martes, 4 de mayo de 2010

Día Mundial de la Libertad de Expresión


En el Día Mundial de la Libertad de Expresión
Por María Eugenia Estenssoro / 3 de May de 2010


Como homenaje a los hombres y mujeres de prensa que ejercen esta noble profesión como verdadera vocación de servicio, quiero compartir con ustedes los discursos de Senadoras y Senadores del oficialismo y de la oposición que, en la última sesión, expresamos con claridad nuestro compromiso con la defensa de la prensa y el derecho a la información de los ciudadanos en democracia.



Sra. Morandini. – Señor presidente: suelo decir que el sufrimiento lo único que hace es darnos autoridad para que podamos contarles a los otros lo que pasó en nuestro país. Pero ese sufrimiento no nos da derecho a organizar una sociedad en la medida de nuestros despojos. Hemos escuchado esta mañana en la Comisión, en los relatos con amigos, en lo que se dice en la calle, que nuestro país vuelve a reproducir temor, miedo. Y en los temores de hoy están los terrores de ayer. Miro este recinto y veo gente joven que ignora –porque no lo vivió; es decir, no es que ignore sino que, por suerte, fue protegida– aquel tiempo de locura en que una muerte se vengaba con otro cadáver; esa espiral de violencia que antecedió al golpe militar. Hemos ido más lejos que nadie. Gracias a que nuestra democracia pudo sentar en el banquillo de los acusados a los jerarcas de la muerte, tal vez, no nos hemos dado cuenta de ese aspecto invisible, cultural, que también nos dejaron los años del autoritarismo. A lo largo de la democracia, hemos naturalizado fenómenos que son claramente antidemocráticos, como por ejemplo, que haya espionaje telefónico, las descalificaciones personales e ideológicas, el que tengamos que descalificar personalmente a otro para dar fortaleza a nuestro argumento. Veo también que tenemos una gran contaminación del pasado con nuestro lenguaje. Los escraches fueron una forma creativa utilizada por los H.I.J.O.S.; allí se personalizó la tragedia, en donde estaba la identidad de la inocencia. A aquellos hijos de desaparecidos, cuando empezaron a crecer, les pusimos rostros, les pusimos nombres, contamos en uno la tragedia de todos y ya nadie pudo decir en nuestro país que no había pasado lo que pasó. Y ellos, en la creatividad juvenil, utilizaban el escrache para señalar en dónde vivían los represores. De modo que escrache es delito; escrachar es señalar al delincuente. No confundamos pensando que lo que se hace ahora en relación a los periodistas son escraches, porque no estamos hablando de delincuentes. La prensa es un valor constitutivo de la democracia; y como este es el lugar de las leyes, es necesario que repitamos hasta el hartazgo que tenemos toda una normativa a la que nuestra Carta Magna, en la sabiduría de la Reforma de 1994, se ha subordinado. Tenemos la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, de 1948; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; la Declaración de Teherán; la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto de San José de Costa Rica. Y tras todo este andamiaje interamericano, contamos no sólo con una serie de declaraciones como la de Chapultepec, la de Lima y la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión sino también con nuestra Constitución, que se ha subordinado a todos esos tratados internacionales en los artículos 33, 42, 43 y 75, inciso 22. Por lo tanto, no tienen que quedar dudas de que la prensa es un valor constitutivo de la democracia. Sí tenemos que dar otro tipo de debate sobre la relación que estableció el poder político con la prensa, sobre la promiscuidad que se ha dado con muchos que aparecen como periodistas y que en realidad son “lobistas”; y, también, tenemos que decir claramente que quien cobra no es un periodista, pero ese es otro debate; esa es una discusión que nos tenemos que dar. La misma sociedad es la que va a ir premiando a aquellos que cumplen con independencia la función de informar. Porque cuando se ataca a un periodista no se lo hace sólo a él, que efectivamente tiene protegido su derecho subjetivo a hablar, sino también a un derecho que está encarnado en todas las democracias modernas, como es el que tienen las sociedades a ser informadas. De modo tal que hay una relación íntima entre la calidad de la información y la calidad de la democracia.

