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Cuestionada en Chile, la cría del salmón se acerca a Argentina
- Cuestionada por su impacto ambiental y sanitario en Chile, donde es una de las principales actividades económicas del país, la cría de salmones prepara su llegada a Argentina de la mano de Noruega, primera potencia mundial en el sector.
La noticia ya despertó una fuerte reacción de organizaciones de la sociedad civil.
“Argentina hoy tiene la ventaja de que puede usar la experiencia chilena, que ha sido nefasta”, dijo a IPS desde Santiago de Chile el abogado Alex Muñoz, director del Programa Mares Prístinos de National Geographic para América Latina.
“Nunca han sido bien estudiados los efectos de una industria que se extiende por 2.000 kilómetros en la costa chilena. Han vertido químicos de todo tipo para prevenir enfermedades y han recargado el ecosistema de materia orgánica, por el alimento y la materia fecal de los salmones”: Max Bello.
“En Chile hemos sufrido los impactos gravísimos de la actividad desarrollada tanto por empresas locales como noruegas. El salmón es nativo del hemisferio norte y existe evidencia científica clarísima de que no es sustentable su cría en el hemisferio sur”, agregó el especialista en Derecho Ambiental.
Muñoz es uno de los autores de un documento fuertemente crítico sobre el proyecto argentino que presentaron 23 organizaciones argentinas e internacionales –como el Fondo Mundial para la Naturaleza, Oceana y la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre- agrupadas en el Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia.
Se trata de una red formada en 2004 para promover el cuidado del océano Atlántico en el sur de Brasil, Uruguay y la Argentina y del océano Pacífico en Chile.
Fue la visita a Argentina en marzo de los reyes de Noruega, Harald y Sonia, quienes se reunieron con el presidente Mauricio Macri, la que dio impulso a la iniciativa.
Ella implicaría la introducción por primera vez de una especie exótica en el mar argentino, ya que este país sudamericano solo tiene hasta hoy peces introducidos en lagos y ríos.
En esa ocasión, Innovation Norway, la agencia del Estado escandinavo que promueve las inversiones en el mundo de capitales del país, firmó un convenio de cooperación con el Ministerio de Agroindustriaargentino, para estudiar la puesta en marcha de programas de “acuicultura sostenible” en esta nación suramericana.
La acuicultura es la cría de especies en mares, ríos y lagunas. En el caso de la llegada del salmón a Argentina, se están efectuando estudios de factibilidad en el extremo sur de la Patagonia, frente a las costas argentinas de Tierra del Fuego, la isla austral compartida con Chile.
Las consultas de IPS sobre el proyecto no fueron respondidas por las autoridades de Agricultura de la provincia de Tierra del Fuego ni en el Ministerio de Agroindustria, que el lunes 3 fue degradado a secretaría, como parte de un severo plan para recortar el gasto público, en medio del desplome económico que vive el país.
De todas formas, en marzo, el entonces ministro Luis Etchevere había dicho que “la relación con Noruega nos va a permitir beneficiarnos de más de 50 años de experiencia de este país” y agregó que “Tierra del Fuego puede ser pionera en el desarrollo dentro de la Argentina”.
Noruega, que tiene tanto salmón silvestre como cultivado, es el mayor productor mundial de esta especie que por su sabor y su valor alimenticio es consumida en todo el planeta.
En Chile, la cría de salmón en jaulas de cultivo en el mar comenzó hace más de 30 años en la isla de Chiloé, unos 1.100 al sur de Santiago, en la Región de Los Lagos, y desde allí creció y se extendió por toda la Patagonia, hacia las Regiones de Aysen y Magallanes.
Hoy el salmón es uno de los principales productos chilenos de exportación. Cifras oficiales indican que el sector está en expansión, ya que en 2017 sus ventas externas reportaron 4.159 millones de dólares, 20 por ciento más que el año anterior.
Así, representaron el año pasado más del 6 por ciento del total de las exportaciones del país.
Según la Asociación de la Industria del Salmón de Chile, este año será aun mejor y las ventas a 75 mercados internacionales generarán más de 5.000 millones de dólares.
De acuerdo a la misma cámara empresarial, la actividad genera más de 70.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
“Ningún crecimiento económico justifica la destrucción de los ecosistemas patagónicos”, dijo a IPS desde Santiago el chileno Max Bello, especialista en recursos naturales que desde hace 15 años trabaja en organizaciones dedicadas a la conservación marina.
Bello añadió: “Nunca han sido bien estudiados los efectos de una industria que se extiende por 2.000 kilómetros en la costa chilena. Han vertido químicos de todo tipo para prevenir enfermedades y han recargado el ecosistema de materia orgánica, por el alimento y la materia fecal de los salmones”.
“La salmonicultura se instaló de manera brutal en los últimos años, afectando no solo los recursos naturales sino también la cultura, ya que ha desplazado a otras actividades”, aseguró Bello.
En Argentina, un país donde su población de 44 millones es mayormente consumidora de carne, la pesca se dedica mayoritariamente a exportación.
En 2017, según cifras oficiales, se vendieron al exterior 706.000 toneladas, por un valor de 1.959 millones de dólares, y los productos principales son el langostino y el calamar, ambos nativos. En el mercado interno, el año pasado se consumieron 341.000 toneladas.
En el documento presentado por el Foro para la Conservación del Mar Patagónico se señala que, más allá del fuerte uso de antibióticos, el principal problema del cultivo de salmones es el frecuente escape de las jaulas de peces que terminan por ser una especie exótica que se introduce al ambiente natural.
De hecho, en julio, durante un temporal, se rompieron cuatro de las cinco jaulas de una granja salmonera que la compañía noruega Marine Harvest tiene en Calbuco, cerca de la ciudad de Puerto Montt, y salieron al mar 650.000 salmones.
“De acuerdo a la ley la empresa tiene que recuperar al menos 10 por ciento de los peces, ya que de lo contrario el daño ambiental se presume”, explicó a IPS la bióloga Flavia Liberona, directora ejecutiva de la fundación ambientalista chilena Terram.
En cuanto al uso de productos químicos, Liberona explicó desde el país vecino que “al no estar en su ambiente, en Chile los salmones son muy propensos a enfermedades y por eso utilizan más antibióticos que en Noruega”.
“En 2008 hubo una gran crisis de la industria por la propagación de un virus, que provocó la pérdida de miles de puestos de trabajo”, detalló desde Santiago.
La bióloga Alexandra Sapoznikow, profesora de Gestión de Recursos Naturales en la argentina Universidad Nacional de la Patagonia, dijo que “esta actividad tiene crisis frecuentes y nos preocupa que se lo vea como posibilidad de desarrollo económico. Tierra del Fuego recibe turistas que buscan naturaleza y esa es su oportunidad”.
En diálogo desde la ciudad patagónica de Puerto Madryn, Sapoznikow consideró también que la puesta en marcha de la salmonicultura también entraría en conflicto con el proyecto que organizaciones de la sociedad civil vienen trabajando con el gobierno argentino, tendiente a la creación de áreas protegidas marinas en el Atlántico Sur.
En noviembre de 2017, el gobierno envió al legislativo Congreso Nacional un proyecto para la creación de dos áreas marinas protegidas cerca de Tierra del Fuego, que llevarían la superficie destinada a conservación de los actuales 28.000 kilómetros cuadrados a 155.000.
La iniciativa, sin embargo, todavía no comenzó a discutirse, mientras el Ministerio del Ambiente –que la elaboró en conjunto con la Administración de Parques Nacionales– fue disminuido el lunes 3 a una secretaría.
Edición: Estrella Gutiérrez
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