miércoles, 7 de octubre de 2009
El contenido de esta ley retoma el espíritu de la dictadura
La Señora SENADORA NACIONAL María Eugenia Estenssoro ha editado el siguiente comentario:
El contenido de esta ley retoma el espíritu de la dictadura
Por editora / 7 de October de 2009
por Magdalena Ruiz Guiñazú a M.E. Estenssoro
La senadora opositora subraya la importancia del debate de la Ley de Medios, pero lamenta que se plantee a “todo o nada”. Subraya la intolerancia de sectores del oficialismo y considera que, hoy, los medios públicos sólo se utilizan para la propaganda oficial.
Preocupada. La Argentina no puede debatir “a muerte” sobre los medios, sin enfrentar dramas como el de la pobreza.
Una semana particularmente tensa en el Senado de la Nación mientras se debate la Ley de Medios.
“Fíjese que la autoridad de aplicación va a poder decidir quién está o no a favor de la democracia, revocar o no una licencia si se la considera subversiva desde el gobierno de turno –se indigna la senadora Estenssoro mientras los redobles de uno de los innumerables piquetes que cortan las calles de la Capital retumban en su despacho–. Como usted podrá apreciar, la visión de este gobierno retoma y agrava el espíritu de la ley de la dictadura. Y se lo aclaro aún más: lamentablemente, estamos modificando una ley de la dictadura pero con la cultura de la dictadura.”
—Usted presentó varios proyectos.
—Mire, el año pasado justamente presenté uno para modificar el órgano de control de los medios porque uno de los problemas de la ley de la dictadura (que tuvo 150 modificaciones) es que nadie se animó a cambiar el artículo 96 que en vez de hablar de un órgano constituido por integrantes de las Fuerzas Armadas fuera un organismo constituido por funcionarios de la democracia, representantes del Congreso de la Nación. ¡Con ese cambio le hubiera dado mucho más legitimidad a todo lo que se hizo en 26 años de democracia! Pero, en realidad (y aquí tenemos que ser sinceros), ¡todos los gobiernos prefirieron tener un interventor, alguien puesto por el presidente o la presidenta para que manejara sus relaciones con los medios! Así fue como se fueron otorgando licencias o sacando o extendiendo o permitiendo una multiplicidad de negocios con esta relación muy personal y privada entre el gobernante y los dueños de los medios. Por eso yo pienso que si queríamos empezar a discutir una nueva Ley de Medios debíamos encaminarnos hacia un proceso que, seguramente, iba a llevar a cambiar las licencias de mano. Es importante para darle legitimidad y lo bueno hubiera sido contar con un Comfer cuyo interventor es hoy Mariotto y que es un comisario político del gobierno que, también a través de la política, va por encima de ese rol imparcial que tiene que mostrar alguien que está manejando el tema de la relación de las licencias y los medios con el Gobierno cuando debería ser más bien con el Estado. Sería una manera de darles garantías a todos los sectores como para empezar a discutir una ley que los gobernantes no han querido discutir de una manera abierta y democrática.
—Es la primera vez que se discute públicamente.
—Sí, pero es una lástima que estemos haciéndolo de una manera tan feroz. Como una venganza contra un sector. Yo desearía que fuera una forma de que Argentina mirara hacia el futuro. Estamos en medio de la revolución tecnológica de las comunicaciones y la ley que estamos sancionando es una ley vieja. Una ley que tendríamos que haber votado en 1990 y no en 2009/10. Además, tiene un espíritu que reproduce (y no me canso de repetirlo) el espíritu que caracteriza a la ley de la dictadura. Y esto ha ido saliendo a la luz a medida que hemos podido analizar artículo por artículo en estas audiencias del Senado.
—Esto no ocurrió en Diputados.
—Pero, ¡claro! En Diputados no se supo, hasta el momento de sentarse en las bancas, cuál era el articulado final que se iba a considerar. Con decirle que, como la sesión empezó temprano, nuestros diputados de la Coalición Cívica hasta el mediodía no tuvieron un texto completo en sus bancas. En cambio, nosotros en el Senado hemos podido leerlo. Y allí aparecen cosas. Usted se preguntará por qué digo que esta ley retoma en forma agravada el espíritu de la dictadura. Mire, le explico: el artículo 68 de la dictadura, que hoy está vigente, impide por ejemplo que los medios privados independientes puedan tener cadenas nacionales, es decir alcance nacional. En ese artículo 68 el único que se reserva la posibilidad de expresar su mensaje a nivel nacional es el Gobierno.