No quiero extenderme ni ahondar en cosas que aquí se han dicho, pero sí quiero hacer una reflexión sobre lo que va a suceder mañana con relación a esto que se llama “tribunales populares”. Todos los argentinos debemos a las Madres, a estas Madres en duelo que, en nombre de todos, increparon al poder militar para preguntar dónde estaban sus hijos, y que en esa caminata de los días jueves fueron abriendo para todos los argentinos espacios de Justicia y de verdad; todos los argentinos somos deudores de esas mujeres que simbolizamos en el pañuelo blanco; a ellas va a ser eternamente mi homenaje. En Grecia ocultaban a las madres en duelo, porque decían que no había nada más subversivo que una madre que ha perdido a su hijo. Las décadas democráticas han ido agregando a las plazas públicas de nuestro país a nuevas madres en duelo a lo largo y ancho de la Argentina, y ahora ellas nos increpan a nosotros, como poder del Estado, porque hemos sido incapaces de construir una cultura de derechos humanos que vaya sacando de las plazas de nuestro país a madres en duelo. Es probable que, en la medida en que nos vayamos alejando del miedo, empiecen a aparecer todas las cosas que no hicimos, como por ejemplo, analizar con madurez toda la red de complicidades que hicieron posible aquel delirio de la dictadura y el terrorismo de Estado, un Estado que se enloqueció por el terror, pero que está encadenado a este otro Estado al que la ciudadanía le está clamando protección. Con respecto a lo que va a pasar mañana en la Plaza de Mayo, vuelvo a apelar a la presidenta, porque creo en su compromiso con los derechos humanos. No se trata de cancelar la libertad del decir sino que se trata de lo que tiene que acompañar siempre a la libertad del decir, que es la responsabilidad inherente al hecho de decir. No puede haber censura previa porque después hay responsabilidad ulterior. De modo que es necesario, y para ello apelo a la mejor energía democrática de nuestro país y a mis compañeros senadores –especialmente, a los del oficialismo– parar este círculo de confrontación que va creciendo cada día más y en el cual perdemos todos. Porque en el campo de batalla sólo quedan heridos. Por ello, celebro que hoy podamos hacer una declaración conjunta, porque donde tenemos que unirnos es en la defensa de los valores. Los derechos humanos no admiten interpretaciones: no son de izquierda ni de derecha, ni del oficialismo ni de la oposición, sino que son derechos que hay que consagrar y que el Estado tiene que garantizar. En un estado de terror, cuesta asignar valores absolutos por las responsabilidades. Debemos desentrañar y enjuiciar para condenar al terrorismo de Estado, pero también debemos reivindicar a un derecho no escrito como es el de vivir sin miedo. En este sentido, les voy a recordar a ustedes algo que hoy paso a entender en su verdadera dimensión: en el juicio a las Juntas, Massera, con el dedo acusador, le dijo a los jueces que lo condenaron “Yo soy responsable, pero no me siento culpable”. En esa época, yo tenía miedo, como lo tenía toda la sociedad argentina –que miró casi espiando lo que fue ese juicio a las Juntas–, pero después de más de veinte años de lo que dijo Massera en ese juicio, pregunto si, en realidad, lo que no quiso decir, o dijo y no lo quisimos entender, no fue lo siguiente: “Soy responsable de haber mandado a matar, pero ustedes, la sociedad, son culpables de haberme dejado matar”. Y en eso, toda la sociedad tiene alguna responsabilidad, porque hay que condenar al terror y no lo que las personas, de manera individual, pueden hacer. Porque cuando hay terror, no hay dignidad humana; el terror nos reduce como seres humanos a lo que no somos.

Por ello, apelo y agradezco a los compañeros senadores del oficialismo que se sumen a este clamor para desarmar las palabras que vienen envenenadas, porque palabras de descalificación abren el camino a aquellos que no han vivido el tiempo del terror. Tenemos que cuidar, ser responsables y no hacer política con el pasado, porque es ahí donde estamos anidando lo que no queremos más, ese nunca más que ojalá podamos encarnar todos los argentinos en lo más profundo de nuestro corazón. (Aplausos.)




Sra. Bortolozzi de Bogado. – Señor presidente: estoy de acuerdo con que votemos a favor del proyecto consensuado. Es cierto que hemos dicho otras cosas, como implorar a la primera mandataria que trate de que no se realice el acto del jueves –que atentaría contra el sistema democrático–, o referirnos a las citaciones a los ministros, secretarios, etcétera. Pero como bien dijo la presidenta de la Comisión, María Eugenia Estenssoro, eso se va a realizar en otro segmento. Hoy tenemos que aprobar esta declaración, que está consensuada, y luego ir realizando los otros pasos, que aquí se mencionaron. Por otra parte, hay un paso –además de la citación al secretario de Medios– que me parece fundamental y que hoy creo que esbozó la senadora por la provincia de Buenos Aires, que es el papel del jefe de Gabinete. Porque nosotros estamos en un sistema semipresidencialista. Y si tuviésemos un jefe de Gabinete que hiciera un enlace entre el Congreso y el Poder Ejecutivo, como tendría que hacer –en lugar de ponerse una camiseta–, usted, señor presidente, tendría menos trabajo y estaría más tranquilo; el compañero Fellner, en la Cámara de Diputados, dormiría mejor; y todos nosotros también tendríamos con quién hablar y cómo consensuar y no tirar leña al fuego. Hay que buscar los consensos necesarios para llevar a nuestra primera mandataria a una gestión feliz, como la que está realizando hasta ahora y como nosotros, los peronistas que la elegimos y la votamos –y luchamos por ella–, queremos que realice. Creo que nosotros, los peronistas, también tenemos que hacernos un examen de consciencia y reconocer que tenemos un sesgo autoritario. Por eso, en el primer gobierno de Perón, Evita tenía que hacerse el rodete para no parecer tan joven. Entonces, nosotros lo tenemos en nuestro ADN, porque hemos sido muy perseguidos. Y así hemos reforzado ese sesgo autoritario, que yo también tengo. A mí nadie me va a hacer creer que la manifestación enorme de hace quince días no tuvo apoyo oficial, porque tanta gente no se reúne sin ayuda de ningún aparato. Y hablo como una vieja acarreadora de personas y me hago la autocrítica también por eso, porque si no partimos de la verdad, no vamos a avanzar. En cuanto a este tema de implorar a la primera mandataria, yo me inspiré en Norma Morandini, en la televisión que estaba mirando…Y quiero decir que hay gente que desde el tremendo dolor, como el de Norma Morandini y su madre, que perdió dos hijas, lo puede sublimar como lo sublimó Mandela, y como lo sublima el Pepe Mujica. Hay gente, como yo y como las mujeres que llevan adelante estas manifestaciones, que no lo puede sublimar de esa manera y lo expresa de otra forma. Mi corazón está con ellas, pero yo detesto que se las use; que se use ese legítimo dolor para intereses espurios. Como hago mi autocrítica, también le hago la autocrítica a mi gobierno –a mi gobierno– por el que trabajé, transpiré, voté y acarreé gente, porque así trabajamos los peronistas. Así trabajamos y deberíamos corregirnos. Entonces, creo que, como Cámara, nosotros debemos exigir la acción que la Constitución de 1994 le asigna al jefe de Gabinete de Ministros para que haga de nexo nuestro y no vernos en esta situación, como se dice ahora, de rispidez, por no decir de nervios, de crisis, de no saber qué hacer, de no saber si tirar agua o tirar fuego. Además, quiero expresar que mi solidaridad también está para la Corte, para los jueces. Tenemos que cuidar nuestro sistema democrático de tres funciones. Más en este momento, en que hubo una elección de medio término donde perdió nuestro partido, el partido del poder. Entonces, acá necesitamos al jefe de Gabinete de Ministros para que haga de nexo entre nosotros y el Ejecutivo. Así como estamos no va. Y, por favor, respetemos todos a la Corte. No seamos suicidas; tenemos una Corte de lujo. Creo que es lo mejor que ha hecho Néstor Kirchner. Tenemos una Corte de lujo; no seamos suicidas. Mi intención fue tirar agua. Disculpen si tiré fuego.




