domingo, 4 de octubre de 2009

LAS ARENAS AVANZAN


Ricardo Schmidt, productor de Stroeder, rodeado por la arena, donde antes había pasto y un tanque de agua
Foto: Enviado especial / Mauro V. Rizzi

La crisis del agro / Un efecto devastador / Nota I de III
Cierran campos en el sur bonaerense
Es una consecuencia de la continuidad de la sequía que transformó la zona en un desierto; pérdidas irreversibles en ganadería

Noticias de Información general: Domingo 4 de octubre de 2009 | Publicado en edición impresa
Fernando Bertello
Enviado especial


STROEDER. Los campos siguen ahí, pegados unos con otros tras alambrados de por medio, pero se los advierte como muertos. Están completamente desnudos, no los cubre ningún pastizal y ni siquiera tienen un animal encima. Se parecen a un desierto. Se murieron las vacas, el viento continúa llevándose toneladas de tierra de suelos que no albergan vida en su superficie y todo se parece a tierra arrasada. Cuatro años de sequía, que aquí no terminó, tallaron semejante panorama desolador. Muchos productores dijeron basta, con dolor. Con nada por producir y sin ingresos, el campo se "cierra".


Video: relatos de un drama en primera persona (ingresar por el vínculo al pié de la nota)

En Stroeder, a 880 kilómetros de Buenos Aires, en el extremo sur bonaerense, las consecuencias de la sequía ahora tienen otra agravante. Los productores dejan a los campos vacíos, con las tranqueras con un candado cruzado, y el establecimiento queda cerrado. Como una fábrica que deja de funcionar después de quebrar, pero a la intemperie.

Según datos de la Asociación Rural de Stroeder, en esta zona, uno de los principales focos de la seca, hoy hay 70 campos que están vacíos, sobre un total de 284 establecimientos existentes. Este fenómeno se dio en los últimos dos años. "Son campos que no tienen nada, sin actividad", comentó Nelson Madarieta, presidente de la entidad.

Stroeder, que integra el partido de Patagones, tiene dos zonas definidas. Al este de la ruta nacional 3 sus campos van de 300 a 500 hectáreas, con potencial para la agricultura. Por aquí no existe la soja; en los años buenos la alternativa es el trigo. En tanto, hacia el Oeste, los establecimientos van desde 300 a 500 hectáreas, con casos de hasta 5000 hectáreas.

Se trata de una zona de cría. En este último caso el paisaje se alterna con monte. La ganadería es clave para esta región que en cuatro años vio caer las lluvias a menos de la mitad. Las precipitaciones que recientemente llegaron a otras zonas aquí fueron mínimas.

Lo que ocurrió en esta localidad, de casi 2000 habitantes, fue dramático. Stroeder tuvo una disminución de casi el 70% del stock ganadero. En 2004/2005 había 96.000 animales, pero ahora la cifra ronda los 30.000. Hubo productores que, forzados por la falta de pasto y sin recursos para comprar alimento, llegaron a comercializar sus vacas a 300 pesos, menos que un par de zapatillas de marca.



1 de 15 - Muchos campos del sur de la provincia se vieron obligados a cerrar a causa de la falta de lluvias - Foto: LA NACION


No hay vías de escape
"Acá lo más dramático es que la gente se va quedando sin nada y no tiene salida", remarcó Madarieta. Ese es el nudo de la cuestión: para los productores no hay vías de escape. Y para algunos la salida es cerrar el establecimiento.

Ricardo Schmidt (63), por ejemplo, es una muestra cabal de un productor que no produce más. "Tenía 100 vacas madres y las vendí porque no las podía mantener más en el campo. No me quedaba otra; las vendí porque se morían", expresó. Emocionado, agregó: "Me dolió mucho cuando se me fueron las vacas; nací y me críe en el campo".

Se gastó alrededor de 50.000 pesos en alimento intentando una salida distinta. Pero la realidad terminó siendo otra. "En este momento, tengo cerrada la producción ganadera; no produzco más", comentó, con resignación. Schmidt es heredero de una tradición por esta actividad que ya tenía su padre. Se corta no sólo la producción sino también una historia.

¿De qué vive ahora? Por el momento, del dinero que sacó de la venta de las vacas. Todavía no cobró completa esa operación que hizo hace varios meses; sólo recibió la mitad. "Y puse en venta un tractor para seguir viviendo", añadió. Schmidt apenas va al campo para realizar visitas de control. "Hay momentos en que pienso venderlo", dice.

Un problema no menor es que esta crisis, incubada por la sequía y la pérdida de rentabilidad del negocio, en gran parte por el intervencionismo del Gobierno, es vista por muchos como límite. "Estamos por la supervivencia", afirmó Juan Carlos Maas.

El campo aquí se empobreció y todos advierten las dificultades para volver a empezar. "Hay un 70% de productores que no tiene acceso al crédito", comentan en la zona. "El tema es adónde va a buscar plata el productor para volver a producir", señaló Edgardo Vázquez. "Este es el piquete de la miseria", sostuvo Madarieta, rememorando la frase "piquetes de la abundancia" que acuñó Cristina Kirchner en plena pelea por las retenciones móviles, en 2008.

A Luis Geuna le preocupa que le haya llevado 30 años armar un rodeo de vacas madres, las fábricas de producir terneros, que fue desapareciendo. En concreto, de 100 vacas madres 40 se murieron y vendió 60. "Yo calculo fácil 25 años para volver a tener ese rodeo", se lamenta Fernando, hijo de Luis, pensando que le tocará a él la tarea de reconstruir el stock.

