miércoles, 27 de septiembre de 2017

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Populismo: “Bienvenido al Estado Islámico de Alemania” | Opinión | EL PAÍS

“Bienvenido al Estado Islámico de Alemania”

Los movimientos populistas como AfD han encontrado en las redes sociales la horma de su zapato

La copresidenta de AfD Frauke Petry junto al líder Renania del Norte-Westfalia Marcus Pretzell.





La copresidenta de AfD Frauke Petry junto al líder Renania del Norte-Westfalia Marcus Pretzell.  EFE


La agencia de comunicación Harris Media, que desempeñó un papel trascendental en la última campaña electoral de Estados Unidos, difundió entonces un vídeo en el que se advertía de que la apertura de fronteras a inmigrantes y refugiados estaba islamizando Alemania. El corto se titula Bienvenido al Estado Islámico de Alemania y trataba de señalar la deriva que podía vivir Estados Unidos en caso de seguir una política similar. Experta en el uso de las redes sociales, Harris Media también dirigió la campaña del euroescéptico británico UKIP.
Con tales precedentes —unidos al éxito de Donald Trump y del Brexit— no es de extrañar que Harris haya ofrecido su valioso know-how al partido ultraderechista, eurófobo y xenófobo AfD (Alternativa para Alemania), que ha logrado un resultado histórico con el 12,6% de los votos. Tal vez no se le puede adjudicar a la agencia todo el mérito, pero lo cierto es que ha conseguido diseminar masivamente los eslóganes de un partido nacido hace solo cuatro años.
El populismo parece haber encontrado en Harris la clave del éxito; pero sobre todo ha hallado en las redes sociales la horma de su zapato. En ese foro en el que el linchamiento es habitual (y generalmente gratuito), en el que campan la difamación y el insulto, está el terreno abonado para las estrategias de comunicación de movimientos políticos que se alimentan fundamentalmente del descontento, la frustración, el odio y el miedo.
Durante la campaña electoral alemana, los miembros de AfD han publicado en Twitter seis mensajes al día; el doble que los candidatos de otras formaciones. AfD ha logrado ser el término más usado durante esta misma campaña en la que los ultras no se han dedicado tanto a hacer propuestas como a agredir al contrincante. Sus líderes han citado en las redes sociales más a Angela Merkel que a sus propios líderes. El formato de mensajes cortos es ideal para estos movimientos expertos en el eslogan simple, agresivo e impactante.
El fenómeno de AfD conduce a la ya abierta reflexión sobre el auge de los populismos, pero también a una constatación de que la democracia puede estar quedando a merced de las redes sociales y su poder de distorsión gracias a esos foros públicos en los que tantos ciudadanos confían rebotando mentiras y ataques (a veces financiados por Moscú u otros oscuros intereses) sin cuestionar la fiabilidad de las fuentes. Los trolls, personajes dispuestos a destilar su cabreo mediante un sencillo dispositivo digital, le hacen el caldo gordo con entusiasmo a estos movimientos que, además, usan bots, perfiles robóticos que replican los mensajes por millares. En un solo un mes, la ultraderechista francesa Marine Le Pen contó con 53.500 trolls a su favor. Ganó en primera vuelta y le disputó la presidencia de Francia a Emmanuel Macron. En Cataluña, los rusos han puesto a trabajar a sus bots en favor de la independencia. Las democracias deberían rearmarse contra ellos.

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