Sr. Giustiniani. – Señor presidente: el sentido de mi intervención, a esta altura del debate, es apoyar una declaración que va a ser votada por unanimidad en este recinto. Soy autor de uno de los proyectos de declaración repudiando el afiche anónimo que señalaba a quince periodistas. Desde ese punto de vista, como lo ha hecho el trabajo de la Comisión y el informe de la señora senadora Estenssoro, pienso que vamos a tener unanimidad en lo que hace al rechazo de esa actitud, del anonimato, de la agresión a periodistas. Eso va a merecer el repudio unánime de este recinto. Evidentemente, en el debate se han expresado puntos de vista que han sido encontrados. A veces, peligrosamente, nos encontramos en una realidad donde este nivel de confrontación deja un saldo cero a nivel de la sociedad que, en términos generales, es absolutamente negativo. Lo digo no para ponerme por encima del debate, porque voy a dar mi punto de vista, sino porque vemos que, andando en el tiempo, muchas veces queda la sensación de que las diversas carencias por las que atraviesa la sociedad no forman parte del primer punto de la agenda. Tal como se manifestó aquí, creo que la libertad de expresión o de prensa son temas que nacieron con la democracia. Por lo tanto, no se trata de descubrir hoy que están por encima de la democracia, sino que estamos hablando de derechos que formaron parte de las nacientes democracias, en las que si no existía libertad de expresión, de opinión y de prensa no existía la democracia. Tan así es que han sido refrendados por las constituciones nacionales de todos los países del mundo. Si algo nos enseña la historia del siglo XX, es la dificultad para hacer que estos derechos no queden como programáticos, sino como derechos reales de la sociedad. En ese sentido, el socialismo tiene experiencia en eso de no ser precisamente un sector político beneficiado por la prensa ni por esas libertades. Como producto de nuestras ideas −expresadas pacíficamente−, en dos oportunidades −y con prácticamente nula repercusión periodística o pública− fueron sacados de sus bancas del Senado dos legisladores: primero, Enrique del Valle Iberlucea, y posteriormente Alfredo Bravo, a pesar de haber sido electos por la libre expresión de la soberanía popular.

Para ir a lo concreto, una cuestión son los derechos positivos, los derechos constitucionales de la libertad de prensa y de expresión, y otra cosa distinta son los medios de comunicación cuando se los analiza como un factor de poder. Se trata de un enfoque diferente, porque una cosa es el derecho de la sociedad a esas libertades, y otra cosa distinta es cuando los medios de comunicación se expresan como un factor de poder muy importante en la sociedad. Y tan importantes son que se manifiestan como un poder comparable a los del Estado, es decir, al Ejecutivo, al Judicial y al Legislativo. En ese sentido, vemos cómo a través de las etapas históricas jugaron como factores de poder, algunas veces como empresas comerciales −cuando son privados–, y otras, cuando estaban en manos del Estado, a veces también desempeñaron un papel importante sobre todo durante las dictaduras. Por lo tanto, conjugar ese derecho constitucional de las personas con esos sectores de poder que son los medios de comunicación, es un factor de tensión permanente en democracia. Es una situación que hemos vivido y que seguiremos viviendo a futuro. En consecuencia, estará en nuestra inteligencia y en ser totalmente coherentes con lo que significa la necesidad de la mejora permanente de la calidad institucional que eso se exprese. Creo que no estamos en una buena instancia cuando la ratificación del momento la da la característica de este debate. En ese sentido, daré otro enfoque, porque no comparto la óptica del gobierno; creo que equivoca el camino cuando explicita ciertas cosas. Por ejemplo, ayer, el ex presidente Néstor Kirchner expresó lo siguiente: “Tenemos que llamar a las cosas por su nombre: la primera fuerza de la oposición es la concentración mediática”. Esto es lo textual. Está en los medios oficiales y no oficiales, pueden chequear este párrafo sobre lo que dijo ayer Néstor Kirchner. Yo creo que cubre un objetivo. Un objetivo es establecer un elemento de presión en términos generales, que lo considero negativo porque comparto que no tiene que haber concentración mediática y por eso desde esta fuerza política apoyamos –tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados– la necesidad de terminar con la ley de la época de la dictadura y tener una nueva ley de medios. Pero creo que tiene un segundo objetivo que permanentemente se expresa desde el gobierno nacional, que consiste en descalificar y ningunear a la oposición, que no ha sido planteado hoy quizá porque no sea el tema pero se presta como segundo objetivo de este mensaje. Es el mismo mensaje que se expresó en la resolución 125. El gobierno tiene un objetivo; en aquel momento era fiscal, es decir, 2500 millones de dólares. Todos, mayoritariamente compartíamos y veníamos reclamando desde sectores de la oposición que no podía tratarse al pequeño productor como al pool de siembra. Es decir que las retenciones debían ser progresivas y segmentadas, pero acá el objetivo fue fiscal. Luego se eligió al contrincante –a partir de ahí se descubrió que había oligarquía vacuna y sojera; antes no– y se le colocó la filosofía revolucionaria. Y lo mismo ocurrió con el tema del uso de las reservas en diciembre; acá escuchamos a economistas que con gran criterio, se puede compartir o no, como Miguel Bein –justamente sin una oposición al gobierno nacional– desde una posición razonable, señalaban que eso era una rueda de auxilio, una herramienta económica. Discutamos si esta herramienta económica es favorable o no de acuerdo a la realidad que estamos planteando de esta necesidad que tiene el gobierno con tales objetivos de bajar la tasa de interés, etcétera, etcétera. Pero esto no se plantea así, sino que se lo hace como el objetivo revolucionario de pagar la deuda con reservas; se elige al contrincante. En ese momento se encontró rápido, era el partido judicial, porque salió un amparo y después se le puso la filosofía revolucionaria. Considero que esto es lo que degrada el debate, lo que degrada este intercambio que en democracia debe existir hacia la sociedad, que son las distintas visiones de oficialismo y de oposición, en donde todos somos responsables, porque tenemos la tendencia de trazar la raya, de pensar en blanco y negro y de subirnos al ring que no se nos propone.

