JOAN RIBÓ | ALCALDE DE VALENCIA
“La alimentación es demasiado importante para dejarla en manos de los grandes mercados”
El regidor de la capital valenciana defiende el papel de las ciudades en temas como la seguridad alimentaria o la agricultura, con la producción y distribución de proximidad como receta
Joan Ribó, en la sede de la FAO en Roma. ©FAO ALESSANDRA BENEDETTI
Roma
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"Fundamental". "Clave". "Muy importante". Los mismos calificativos brotan una y otra vez de la boca de Joan Ribó (Manresa, Barcelona, 1947). Pero la conversación con el alcalde de Valencia por Compromís desde 2015 no gira en torno a la planificación urbanística, sino a algo tradicionalmente alejado de las preocupaciones de los ayuntamientos: la agricultura y la alimentación.
"Es mentira que en España no se pase hambre", sentencia Ribó. "Pero cuando nosotros llegamos [al Ayuntamiento] todos los temas de alimentación estaban dejados prácticamente a la caridad". Eso, según el regidor, hace que el problema se invisibilice y dificulte su solución. "Hay personas a las que les da vergüenza reconocer que necesitan ayuda para comer", lamenta. Este doctor ingeniero agrónomo se revuelve contra el asistencialismo. "No se trata de pedir limosna, sino de un derecho de los ciudadanos", proclama.
En España la agricultura ecológica es una aventura personal de cada uno. Y eso no tiene ningún sentido
"Si alguien tiene un problema para comer, por motivos bien conocidos como el paro, el Ayuntamiento o la Generalitat tienen que garantizar ese derecho", sostiene. Porque, en su opinión, las ciudades deben meterse de lleno en estos temas. No solo en acabar con el hambre, para lo que, entre otras cosas, se ha creado el Consejo Alimentario Municipal y se estudian medios como becas para los comedores escolares o tarjetas para la compra. También apuesta por promover una alimentación equilibrada y sana y afrontar retos globales como una producción agrícola sostenible.
"Vemos mucha gente muy mal alimentada: eso trae obesidad, enfermedades cardiorrespiratorias, cáncer de colon, diabetes...", apunta. También señala el desperdicio de comida o la paradoja de que ciudades como Valencia, con 10.000 hectáreas de huerta, importen alimentos de lugares a miles de kilómetros del Turia. "Y por otra parte, la producción agroindustrial genera aproximadamente un tercio de los gases de efecto invernadero. No olvidemos que estamos cambiando el clima". Pero para Ribó, hay una receta contra todos esos males: la proximidad.
SEDE DE LAS REUNIONES EL PACTO DE MILÁN
En el mandato de Ribó, Valencia se ha unido al llamado Pacto de Milán, una plataforma en la que más de 100 urbes de todo el planeta que apuestan por situarse en primera línea en la batalla por asegurar una comida sana y accesible a todos sus habitantes, reducir los desperdicios y responder al cambio climático. La capital valenciana será, además, sede de las reuniones de este foro urbano el año que viene. "Se va a conocer a la ciudad por un tema positivo: por nuestra implicación, la colaboración con otras ciudades...".
El alcalde está convencido de que la ciudad tiene mucho que aportar, como la experiencia de la Tira de Contar, pero también que aprender y recibir de otras localidades. Y en esa necesidad de conocer buenas prácticas, Valencia ha firmado un acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para colaborar en esa lucha por una alimentación suficiente y sostenible en las áreas urbanas. "Trabajar con FAO es fundamental, porque ellos tienen experiencia, técnicos estupendos, capacidad de relación con todos los países, todas las ciudades... Puede dar mucho de sí".
Y la proximidad, el kilómetro cero, la agricultura urbana y periurbana... Todo eso, obviamente, ha de hacerse en el ámbito metropolitano. "Son dinámicas que difícilmente pueden introducirse desde los Estados, o incluso desde las comunidades autónomas". El alcalde de Valencia se refiere a iniciativas como los mercados ecológicos, las denominaciones de origen que potencien la producción local —"hemos creado la Concejalía de Agricultura, que no existía desde hace 25 o 40 años... ¡pero es fundamental!"— y la venta kilómetro cero... Pero también muchas medidas que, iniciadas en lo urbano, acaben extendiéndose. "Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, estas cada vez suponen mayor parte del PIB... En todo el mundo, la ciudad gana peso específico frente a otras estructuras".
