Macron busca un giro social con un plan contra la pobreza
El presidente, acusado de gobernar para los ricos, propone vías alternativas a los subsidios tradicionales
París
Macron, durante la presentación del plan. MICHEL EULER AFP
Acusado de ser el “presidente de los ricos” y gobernar con políticas liberales, Emmanuel Macron intentó este jueves dar un giro social a su presidencia con un plan para combatir la pobreza en Francia.
Macron promueve un “nuevo Estado del bienestar” que rompa con lo que llamó “el bucle de la fatalidad social”. El plan, centrado en la infancia y la juventud y en la búsqueda de alternativas a la distribución de subsidios, es el primer gran anuncio de un curso político marcado por la caída en los sondeos, la deserción de su ministro más popular y la ralentización de la economía.
Francia es hoy el país europeo que más recursos dedica a la protección social, un 32,1% del producto interior bruto, según datos del Ministerio de las Solidaridades y de Sanidad. Y es uno de los países con una tasa de pobreza más baja, un 13,6 %. El avanzado sistema de redistribución social y fiscal contribuye a hacer de este país en uno de los más igualitarios de la UE.
Vista así, la política contra la pobreza de los Gobiernos de las últimas décadas podría considerarse un éxito. Y lo es, según Macron, a la hora de atenuar el coste existencial de vivir con ingresos inferiores al 60% de la mediana nacional —menos de 1.015 euros al mes, situación en la que se encuentran 8,8 millones de franceses— y de proteger ante golpes como la Gran Recesión. Lo es menos, en cambio, a la hora de permitir a los pobres dejar de serlo.
PRINCIPALES MEDIDAS
El plan contra la pobreza tiene una dotación de 8.000 millones de euros en cuatro años y estas son algunas de sus medidas:
Infancia. Obligatoriedad de la escolarización a los tres años, distribución de desayunos gratuitos, creación de 30.000 plazas de guardería y ayuda de los centros que acojan a niños pobres.
Adolescencia. Impulsar que los jóvenes sigan en la escuela hasta los 18 años.
Ingreso único de actividad. Una ayuda, que todavía no se ha concretado, para garantizar un mínimo de ingresos y prestaciones a todas las personas.
En un discurso en el Musée de l’homme, el gran museo sobre la evolución de las sociedades humanas en París, el presidente de la República citó una cifra impactante: un niño pobre en Francia debería esperar 180 años para que sus descendientes logaran ascender a la clase media. En otras palabras, en Francia hay menos pobres que en otros países desarollados y ser pobre en Francia resulta comparativamente más ventajoso que en otros lugares, pero aquí los pobres viven encerrados en una espiral que perpetua las desigualdades y bloquea la movilidad.
“No se trata de ayudar a los pobres a vivir mejor en la pobreza sino de ayudarlos, acompañarlos para que salga de ella", dijo Macron. "Quiero darles a las personas pobres la posibilidad de elegir dejar de serlo, y no de serlo un poco menos”.
El plan no desprecia las ayudas económicas. Su financiación costará unos 8.000 millones de euros hasta 2022. Pero la idea de fondo es que los subsidios son insuficientes para romper el “determinismo social y territorial” que representa la pobreza.
La primera infancia es prioritaria. Las medidas incluyen la obligatoriedad de la escolarización a los tres años, la distribución de desayunos gratuitos —considerado un factor de éxito escolar—, la creación de 30.000 plazas de guardería y la ayuda de los centros que acojan a niños pobres.
Otra edad crítica es la adolescencia. Unos 60.000 jóvenes de entre 16 y 18 años han abandonado la escuela y carecen de empleo, y están fuera del control de las autoridades. El plan antipobreza contempla obligarles a seguir una formación hasta los 18 años.
Una de las medidas más novedosas es la creación del llamado ingreso único de actividad que garantice un mínimo de dignidad a todas las personas. Esta ayuda debe acabar con la maraña de prestaciones actuales y estar sometida “a derechos y deberes suplementarios”. Cada beneficiario, dijo Macron, debe recibir un seguimiento más cercano y ágil que el actual, además de propuestas de inserción laboral, “en el que será imposible rechazar más de dos ofertas de empleo razonables”.
El giro social de Macron tiene un aire liberal, no tanto al estilo de Margaret Thatcher en los años ochenta sino de la tercera vía del británico Tony Blair o el alemán Gerhard Schröder hace más de una década. Los consejeros del Palacio del Elíseo admiten una vaga inspiración en los modelos escandinavos.
Hace unos meses, en una reunión en el Elíseo que su equipo difundió en las redes, el presidente dijo: “Metemos una pasta descomunal en las prestaciones sociales, y la gente sigue siendo pobre”. Y añadió: “Hay que encontrar algo que permita a la gente salir adelante”. La crudeza de aquellas palabras chocó a muchos franceses. Ahora las ha traducido en un plan detallado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario