El aula es la cancha
La Federación Española de Baloncesto impulsa en Senegal un proyecto educativo llamado Casa España con el deporte como hilo conductor.
Más de 300 niños han pasado ya por allí y numerosos jugadores famosos han compartido tiempo y canastas con ellos
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Una sonrisa de oreja a oreja brilla por encima de una camiseta roja en la que destaca la letra Ñ. El niño levanta la mirada más de lo normal porque esta vez el adulto es un poco más alto que de costumbre. La sonrisa se agranda cuando el niño descubre de quién se trata. Sí, el mismo que juega al baloncesto en la NBA, el mismo que ha visto en un póster. Ricky Rubio hace girar una pelota roja y amarilla sobre su dedo índice derecho. Es como magia para estos chicos que asisten a clase en el Centro de Formación Integral Casa España, en el distrito de Hann Bel Air, en Dakar, la capital de Senegal.
El calor y la humedad son sofocantes incluso en la sombra. Pero la felicidad brota en los niños mientras corren de las aulas a las pistas de baloncesto. Casa España, un proyecto de la Federación Española de Baloncesto, es reconocido por el Ministerio de Educación como centro público de enseñanza elemental, y actualmente acoge a unos 320 niños y niñas (al 50%) de entre ocho y 12 años, con el objetivo de cultivar su educación y fomentar la práctica del baloncesto como elemento generador de valores personales.
La federación española pretende impulsar también una liga escolar y suministra el material para el juego. La inscripción en el centro es gratuita y una asistente social se encarga de que accedan las familias más necesitadas. Hay siete aulas, una sala de informática, tres pistas de minibasket y otra de basket, cocina y despensa. Se introduce el uso de la tecnología, se instruye en la educación sexual, alimentación y hábitos saludables, así como en valores como la autoestima, la tolerancia, el respeto, el desarrollo del niño y la igualdad de género. El castellano es una de las asignaturas que se quiere enseñar, junto a historia, lenguaje, geografía… que imparten profesores nativos. Se ha trabajado también en la formación de árbitros y en la preparación física y técnica de los entrenadores. Desde la lucha por la escolarización y contra el absentismo escolar se llega a la canasta en un proyecto que a muy largo plazo podría servir de cantera a las selecciones españolas.
Se suponía que yo iba a enseñarles un poco de baloncesto, pero ellos me enseñaron mucho más a mí que yo a ellos”, Ricky Rubio
¿Por qué Senegal? Debido a un acuerdo de cooperación entre ambos gobiernos y debido a su cercanía a la costa canaria, trayecto frecuente de pateras en busca de una vida mejor. La federación colaboró antes con una escuela de baloncesto en Tánger (Marruecos), y envió material médico a un hospital en Abiyán, la capital de Costa de Marfil. La idea de otras Casa España, como en Malí, está en vías de estudio.
La edificación en Senegal comenzó en julio de 2011 y terminó en marzo de 2012. Es un proyecto pionero entre todas las federaciones deportivas españolas, según el organismo que preside José Luis Sáez. “No podemos cambiar el mundo, pero sí ayudar a los más jóvenes. África no está sola”, dice el presidente. “Cuando impulsamos el Mundial 2014 en España dijimos que era un Mundial para todos. Y por eso estamos en África. Ahora no queremos quedarnos aquí, sino seguir”, añade Jorge Garbajosa, director de la Responsabilidad Social Corporativa de la FEB. “Cuando fui, me impacto muchísimo. Las madres quieren llevar a sus hijos porque aprenden y juegan, pero sobre todo porque allí comen. Es una realidad muy dura”, cuenta el exbaloncestista. Por las instalaciones de Dakar han pasado Ricky, Garbajosa, Juan Antonio Orenga, seleccionador de España en el pasado Mundial, y las jugadoras Amaya Valdemoro (ya retirada) y Alba Torrens. Cerca estuvo la selección de Estados Unidos de hacer una visita antes de que comenzara el pasado campeonato mundial, en el que ganó el oro, pero el temor al virus del ébola hizo suspender la escala prevista en su viaje desde Canarias hasta Bilbao.
