La herida del ‘apartheid’ sigue abierta en la educación sudafricana
Cientos de estudiantes protestan en Johanesburgo contra la desigualdad en el acceso a la Universidad
Johanesburgo
Varios estudiantes se manifiestan en Johanesburgo en demanda de residencias universitarias. GUILLEM SARTORIO
Desde hace un tiempo, el inicio de la primavera en Johanesburgo se reconoce tanto por el florecimiento de las jacarandas como por las protestas estudiantiles. Este miércoles cientos de universitarios marcharon por el centro de la ciudad sudafricana bajo el lema #AccomodationIsLand (El alojamiento es la tierra), en protesta por la escasez de residencias universitarias, el encarecimiento de los alquileres y por cómo la desigualdad económica está expulsando de la educación superior a cientos de jóvenes, en su mayoría negros. La marcha empezó en la Universidad de Witwatersrand y terminó sin incidentes frente al alcalde, Herman Mashaba, que firmó en plena calle un memorándum con las reivindicaciones de los jóvenes.
“Cada vez hay más estudiantes sin techo que tienen vivir en edificios ocupados”, relata Tietso Crass, de 20 años, estudiante de Derecho en la Universidad de Witwatersrand, más conocida como Wits. “Queremos pedirle al alcalde tasas reducidas en las residencias y también en las facturas del agua y de la luz”, añade. Sandla Mtotywa, de 22 años, representante del consejo de estudiantil que lidera la campaña de protestas SRC, asegura que la situación es crítica en muchas universidades de la ciudad: “No solo es Wits. Es la Universidad de Johannesburgo, el CJC, es Rosebank…los alquileres están subiendo mucho y ya ni siquiera podemos costear las residencias de los campus”.
La llamada “crisis estudiantil de la vivienda” es una realidad conocida por el gobierno desde 2016. Ya por entonces, el Departamento de Educación Superior estimó que alrededor de 216.000 estudiantes sudafricanos en las grandes ciudades del país carecían de un alojamiento adecuado y que las escuelas de formación profesional solo ofrecían alojamiento a un 1,4% del total de sus alumnos.
“¿Cómo voy a estudiar una carrera si no tengo dónde dormir”, se pregunta Cassandra Drasamy, de 22 años, estudiante de Políticas de Desarrollo. “Pedimos una educación libre, que significa que sea materialmente accesible a todo el mundo. Es muy sencillo y es un derecho básico. Ahora, aunque tus tasas sean razonables, se está volviendo imposible vivir en la ciudad”.
Para muchos jóvenes sudafricanos, estudiar una carrera es la única vía para mejorar su vida y la de sus familias. Sin embargo, desde el que el régimen del apartheid llegara a su fin y quedara instaurada la democracia, las desigualdades económicas no han dejado de crecer. Según el Banco Mundial, Sudáfrica es uno de los países más desiguales del mundo —el 1% posee el 71% de la riqueza del país—. No son pocos los estudiantes sudafricanos que son conscientes de las herencias económicas del apartheid y también de las culturales. Varios manifestantes mostraron carteles con mensajes como “Wits mata a los estudiantes negros” o “Abajo Rhodes”, haciendo alusión a dos de las universidades más prestigiosas de Johannesburgo y con un profesorado mayoritariamente blanco: “No es normal que un alemán me tenga de dar clases sobre Historia de África”, aseguran Sipho y Sandite, estudiantes de Educación. “La educación sigue colonizada”.
Según agentes de policía presentes, entre 300 y 500 personas integraron la protesta. Muchos manifestantes vestían uniformes e insignias de las organizaciones estudiantiles y de las secciones juveniles de los principales partidos políticos, como el Economic Freedom Fighters (Combatientes por la Libertad Económica), partido de extrema izquierda, mayoritario en las marchas, o el gubernamental Congreso Nacional Africano.
Todo evidencia que lo de ayer fue un pistoletazo de salida, una primera movilización protagonizada por las agrupaciones de jóvenes más institucionalizadas a ocho meses de las elecciones presidenciales. Durante la marcha se hicieron presentes las invocaciones a las protestas estudiantiles que en 2015 paralizaron Sudáfrica bajo el lema #FeesMustFall (las tasas deben bajar). “Queremos parar las clases, que todos los estudiantes se unan”, proclamaba un joven con el megáfono.
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