—Aclaremos: el Gobierno, y no el Estado.
—Lamentablemente, no tenemos medios públicos que nos pertenezcan realmente. ¿Y por qué? Porque los medios estatales se utilizan para propaganda del mensaje oficial. No hay cabida para los demás. Como si los diarios nacionales no pudieran tener alcance a distribuirse en todo el país. Como si les dijeran: “Usted puede llegar a tales provincias pero no a todas”. En la nueva ley, le explico, los medios audiovisuales no van a poder hacer lo que, a través de reformas que se hicieron durante la democracia, permitió a los medios independientes o privados tener alcance nacional. Esto se restringe totalmente. El único monopolio que existirá en la comunicación a nivel nacional será entonces el estatal. Los militares, por ejemplo, no querían que la prensa pudiera tener esa posibilidad.
—¿No le llama la atención últimamente el uso muy frecuente de la cadena oficial para difundir el discurso presidencial?
—Sí, pero no me sorprende. Y le voy a explicar por qué. Yo he estado muchas veces en Santa Cruz y la primera vez que fui allí me sorprendió encontrarme con una provincia de enorme riqueza petrolera, una geografía muy hermosa, estancias (hoy abandonadas) pero convertidas más bien en posadas de turismo y no en cultivos productivos. Una provincia muy incomunicada. Cuando fui en 2000 o 2001 a conectar escuelas a Internet y a proveerlas del equipamiento que provee la Fundación Equidad, que presido, no entendía muy bien qué ocurría realmente allí. ¿Cómo esta provincia con 200 mil habitantes no está, por ejemplo, conectada a Internet? Pensé que eso le daría la posibilidad de insertarse en el panorama nacional y en el mundo. Después también me di cuenta, por ejemplo, en viajes posteriores, cómo funcionaba la Justicia. De qué manera estaba sometida. Habían apartado al procurador general que había empezado a investigar casos de corrupción siendo Kirchner gobernador. También los medios están controlados por los Kirchner. ¡Fíjese que no hay un solo cine en Río Gallegos! Llama la atención que alguien que se dice progresista y a quien le importa la Cultura no lo tenga en cuenta. Yo no lo podía creer. Ni un cine, y ni hablar de teatros o centros culturales. Por ejemplo, hay shoppings pero sin cines. El estancamiento cultural es una manera de que los ciudadanos queden desprovistos de información y pensamientos nuevos. Además, si tenemos una prensa adicta, es mucho más fácil someter a la ciudadanía. Con ese modelo tan autoritario, no me sorprende ahora que la Presidenta quiera hacer escuchar su voz y como sabe que la gente ya hoy no se enfrenta con un espectro escaso como era en el tiempo de la ley de la dictadura. La tecnología ha permitido que ese espectro se multiplique pero, como se ve que a la Presidenta le molesta que la gente pueda cambiar de canal, todo lo anuncia (hasta cuestiones de fútbol) por la cadena nacional. Esto me remite a una época superada, como la de los gobiernos militares, y a momentos muy críticos de la democracia en los que los presidentes han acudido a la cadena nacional. Pero estamos hablando de cosas graves y, por insistir en el ejemplo, ciertamente no de fútbol.
—¿Ustedes están conversando todo esto con el bloque radical?
—Sí, nosotros estamos presentando (y es justamente lo que estamos conversando con ellos) una ley de alternativa totalmente diferente y que tome en cuenta la convergencia tecnológica del siglo XXI y una ley de medios audiovisuales moderna. Seguramente vamos a unificar un dictamen y tal vez hacer también una observación artículo por artículo del proyecto oficial. Pero en el proyecto que yo he preparado estamos viendo esta unificación tecnológica entre lo que son las telecomunicaciones, la telefonía, Internet, la informática, el cable y la radiodifusión. Pero como un proceso de transición. En primer término, las telefónicas se tienen que desmonopolizar y los medios audiovisuales tienen que poder darnos ellos telefonía desafiando los monopolios de las telefónicas que, desde el año 2000, deberían haberlo hecho. Lo que pasa es que, en Argentina, no se cumplen las leyes y decretos. Por eso nosotros vemos la convergencia y el tema de la norma digital que ahora hemos adoptado y que la Presidenta, por decreto y decisión propia, ha decidido que será la norma brasilera-japonesa que, por otra parte, es una buena norma pero cuya aplicación debería ser una facultad del Congreso.
