jueves, 23 de octubre de 2014

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El tratamiento que va al paciente | Planeta Futuro | EL PAÍS

Médicos Sin Fronteras (MSF)

El tratamiento que va al paciente

Esta es la segunda entrega de la serie Plantando cara al virus, en colaboración con MSF

Una trabajadora de MSF explica su programa de formación a enfermeros en Zimbabue para tratar a enfermos con VIH en zonas rurales sin necesidad de que se desplacen a un hospital







Uno de los equipos de MSF que se desplazan a zonas rurales para tratar con antirretrovirales a los pacientes de VIH en Tsholotsho (Zimbabue). / PEDRO BALLESTEROS


A Bhekululu Chasokela ya no le tiembla la mano cuando tiene que prescribir el tratamiento antirretroviral (ARV) a pacientes con VIH. Es enfermero y gracias al programa de delegación de tareas (conocido como task shifting en inglés), adquirió la formación para tratar a pacientes VIH-positivos. “Nunca antes lo había hecho. La primera vez me sentí muy bien por saber que estaba ayudando a un paciente al que conocía desde hacía mucho tiempo”, recuerda orgulloso. Formar a los enfermeros es una de las maneras más sencillas de hacer accesibles los tratamientos ARV en las zonas más remotas. El programa es una sencilla y eficaz iniciativa puesta en marcha desde 2006 por Médicos sin Fronteras (MSF) en Tsholotosho, Zimbabue.
“Los enfermeros son las únicas personas que siempre vemos en nuestros centros de salud. El que ellos puedan prescribirnos el tratamiento antirretroviral nos ha ayudado mucho”. Son las palabras de Sibongile Bhebhe, una mujer de 42 años que vive en el área de Madona, a unos 100 kilómetros de Tsholotsho. Es VIH-positiva y hasta 2013 no comenzó a tomar el tratamiento ARV. “Estuve mucho tiempo esperando a que viniera el médico. Yo no puedo desplazarme al hospital de Tsholotsho: está muy lejos y el transporte es muy caro para mí”, explica.
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Centro de salud del distrito de Tsholotsho donde el personal sanitario dispensa tratamiento antirretroviral a un paciente VIH-positivo. / PEDRO BALLESTEROS


Mejorar el acceso a los tratamientos antirretrovirales de pacientes en las zonas más alejadas es el objetivo del programa de delegación de tareas. Esta sencilla iniciativa se basa en formar a los profesionales de salud de las áreas rurales alejadas del hospital, para que tengan más autonomía y puedan realizar por sí mismos el manejo de pacientes con VIH.
Hacer accesible el tratamiento al mayor número posible de personas es uno de los principales retos de los países más azotados por el virus. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la terapia antirretroviral reduce el riesgo de transmitir el virus hasta en un 96%. Las últimas cifras ofrecidas por el Ministerio de Salud de Zimbabue apuntan a que el 72% de los adultos y el 43% de los niños que necesitan tratamiento lo están recibiendo ya.

Llevar el tratamiento allí donde está el paciente

“Es importante llevar los fármacos y los recursos allí donde está la población que realmente los necesitan, la más vulnerable y afectada por el VIH, sin acceso a centros hospitalarios”, explica Guiomar Hernández, médico y coordinadora del equipo de descentralización de MSF en Tsholotsho.
Según Philimon Mgnui, enfermero de MSF en Tsholotsho, desde que se iniciara el programa en 2006, los beneficios para los pacientes han sido excelentes, tanto por el aumento del número de tests que se han realizado, como por un mayor seguimiento del tratamiento. “El programa ha permitido que se reduzcan enormemente las listas de espera para iniciar el tratamiento con antirretrovirales, que haya una mejor adherencia y que los pacientes se sientan mucho mejor atendidos”, añade.
El que los enfermeros puedan prescribirnos el tratamiento antirretroviral nos ha ayudado mucho", una paciente
Se estima que en Zimbabue hay actualmente 1,5 millones de adultos y 150.000 niños con VIH. En este país, MSF lleva varios años implementando estrategias orientadas a introducir modelos descentralizados que se adapten a la realidad de los pacientes: un gran volumen de población dispersa en zonas rurales.
Tsholotsho, en el sur, cuenta con un hospital de referencia y un único médico del Ministerio de Salud. El distrito está dividido en 18 áreas de salud, algunas de ellas con una población de hasta 17.000 habitantes. “Solo el trasporte al centro desde las áreas rurales cuesta cinco dólares (unos cuatro euros), un precio que muchos de los pacientes no se pueden permitir”, explica Hernández.
Así, la estrategia de descentralización permite que muchas personas puedan recibir tratamiento a domicilio o en centros de salud cerca de sus casas, en lugar de hacerlo en estructuras centralizadas (y lejanas) a las que les resulta muy difícil acceder.