Entonces, esta democracia, y acá también hago una referencia a todo lo que se dijo respecto de lo que está pasando, es la democracia del tiempo de los grises, no es la épica; la épica revolucionaria son los tiempos de la revolución que dieron mucho al mundo, como la Revolución Francesa. Pero hoy estamos en los tiempos donde seguimos en una etapa de transición, que no hemos podido superar. El 90 por ciento de los jubilados sigue estando por debajo de la línea de pobreza. Es decir, hay logros que la sociedad ha premiado después de los cuatro años del primer gobierno, dando así la posibilidad a un segundo mandato a esta gestión. Pero el incumplimiento de las promesas electorales en esta segunda etapa –este es el punto que me parece que también forma parte de esta reflexión que quería hacer– provocó que perdieran las elecciones del último 28 de junio. Creo que no es correcto el camino de profundizar la confrontación. Lo digo desde un punto de vista absolutamente respetuoso. Pero lo que estamos haciendo es tirarnos entre todos para abajo, tratando de igualarnos en un nivel o plano de confrontación, al cual todos los días se nos invita y se nos introduce. Y voy a dar algunos ejemplos. Hoy estuvimos, como dijo el senador Filmus, en el Ministerio de Educación hablando con el ministro y con todo su gabinete acerca de la necesidad de sancionar una nueva ley de Enseñanza Superior. Creo que podríamos obtener al respecto el consenso, como lo obtuvimos para la sanción de la Ley Nacional de Educación Superior y para la sanción de la Ley de Financiamiento Educativo. Creo que podríamos tener un debate como el que ya se viene produciendo, incluso como una política de Estado, y aprobar esta norma por unanimidad. Pero yo hoy veía a los veintitrés rectores pronunciándose por el uso de las reservas para pagar la deuda externa. Es decir, se los presiona. Y los rectores que no se pronuncian de ese modo, saben que pasan a la línea de los castigados. Y sabemos cómo se usan los recursos en este tiempo. Es lo mismo que pasó con la patética solicitada de los gobernadores respecto de la decisión que tomó el Senado hace poco. Fue patética, porque el debate sobre si eran treinta y cinco o treinta y siete votos los necesarios, luego tocaba a la Cámara de Diputados y al Poder Ejecutivo, además de la posterior vía judicial. Sin embargo, hubo una descalificación pública, en la cual entramos todos. Por eso, comparto el enfoque que recién mencionó el senador Filmus, en cuanto al valor de la palabra. Hay que tener una gran responsabilidad en democracia para no entrar en este tipo de descalificaciones, ni desde un lado ni desde el otro; o sea, ni desde el gobierno, ni desde la oposición. Eso significa aprender que tenemos para recorrer hacia adelante un camino muy difícil. Pero estamos en un momento complicado y con una tendencia negativa. Yo quería decir estas cosas, rescatando lo que hoy vamos a aprobar, porque no hubo una sola voz que se exprese por reivindicar este ataque artero y anónimo. Todos en distintos momentos hemos defendido el ejercicio del periodismo independiente, la libertad de expresión y la libertad de prensa, porque son elementos no de hoy, sino que nacieron con la democracia misma. Y todos tenemos que tener, por ello, la voluntad y la decisión política de resguardar esos principios y protegerlos.




Sr. Petcoff Naidenoff. – Señor presidente: la verdad es que cuando hoy discutimos este tema en la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, nosotros señalamos que no podíamos tomar este encuentro o la presencia de periodistas con voces críticas e independientes de las del gobierno como un hecho que se pueda sustentar en los afiches con las fotos y los nombres de doce periodistas que trabajan para un determinado grupo o con la convocatoria a juicios populares. Me parece que, quizás, esto sea la conclusión del obrar del gobierno y de la relación del propio gobierno con los medios de prensa.