—Para discutirla, claro. Además, una vez que sea digital, ¿cómo se va a decidir si, pongamos en el área de Telefe, ese espacio, además del Canal, va a tener (puesto que caben allí) varios canales más?
—Obvio. Hay que discutir para decidir si eso va a ser para el licenciatario actual o se va a dividir. Toda esa discusión… por ejemplo, el año pasado, la presidenta Bachelet mandó una ley al Congreso sobre televisión digital. El Congreso comenzó a estudiarla pero luego ella dijo que como era un año electoral lo dejaría para después de las elecciones. Estas son decisiones que hay que tomar con mesura y por consenso. En Brasil el tema está muy adelantado y allí no hay, como en esta ley argentina, una persecución a la inversión privada. Hemos tenido recién una audiencia muy rica en la que se ha hecho pelear a las cooperativas con las pymes de radio. Hay como una pelea de sectores. Me parece bien que discutan las cooperativas y las organizaciones sociales pero eso demoniza a los operadores privados.
—Y, perdón, la mayoría de esas cooperativas y organizaciones sociales van a funcionar gracias a los subsidios que les brinde el Estado, ¿no?
—Bueno, ésta es otra cosa que planteamos en nuestro proyecto: tiene que haber un límite en cuanto a lo que un medio puede recibir por mes o por año de publicidad oficial para que no viva de la publicidad oficial, porque si no no podrá ser independiente. En nuestro proyecto queda asentado que nadie puede recibir más del 30% de sus ingresos mensuales y anuales totales en materia de subsidios o publicidad estatal. El Gobierno dice que esto lo deja para la reglamentación pero ya sabemos que, luego, lo que no está en la ley después no se cumple. La ley también tendría que fijar los criterios objetivos. Nosotros entendemos que son distintos los criterios para una organización sin fines de lucro que los que rigen a un multimedio. Además, es lo que estipula la Convención Americana de Derechos Humanos. Aquí el peligro radica en que se establezca un único monopolio, que es el Estado. Sabemos que toda la vida se han confundido las nociones de Estado y gobierno de turno.
—Desde que yo recuerdo, Canal 7, por ejemplo, siempre ha dependido del gobierno de turno y no del Estado nacional.
—Justamente en el proyecto del Gobierno estas nociones siguen confundidas y no hay una vocación real de cambiarlas. Se ve a través de la conformación de los directorios, que tienen amplia mayoría del gobierno de turno. Entonces, si se aprobara esta ley, habrá un monopolio estatal con muchos más fondos. Y, quiero ser muy clara: a mí me parece muy bien tener medios estatales del mejor nivel. ¡Ojalá tuviéramos la BBC! Pero no, en cambio, un monopolio gubernamental y, además, una red de medios sin fines de lucro o cooperativas también privadas financiadas con fondos públicos que puedan alinear el discurso. Tendremos entonces, en vez de pluralidad de voces, un discurso uniforme. Esta es la gran paradoja de este proyecto, que dice querer la pluralidad pero que, en realidad, está llevando a la fragmentación de los medios independientes y a la monopolización de los medios gubernamentales con todos sus aliados financiados por la publicidad oficial. Es un problema realmente serio que tiene esta ley.
De pronto los redobles callejeros de los distintos grupos ubicados frente al Congreso invaden nuevamente el despacho de la senadora hasta el punto que nos llaman la atención.
—¿Usted no cree –le preguntamos– que toda esta efervescencia callejera pueda tener algun tipo de relación con lo que se está discutiendo en el Senado?
