ANÁLISIS
El reto de crecer bien
Uno de cada cuatro niños menores de cinco años en todo el mundo (165 millones) tuvo retraso en el crecimiento. ¿Cómo acabar con esta lacra, eliminar la subalimentación y el hambre?
Eric Turyasingura corre detrás de un balón hecho de bolsas de plástico en el exterior de su casa de adobe, en las montañas del sur de Uganda. "¡El Arsenal tiene la pelota, el Arsenal tiene la pelota!", grita en nkore, su dialecto, al tiempo que empuja a sus hermanos pequeños para hacerse con el balón. La fama del equipo de fútbol inglés ha llegado hasta sus oídos. Fingir ser una estrella deportiva le permite escaparse por un momento de los problemas del día a día. A sus cinco años, el diminuto cuerpo de Eric refleja ya una historia de pobreza y de oportunidades perdidas. Mide 15 centímetros menos de lo que debería para su edad. Tiene los brazos y las piernas tan delgados que parecen lápices, y el tamaño de su cabeza es desproporcionado en relación con el de su cuerpo. Padece retraso en el crecimiento, algo que, según los expertos, disminuirá sus posibilidades de crecer sano, aprender a pleno rendimiento, conseguir un trabajo o convertirse en un jugador de fútbol profesional.
Según un informe publicado por las Naciones Unidas en 2013, uno de cada cuatro niños menores de cinco años en todo el mundo (un total de 165 millones) tuvo retraso en el crecimiento. Por otra parte, una estimación publicada por The Lancet el año pasado reflejaba que la subnutrición contribuyó al 45% de las muertes entre menores de cinco años.
La subnutrición contribuyó al 45%
de las muertes entre menores
de cinco años en 2013
El retraso en el crecimiento, cuyo origen tiene lugar a menudo en el útero de madres afectadas por la pobreza que viven en condiciones precarias, puede durar toda la vida. Los estudios demuestran que está relacionado con las dificultades en el aprendizaje y en el rendimiento educativo, los salarios bajos y las pérdidas de productividad. Debido a los cambios psicológicos que causa en el organismo, un niño que padezca tal retraso tendrá una probabilidad cinco veces mayor de morir de una diarrea que un niño que no lo padezca.
Según los organismos de desarrollo, se ha progresado mucho para asegurar que los niños estén bien alimentados; como resultado, la incidencia está disminuyendo. No obstante, aún quedan muchos desafíos. En el África subsahariana, dos de cada cinco niños lo sufren. En un momento en que las situaciones de crisis en Sudán del Sur, la República Centroafricana, Siria y ahora el Irak están desplazando a millones de personas, combatir el hambre y asegurar que no aumenten las cifras de niños con retraso en el crecimiento se han convertido en objetivos prioritarios. "No conseguiremos erradicar la pobreza extrema ni alcanzar un crecimiento sostenible sin una nutrición y unos alimentos adecuados para todos", dijo Ban Ki Moon, secretario general de las Naciones Unidas, en una reunión de organizaciones mundiales contra el hambre celebrada en Roma. "No conoceremos la paz o la seguridad si una de cada ocho personas pasa hambre". Así, el Reto del hambre cero, principal pilar del secretario general, tiene por objetivo terminar con el retraso en el crecimiento en niños menores de dos años. UNICEF forma parte también del movimiento SUN (Scaling Up Nutrition), otro gran impulso mundial que reúne a más de 50 países para establecer políticas nacionales y aplicar programas con los mismos objetivos para la nutrición.
La Alianza Africana para la Seguridad en la Nutrición, un programa innovador aplicado por UNICEF y financiado por la Unión Europea en 2011, combate el retraso en el crecimiento a nivel comunitario e institucional. A los niños con desnutrición aguda que se encuentran en peligro de muerte se les envía a clínicas de salud, y al mismo tiempo, las instituciones de salud y sus aliados reciben las herramientas necesarias para mejorar la higiene y las prácticas de alimentación de los recién nacidos y los niños pequeños, así como para luchar contra el hambre y las enfermedades. Este programa, de cuatro años de duración, se centra en Etiopía (con una devastadora tasa de afectados por el retraso en el crecimiento del 44%), Uganda (33%), Malí (38%) y Burkina Faso (35%).
El objetivo es cambiar el comportamiento entre los familiares, establecer sistemas efectivos de enfoques multisectoriales y mejorar las capacidades gubernamentales, permitiendo a estos países seguir luchando contra los efectos del hambre después de que el programa haya terminado. En Uganda, por ejemplo, se han distribuido entre los trabajadores de la comunidad teléfonos inteligentes programados con información sobre higiene, cuidados posnatales y dietas maternas e infantiles adecuadas. Los trabajadores comparten información con los miembros de la familia y luego registran su ubicación en el GPS del teléfono inteligente para demostrar que estuvieron ahí. En Bamako, capital de Malí, se ha financiado la ampliación de un máster que proporciona formación avanzada a los profesionales sanitarios sobre las mejores formas de diseñar y aplicar programas nutritivos. En Etiopía, se recomienda a las estudiantes retrasar la edad del matrimonio y el embarazo hasta los 18 años para prevenir la subnutrición intergeneracional, ya que las mujeres mayores de esa edad están mejor preparadas para tener niños con cuerpos y mentes más fuertes.
Si el interés de la comunidad internacional se mantiene,la tasa del retraso en el crecimiento continuará disminuyendo
El creciente interés en el retraso del crecimiento por parte de la comunidad humanitaria es revelador: su incidencia se ha convertido en una prueba de fuego para el bienestar de los niños en general. Es más probable que un niño que ha alcanzado una altura normal viva en un hogar en el que se lavan las manos y tienen aseo; que coma frutas y verduras; que vaya al colegio; que consiga un buen trabajo; y que tenga menos posibilidades de morir de una enfermedad.
Además, inclinar la balanza a favor del futuro de un niño es más fácil de lo que se piensa. El simple hecho de reforzar la importancia de alimentar a un bebé exclusivamente con la leche de su madre durante los seis primeros meses de su vida, por ejemplo, aumenta seis veces las posibilidades de supervivencia del niño. La mayoría de las regiones donde se ha establecido la alianza disponen de suficiente comida. Lo que causa más problemas son otros factores, tales como no lavar y secar adecuadamente los utensilios después de las comidas, cultivar productos nutritivos y venderlos en lugar de consumirlos, o el rechazo de tipo cultural a algunos alimentos como los huevos o las verduras. Por ello, los programas educativos podrían ser decisivos para salvar incontables vidas.
El otro reto consiste en asegurar que haya suficiente voluntad política para que estos programas sigan funcionando. Si el interés de la comunidad internacional se mantiene, la tasa del retraso en el crecimiento continuará disminuyendo. Puede que en unos cuantos años los niños de las comunidades más humildes de África, como las de las montañas del sur de Uganda, consigan jugar de verdad en equipos como el Arsenal. Los niños solo necesitan que se les permita crecer en todo su potencial, y esto traerá cosas buenas.
Noel Marie Zagre es el Asesor Regional de Nutrición para África oriental y meridional el embajador Gary Quince, jefe de la Delegación de la Comisión Europea ante la Unión Africana.
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