Cuando nosotros discutimos en este recinto la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, como el fundamento central del oficialismo pasaba por tratar de sustentar una ley que garantizara la pluralidad de voces en la Argentina, en esa sesión, yo hice referencia a cuál era la situación de la libertad de prensa en la Argentina y a cuál era la relación del gobierno con los medios. Y me parece que la relación del Poder Ejecutivo con la prensa o con el periodismo siempre fue conflictiva, aunque, quizás, se potenció a partir del conflicto con el sector agropecuario. A partir de ese conflicto, el gobierno siempre trató de desplazar el foco de la cuestión, el conflicto pasó a un segundo plano y la estigmatización pasó por los medios y los periodistas, siendo responsables los medios por las opiniones que no coincidían con las opiniones del gobierno sobre la crisis institucional que atravesaba el país. Quiero citar un antecedente, porque me parece que, desde este recinto, también hay que actuar con mucha responsabilidad, con mucha racionalidad, con mucha sensatez y con mucho equilibrio ante el obrar de funcionarios del gobierno nacional que, a mi modo de ver, están absolutamente mal encaminados en este tema. Muchas veces se manifiestan con expresiones que, en realidad, ponen en riesgo la estabilidad institucional, porque nuestro país tiene una vasta historia de violencia y, algunas veces, se sabe cómo comienzan estos hechos pero no cómo terminan. Quiero recordar cuál fue el informe del CELS allá por el año 2006, con relación a la libertad de expresión en la Argentina; mejor dicho, voy a citar aquí algunas cuestiones puntuales de ese informe. El CELS hacía referencia a las decisiones que provocaron los alejamientos de José Eliaschev y de Víctor Hugo Morales de Radio Nacional y de Canal 7, donde quedaba una sensación inexplicable de arbitrariedad. Cabe apuntar que se trata de un informe relacionado con los claroscuros en materia de libertad de expresión. Por eso, repito que no podemos tratar este tema puntual de los afiches o de los juicios revolucionarios sin tener en cuenta, como paso previo, los antecedentes del gobierno en materia de libertad de expresión. Voy a citar sólo algunos casos: en el año 2008, los periodistas que cubrían la Cumbre de Presidentes fueron echados de la residencia presidencial. En esa ocasión, alrededor de 50 periodistas argentinos fueron echados de la sala de periodistas de la residencia presidencial de Olivos. El 1° de abril de 2008, la presidenta calificó de cuasi mafioso a caricaturista. En esa oportunidad, Cristina Fernández de Kirchner calificó a una caricatura de Hermenegildo Sábat como un mensaje cuasi mafioso. También es oportuno recordar las presiones que se han dado en el conflicto gobierno-campo. Además, hay un informe del Foro de Periodismo Argentino donde se expresa cuál es la situación del rol de los medios y de los periodistas con los propios gobiernos en los estados nacional y provincial; en él también se habla del denominador común de la asfixia a través de la pauta nacional. Es oportuno citar algunos casos como el de Relatoría de Libertad de Expresión del CELS. Durante el primer trimestre del 2007, las organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación continuaron denunciado la asfixia a los medios de prensa. También está el caso de la editorial Perfil, donde la Corte debe dirimir el tema, porque el gobierno apeló el fallo que le ordenó poner publicidad oficial en las publicaciones de la editorial Perfil, similar al caso de Río Negro. El 5 de marzo de 2007, se produjo un caso puntual en la provincia de Santa Cruz, donde la dirección de la emisora pública LU14 “Radio Provincia”, de Santa Cruz, decidió cancelar el programa “La Ronda” después de que la presentadora Marta Saborido instara al gobierno provincial a prestar más atención a las reivindicaciones salariales de los profesores. Se entorpece la distribución de la revista “Noticias” en Santa Cruz el día 7 de febrero. Se producen interferencias a programas de televisión. Levantan el programa de Nelson Castro y su contrato con Radio del Plata, propiedad del grupo Electroingeniería.

Me parece que hay que volver a citar desapasionadamente estos casos, porque de todos estos hechos que tienen que ver, prácticamente, con la decisión de algunos medios ligados al propio poder para que estas voces críticas e independientes sean silenciadas con las rescisiones de contratos, la mayoría de los funcionarios y el propio Poder Ejecutivo nacional se llamó a silencio. Sabemos cómo comienzan: con despidos, con restricciones a la libertad de expresión, con amedrentamientos y demás, pero yo creo que terminan de la peor manera. Por ello, creo que debemos rechazar esta escalada de violencia que, en realidad, atenta contra el libre ejercicio del periodismo. Y ello es así porque se apunta a generar temor entre los propios periodistas. En este caso, el gobierno no puede hacerse el distraído; más aún, esto nos preocupa porque, si bien el bloque del oficialismo acompaña este proyecto de declaración, están involucrados funcionarios del propio Poder Ejecutivo. Por ejemplo, yo no lo he escuchado hablar sobre esto al señor jefe de Gabinete que, a veces, se da tiempo para asistir a algunos programas y confrontar o discutir por una cuestión puntual con una modelo como Nicole Neumann –con todo el respeto que se merece– o con Amalia Granata en el programa de Pettinato. Pero, en verdad, yo no lo he escuchado al jefe de Gabinete hacer referencia a las declaraciones de Néstor Busso, que tiene todo el derecho del mundo a asistir a esta especie de juicios populares como testigo. Pero Néstor Busso es un funcionario propuesto por el Poder Ejecutivo nacional para estar al frente del Consejo Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual y el jefe de Gabinete de Ministros se llamó a silencio al respecto. Tampoco lo he escuchado al jefe de Gabinete de Ministros hacer referencia a las expresiones del señor Mariotto, titular del ex COMFER o de la futura Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual, cuando, con relación a los afiches, expresó que se trata de un mecanismo de la libertad de expresión garantizada por la Constitución. Si bien luego hubo una negación, dichas declaraciones quedaron confirmadas y ratificadas por una publicación de un diario del interior. Entonces, me parece que este nivel de virulencia verbal termina mal. Nadie quiere ser fatalista, pero creo que el gobierno debe tomar nota de esta situación. Por supuesto que cualquiera tiene derecho a realizar una marcha, como la que se hizo sobre el apoyo a la ley de medios, porque se está en democracia. No obstante, el nivel de hostigamiento para con los hombres de prensa, realmente, es algo que preocupa y va a salpicar, fundamentalmente, al propio oficialismo. Tampoco se trata de instalar esta especie de discurso de que el gobierno no está detrás de estas cosas porque, en definitiva, se perjudica el propio gobierno. A mí me parece que cuando en el día de hoy uno lee los diarios y el propio presidente del Partido Justicialista, ex presidente de la Nación, responsabiliza una vez más de todos los males al partido político de los medios o a visualizar a estos como el responsable de todos los males del gobierno, me parece que potencia una forma de obrar que es absolutamente perjudicial a los intereses de la República. La verdad es que rechazamos este tipo de descalificaciones. Creo que estamos en un punto de inflexión, y el gobierno y algunos funcionarios no sólo deben brindar informes sino, también, recapacitar, porque cuando las cosas se confunden y se potencian desde la virulencia verbal, a veces, se termina mal. Y creo que nadie quiere que esto termine mal, ni la oposición ni, en este caso, el bloque del oficialismo. No obstante, creo que el gobierno debe recuperar la cordura. Esta especie de juicios populares o revolucionarios, si bien están convocados por la cabeza de una organización –organización afín al propio gobierno–, creo que le pueden hacer un flaco favor a las propias instituciones respecto a que esto se lleve a cabo el día de mañana. Ojalá el gobierno interprete y entre en razones en el sentido de que este no es el mejor de los caminos. No lo son ni la virulencia ni la confrontación. Reitero que hay una historia no lejana sino reciente en la Argentina. Estas cosas se sabe cómo comienzan y no cómo terminan.

