miércoles, 19 de mayo de 2010

DOBLE DISCURSO, APOLOGÍA DEL CINISMO


El escenario
La apología de la excepcionalidad argentina
Joaquín Morales Solá
LA NACION

Noticias de Política: Miércoles 19 de mayo de 2010 | Publicado en edición impresa

Cristina Kirchner acaba de dar en Madrid la mejor prueba de que el periodismo independiente es necesario para que exista una sociedad informada. Sin la información de los medios periodísticos, la sociedad argentina creería ahora lo que ella aseguró: que nunca hubo ninguna decisión que frenara la importación de alimentos. En el marco de un escéptico relanzamiento de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre Europa y el Mercosur, la presidenta argentina no dejó de hurgar, además, en las cuestiones internas españolas que amargan en estas horas a Rodríguez Zapatero.

Sus declaraciones sobre el comercio exterior se dividieron en dos partes. La primera parte estuvo dedicada a negar rotundamente que su país haya tomado medidas sobre las importaciones. La Presidenta no firmó resoluciones formales, pero Guillermo Moreno (que en las últimas horas apretó a más gente de lo que se sabe para que se calle o para que adopte determinadas decisiones) ha puesto al país en vilo por sus órdenes verbales para impedir la importación de alimentos que se fabrican en la Argentina.

Mandó a los organismos de control sanitario a que demoren las necesarias autorizaciones para el ingreso de esos comestibles, aunque esas dependencias aseguraron extraoficialmente que no tienen ningún reparo sanitario para las importaciones retrasadas. No conforme con ello, Moreno instruyó a la Aduana para que demore en puertos, aeropuertos y carreteras los envíos de comestibles desde el exterior.

La segunda parte de las declaraciones presidenciales se centró en el repudio al proteccionismo y en una profesión de fe en el libre comercio. Reclamó medidas conjuntas de las naciones para levantar barreras arancelarias y medidas indirectamente proteccionistas. Esta vez tuvo razón. Los países desarrollados del mundo están acostumbrados a crear las condiciones de un intolerable proteccionismo; Europa es, quizás, el continente con mayor cantidad de barreras a las importaciones.
Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre el caso argentino y lo que sucede en otras partes del mundo. En Europa y en los Estados Unidos existen decisiones formales de los gobiernos sobre el comercio exterior, que pueden consultarse hasta en Internet. Por ejemplo, en Europa existe la PAC (Política Agraria Común), que protege hasta inconcebibles extremos a los campesinos europeos y que, por cierto, afecta a los productores agrícolas y ganaderos del Mercosur. En la Argentina, en cambio, no hay un solo papel firmado por ningún funcionario que formalice las modificaciones que se han instrumentado de hecho en el comercio exterior. Aquí, existen sólo Moreno y la excepcionalidad argentina.

Es cierto que mientras Europa no esté dispuesta a moderar su proteccionismo las negociaciones abiertas en Madrid merecerán pocas esperanzas. Pero es igualmente cierto que cualquier negociación seria no resiste el caso argentino tal como se planteó en las últimas semanas. Para decirlo de una buena vez: ni la política exterior ni el comercio internacional argentinos pueden tolerar por más tiempo que el árbitro final sea una persona con las características de Moreno. También las cosas deben colocarse en su justo punto: Moreno es sólo el ejecutor convencido y fiel de políticas, estilos y decisiones que corresponden al matrimonio presidencial.

No se trata sólo de Europa, aunque Cristina Kirchner haya tenido que rendir cuentas allí por obra de la casualidad. Brasil y China están tan ofendidos -o más- que los europeos por los obsoletos alborotos proteccionistas de Moreno. La Argentina es víctima de él: la industria de la alimentación (que se beneficia de las exportaciones, ahora en peligro por las consecuentes represalias) les da trabajo directo a 500.000 argentinos y, en forma indirecta, a 1.200.000 empleados.

Críticas y mezquindad
Nada sucedió, sin embargo, para la Presidenta. Algo parecido hizo cuando cuestionó las duras medidas europeas de reducción del déficit fiscal. España ha sido pionera en esas decisiones anticipadas. Nada es menos solidario que decirle que se equivocó a un político condenado a tomar medidas impopulares. No sólo fue mezquina con Rodríguez Zapatero; estuvo rodeada de líderes, entre ellos el primer ministro griego, Giorgios Papandreu, que hicieron, o están haciendo, lo mismo que el presidente español.

Cristina aseguró que la Argentina se había negado con suerte a hacer ajustes ortodoxos. La Argentina hizo cosas peores. Entre 2001 y 2002, redujo a un tercio los salarios por la magia de una hiperdevaluación y durante cuatro años cesó el pago de cualquier compromiso de su deuda pública. La devaluación y el default son ajustes, a veces más crueles, pero con otros nombres. Los Kirchner llegaron al poder cuando ya la economía estaba preparada para recibir los frutos de aquellos ajustes y cuando las ráfagas de la economía internacional eran propicias para las exportaciones nacionales.