Antes de este desenlace, los Geuna, que se mueven en una modesta camioneta Chevrolet modelo 1967, tenían un plan para vender sólo la mitad y no todos los animales. ¿Qué ocurrió? Hicieron las cuentas y observaron que con la mitad que vendían no llegaban a cubrir el gasto de mantener la otra parte. En rigor, según Fernando Geuna, una tonelada de alimento balanceado cuesta 800 pesos, pero a la vaca la vendieron a un promedio de $ 450.

Juan Carlos Hecker habla y lo hace como si fuera un guerrero contra la actual situación. Se le entrecorta la voz de bronca y los ojos se ponen vidriosos casi al borde del llanto. Pero igual quiere resistir. De 450 animales pasó a alrededor de 180. Hoy le cuesta mantener la hacienda que le quedó. "Ahora la mantengo gracias a la ayuda de amigos y mi familia", cuenta, sabiendo que está acumulando compromisos a futuro.

Cuando LA NACION lo visitó, en el establecimiento de Hecker se quemaba una vaca muerta. Se resiste a salir de la actividad. "Tengo 52 años y soy productor de toda la vida. ¿Qué otra cosa voy a hacer? No dejo todo por mi hijo; él dice que esto tiene que empezar a cambiar", subrayó.

Llamativamente, como advierten aquí, son los hijos quienes impulsan a sus padres a tratar de no salir de la producción.

La casa en el campo está rodeada por montañas de arena que llegaron por la "voladura" de los campos, un fenómeno erosivo potenciado por una conjunción de factores como la sequía, vientos fuertes en la zona, sobrepastoreo en medio de faltantes de pasto y la labranza convencional, que implica una agricultura con remoción de la tierra.

De hecho, en la región de Stroeder se pueden observar cientos de hectáreas con un panorama de esta naturaleza. También hay tranqueras tapadas por montañas de arena. A modo de ejemplo, Schmidt tiene más de 100 hectáreas "voladas".
Ver Campos cerrados, en el Sur de Buenos Aires en un mapa más grande

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Es una consecuencia de la continuidad de la sequía que transformó la zona en un desierto; pérdidas irreversibles en ganadería

lanacion.com | Información general | Domingo 4 de octubre de 2009


el dispreciau dice: para aquel que no lo sabe, "cerrar una tranquera es morir un poco", eso es lo que siente aquel que deja el alma del otro lado de la alambrada... he tenido esa sensación varias veces en mi vida y les aseguro que queda un sabor extraño, mezcla de pasado y dolor. Lo viví siendo niño en los comienzos de la década de los 50 y lo he repetido en otras ocasiones, la última hace relativamente poco... por lo que ese "sabor" me resulta ingratamente conocido. Más allá de ello, suelo aceptar las imposiciones del destino sin pestañear y asumiendo las pretendidas lecciones que a veces demoran en ser comprendidas en sus sentidos últimos. No obstante, la Pampa Húmeda viene registrando desde hace unos cuantos señales ciertas de que "algo" está cambiando en el clima, en el equilibrio ecológico del que tanto se habla y tan poco se sabe ya que las hipótesis son muchas y las certidumbres escasas. En muchos lados se observa la desertificación y si bien los especialistas se lo endilgan al "fenómeno del niño", el sentido común indica que algo más está ocurriendo, quizás relacionado con el cambio climático pero mucho por las actividades del hombre, al que se le ha zafado la cadena (como dicen los ciclistas). En algunos lugares de la cordillera aparecen repentinamente temibles tormentas de arenas que se depositan por toneladas en lugares habitados, fenómeno no observado nunca antes o hasta excesivamente ocasional, que ahora se ha vuelto costumbre. Mientras tanto la temperatura ambiente sube, la humedad se evapora y surgen nuevas y extrañas circunstancias en lugares no habituales. Cae granizo en lugares no usuales y al tiempo que las lluvias se concentran en algunas zonas, desaparecen de otras. En este contexto no hace falta ser un genio para darse cuenta que algo anda mal y las evidencias son muchas. Ballenas muertas en las costas patagónicas por cientos. La migración de aves desconocidas por estos lados que vienen a alimentarse de los restos de la depredación ictícola que está extinguiendo la merluza de la plataforma marítima argentina, muestra que la cosa no anda bien... Desde luego dado que el estamento político carece de políticas públicas, esto que relato no recibe ninguna atención ya que los subsidios están destinados a los amigos y no a las personas que lo necesitan, mucho menos al medio ambiente que sirve para engordar antojos y miserias de alma. El fenómeno de desertificación de la Pampa Húmeda es un hecho irreversible y más allá de los satélites y las genialidades de la ciencia que apaña a las conveniencias, está claro que el problema se agravará alcanzando niveles otrora impensados. Argentina está perdiendo capacidad productiva por dos motivos esenciales: la intencionalidad política de darle el poder económico (concentrar) en los amigos, y la incapacidad para darse cuenta que existe un problema que nos excede (la naturaleza reclamando sus equilibrios). ¿Hay otras?... sí, indudablemente, pero cuando no Usted no ve más allá de sus narices la realidad termina atropellándolo sin piedad y lamentablemente el que paga el pato es la víctima, al tiempo que el victimario o el asociado a dicha calidad y condición se ríe. Argentina se está desertificando, pero es de estimar que ocurran cosas peores. Converso con muchos ingenieros agrónomos y veterinarios... todos coinciden en que los pastos se están contaminando con tóxicos que matan animales de manera extraña. Se licúan sus riñones. Dado que a nadie le importa lo importante, esta coyuntura se transformará en una urgencia cuando ya no haya nada que hacer. Como siempre, la desidia primero. Octubre 04, 2009.-

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