Sra. Estenssoro. – Señor presidente: en primer término, quiero aclarar que los proyectos que hoy tratamos en la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión abarcan diversos temas. En consecuencia, como no sé si fueron debidamente leídos todos por Secretaría, enunciaré el nombre de los autores y firmantes de cada una de las iniciativas para que se vea que se trata de un abanico muy amplio. En la Comisión se consideraron los proyectos de los señores senadores Cabanchik, Estenssoro, Morandini, Petcoff Naidenoff, Marino, Rodríguez Saá, Negre de Alonso, Jenefes, Roldán, Vera, Filmus, Pichetto, Colazo, Basualdo, Bortolozzi, Escudero, Giustiniani, Pampuro, Morales, Mestre, Rojkes de Alperovich y Romero. Quise nombrarlos a todos porque, reitero, creo importante que se advierta la preocupación general que tienen los senadores y senadores de los diversos bloques por una serie de incidentes y de ataques a la libertad de prensa que se produjeron en nuestro país, no solamente en las últimas dos semanas, ya que estas iniciativas se refieren a incidentes suscitados desde que comenzamos las sesiones ordinarias. En ese sentido, están incluidos desde los “escraches”, hasta el hostigamiento al Canal 7 de Jujuy −propiedad de la familia del senador Jenefes−, el incendio del automóvil de la periodista Adela Gómez −en Santa Cruz−, los carteles anónimos y las manifestaciones que hubo hace dos semanas en la marcha a favor de la ley de medios, frente a los Tribunales.

El dictamen cuenta con ocho firmas y los miembros de la Comisión queríamos contar con un texto unificado que mostrara el compromiso y la voluntad de todos los bloques del Senado de la Nación, con un repudio claro y contundente de estas actitudes, aunque después cada uno, en sus manifestaciones, podrá hacer otros pedidos. No obstante, desde la Comisión, nosotros vamos a hacer una serie de pedidos que voy a explicitar más adelante.

Hemos unificado proyectos de diversa índole. Hoy me llamó el senador Filmus diciéndome que uno de sus proyectos tenía que ver con amenazas sufridas el año pasado por el filósofo Santiago Kovadloff. O sea, creo que hemos unificado en este texto general pero contundente y claro, un repudio a todo tipo de agresiones, hostigamiento, intimidación de la labor de la prensa, los periodistas y los medios de comunicación. Ahora bien, a la reunión de hoy –que fue realmente muy rica–, asistieron varios de los periodistas agraviados. No obstante, nosotros invitamos a todos, pero asistieron Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Nelson Castro, Daniel Santoro, Edgardo Alfano, Ricardo Kirschbaum, Eduardo Van der Kooy y también representantes del Foro de Periodismo Argentino, que nos dieron su informe sobre el estado de la libertad de prensa en nuestro país, es decir, su visión al respecto. Estuvieron también Andrés D’Alessandro, Fernando Ruiz, Mónica Baumgratz y también Marcelo Bonelli.

Esta reunión fue muy importante, porque no consistió en una declaración más, como la que hemos oído en distintos medios de comunicación o en distintos foros o debates en los medios de comunicación, sino que ellos han venido a peticionar ante nosotros, sus representantes, que además de hacer esta declaración tomemos medidas concretas para garantizar el derecho a la libertad de expresión, a la libertad de prensa y el derecho a la información, que es un meta derecho en la democracia, porque un pueblo desinformado no puede gozar de ninguna de las libertades individuales, ya que ni siquiera puede elegir correcta y en forma informada a sus representantes. Entonces, la libertad de información, el derecho a la información, hoy es considerada un meta derecho, porque es el que habilita a todos los otros derechos humanos, económicos, sociales, culturales, políticos y civiles de las democracias contemporáneas. En ese sentido, varios legisladores –incluso del Frente para la Victoria– han solicitado en primer lugar a la presidenta, Cristina Kirchner, que reflexione y que además, dentro de sus posibilidades, tome las medidas necesarias para persuadir a quienes están convocando a este tribunal popular de linchamiento público contra periodistas, nada menos que en la Plaza de Mayo, porque se trata de periodistas que han sido –a nuestro entender– difamados; y porque sería muy grave que en democracia habilitemos este tipo de tribunales populares. Quien convoca a este acto –y esto lo digo a título personal– es Hebe de Bonafini, una persona a quien todos respetamos por su lucha en los años 70 y 80 y por su contribución al esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad y el terrorismo de Estado en la década del 70, lo cual permitió que comenzaran los juicios a las Juntas en los 80 y que hoy continúen contra los militares involucrados en ese crímenes. Pero esto no la habilita a ser juez y a realizar este tipo de linchamientos simbólicos en una plaza popular. Entonces, como ella es una aliada privilegiada del gobierno y además su organización recibe financiamiento público cuantioso desde hace varios años, nos parece que tal vez la presidenta podría hablarle para tratar de frenar esta escalada de violencia verbal, que puede llevar incluso a agresiones físicas. Por eso, este es uno de los pedidos que le estaríamos realizando a la presidenta. Y a los legisladores del Frente para la Victoria les solicitamos que por favor recapaciten y analicen si esto es posible, para que esta declaración obtenga un resultado efectivo. Por otro lado, como se dijo también aquí, en función de un pedido de varios periodistas y de legisladores, queremos convocar al señor Gabriel Mariotto, interventor del COMFER y titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, y al presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos, Tristán Bauer, dado que ambos estuvieron como funcionarios del gobierno nacional en esa manifestación en Tribunales, que además fue convocada por los medios públicos con cuantiosa publicidad oficial. O sea, no se trató de una convocatoria o manifestación espontánea. Todo el mundo tiene el derecho a manifestarse y a expresar, en este caso, su apoyo a la ley de medios. Pero las declaraciones absolutamente injuriosas que realmente incitaban a la violencia, como las que se produjeron contra los jueces de la Corte Suprema, y los ataques a periodistas –en particular con afiches anónimos que aparecieron simultáneamente con esa marcha– fueron vertidas en esa marcha que fue promovida y seguramente financiada con fondos públicos. Por eso, nosotros creemos que esos funcionarios que estuvieron allí y que no hicieron nada para impedir que esa marcha pacífica no se saliera de “madre”, deben concurrir a este cuerpo. Porque esa marcha originó toda esta preocupación que sentimos, y por ende nos gustaría que vinieran a informarnos su posición.

