NUEVA YORK, 25 Sep. 15 / 11:25 am (ACI).- El Papa Francisco visitó el llamado Ground Zero (Zona Cero) en donde se ubicaban las Torres Gemelas del World Trade Center donde ocurrió el atentado del 11 de septiembre de 2001 que cobró la vida de más de tres mil personas. A continuación la oración y el texto completo pronunciado por el Santo Padre:
Queridos amigos, disculpen por no hablar en inglés..
Distintos sentimientos, emociones, me genera estar en la Zona Cero donde miles de vidas fueron arrebatadas en un acto insensato de destrucción. Aquí el dolor es palpable. El agua que vemos correr hacia ese centro vacío nos recuerda todas esas vidas que se fueron bajo el poder de aquellos que creen que la destrucción es la única forma de solucionar los conflictos. Es el grito silencioso de quienes sufrieron en su carne la lógica de la violencia, del odio, de la revancha. Una lógica que lo único que puede producir es dolor, sufrimiento, destrucción, lágrimas. El agua cayendo es símbolo también de nuestras lágrimas. Lágrimas por las destrucciones de ayer, que se unen a tantas destrucciones de hoy. Este es un lugar donde lloramos, lloramos el dolor que genera sentir la impotencia frente a la injusticia, frente al fratricidio, frente a la incapacidad de solucionar nuestras diferencias dialogando. En este lugar lloramos la pérdida injusta y gratuita de inocentes por no poder encontrar soluciones en pos del bien común. Es agua que nos recuerda el llanto de ayer y el llanto de hoy.
Hace unos minutos encontré a algunas familias de los primeros socorristas caídos en servicio. En el encuentro pude constatar una vez más cómo la destrucción nunca es impersonal, abstracta o de cosas; sino, que sobre todo, tiene rostro e historia, es concreta, posee nombres. En los familiares, se puede ver el rostro del dolor, un dolor que nos deja atónitos y grita al cielo.
Pero a su vez, ellos me han sabido mostrar la otra cara de este atentado, la otra cara de su dolor: el poder del amor y del recuerdo. Un recuerdo que no nos deja vacíos. El nombre de tantos seres queridos están escritos aquí en lo que eran las bases de las torres, así los podemos ver, tocar y nunca olvidar.
Aquí, en medio del dolor lacerante, podemos palpar la capacidad de bondad heroica de la que es capaz también el ser humano, la fuerza oculta a la que siempre debemos apelar. En el momento de mayor dolor, sufrimiento, ustedes fueron testigos de los mayores actos de entrega y ayuda. Manos tendidas, vidas entregadas. En una metrópoli que puede parecer impersonal, anónima, de grandes soledades, fueron capaces de mostrar la potente solidaridad de la mutua ayuda, del amor y del sacrificio personal. En ese momento no era una cuestión de sangre, de origen, de barrio, de religión o de opción política; era cuestión de solidaridad, de emergencia, de hermandad. Era cuestión de humanidad. Los bomberos de Nueva York entraron en las torres que se estaban cayendo sin prestar tanta atención a la propia vida. Muchos cayeron en servicio y con su sacrificio permitieron la vida de tantos otros.
Este lugar de muerte se transforma también en un lugar de vida, de vidas salvadas, un canto que nos lleva a afirmar que la vida siempre está destinada a triunfar sobre los profetas de la destrucción, sobre la muerte, que el bien siempre despertará sobre el mal, que la reconciliación y la unidad vencerá sobre el odio y la división.
En este lugar de dolor y de recuerdo, me llena de esperanza la oportunidad de asociarme a los líderes que representan las muchas tradiciones religiosas que enriquecen la vida de esta gran ciudad. Espero que nuestra presencia aquí sea un signo potente de nuestras ganas de compartir y reafirmar el deseo de ser fuerzas de reconciliación, fuerzas de paz y justicia en esta comunidad y a lo largo y ancho de nuestro mundo. En las diferencias, en las discrepancias, es posible vivir en un mundo de paz. Frente a todo intento uniformizador es posible y necesario reunirnos desde las diferentes lenguas, culturas, religiones y alzar la voz a todo lo que quiera impedirlo. Juntos hoy somos invitados a decir «no» a todo intento uniformante y «sí» a una diferencia aceptada y reconciliada.
