación de las mujeres en el proceso de paz colombiano, asegurando la inclusión de perspectivas significativas en el acuerdo. También creamos una red sueca de mediadoras de paz, participamos en la creación una entidad nórdica equivalente y contactamos a otros países y regiones para que crearan sus propias redes.
Junto con la Corte Penal Internacional y otros estados, combatimos la impunidad que rodea a la violencia sexual y de género en los conflictos. También nos aseguramos que los actores humanitarios solo reciban fondos si su trabajo se basa en datos desglosados por género.
Además, el gobierno sueco dio pautas a la Agencia de Cooperación para el Desarrollo Internacional de Suecia para que la equidad de género sea el principal objetivo de una serie creciente de asuntos específicos vinculados al VIH/sida.
Esos son solo algunos ejemplos de cómo nuestra política exterior feminista se lleva a la práctica y marca una diferencia en la vida de mujeres y niñas de todo el mundo.
El feminismo es un componente de una visión moderna de la política global, y no una ramificación idealista de ella. Se trata de políticas inteligentes que incluyen a poblaciones enteras, utilizan todo su potencial y no dejan a nadie por el camino. El cambio es posible, necesario y en el debe desde hace tiempo.
Traducido por Verónica Firme
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