Ricky Rubio pisó la tierra de la pistas de baloncesto de Dakar hace un año, antes del Europeo. Lo que vio fue un choque de realidad para alguien acostumbrado a la púrpura de un mundo tan distante en todo como es la NBA. “Son chicos con una alegría especial, una sonrisa que no sabría bien cómo definir. Es… diferente, contagiosa, transparente, natural”, escribió el base español en un artículo publicado en EL PAÍS SEMANAL. “Un día nos llevaron a la vivienda de una de las niñas que acude a Casa España. La estancia, en no muy buenas condiciones, tenías tres habitaciones para acoger a 25 personas, toda su familia. Algunas de las cosas que ves allí te emocionan. Sus abrazos, su agradecimiento por compartir su día a día, su capacidad de luchar… Se suponía que yo iba a enseñarles un poco de baloncesto, pero ellos me enseñaron mucho más a mí que yo a ellos”.
El credo de Savané
J. J. M. | MADRID
El credo de Sitapha Savané, jugador del Joventut de Badalona nacido en Senegal y con nacionalidad española, es sencillo: “El futuro de una población está en la salud, porque sin ella no hay nada, y en la educación, para que la generación siguiente mejore el nivel de vida que tenían sus padres”, cuenta por teléfono. “Esta generación es la llamada a sacar a África de la situación actual, y si no les damos las herramientas necesarias tendrán las mismas limitaciones y cometerán los mismos errores que sus padres”.
El futuro, dice el veterano ala-pívot (Dakar, Senegal, 36 años), que también es economista por la Academia Naval de Maryland, se construye hoy. Por eso participa en proyectos de cooperación en Senegal centrados en la universalización de la educación y la sanidad: un dispensario de medicamentos gratuitos (“en el sistema público la atención es gratuita, pero hay que comprar las medicinas y a muchos no les llega el dinero”); una sala de partos; una escuela para niños desfavorecidos (“muchos niños se quedan al margen del sistema a edad muy temprana porque los libros hay que pagarlos”); un orfanato…
“Me di cuenta de que tenía el deber de dar más según mi carrera iba a más”, reflexiona sobre el momento en el que dejó de conformarse con enviar un cheque o apadrinar niños y creó la Fundación Canaria Yakaar. “Quien recibe mucho, mucho debe dar. Ayudo a quien quiere ayudarse, a quien quiere trabajar por su sueño”, sigue este oficial en la reserva de la marina senegalesa que lleva la cooperación en la sangre, porque su madre fue empleada de la ONU.
Los días que descuenta la crisis del ébola, lamenta Savané, han hecho olvidar los años de sufrimiento por la malaria. “Y mata a mucha más gente que el ébola”, cuenta sobre el proyecto que tiene para limpiar de mosquitos, los transmisores de la enfermedad, una playa de su país de origen. “¡Y con esto se puede acabar!”.
Lavodrama y la inspiración de los Balcanes
J. J. M. | MADRID
Richard Anicet Lavodrama Ondoma, exjugador del Ferrol, el Valladolid y el Joventut, trabajaba para la Federación Internacional cuando descubrió lo bien que funcionaba el proyecto Baloncesto sin fronteras en los Balcanes desangrados por la guerra civil de la ex-Yugoslavia. Enseguida quiso replicarlo en su continente. “Y entonces, con la ayuda de la FIBA, de la NBA y de la Federación sudafricana, empezamos a hacer un programa anual en Johannesburgo”, cuenta, recalcando el lugar, que es la cuna del Apartheid, y la ironía de impulsar desde ahí la integración racial. “Cada año invitamos a 75-80 jóvenes jugadores”, fotografía sobre un programa que mezcla a canteranos de todo el mundo con estrellas consagradas de la NBA y jugadores locales. No es, sin embargo, el único proyecto en el que participa. Tampoco, probablemente, el que más le apasiona. Ese debe ser Olympafrica.
