Una de las paradojas que apunta Candela Sande en sus columnas de Actuall es que la que recogerá con pala a laicistas, feminazis, homosexualistas, ultraizquierdas y otras tribus del Nuevo Orden Mundial, cuando hayan sido enviadas al sumidero de la Historia, será la Iglesia Católica.
La gran perseguida -si no lo fuera, iría por mal camino- termina siendo la que acoge a sus perseguidores. Es “el hospital de pecadores” al que se refería Gilbert Keith Chesterton, décadas antes de que el Papa Francisco hablara del “hospital de campaña”. Será el instinto maternal…
Pero mientras eso sucede, los laicistas pintan a la Iglesia como una privilegiada, propalando el tópico de que chupa del bote estatal, no paga impuestos, se queda con la riqueza de templos y monumentos artísticos y zanganea a costa de los ciudadanos.
También le acusan de secretismo, otra de esas teclas que el anticlericalismo más rancio desempolva de cuando en cuando, con la inestimable ayuda de cierta literatura y cierto cine, desde El nombre de la rosa a El código da Vinci.
Un clima que desataron los socialistas Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega, cuando llegaron al poder tras los atentados del 11-M en Atocha (la secuencia es cronológica, no causal… de momento) y, a falta de gestión, se dedicaron a hacer ingeniería social, con el laicismo como punta de lanza.
Y que ahora continúa un PSOE en horas bajas desesperado por adquirir notoriedad y un Podemos que ha convertido el anticlericalismo (y el guerracivilismo) en seña de identidad para opacar la calamitosa gestión de los ayuntamientos donde gobierna.
Pero nada es más fácil de desmontar que el carácter privilegiado o secretista de la Iglesia en España. Pablo González de Castejón, redactor jefe de Actuall, se ha encargado de exponer sus cuentas, hacer balance de su debe y su haber y publicar la radiografía en el periódico. Te lo adelanto como suscriptor de Actuall.
El resultado es el inverso de lo que pretende hacer creer la propaganda de izquierda y sus corifeos mediáticos (desde El País a eldiario.es del inefable Nacho Escolar). Verán… no es la Iglesia la que debe al Estado, sino al revés.
Por cada euro que recibe la institución produce 2’4, es decir que el Estado se ahorra 1’4 euros. Si la Iglesia dejara de prestar sus servicios (parroquias, hospitales, centros de acogida, colegios, universidades) el Estado se encontraría en un gravísimo aprieto, de consecuencias imprevisibles.
Estamos hablando, como mínimo, de unas estimaciones de 30.000 millones de euros. Pero la cifra real es muy superior, y difícilmente calculable.
De hecho, si los españoles no han sufrido mucho más las aristas más dramáticas de la crisis económica ha sido gracias al colchón asistencial de la Iglesia. Una labor callada, escasamente conocida y reconocida, pero crucial.
Y hablamos no sólo de curas y monjas, sino también de un ejército de voluntarios que se dejan la piel en el empeño.
Espero que el informe de Pablo González sea útil, también para tí, porque aporta datos, cifras y argumentos para replicar a quienes son incapaces de apearse del tópico.
Que no te engañen. Es el Estado el que debería estar reconocido a la Iglesia… y no al revés. Pero la izquierda no aceptará la verdad. Como tampoco reconocerá el inestimable papel económico y social que presta la familia.
Y continuará pegando a quien sabe que no pondrá la otra mejilla. A quien sabe que, a diferencia de los estibadores o los controladores aéreos, no va a dejar a un país en la estacada.
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