Los intelectuales / William Koski
"La Justicia puede y debe generar cambios sociales"
Ese es su rol cuando la política no lo hace, dice este activista de los derechos civiles en EE.UU.
Noticias de Cultura: Miércoles 28 de octubre de 2009 | Publicado en edición impresa
Laura Di Marco
Para LA NACION
"La Justicia puede y debe generar cambios sociales cuando la política y los políticos se muestran impotentes o, simplemente, no están dispuestos a impulsarlos", sostiene el abogado y doctor en Educación William Koski. Docente e investigador en la Universidad de Stanford, en Palo Alto, California, Koski visitó la Argentina para compartir la experiencia de los activistas civiles norteamericanos que procuran la igualdad de oportunidades educativas; por ejemplo, la posibilidad de que los chicos más vulnerables puedan tener una educación completa.
"Barack Obama es descendiente directo de este movimiento, que cree que se puede y se debe usar la Justicia para terminar con la discriminación y generar cambios en la sociedad cuando los canales políticos están cerrados", dice.
A los 41 años, este activista por los derechos civiles, que viene de una familia de maestros, parece inspirado
en aquel abogado idealista que encarnaba Al Pacino en Justicia para todos , una película icónica de la década del setenta, que reflejaban los claroscuros de la Justicia norteamericana. "La comunidad siempre piensa en grandes manifestaciones para reclamar; sin embargo, hay un espacio importante en las Cortes para promover cambios", insiste.
Viajó a la Argentina invitado por la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) y ofreció dos conferencias, en la Universidad de San Andrés y en la UBA. "En California, el Estado de donde provengo, empieza a haber cierta conciencia de que la educación de los chicos vulnerables es la clave para el progreso de todos, y no sólo del sector directamente beneficiado", dice.
En la entrevista con LA NACION, Koski explica que este movimiento civil que busca en la Justicia una aliada para terminar con la discriminación se remonta a 1954, cuando el Tribunal Supremo, a través de un histórico fallo (conocido como el caso Brown), declaró inconstitucional separar a los niños negros de los blancos en las escuelas públicas. "A partir de ese momento -dice- también se volvió inconstitucional la segregación en cualquier otro sitio público. Y fue un precedente, para otros grupos discriminados, como las mujeres en el ámbito laboral, que empezaron a ver a la Justicia como una vía eficaz para reclamar por sus derechos".
-Supongo que habrá quienes digan que la Justicia no debe politizarse y también que tiene limitaciones. ¿Qué pasa si la decisión de un juez es desoída por el gobernante de turno?
-El propio caso Brown, que terminó con la segregación por orden de la Corte, tuvo dos alcances: uno amplio y otro más limitado. En el corto plazo, fue muy difícil, porque los líderes políticos del Sur se resistieron a la medida. Hay una imagen muy fuerte del gobernador de Arkansas, en Little Rock, bloqueando la escuela para impedir el acceso a los chicos negros. Tuvo que ir la Guardia Nacional para desbloquearla. Las familias blancas abandonaban la ciudad para evitar que sus hijos se mezclaran con los de color. Sin embargo, la generación siguiente a la de Brown vivió el proceso de desegregación. Digo eso a pesar de que todavía hoy en algunas escuelas estadounidenses el racismo sigue siendo fuerte y la segregación sigue. Con todo, el avance es innegable.
-¿Qué esperan los activistas civiles del gobierno de Obama?
-Espero que gane dos elecciones, que tenga buena salud y que el Senado esté controlado por los demócratas [se ríe]. Con la designación de una mujer latina, Sonia Sotomayor, en el máximo tribunal, Obama ya está demostrando qué tipo de presidente va a ser. Sotomayor viene de una familia pobre y logró ir a las universidades de Princeton y a Yale.
-¿Y cómo lo hizo? ¿Quién pagó por eso?
-De eso se trata mi trabajo
-¿Pero usted puede litigar para que sus compatriotas sin recursos accedan a Harvard o a Yale?
-La respuesta es no. Nosotros hacemos litigios contra entidades públicas, y las universidades no lo son. No hay un derecho en Estados Unidos que garantice la educación universitaria; la obligatoria es sólo hasta los 18 años y en algunos Estados, hasta los 16. Pero la discriminación empieza mucho antes, en la provisión no igualitaria de un servicio que debería ser de igual calidad para todos.
-¿Y los políticos qué hacen al respecto?
-Los políticos saben que las escuelas son malas, pero tienen miedo de promover reformas, porque eso implicaría aumentar impuestos. Los políticos tienen que ganar elecciones, mientras que los jueces de la Corte son vitalicios. Hubo un caso interesante en Kentucky, en 1999. La Corte, basándose en el derecho a recibir una educación completa, dijo que todo el sistema educativo del Estado era inconstitucional. Este tipo de fallos abren un surco e instalan el debate. En ese sentido, yo me siento envidioso de la Argentina.
-¿Envidioso de la Argentina, dijo? ¿Por qué?
-Ustedes tienen garantizado el derecho a la educación preescolar. Nosotros no.
-¿Y qué pasa con el acceso a la salud? ¿No podrían seguir la vía del litigio, tal como usted sugiere, esos 50 millones de norteamericanos que carecen de cobertura?