“Intento utilizar las puertas que tengo abiertas para proveer a los centros de jóvenes del proyecto con libros, computadoras, impresoras…”, dice sobre un programa que tiene sedes en Costa de Marfil, Ruanda, Somalia, Sudán…. “Son centros de juventud, pero no solo eso. Son aulas en las que los profesores ayudan a los jóvenes a aprender a leer y escribir, a preparar los exámenes, y que también tienen instalaciones deportivas”, sigue este antiguo pívot nacido en la República Centroafricana en 1963. “Todos los que he visitado me han impresionado, unos por la situación social que les rodea, otros por la difícil situación política, o por la pobreza”, recuerda. “El que más me gustó fue el de Yaoundé, la capital de Camerún, porque estaba enfocado hacia la educación y la sostenibilidad, con energía solar que usaban para tener electricidad, programas de potabilización del agua en las aldeas…”.
Frente a otros exjugadores centrados en proyectos en sus países de origen, Lavodrama, que fue seleccionado en la tercera ronda del draft de la NBA, tiene una visión panafricana: “África tiene muchos recursos”, recuerda; “pero hay que cuidar el más precioso que tiene, que es el humano”.
Los niños de Ibaka
J. J. M. | MADRID
Es uno más de 18 hermanos. Perdió a su madre en la Guerra Civil, que también se llevó a su abuelo, el dueño del restaurante que mantenía a su familia. Vio a su padre en la cárcel. Hoy es una estrella de la NBA (Oklahoma) y de la selección de España, pero Serge Ibaka no olvida todo lo que vivió en el Congo.
“El proyecto de Serge con Unicef se centra principalmente en niños y niñas huérfanos de su ciudad natal, Brazzaville”, cuentan un portavoz de su compañía de representación. “El trabajo se divide en dos centros, uno de chicas, Actions de Solidarité Internationale (ASI) y otro de chicos, Espace Jarrot”, sigue. “El primero se centra en la formación de las chicas, para aumentar sus posibilidades en un entorno laboral futuro. El segundo centro apoya a chicos con pocos recursos y sin apoyo familiar”, añaden.
Ibaka, sin embargo, no ha centrado sus proyectos solo en escuelas. Colaboró este verano con la Starkey Foundation, dedicada a los audífonos, en hacer pruebas de audición gratuitas a decenas de vecinos de Brazzaville y Kinsasha. Ha apoyado los trabajos de la NBA en el país. Y, sobre todo, se ha centrado en que su querido baloncesto siga presente en la vida de los chavales de Brazzaville.
“Era uno de sus sueños, mejorar las condiciones de los jóvenes jugadores de su ciudad y su club”, cuentan desde su agencia de representación. “Este verano el proyecto se ha completado con la inauguración de la nueva cancha del Avenir du Rail, el club de origen donde Ibaka empezó a jugar de niño, en el barrio de Ouenzé. En el mismo terreno donde Serge y anteriormente su padre Desiré jugaron, se construyó una cancha nueva, con gradas y canastas profesionales cedidas por la Federación de baloncesto”, siguen. “Asimismo, se construyó una cancha polivalente para jugar a fútbol y a balonmano, un aparcamiento y una zona de recreo para los más pequeños”.
Ibaka, se deduce, no olvida de dónde viene. Esto decía en una entrevista con este diario: “Yo sigo siendo uno de esos niños. No lo voy a olvidar nunca. Solo tuve la suerte de que me dieran una oportunidad. Me veo reflejado en ellos. Sé cómo se sienten, lo que piensan, lo que sufren. Yo también tenía sueños, como ellos. En esta vida, no todos tienen lo que yo tengo. Con poco hay que estar contento. Si tengo una cama para dormir, un plato para comer y unos pantalones para vestir, estoy feliz”.
Casa España es un proyecto de la Federación Española a través de FEB RSC (Responsabilidad Social Corporativa), junto al Consejo Superior de Deportes, y con el apoyo de FIBA África y el Cabildo de Gran Canaria, y el patrocinio de Iberia y el Ayuntamiento de Alcobendas.
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