Lo dice, si queréis chuscamente, el comediógrafo: “Que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos”. El comediógrafo era Pedro Muñoz Seca, en la famosa ‘La venganza de Don Mendo’.
Se refiere a los moros de la época de la Reconquista. Pero la observación es aplicable a todas las épocas y a todas las reconquistas. Como la que libra esta Europa envejecida y desnortada, que no cree en sí misma y que -por eso- no tiene hijos. Y se llena de otros que sí creen en sí mismos -los musulmanes-.
No le demos más vueltas, ésa es la clave de la crisis de natalidad que padece este Continente dos veces Viejo. No cree ya en su pasado (que no es otro que un orden de valores cristiano, en la que confluye el doble legado de la filosofía griega y el derecho romano, con el concepto de persona y su dignidad inviolable en primer término).
Y por lo tanto tampoco cree en su futuro. Resulta patético que los únicos valores que aglutinen -por ejemplo- a los británicos sean Winnie the pooh y la minifalda, según un estudio reciente realizado en el Reino Unido. Con tan ridícula argamasa, a Europa no le quedan ni dos telediarios.
Es ahora, que la tasa de fertilidad no da para más, cuando algunos gobiernos europeos están reaccionando e impulsando políticas natalistas. Añoran, sin duda, los tiempos del baby-boom que se produjo en Europa tras la II Guerra Mundial, cuando se incentivaba no sólo el número de hijos, sino también la familia, ese marco de estabilidad sin el cual no hay hijos que valgan.
Porque esa y no simplemente los descuentos de transportes o las ayudas para pañales es la clave. Mientras no se vuelva a poner en el pedestal a la familia de toda la vida -es decir, la familia-, y al matrimonio de toda la vida -y no otras cosas que nada tienen que ver con la unión monogáma y estable entre hombre y mujer-, no habrá natalidad, porque ésta requiere un contexto de amor y continuidad del que carecen las comunas monoparentales o las uniones esporádicas.
Dicho esto, Actuall quiso tomar el pulso a la maternidad en España, donde el problema es más acuciante que en otros países, debido al reto demográfico que tiene por delante, a causa de la baja natalidad –1,3 hijos por mujer, por debajo del umbral de reemplazo generacional, que es de 2,1–.
Bea de la Rosa ha consultado a diversos especialistas -desde el Foro de la Familia a asociaciones de familias numerosas, pasando por periodistas- y la conclusión es clara: España no saldrá adelante mientras no imite a la Francia de la posguerra, que puso toda la carne en el asador no sólo para incentivar la natalidad, sino también para valorar la familia como se merece, como una gloria nacional, y no como una rareza en peligro de extinción.
Porque como titula su reportaje -que te adelanto como suscriptor de Actuall- “Las ayudas a la familia no llegan ni para pañales”.
Ayudar a la familia no es repartir alpiste, ni poner cuatro parches para no perder votos por la derecha. Es concebir un plan integral de la familia, y éste pasa por fortalecer el núcleo duro de todo el sistema: el matrimonio. ¿Pero cómo va el Gobierno a fortalecer el matrimonio si apuesta por leyes que lo destruyen -como el divorcio-exprés- o que convierten en enemigos a muerte a los dos actores del mismo -la ley de violencia de género-?
¿Cómo va a apoyar el Gobierno a la familia, si no cree en el matrimonio? Por ahí van los tiros.
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