ANÁLISIS
Una triple crisis europea
En el origen, la guerra siria; luego el éxodo; y al final, la implosión de Schengen
No es una, sino tres. El sistema de fronteras y asilo europeo está a punto de colapsar. Decenas de miles de personas se hallan deambulando entre Grecia y los Balcanes a la espera de encontrar el portillo hacia un país que les acepte como asilados. Un país como Siria, que constituía una pieza crucial en el sistema de equilibrios de poder en Oriente Próximo, está a punto de desaparecer.
Europa se ha construido de crisis en crisis según la doctrina ya tópica del más ortodoxo europeísmo. Pero esta doctrina se halla ahora sometida a una prueba de tensión extrema, porque no es una crisis sino tres arracimadas las que enfrenta, justo cuando apenas quedan instrumentos nacionales para que actúe por su cuenta cada uno de los Estados socios y todavía no hay ni un atisbo de instrumentos para resolverlas de forma conjunta a través de las instituciones de la UE.
Las tres crisis se hallan encadenadas en el tiempo y en el espacio como las cuentas de un rosario: primero Siria, luego las masas de refugiados y finalmente la implosión del sistema de fronteras europeo. Y las tres interpelan a los europeos y a sus instituciones respecto a sus responsabilidades: ante la desaparición de un país vecino que se traduce en un caos geopolítico devastador; ante el destino de miles de refugiados desprotegidos y desatendidos, que son castigados y rechazados en países como Hungría y no obtienen suficiente protección ni atención en los otros países que utilizan como corredores en su huida; y ante el desmoronamiento del sistema de Schengen y el regreso, de momento eventual, a la Europa anterior a la libre circulación de personas del Mercado Único alcanzada en 1993.
La reacción europea ante la triple crisis es parcial, rácana y alicorta. Aunque Alemania está dispuesta a admitir hasta un millón de refugiados este año, los ministros del Interior de la UE no han sido capaces de superar la cifra ridícula de 40.000 inicialmente propuesta. Ya no sirve el entero edificio de la actual política de asilo, que deja la iniciativa al cargo de los Estados, y se necesitará tiempo para conseguir los consensos mínimos para su reconstrucción. Apenas se habla y menos se hace respecto a la resolución del problema en origen, es decir, la creación de zonas seguras en Siria que permita regresar a los refugiados, y luego el fin de la dictadura y la estabilización de la región: eso exigiría de Europa una política exterior y de defensa que no ha querido tener y los medios militares para la acción de los que no dispone.
No hay que olvidar la tercera crisis, la humana, esos miles de personas que deambulan por las lindes de Europa y que en pocos días pueden encontrarse en situaciones trágicas que nos van a escandalizar y nos revolverán de nuevo las entrañas. Están recibiendo la ayuda y la solidaridad de muchos europeos en Hungría, en Grecia o en Serbia, pero nadie se ha hecho cargo todavía de gestionar este éxodo y de cubrir sus necesidades urgentes de habitación, alimentos y seguridad, algo que solo los Estados e instituciones europeas e internacionales, debidamente coordinados, pueden resolver con dignidad y eficacia.
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