El nudo del conflicto desatado en Madrid es más grave aún: ¿por qué la Presidenta cree que es una profesora itinerante con facultades para incursionar en problemas internos de otros países? La decisión de Rodríguez Zapatero corresponde al jefe de una nación soberana en un contexto especial. Dos días antes, el líder español había iniciado su camino al calvario con una frase muy conceptualmente antikirchnerista: "Yo pienso en el futuro de mi país más que en cualquier otro futuro político o personal", dijo después de promover una reducción masiva de salarios.

El otro gran tema de la política interna española es la reciente suspensión del juez Baltasar Garzón por haber investigado los crímenes del franquismo. La suspensión es incoherente e injusta (dictada por la misma justicia que lo habilitó para investigar crímenes de lesa humanidad en el extranjero), pero el propio Rodríguez Zapatero, que tiene su corazón con el implacable juez, se cuidó ostensiblemente de aludir al tema para no herir el principio de la división de poderes. Cristina y Néstor Kirchner no tuvieron esas prudencias y recibieron públicamente al juez Garzón.

Ellos debían tener dos cuidados, la división de poderes y la no injerencia en cuestiones internas de otro país, pero no repararon en ninguno. No importa: siempre les quedará el recurso posterior de decir que nunca existió esa reunión y que, en todo caso, fue una creación mediática.

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Joaquín Morales Solá

lanacion.com | Política | Mi�rcoles 19 de mayo de 2010


el dispreciau dice: en este temible imperio de contradicciones, el factor común del planeta político y empresario, es el doble discurso, insistente y focalizado en expresar el cinismo de ambos estamentos. Traducido, sacar la mano izquierda para luego doblar a la derecha. El ámbito empresario incluye desde luego a los medios masivos de comunicación, que suelen enseñar los males ajenos y disimular u ocultar los propios, apelando a las más bajas conductas. En dicho contexto, son muchos los que aprecian la necesidad de modificar urgentemente el modelo de sustento económico de las sociedades humanas, antes que sea demasiado tarde. El problema del euro hoy, no distinto a las crisis previas y las que se están anunciando, han colocado en tela de juicio el estatus quo de conveniencias para pocos. El modelo Chino es tan precario y endeble como el de India, Brasil, y desde luego el propio de Estados Unidos de Norteamérica... todos se sustentan en modelos viciados de nulidad, consistentes en pagar poco y vender mucho. Pero sucede que el mercado planetario se ha destruido a manos de sus propios mentores que no entendieron que la máquina de excluir funcionó destruyendo personas, para luego empujar a gran parte de la sociedad humana a un abismo sin fin. Hoy donde más de mil millones de seres humanos padecen hambre y dos tercios de la humanidad está consumida por la pobreza o la marginalidad inducida por la necesidad de unos pocos de sostener sus intereses a cualquier precio, no aparece como atinado, mucho menos como prudente, lógico, o conservado sobre sentido común alguno. Esta actitud empecinada de destruir gentes para favorecer conveniencias personales ha llegado a su fin, mal que le pese a los inventores de patrañas económicas para defender lo indefendible. Lo dicho es aplicable a Europa, a Estados Unidos de Norteamérica, a China, a India, a Brasil, o cualquiera que se precie de ser Dios de ciegos y sordos... Los modelos perimidos están a la vista de quien quiera verlos, y patear el problema hacia adelante no hace más que agravar el cuadro actual y futuro. Curiosamente lo dicho puede aplicarse a los criterios militares de las potencias mundiales invadiendo sociedades ajenas para explotar petróleo u otros recursos, desplazando modelos que no les son afines en ámbito alguno. La presión sobre Irán y su expansión científico-nuclear pone en evidencia las dudas de la intencionalidad consecuente a naciones que hablan de desarme pero fabrican armas de destrucción masiva en nombre de la democracia y los derechos humanos. La paradoja está expuesta: armas nucleares empleadas hoy por cualquiera de sus dueños o clientes, daría como consecuencia inmediata el exterminio de la raza humana, y para ello no hace falta ser un genio para darse cuenta. Las pruebas de las conductas técnico-científicas y políticas asumidas por la Ex-URSS (Rusia) y el propio Estados Unidos de Norteamérica ante accidentes en plantas nucleares, no deja lugar a dudas sobre las falencias que contienen ambos modelos. Todos hablan de seguridad pero la misma brilla por su ausencia, expresándose en incapacidades y negligencias que se dibujan ante la opinión pública para deformar el foco de las miradas y sus consecuentes reflexiones. Léase, el doble discurso impera en un mundo que carece de sentido esencial y donde se defiende lo indefendible. Sucede que el cinismo político y empresario ya no encuentra lugar en este mundo porque aunque no se vea, la globalización exterminó las fronteras y diseminó los problemas. Por ahora gana el cinismo, sin embargo su vida aparece como muy limitada, partiendo de la simple observación del cálculo de probabilidades donde las posibilidades de vida de este modelo lo muestran en plena extinción. ¿Lo entenderán los empresarios de los medios masivos de comunicación?... No parece que se den cuenta o estén dispuestos a comprender ni mucho menos a asumir que la opinión de los ilustres desconocidos los ha superado y hasta anulado. Mayo 19, 2010.-

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