Para eso necesitamos desterrar de nosotros sentimientos de odio, de venganza, de rencor. Y sabemos que eso solo es posible como un don del cielo. Aquí, en este lugar de la memoria, cada uno a su manera, pero juntos, les propongo hacer un momento de silencio y oración. Pidamos al cielo el don de empeñarnos por la causa de la paz. Paz en nuestras casas, en nuestras familias, en nuestras escuelas, en nuestras comunidades. Paz en esos lugares donde la guerra parece no tener fin. Paz en esos rostros que lo único que han conocido ha sido el dolor. Paz en este mundo vasto que Dios nos lo ha dado como casa de todos y para todos. Tan solo, PAZ. Oremos en silencio.
Así, la vida de nuestros seres queridos no será una vida que quedará en el olvido, sino que se hará presente cada vez que luchemos por ser profetas de construcción, profetas de reconciliación, profetas de paz.
La oración del Papa Francisco en el encuentro interreligioso en el Ground Zero
Oh Dios de amor, de compasión y sanación míranos,
personas de distintos credos y tradiciones religiosas,
que nos hemos han reunido hoy aquí en este lugar sagrado,
escenario de violencia y dolores indecibles.
Te pedimos que en tu bondad des tu luz y tu paz eternas
para quienes murieron aquí:
los héroes que primero respondieron, los bomberos,
policías, trabajadores de los servicios de emergencia,
personal de las autoridades,
así como todos los hombres y mujeres
que fueron víctimas inocentes de esta tragedia
simplemente porque su trabajo y servicio
les trajo aquí el 11 de septiembre de 2001.
Te pedimos, en tu compasión,
que traigas la sanación a quienes por su presencia aquí hace 14 años,
siguen sufriendo heridas y enfermedades.
Cura también el dolor de las familias que todavía están en duelo
y de todos aquellos que perdieron a sus seres queridos en esta tragedia.
Dales la fortaleza para continuar con sus vidas con coraje y con esperanza.
También recordamos a quienes sufrieron la muerte,
las lesiones y pérdidas ese mismo día
en el Pentágono y en Shanksville, Pennsylvania.
Nuestros corazones están con ellos
y nuestra oración recoge su dolor y sufrimiento.
Dios de la paz, envía tu paz a nuestro mundo violento:
paz a los corazones de los hombres y las mujeres,
paz entre las naciones de la tierra.
Convierte a tu amor a quienes tienen sus corazones y mentes
consumidos por el odio
y que justifican los asesinatos en el nombre de la religión.
Dios de la comprensión,
sobrepasados por la magnitud de esta tragedia,
pedimos tu luz y guía para superar estos hechos terribles.
Concede a aquellos cuya vida fue perdida
Que puedan vivir para que las vidas perdidas aquí
No se hayan perdido en vano.
Consuélanos y confórtanos,
y danos la sabiduría y la valentía
de trabajar sin descanso por un mundo donde la paz verdadera
y el amor reinen entre las naciones y en los corazones de todos.
personas de distintos credos y tradiciones religiosas,
que nos hemos han reunido hoy aquí en este lugar sagrado,
escenario de violencia y dolores indecibles.
Te pedimos que en tu bondad des tu luz y tu paz eternas
para quienes murieron aquí:
los héroes que primero respondieron, los bomberos,
policías, trabajadores de los servicios de emergencia,
personal de las autoridades,
así como todos los hombres y mujeres
que fueron víctimas inocentes de esta tragedia
simplemente porque su trabajo y servicio
les trajo aquí el 11 de septiembre de 2001.
Te pedimos, en tu compasión,
que traigas la sanación a quienes por su presencia aquí hace 14 años,
siguen sufriendo heridas y enfermedades.
Cura también el dolor de las familias que todavía están en duelo
y de todos aquellos que perdieron a sus seres queridos en esta tragedia.
Dales la fortaleza para continuar con sus vidas con coraje y con esperanza.
También recordamos a quienes sufrieron la muerte,
las lesiones y pérdidas ese mismo día
en el Pentágono y en Shanksville, Pennsylvania.
Nuestros corazones están con ellos
y nuestra oración recoge su dolor y sufrimiento.
Dios de la paz, envía tu paz a nuestro mundo violento:
paz a los corazones de los hombres y las mujeres,
paz entre las naciones de la tierra.
Convierte a tu amor a quienes tienen sus corazones y mentes
consumidos por el odio
y que justifican los asesinatos en el nombre de la religión.
Dios de la comprensión,
sobrepasados por la magnitud de esta tragedia,
pedimos tu luz y guía para superar estos hechos terribles.
Concede a aquellos cuya vida fue perdida
Que puedan vivir para que las vidas perdidas aquí
No se hayan perdido en vano.
Consuélanos y confórtanos,
y danos la sabiduría y la valentía
de trabajar sin descanso por un mundo donde la paz verdadera
y el amor reinen entre las naciones y en los corazones de todos.
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