La Europa de nuestros sueños y pesadillas
Las divisiones enriquecen la idea europea; a partir de esta narrativa, es necesario construir una ‘memoria compartida’ con el fin de revitalizar la UE. Hay que repensar la Unión a través del prisma de sus opuestos
EULOGIA MERLE
En vísperas de las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 vemos que está muy extendida la sensación de que hemos perdido la idea de Europa como una Unión. Nosotros, como historiadores y ciudadanos, de Europa y de fuera de ella, observamos una casi diaria desintegración de un proyecto que se sustentaba, así lo creemos, en una visión utópica que ahora tiene casi agotado su significado. Era una visión teleológica en la que mil años de conflicto se reinterpretaban como la posibilidad de una Europa integrada; una visión providencial que pronosticaba una Europa como unidad irreversible, despreocupada de lo de más allá de sus fronteras; y una visión inextinguible, en la que la construcción de tal Europa se creía que era el final de la historia. Pero, después de crisis anteriores, el Brexit finalmente nos obliga a reconocer que Europa como Unión ya no es un proyecto irreversible; por el contrario, está en grave peligro.
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