Las declaraciones de Mariotto posteriores a estos hechos y con respecto a este juicio popular que tal vez se realiza mañana en la Plaza de Mayo –esperemos que ello no ocurra–, tampoco muestran un desacuerdo con este tipo de actitudes, que entendemos que no solamente amedrentan a los periodistas, sino que, además, han provocado que muchos de los invitados no vinieran aquí, porque dijeron que no querían exponerse más. FOPEA dijo que hoy los periodistas sienten dificultad para cumplir su rol de informar y que hay hostigamiento y agresión psicológica. Y, como todos sabemos, no existe una democracia libre y plena sin una prensa que pueda informar libremente y que pueda criticar e investigar al poder. Al poder político, al Poder Ejecutivo, al Congreso de la Nación, al Poder Judicial y al poder económico. Este es el rol de la prensa. Es importante tener profesionales entrenados para cumplir este rol, porque es así como, en democracia –al menos, como la conocemos hoy–, se realiza este derecho humano a la información, a la libertad de expresión. Por eso, creemos que es importante, si queremos hacer realidad esta declaración y que no sea un gesto vacío, que los funcionarios del gobierno nacional, los máximos responsables de los medios públicos y del sistema de medios audiovisuales vengan a fijar la posición del gobierno nacional, para que todos nos quedemos tranquilos y que, realmente, esta declaración permita que entre todos logremos ponerle un límite a una campaña de hostigamiento a la prensa, que no comenzó este año ni el año pasado. Respecto de esto último, también quiero decir –ésta es mi opinión y la de la Coalición Cívica– que, desde el año 2003, el ex presidente Kirchner empezó a decir que su gobierno no necesitaba de intermediarios para comunicarse con el pueblo, que no necesitaba de la prensa. Ese es el sueño de cualquier mandatario autoritario. Tony Blair también dijo alguna vez: “¿Cómo sería un mundo un feliz? Sería un mundo sin periodistas”, con ese humor irónico de los ingleses. Pero la prédica desde el micrófono y desde el púlpito oficial…, el podio oficial, perdón, de que un gobierno no necesita de intermediarios, devaluando el rol de la prensa, hace que, directamente, se esté devaluando el rol de una institución fundamental para garantizar las libertades individuales. En este sentido, creo que tenemos que terminar con esta prédica. Las declaraciones de ayer del diputado nacional Néstor Kirchner y presidente del partido de gobierno también incitan a esta prédica de devaluación del rol de los periodistas y de la prensa y de intimidación que hoy se vive en la Argentina. La Relatoría de Libertad de Expresión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en su último informe ha expresado preocupación por estas amenazas a la prensa que se ven en la Argentina. Creo que tenemos que tomar nota de esto. Por su parte, el Comité para la Protección de Periodistas, donde yo estuve la semana pasada, está siguiendo con preocupación este tipo de situaciones. Así que, además de la declaración, es importante que la presidenta de la Nación, que el presidente del partido de gobierno, que los funcionarios de gobierno a cargo de estos temas –sobre todo, los funcionarios– vengan a la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión a explicitarnos cuál es su posición, y que todos estemos con una actitud conjunta para garantizar las libertades individuales y el derecho a la libertad de expresión, a la libertad de prensa y el derecho a la información de los ciudadanos. Porque no estamos solamente acá defendiendo el derecho de los periodistas. Los periodistas son los que tienen este rol de lograr que la información que necesita el ciudadano les llegue debidamente. En ese sentido, me parece muy importante que esta declaración sea un comienzo y no el último paso.