Por eso la capital valenciana se ha adherido a una iniciativa urbana internacional como el Pacto de Milán y ha firmado un acuerdo de colaboración con la FAO, la agencia de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura. Para ir más allá en una problemática muchas veces ausente del debate estatal. Pero la actuación municipal tiene límites. Un ejemplo: el fomento de la agricultura ecológica.
"El decreto de compatibilidad con productores ecológicos... [Ribó suspira]. Yo he discutido sobre esto con señores importantes de la Administración del Estado y he acabado diciéndoles que lo sentía mucho pero que sus argumentos ya los había oído: estaban en la página de Monsanto". El alcalde carga contra las trabas que hay para la agricultura ecológica en el marcaje de los productos, en la protección frente a la contaminación con polen transgénico... "No se hace nada a favor, sencillamente lo que se apoya es lo contrario de una producción ecológica". El político insiste en que sería necesaria mucha investigación, y que las administraciones públicas deberían apoyarla. "No hay ayuda estatal. Afortunadamente ahora sí autonómica, pero estamos muy retrasados respecto a otros países europeos. En España la agricultura ecológica es una aventura personal de cada uno. Y eso no tiene ningún sentido".
Lo mismo ocurre con el etiquetado y la información nutricional de los alimentos, que escapa de la competencia municipal. "Yo lo tengo claro: hay que exigir que no sea como algunos bancos y las preferentes, que iba todo en letra minúscula y nadie se enteraba. Hay que poner muy claro el nivel de azúcares, de grasas, si lleva transgénicos o no...", demanda Ribó. "Y quien quiera comerlos entonces, que los coma, pero yo no lo haré". El alcalde menciona los zumos envasados, los refrescos, la bollería industrial... "Que haya un alimento fast food como un refresco azucarado mucho más barato que un zumo de naranja natural recién exprimido es inducir a no comer bien", argumenta. "Habría que poner un impuesto a las cargas excesivas de azúcar". Y mantiene que, "sin coartar", las instituciones tienen que entrar a ayudar en busca de una alimentación racional.
Que un refresco azucarado sea mucho más barato que un zumo de naranja natural recién exprimido es inducir a no comer bien
Porque para Ribó el Ayuntamiento sí puede actuar para evitar que tiendas de verduras dejen paso a locales de comida rápida. "Es algo que, además, sucede en los barrios más pobres, donde luego vemos mayores tasas de personas gruesas". El primer edil de Valencia opina que el trabajo debe empezar por la educación y la concienciación. "Estamos potenciando dietas ecológicas en los comedores escolares, también en los caterings que les dan servicio, en los hospitales..." Ahí sí pueden influir, e incluso se plantean conceder ayudas económicas. "Así ayudamos a que los agricultores tengan demanda asegurada y se genere un mercado ecológico".
Pero esa educación y ese cambio cultural en busca de una cultura alimentaria adecuada tienen que ir más allá, con cambios en los patrones horarios —"hacia un modelo en el que haya una gran comida familiar, de casa"—, en la educación sobre los alimentos —"hay compañeros de mi nieta de 4 años que piensan que los huevos salen de una caja"— y en frenar el desperdicio de alimentos. "Veo que poco a poco se va quitando la vergüenza a pedir lo que ha sobrado en los restaurantes", celebra. Pero al mismo tiempo pide medidas para frenar el despilfarro de comida en buen estado por ser "fea", o que toneladas de productos vayan a la basura en lugar de a los bancos de alimentos.
Sea por su formación, sea por sus ideas, Ribó quiere que Valencia coma suficiente, y coma bien. Y cree que el Ayuntamiento es el lugar apropiado para trabajar por ello. "Cuanto más arriba se toman las decisiones, mejor funcionan los lobbies. Cuanto más abajo, más fácil es contraatacar, por así decirlo. Y yo siempre digo que la alimentación es demasiado importante para dejarla en manos de los grandes mercados". El alcalde ciclista de Valencia se muestra optimista ante esta batalla. "Si todas las grandes ciudades españolas vamos desarrollando algo así, llegará un momento en que todo eso ya esté en la agenda y tenga que aprobarse".
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