-Excelente pregunta? Y la respuesta vuelve a ser negativa; he ahí el problema que tiene Obama. Para elaborar una estrategia, los activistas sociales nos planteamos, en primer lugar, si hay un derecho protegido por la Constitución o por leyes que esté siendo vulnerado por el Estado. En términos de acceso a la vivienda y a la salud, en Estados Unidos esos derechos no están protegidos. Entonces, ¿podemos hacer algo? No, porque no hay ningún derecho que reclamarle al Estado.
El personaje
WILLIAM KOSKI
Abogado y profesor
Edad : 41 años
Campo de acción : enseña e investiga en la Universidad de Stanford, California. Es abogado litigante en causas por la igualdad de oportunidades educativas.
Origen : vive en la bahía de San Francisco. Proviene de una familia de maestros de zonas rurales.
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Los intelectuales / William Koski"La Justicia puede y debe generar cambios sociales"
Ese es su rol cuando la política no lo hace, dice este activista de los derechos civiles en EE.UU.
lanacion.com | Cultura | Mi?oles 28 de octubre de 2009
el dispreciau dice: las realidades vigentes en los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Alemania, Francia, España, Italia, Gran Bretaña, Nueva Zelanda, Japón, Israel, Holanda, Bélgica, España, Portugal, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Australia, por mencionar sólo algunos países del denominado primer mundo, haría impensable considerar un atropello de los derechos civiles, constitucionales, humanos, o como quiera llamárselos... pensar siquiera en una invasión estatal sobre los derechos privados sería casi una entelequia. Dichas naciones tienen sus problemas pero los mismos están a la vista de quien los quiera ver y es seguro, que más allá de las controversias, alguien se ocupa de los mismos, incluyendo en ello a las propias personas victimizadas. El mundo humano no pasa por su mejor momento. El sistema económico ha estallado y el global también. La propuesta que sale de China o de India es tan disparatada como creer que dichas sociedades han superado sus barreras ancestrales para asimilarse a las locuras de occidente... antes bien, se han dado cuenta que ocupando un espacio cierto entre tanto desatino saldrán ganando espacios territoriales distantes y alcanza con ver la diseminación de negocios de dichos países en zonas marginales de América Latina para darse cuenta cuál es la estrategia, peligrosa por cierto, mucho más peligrosa que el desarrollo nuclear de Irán. Parece que nadie atina a verlo, por ahora. En la América Latina con modelos "raros" como los de Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, los atropellos a las garantías constitucionales son rutina, curiosamente aventados por intereses ajenos que bajan desde países como China donde nunca se respetó la individualidad de nadie y donde las personas son servidores a los antojos de una clase política que se autodenomina "comunista" pero que transita la vida como reyes medievales, importándoles un bledo los padecimientos del otro, en especial si este no pertenece a la clase política. Como los malos ejemplos cunden, aquí en Argentina seguimos el mismo criterio. El problema no es del poder ejecutivo sino de toda la clase política, incluyendo en ello a jueces que conforman el mismo paisaje y son socios en la coyuntura de una país que carece de justicia alguna, incluyendo en ello a los funcionarios obsecuentes de un estado que ha decidido atropellar y destruir cualquier equilibrio social, y una clase empresaria que sigue agiornando el paisaje precitado, es decir toma ventaja a conveniencia para luego negociar sus espacios con el estado atropellante. En el medio de esto, la sociedad argentina sucumbe porque no tiene a quién reclamarle nada. América Latina está perdiendo rápidamente la institucionalidad para introducirse en dictaduras democráticas, novedosas por cierto, que traerán males mayores que de perdurar desembocarán en conflictos sociales interminables e inmanejables. Brasil no escapa a este cuadro ya que más allá de los beneficios de la gestión Lula, oculta problemas sociales gigantescos, semejantes a los de México, donde la pobreza ha creado estados paralelos que se niegan pero están, existen, tienen entidad con reglas propias, indeseables, pero reglas al fin. En América Latina los negocios del narcotráfico y del tráfico de personas han tomado una envergadura tal que difícilmente pueda ser combatido por fuera de fuerzas armadas regulares coordinadas con criterios políticos sanos. Dado que esto último es casi imposible, ambos negocios adquieren magnitud. Cada día que pasa se observa en las calles la presencia de "agentes" y gentes de los balcanes cuya finalidad es bien conocida ya que manejan los mencionados negocios asociados a la estrategia rusa de intromisión y sumisión... América Latina, entonces, está llegando a su bicentenario lapidando los esfuerzos épicos de sus próceres, dando lugar a una nueva clase de demencia política que está dispuesta a lo que sea para perdurar en el poder... en tal esquema Chile y Uruguay aparecen, por ahora, como islas... A ojos vista, al mundo de los oportunistas le conviene esta nueva realidad social latino-americana donde las hordas reemplazan a la cultura y sus intelectuales... con ello, sobrevendrán horas de inmenso dolor para aquellas gentes que guardan valores y sentido común. En Argentina funcionarios partidarios y hasta de la propia iglesia hablan de dar una cuota universal a la niñez... curiosamente, ninguno de ellos ha pensado que lo hay que garantizar es el trabajo (fuentes) a sus padres a efectos que recuperen sus dignidades... las dádivas sólo sirven para comprar dignidades y someter, y lo sorprendente de esto es que la iglesia ha vuelto a aplicar sus criterios de inquisición del medioevo, doy "alguito" para quedarme con todo. Los contrasentidos sólo instalarán inmensos nichos de barbarie social, los que por estas horas en Argentina ya son inocultables. América Latina, mientras tanto, se está desertificando de cultura... y los intelectuales están en extinción... Octubre 28, 2009.-
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