—¿El enojo y la crispación que hay en la calle? Bueno, yo creo que aquí lo que pasa es que, lamentablemente, es muy importante el debate que estamos dando y es una pena que no lo hayamos hecho antes. También hay que reconocer el trabajo político que hicieron las organizaciones en los 21 puntos que, en su momento, sin tener tanto alcance político, se elaboraron…bueno, yo comulgo con ellos también como periodista, y he estado preocupada por ellos desde hace mucho tiempo. Cuando en la década del 90 uno veía, de repente, que los canales de TV y las radios pasaban de mano y que Menem estaba ¿se acuerda? armando el CEI (protagonizado por Moneta y Handley) para su re-reelección, yo me preguntaba: ¿quiénes son realmente los dueños de los medios? Porque la libertad de expresión, de prensa, es fundamental en democracia. Esto siempre me preocupó. Pero esta discusión que se está dando, apostando a todo o nada, le ha impreso una velocidad innecesaria y falta de voluntad frente a cualquier cambio. En el Senado estamos discutiendo artículo por artículo pero el oficialismo tiene instrucciones de la Casa Rosada (como es público y notorio) de apurar los tiempos, de terminar rápido con las audiencias y de no hacer ningún cambio. Sabemos perfectamente lo que estamos votando. Sabemos que hay cosas que son dañinas para la libertad de prensa y de expresión pero así no se puede hacer cambios. El Gobierno no quiere ninguna dilación.
—Una lucha de poderes.
—Absolutamente. No es una propuesta para mejorar la calidad de información. Es una pulseada en la que el Gobierno pensó que, dándoles un montón de cosas a todos los dueños de los medios, los iba a acallar. Cuando ya no se pudo esconder la realidad y los medios comenzaron a difundir lo que ocurre en la Argentina donde, como todos sabemos, aumentó la pobreza etc… Mire, yo escuchaba a De Gennaro, de la CTA: el hambre mata y nosotros nos estamos ocupando de otras cosas. Primero las elecciones, ahora la Ley de Medios. Siempre jugando a todo o nada para ver quién tiene el poder mientras que no solucionamos los problemas enormes con los que se enfrenta la sociedad. Hay más problemas de los que no sabemos porque no hay información. Haber destruido el INDEC es tan grave. ¿Cómo podemos decir que este gobierno tiene un compromiso con el acceso a la información (como dice el artículo 3 de la Convención Americana de Libertad de Prensa) cuando ha destruido la base del entendimiento del diálogo político?
—Y qué dicen sus colegas del justicialismo cuando, por ejemplo, se les recuerda que las concesiones al Grupo Clarín fueron firmadas y otorgadas por el propio Kirchner presidente?
—¡Ah! Ellos escuchan y no dicen nada porque no se hacen cargo. Tienen el concepto de que el gran amigo hasta anteayer es, hoy, el demonio. Se ponen en la posición de que todos los demás son el Mal. Es como demonizar y, al mismo tiempo, victimizarse. Incluso, hubo una estrategia desde los distintos gobiernos, a partir del año 2000, de permitir la consolidación del cable en manos del grupo Clarín. En primer lugar, un decreto del año 2000 que suspendió el otorgamiento para nuevas licencias de cable. Nadie podía acceder a una licencia porque se había suspendido su otorgamiento. Y lo que era por 120 días duró hasta unos meses atrás. O sea, nueve años. Cuando Clarín empezó a comprar, lo hizo con comodidad porque se había cerrado la tranquera para que se sintiera más a gusto. Luego, en 2004, vencía la licencia por los primeros 15 años de Canal 13. Como sabemos, Kirchner se los prorrogó por diez años y, al año siguiente, por otros diez.
—Es decir, entre las dos disposiciones, veinte años de licencia.
—Luego, la Comisión de Defensa de la Competencia dictaminó que no había ninguna posición dominante ni monopólica y permitió la fusión de Multicanal y Cablevisión. Resulta entonces muy llamativo que esos mismos organismos y ese mismo gobierno ahora digan todo lo contrario.
—Por eso le preguntaban qué dicen sus colegas senadores ante estos datos contundentes.
—Nada. Le repito, Nada. Como no se hacen cargo; es como que ahora estamos con el mensaje de la pluralidad de voces, es decir que todos los medios que tengan algún tipo de preocupación por la validez jurídica de sus contratos están en un error terrible. Dinero, inversión. Esas son malas palabras. Ahora estamos con las cooperativas y las organizaciones de base. Y mire, yo creo que está muy bien que exista una reserva de espectro. Que es una buena medida para las organizaciones sociales y sin fines de lucro. Tal vez el 33% sea mucho pero me parece bien que no compitan en igualdad de condiciones con los medios privados. Lo que quizá no advierten el Gobierno y los que creen que ahora vendrá Disneylandia o Cristina en el País de las Maravillas es que no basta con tener una frecuencia sino que es importante que la gente escuche y reciba calidad. No es que se pone un programa en el aire y la gente tiene la obligación de escucharlo. De ninguna manera.
—Es importante recordar que el Gobierno tiene hoy dos fuentes importantísimas de difusión que son, por una parte, el excelente Canal Encuentro y por otra, Canal 7, que es muy desigual. Por ejemplo, allí se podría haber hecho una fusión sumamente interesante bajo las órdenes de un hombre talentoso y del oficio como es Tristán Bauer. Pero, no. Cada uno con su quintita.
—Es cierto. Así como Encuentro es excelente, el Canal 7, que ha mejorado la imagen, tiene sin embargo una parcialidad política notable. A nosotros, los senadores de la oposición, no nos han invitado a ningún programa para debatir esta ley. Fíjese que la BBC de Londres, que es quizás el canal público modelo en el mundo, denunció a Tony Blair cuando apoyó a Bush en la Guerra de Irak porque Blair (primer ministro entonces) sabía que no había armas químicas en Irak. Era un canal público denunciando a su propio gobierno. ¿Y por qué? Porque allí el ciudadano está por encima de cualquier otro poder. En cambio, en el proyecto de nuestro gobierno argentino la palabra “periodista” no existe, no figura, porque no se quiere reconocer el papel fundamental que desempeña la prensa. Hay toda una visión de cerrazón de la información tratando de apartar al periodismo profesional que, justamente, tiene la capacidad necesaria como para interrogar a los gobernantes, a los poderosos, a los empresarios, a los sindicalistas. A todos aquellos que tengan poder. Eso no les gusta. Y la BBC en sus estatutos dice todo lo contrario, que su misión es “fortalecer la ciudadanía y la sociedad civil”. Y para lograrlo, brinda periodismo independiente de la más alta calidad exigiendo que los periodistas de la BBC (Estenssoro lee los estatuos de la emisora británica) “deben ofrecer una amplitud y profundidad de opinión y análisis de una calidad infrecuente entre los demás proveedores de noticias del Reino Unido”. Fíjese cómo marca el estándar. Infunde tanta confianza que lo que la gente quiere ver es, justamente, el canal público a diferencia de lo que ocurre entre nosotros.
—¿Cómo se financia la BBC?
—Con fondos públicos, con publicidad y, además, con la transmisión de los grandes eventos deportivos. Y no de la manera con que lo estamos haciendo aquí. Se decidió cuando comenzó la globalización del deporte y por eso, hoy, internacionalmente tiene un peso muy grande.
—¿Usted diría, senadora, que ésta es una democracia autoritaria?
—Sí, muy autoritaria, y me hace recordar mucho a Bush. Los extremos se tocan. Durante la presidencia de Bush en Estados Unidos la gente, en la calle, decía: “Si usted no ve las cosas como él quiere, usted es su enemigo”. Bush dejó la presidencia con el 24% de apoyo. Desde Nixon, nadie había tenido una tan mala imagen. Cristina está en su segundo año de gobierno y según las estadísticas tiene el 23%. En América latina, es la presidenta con peor imagen. No creo que a los Kirchner les importe. Ellos quieren demostrar que detentan el poder y no les parece demasiado importante que la gente los apruebe y los quiera.
© Perfil - 04-10-2009
Este post fue publicado por editora, el Wednesday 7 de October de 2009 a las 0:26, bajo la sección Todas.
mi reflexión es la que sigue...
7 de October, 2009 - 10:36
el dispreciau dijo:
Mi estimada Señora SENADORA NACIONAL María Eugenia Estenssoro: a medida que avanzamos en este concierto desafinado de desatinos político-sociales, económicos y de índoles diversas, tantas otrora inimaginables que producen un estado de burn-out social de características dramáticas están induciendo en los argentinos a un estado de histeria colectiva que además de no ser bueno está instalando una extraña aceptación del “estado de conflicto” permanente.
El poder ejecutivo se sustenta en la hipótesis de conflicto y lo genera a discreción, induciendo circunstancias que van in crescendo hasta alcanzar un nivel de decibeles insoportable…
Cualquier frente para el que Usted pueda dirigir su mirada, hallará un temible potencial de “choque” orquestado por manipulaciones políticas que no guardan razón alguna, aún cuando se les quiera conferir el concepto de “estrategia”.
Desde mi punto de vista, habiendo nacido cuando amanecia la década del 50 y habiendo transcurrido los avatares consecuentes que dieron por tierra con un país coherente manejado por un estadista de los quilates de Arturo Frondizi o las capacidades de otro exponente de nuestra política, entonces en extinción, Arturo Illia, han dado como consecuencia una sociedad desintegrada en un contexto de enfrentamientos inútiles que se sustentan hasta hoy habiendo nacido en el seno político-militar para luego instalarse en la sociedad como modelo de vida… siempre descalificando, siempre matando al mensajero, siempre disimulando o negando, siempre expresando soberbia y/o necedad, siempre negligente, siempre enseñando impericia e incapacidad de gestión.
Cada gobierno que llega, la sociedad suma expectativas que son rápidamente defraudadas hasta el hartazgo.
Lo que está sucediendo con la LEY de MEDIOS no es distinto a la conducta expresada con el polo productivo agrícola. Todo es depredación injustificable.
El país se rige hoy por leyes nacidas en la gestión Videla y a nadie se le ha movido un pelo durante más de dos décadas… lo cual no es un tema menor.
El matrimonio Kichner orquesta un estado de atropello permanente y esta incipiente LEY promete producir males mayores, sencillamente porque desarticula y desintegra dos factores que hacen a la esencia de la democracia:
1. extermina la libertad de expresión, condicionándola a sus discrecionalidades políticas, lo cual es terrible (no encuentro otra palabra)…
2. invade definitivamente la propiedad privada y la destruye (extermina las garantías individuales que provee la Constitución Nacional) al crear por primera vez en la historia un carácter retroactivo para dañar el ejercicio de la misma.
Indudablemente, pretenden avanzar hacia los medios para manipular a una opinión pública ahogada en problemas que no hallan ni respuesta ni tampoco solución alguna ya que aquí el estado no se ocupa de las necesidades de nadie, salvo del amiguismo y las conveniencias que indica la coyuntura.
Los millones de pobres, marginados, indigentes y excluidos que crecen sin solución de continuidad desde la década infame de los noventa, son una muestra clara de las impericias de una clase política frívola que sólo vela por sus intereses personales, restando institucionalización a un país diezmado por las incoherencias y las obsecuencias.
Lamentablemente esta gestión política ya no guarda ni un ápice de credibilidad, la cual aparece como irrecuperable. Pero dicha condición alcanza a la clase política como un todo, sea por acción o por omisión… esta es la percepción de las personas en la calle, para unos más y para otros menos, pero está generalizada.
Al morir la libertad de expresión en la Argentina, luego de vivir en un país desconectado, donde trasladarse de un lado al otro es una aventura, donde las escalas productivas están pulverizadas y donde la anarquía reina sosteniendo niveles de inseguridad creadas para dominar la consciencia social, todo promete conducirse hacia un estado de terrorismo democrático, novedoso por cierto, aunque nefasto de cara al futuro.
No creo que este contexto pueda conservar su equilibrio por mucho tiempo. Por el contrario, son tantas las variables que están fuera de su eje de gravedad que todo parece conducir hacia un estado de conflicto mayúsculo donde unos pocos “matones” contratados por el poder ejecutivo se transformarán en patrones de la vereda social a efectos de asegurarle al matrimonio que el miedo blinde los silencios y mate a las dignidades.
Este gobierno pasará a la historia como una expresión de atropello masivo a los derechos humanos a cambio de favorecer las conveniencias de los pocos.
Lo único que espero como ciudadano es que a partir de esta calamidad, la sociedad argentina decida participar seriamente, no regresando al modelo menemista-duhaldista-macrista-aliancista- que tanto mal nos ha hecho como país… pero tampoco quisiera ver a la inconsistente expresión del PJ disidente donde algunos se muestran como ovejas cuando en realidad esconden a lobos hambrientos enojados porque les quitaron la comida.
Agiornada, esta historia está repitiendo los males de la etapa Isabel Martínez y su salida hacia la iniciativa de Jorge Rafael Videla… a ninguno le importaba nada más que su propia chapa y así Argentina se encuentra en una caida libre que lapida oportunidades y desprecia capacidades. Esta LEY de MEDIOS no es más que una burla a la sociedad… una más.
Un cordial saludo
file448
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