Una cuestión de formación

Los más de 30 enfermeros y enfermeras que cubren las 18 áreas de salud del distrito de Tsholotsho asisten a clases de formación dos veces al año. Reciben cursos teóricos y prácticos donde aprenden a identificar pacientes, a realizar la prueba del VIH, la búsqueda activa de casos (screening), el diagnóstico y tratamiento de enfermedades infecciosas asociadas al VIH (como la tuberculosis y la meningitis) y el seguimiento clínico e inmunológico del paciente.
“Con los compañeros del equipo desarrollamos un protocolo que los enfermeros aplican cuando se enfrentan al diagnóstico de un paciente con VIH. Hoy podemos decir que los enfermeros a los que hemos formado pueden hacer prácticamente todo en la atención de un paciente VIH-positivo”, señala Guiomar Hernández.
Tsholotsho, en el sur, cuenta con un hospital de referencia y un único médico del Ministerio de Salud

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Hospital del distrito de Tsholotsho. /PEDRO BALLESTEROS


Los primeros programas educativos en este sentido se iniciaron en 2006 en cuatro centros de salud de Tsholotsho: Sipepa, Pumula, Nkunzi y Makaza, zonas todas ellas muy alejadas del hospital y con un gran volumen de pacientes con VIH. La ONG fue la responsable de impartir los cursos y del posterior seguimiento de los profesionales sanitarios.
Esa formación se complementa con un seguimiento semanal por parte del equipo médico de la organización. “Vimos que poco a poco iban ganando seguridad con los pacientes. Cuentan en todo momento con nuestro soporte y, ante casos dudosos, citan a los pacientes el mismo día que el equipo de MSF hace una visita al centro de salud, y así hacemos el análisis conjuntamente”, indica la doctora. “Ha sido muy interesante ver la gran motivación que tiene el personal sanitario en zonas rurales: saben que después tienen que afrontar la situación solos y aprovechan al máximo nuestra presencia para seguir formándose”, añade.
Los enfermeros no son los únicos profesionales que se benefician de la iniciativa. Técnicos de laboratorio y microscopía, farmacéuticos, auxiliares de salud mental y grupos de apoyo, entre otros, han visto ampliada su capacidad de autonomía en el manejo de pacientes.
Desde 2013, MSF está traspasando progresivamente sus actividades en Tsholotsho al Ministerio de Salud de Zimbabue. Tal y como explica la doctora Hernández, el programa “es una estrategia interesante que permite que el conocimiento quede, estemos nosotros o no, y esa es la clave para el éxito del proyecto. Y para la salud de muchos pacientes de Tsholotsho”.
Plantando cara al virus es una serie de cinco historias a través de la cual Planeta futuro y MSF pretenden explicar cómo los programas de VIH han cambiado la vida diaria de miles personas seropositivas en Zimbabue. MSF lleva años trabajando en programas integrales de VIH y TB, con un enfoque comunitario. El trabajo se basa en pilares como la simplificación del tratamiento, una nueva redistribución de la atención al VIH entre personal sanitario y no sanitario, la integración de la atención en los servicios rutinarios de salud y la descentralización a la zona rural. En Tsholotsho, MSF implementa desde hace nueve años un proyecto de VIH y TB. Dados los buenos resultados, la organización dejará el distrito en los próximos meses, aunque seguirá tratando VIH y TB en otras localidades del país.
Esta es la segunda entrega de cinco con las que, cada mes, Planeta Futuro y MSF plantan cara al VIH.

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