Por último, quiero decir que, durante la democracia, el momento más crítico o el ataque mayor que sufrió la libertad de expresión fue el asesinato de José Luis Cabezas. Yo trabajé con él en la revista “Noticias” y me acuerdo muy bien de ese hecho. Por suerte, se pudo esclarecer. A pesar del gobierno, ese hecho se pudo esclarecer. Un empresario que había crecido y acumulado muchísimo poder al amparo del gobierno justicialista de Carlos Menem, de ese momento, había dicho en una entrevista que, para él, el poder era impunidad. Sin embargo, gracias a la investigación judicial y a que la ciudadanía, el Congreso y los medios de comunicación se comprometieron a esclarecer ese hecho aberrante, en ese caso, el poder económico y el amparo político no significó impunidad. En la Argentina, todavía hay mucha gente, y no solamente políticos, hay gobernadores… Hoy decía FOPEA que hay muchas provincias donde todos los medios, los privados y los públicos, dependen del gobernador. Hubo hasta una legisladora del Frente para la Victoria que dijo que en su provincia, ella, que es del partido gobernante, tampoco puede acceder a los medios. O sea que esta idea de controlar la información, de excluir a otros y de que el poder es impunidad y que acalla las voces críticas, lamentablemente, todavía es una práctica en la Argentina. Hay empresarios y dueños de medios de comunicación que también tienen esta visión, pero no es incitando a la violencia pública, a los tribunales populares, como vamos a corregir esto; lo vamos a corregir poniendo en claro cuáles son los valores democráticos para el debate. Hoy, el debate en la comisión fue fuerte pero civilizado, como los que tenemos muchas veces en este recinto –casi siempre–, y eso es lo que permite que, de los contratiempos, como puede ser esto, podamos ir forjando una verdadera cultura democrática. Entonces, si queremos una mejor prensa –y la Argentina necesita tener una mejor prensa–, tenemos que garantizar la libertad, de forma tal que los periodistas puedan realizar su trabajo sin intimidación y sin miedo, y que los medios, tanto estatales como privados –y en el futuro, los de gestión social sin fines de lucro–, no sean medios de barricada sino medios en donde se analicen todas las posiciones, medios respetuosos y medios que cumplan con los estándares periodísticos. Los medios públicos tienen un rol educativo importante, y a mí me preocupa el rol de periodismo de propaganda política, de denostación de la oposición y de barricada en que se han convertido tanto Canal 7 como Radio Nacional. Eso no es propio de la democracia. Los medios públicos son los medios de todos, y nosotros tenemos que garantizar –y esta declaración tendría que ir en ese sentido– que el gobernante –y nosotros somos parte del gobierno– garantice el ejemplo. El periodismo de barricada siempre es malo, pero cuando se ejerce desde los medios estatales públicos, que son financiados por todos los ciudadanos y no solamente por los afiliados o los partidarios del gobierno, es mucho más grave. Parte de esto son mis opiniones personales, pero desde la Comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, creemos importante que esta declaración sea acompañada con medidas concretas para que el gobierno nacional diga de qué lado está en este tema de la libertad de expresión y de la libertad de prensa.

Este post fue publicado por María Eugenia Estenssoro, el Monday 3 de May de 2010 a las 19:34, bajo la sección Quiénes me inspiran, TAREA COMO SENADORA NACIONAL (2007-2013).

el dispreciau dice: una sociedad se destaca por sus expresiones culturales, por su capacidad de generar ideas, por su voluntad para estar presente en el contexto internacional, por su iniciativa creativa, por sus propuestas... para cual las personas que forman parte de ella deben recibir educación apropiada, formándose bajo la libertad de expresión, más allá de coincidencias y disidencias. El poder expresar genuinamente los pensamientos propios desata una cascada de lazos, vínculos que se van entretejiendo con vida propia para enaltecer a la propia sociedad que actúa como fuente de las nuevas generaciones. Muchos, sin embargo, se molestan ante las opiniones trascendentes y reniegan de cualquier opinión opuesta a sus intenciones... quizás no sean muchos, quizás sean pocos... quizás no sean tantos, quizás sean los menos... pero esto no es una simple cuestión de números. Nuestra sociedad ha engendrado nichos de intolerancia grave tanto como fuentes de discriminación focalizadas en pseudo ideologías que se dicen defender, pero que en realidad ocultan negocios de medios o bien intereses económicos, además de otros raros intereses políticos. Ante esta aseveración se podrá suponer una clara referencia al actual poder ejecutivo, sin embargo no es así. Más allá de las mencionadas ideologías, aparecen "egos" de diversa extracción que se han ido consumiendo a sí mismos, declamando una cosa pero haciendo otra distinta. Ejemplo de ello, es un partido radical quebrado por la diferencias internas y los afanes por quedar inmortalizado en la foto de la historia. Nada diferente en otros ámbitos de la denominada oposición política, hoy por hoy, nada más mentiroso y embustero, representada por facciones de extraños personajes que no coinciden en nada pero dicen confluir a favor de los "muchos". Los medios periodísticos siguen el juego del poder de instalar opinión y al mismo tiempo negociar almas de unos a favor de destruir las de otros, novelando noticias y asumiendo roles que no le competen, por caso transformarse en jueces a la vista que la justicia transcurre una etapa de discrecionalidades. El poder ejecutivo, otrora transversal y socialista, se ha alejado de sus fuentes encaminándose hacia una rara derecha intolerante y transgresora, discriminatoria y descalificante. Dicho contexto no es bueno para las ideas y sus expresiones, pero peor aún es destructiva de los nodos culturales de la sociedad. El primer paso de la libertad de expresión es aceptar la opinión del otro, en especial cuando ella es distinta a aquella del que escucha. El segundo paso consiste en no descalificar la diferencia y mucho menos al portador de ella. El tercer escenario es no asumir roles que no son inherentes al objetivo que se sustenta. El cuarto es contar con una herramienta regulatoria equitativa para el ideario colectivo. El quinto es evitar la burla. El sexto es profundizar la calidad del mensaje evitando su novelación con voces graves y música acorde a llantos imaginarios y penas morbosas. En esta sucesión, el orden podrá ser alterado, aumentado, mejorado, perfeccionado, pero todo se centra en la capacidad de las personas para asumir que nadie está solo y que aquello que se piensa de este lado puede no serlo del lado opuesto, en un marco de respeto mutuo. Hoy no lo hay y todos se endilgan culpas. En este caso, se hace imprescindible regresar a las fuentes. Sin diversidad... no hay calidad. Sin pluralidad... no hay cultura. Sin cultura... no hay sociedad... Mayo 04, 2010.-

No hay comentarios: