2011: El año de las revoluciones
El efecto en cadena de una nueva cultura de protesta | Por primera vez en mucho tiempo se vio que las protestas podían cambiar el statu quo
Política | 30/12/2011 - 00:46h
Madrid
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Avancemos al 2011. En la portada del último número de la revista aparece un luchador callejero luciendo gorro antisistema y pañuelo. El titulo, The protestor. La persona del año de 2011 es el manifestante.
A parte de demostrar lo rápido que una multinacional de la comunicación estadounidense como Time Warner (que ahora engloba a la CNN, AOL y a los blogueros de Huffington Post) capta y rentabiliza el zeitgeist revolucionario del nuevo siglo, esta transición del tú a rebelde es bastante significativa.
No sólo por el indudable papel de las redes sociales en la ola de protestas que ha arrasado el planeta en el 2011: desde Facebook, clave en Egipto; a Twitter, en Nueva York o Blackberry en los disturbios británicos del pasado verano. Han ayudado a combatir el histórico dilema de la acción colectiva (el miedo a quedarte solo en la mani) convirtiendo al "ciudadano corriente en activista político con enorme poder de organización", según comenta David Kirkpatrick, autor de Facebook Effect.
Pero ocurre algo más profundo. Tras años en los que se había comentado hasta la saciedad el avance imparable de una globalización de mercado que aniquilaba el espacio político nacional, aparece, de repente, un efecto llamada global de protesta política. Se transmitió desde Túnez a Egipto a primeros de año. Tras incendiar diversos países árabes. saltó a Grecia y a España. Luego cruzó el Atlántico hasta Wisconsin, Nueva York, Oakland y decenas de otras ciudades convirtiéndose en "el movimiento contestatario más importante en EE.UU. desde los años sesenta", según el nuevo libro Occupying Wall Street (Or Books, 2011).
De paso, se han movilizado cientos de miles de personas desde Israel a Chile y, más recientemente, China. Incluso, los disturbios británicos del verano –calificados entonces por algún medio como "orgías de consumismo violento"– deben entenderse como parte de la cadena global de protesta en el 2011, según un nuevo estudio de la London School of Economics (LSE). "Túnez fue el efecto sorpresa; el resto es efecto llamada", indica Muhamed Aidor, organizador marroquí de Comisiones Obreras en Madrid.
Y, salvando las enormes distancias, algo vinculaba a los manifestantes del 2011. "Las protestas no tienen ningún tema unificado pero expresan la preocupación de las clases obrera y media a escala mundial ante la concentración del poder en élites económicas, financieras y políticas", explica el influyente economista de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini. Hay otro factor muy importante. Por primera vez en mucho tiempo en Túnez y Egipto se vio que las protestas podían cambiar el statu quo. "Cuando movilizas a la gente y ves el resultado como vimos en Tahrir, tienes una sensación impresionante de que puedes cambiar las cosas", reflexionaba Ahdaf Souief, la escritora egipcia en una entrevista mantenida en mayo. Aunque todos sabían que la transición a la democracia en Egipto sería un proceso complejo, la caída rápida de Mubarak impulsó el efecto dominó desde Tahrir a la Puerta del Sol y mas allá. "Cuando un millón de personas consiguen lo que quieren, cambian radicalmente tus expectativas sobre lo que es posible", apuntaba Soueif, días después del 15-M en Madrid. Esta idea de "poder cambiar las cosas" resonó esa misma semana por el campus de la Universidad Americana de El Cairo, donde los estudiantes siguieron muy de cerca los acontecimientos de España. "Por primera vez, Egipto es un buen ejemplo. Siempre habíamos sido un ejemplo malo", manifestó Sara Mohamed de 22 años.
Pero, a partir de los indignados de la Puerta del Sol, la clave del efecto contagio no fue el impacto inmediato sobre el poder sino las formas innovadoras de una nueva cultura de protesta. Mientras, en Túnez y Tahrir, la táctica había sido aglutinar al movimiento entorno a una sola reivindicación –la caída del dictador–, los acampados de la Puerta de Sol y de Zuccotti Park (Manhattan) optaron por múltiples reivindicaciones.
Convirtieron la protesta en sí en el objetivo. En las asambleas generales de Madrid y Nueva York, miles de veinteañeros aprobaron propuestas mediante el twinkling inventado en Seattle en 1988 –levantando los brazos y meneando los dedos– y en Zuccoti Park se utilizó el llamado micrófono del pueblo (cada frase de los discursos se repite para compensar la ausencia de un sistema de amplificación). Asimismo, el término indignado –adoptado por el combativo movimiento griego que ocupó durante dos meses la Plaza Sintagma– y el eslogan "Somos el 99%", acuñado por la revista satírica canadiense Adbusters, ya se consideran logros del marketing de la nueva política contestataria.
Los escépticos responden que tanto twinkling ha coincido en España con la llegada al poder de un gobierno conservador mientras que en Washington todo sigue igual. Pero, como destaca la revista neoyorquina The Nation, el discurso de Obama ha cambiado en los últimos meses. Ahora, el presidente habla de "la avaricia de unos pocos" y de impuestos sobre los ricos. "Debería haberlo adoptado hace años; hacía falta el movimiento Occupy para que lo hiciera", resume su editorial.
el dispreciau dice: las gentes, los comunes, los anónimos, los desconocidos, los ciudadanos sin atención, los burlados, los excluídos, los empujados, los discriminados, los despreciados, los pobres, los marginados, los indigentes, los negados, los... están hartos de la clase política que dice representarlos y apenas aparecen como bufones del poder. Están hartos, también, del maquiavelismo de las corporaciones que han transformado al mundo humano en "algo" descartable, úsese y tírese, desconociendo aspectos elementales de los sentidos sociales y comunitarios, ni qué hablar de los individuales. Los modelos del marketing y el consumismo, la competencia y los conflictos se han consumido a sí mismos, por la simple ausencia de contenidos ciertos. La clase política mundial de estas horas es fracamente "impresentable", por incapacidad, por necedad, por ausencia de voluntad, por mesianismo oportunista, por ilusionismo, y más... se pretende la silla, sólo eso, para que todo permanezca igual o peor que antes... y la fórmula se ha agotado y la gente no los aguanta más. Sencillo. La Europa medieval camina hacia su remozada Revolución Francesa que consumirá a los gobiernos en este mismo próximo año... nada distinto a la suerte que correrán en el mundo árabe sin sus primaveras falsas... nada diferente a lo que ocurrirá con la China imperialista devenida en una cultura "alfombrera" funcional a los intereses de las pobrezas políticas occidentales... cualquier cosa que Usted toque u observe es barro puro, sin sustento, y ello ha dejado al mundo humano de rodillas, clamando por derechos elementales que son burlados una y otra vez. Los estados ausentes consumen dignidades a cambio de ignorancias, pero las gentes se han dado cuenta que eso no es útil para sus destinos, y le indicado al poder que ya no tiene más crédito. Desde luego, en el poder nadie atiende como tampoco a nadie le importa... más allá, la consecuencia posible es una sola. Y esa consecuencia será visible en breve... y luego de ello, a "agarrarse", en especial en el ámbito de los reinos, los virreinos, los principados, y los adelantados, ya que todos ellos "atrasan" y mucho. El dominó, una vez cinetizado, no tiene regreso... ¿lo sabrán estos inconscientes impresentables políticos y funcionarios corporativistas?... Diciembre 30, 2011.-
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