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En busca de mercados más justos para las mujeres rurales latinoamericanas
- En República Dominicana, la falta de oportunidades, la poca información y la falta de conocimientos técnicos condenan a muchas mujeres rurales a permanecer en sus viviendas, sin poder ejercer su autonomía y haciéndose cargo de trabajo no remunerado.
Pero en Altamira, un municipio de la provincia de Puerto Plata, existen dos grupos de mujeres trabajadoras que lograron romper con esta situación y actualmente sobresalen por su entusiasmo emprendedor y el amor a su trabajo.
Chocal, Chocolate de la cuenca de Altamira, y Choco Lala, Mucho chocolate y poca espuma, son dos fábricas de chocolate artesanal donde laboran exclusivamente mujeres. Estas empresas, lideradas por mujeres apasionadas, forman parte de organizaciones como la Red de Mujeres Rurales para la Autogestión y el Centro de Madres Ana Idalia Navarro.
Estas mujeres chocolateras, en conjunto con sus respectivas directivas, han sabido impulsar sus proyectos a base de esfuerzo, determinación y la colaboración de diversas instituciones nacionales e internacionales como la Fundación de Desarrollo y Salud (Fundelosa), Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Ambas fábricas tienen objetivos en común: Brindar inclusión a las mujeres de Altamira para mejorar su calidad de vida y contribuir al desarrollo económico y social de la comunidad.
Para ello, aprovechan los frutos orgánicos de temporada que esta fértil zona provee, muy especialmente el cacao orgánico, protagonista de los diversos productos que comercializan: barras de chocolate, bombones, chocolate en polvo y licor de cacao.
Estos productos, fabricados de manera artesanal, son colocados en su comunidad y también vendidos a turistas extranjeros que visitan sus instalaciones para conocer el proceso de producción de chocolate artesanal. De igual modo, se venden en diversas provincias del país y cadenas de supermercados.
“Antes me trasladaba a casas de familia a trabajar, pero ahora no lo hago porque tengo trabajo seguro en nuestra empresa’’ cuenta Nelfy García, Gerenta de Choco Lala.
En esta empresa al igual que en Chocal, las mujeres logran más oportunidades laborales y de autorrealización, de forma que ya no tienen que desplazarse largas distancias hacia zonas francas, casas de familia y hoteles.
Por su parte, Nohemi Crisóstomo, vicepresidenta y subgerenta de Chocal, afirma: ‘‘Este proyecto para mí es un sueño, es una universidad y es mi primer trabajo, pero, queremos seguir haciendo ese el sueño más grande y en un futuro vernos exportando nuestros productos hacia el extranjero’’.
La de estas mujeres de Altamira es un ejemplo de éxito de otras muchas iniciativas de comercialización que realizan las productoras rurales latinoamericanas, para consolidar sus proyectos productivos.
Diversificar canales de comercialización
Una de las experiencias de acceso a mercados más exitosas en la región es la conexión de la agricultura familiar con las compras públicas de alimentos.
Mediante estas compras los gobiernos generalmente abastecen comedores escolares, centros de atención a las poblaciones vulnerables, hospitales, centros penitenciarios y otras instituciones públicas.
Esta conexión ha permitido, además de incrementar los ingresos de las familias rurales, mejorar la calidad de la alimentación de la población, mediante la oferta de productos diversificados y frescos, rescatando las tradiciones culinarias ancestrales.
Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Paraguay, República Dominicana y Uruguay son algunos países que han adoptado marcos regulatorios que promueven la compra de la producción de micro, pequeñas y medianas empresas, o definen cuotas de abastecimiento de alimentos provenientes de la producción familiar.
En Brasil, el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA) incluye una acción positiva hacia los grupos de mujeres, o grupos mixtos con al menos un 70% de mujeres.
En 2013, cuando la resolución entró en vigencia, los grupos de mujeres o con mayoría de mujeres pasaron a poseer el 47% del total de contratos efectuados, frente al 29% en el año anterior.
Según información de ONU Mujeres, el ingreso medio de estos grupos ha aumentado en un 27% en el mismo periodo.
Las modalidades de compra del PAA, que permiten menores cantidades y mayor diversidad de productos, han facilitado la integración de las mujeres y de sus grupos, muchas veces pequeños e informales, lo que contribuye al desarrollo de capacidades para la venta a mercados mayores.
América Latina y el Caribe tiene la oportunidad, no sólo de aprovechar el potencial de compra del Estado, sino también de promover la diversificación de los mercados para las cooperativas y emprendimientos rurales liderados por mujeres.
Para lograrlo, es urgente que las políticas logren:
- Construir un entorno favorable para la organización y establecimiento de iniciativas empresariales femeninas.
- Fortalecer las redes y la promoción de las iniciativas empresariales femeninas.
- Mejorar las competencias empresariales de las mujeres rurales y desarrollar servicios financieros y de negocios que respondan a sus necesidades.
- Fomentar la integración progresiva de los negocios de mujeres rurales en la economía formal.
- Brindar mayor certeza y protección a las mujeres productoras en su relación con intermediarios comerciales.
Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, en el marco de la campaña regional #MujeresRurales, mujeres con derechos. IPS lo distribuye por un acuerdo especial de difusión con esta oficina regional de la FAO.
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