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Jakelin y Felipe, Alan y niños Wayuu: chiquitos muertos de pobreza
Autor: Ricardo Chica Avella
12 enero de 2019 - 09:02 PM
Todos estos casos señalan a un problema pavoroso que afecta cientos de miles de niños en todo el mundo, sobre todo pero no exclusivamente en situaciones de conflicto.Cartagena
La muerte de un niño es siempre una tragedia, pero esta tragedia se torna más dolorosa y escandalosa cuando es precipitada por condiciones de violencia y marginalidad como las extendidas por toda la geografía universal. La situación en CA ha conducido a las muertes de Jakelin Caal y Felipe Gómez (el mismo apellido de la muchacha guatemalteca maya asesinada de un tiro en la cabeza), el detenido por las autoridades de inmigración en El Paso 18/Dic y muerto la Nochebuena (que ironía cuando un tercio de la humanidad celebra un niño que habría de tomar partido por los pobres); chiquitos que acaban de morir bajo custodia de la autoridades americanas de inmigración, ella de deshidratación y el parece que por una afección respiratoria (lo que refleja las condiciones inhumanas que de acuerdo con una visita de parlamentarios sufren los niños inmigrantes en esos centros, para no hablar de la violencia filmada en uno de ellos de parte de los empleados para con los niños). Lo mismo que Alan Kurdi el chiquito ahogado intentando pasar en un inflable entre Turquía y Grecia cuyo cuerpo fue encontrado en una playa en Turquía. Todos estos casos señalan a un problema pavoroso que afecta cientos de miles de niños en todo el mundo, sobre todo pero no exclusivamente en situaciones de conflicto: en Yemen (sitiados y bombardeados por SA y sus aliados que incluyen el apoyo USA y UK), los Rohingya (Myanmar/Bangladesh), Sudaneses, Somalíes, Palestinos (sitiados en Gaza) y colombianos, pues Colombia ostenta el horrible honor de tener el mayor número de refugiados internos en el mundo y que entre los Wayuu en la Guajira se observen tasas de mortalidad infantil mayores que países africanos (cantidad de niños mueren de hambre y de sed). ¿De qué estamos hablando? De horrores como el captado en esta foto de una chiquita https://www.nytimes.com/2018/11/01/world/middleeast/yemen-starvation-amal-hussain.html muriendo de inanición en Yemen por el bloqueo encabezado por Saudí Arabia (cuyo príncipe gobernante contrasta en su canallada y bellaquería con la humanidad del príncipe en EAU que ha construido el mayor hub del mundo para conectar oferta y demanda de ayuda humanitaria), o como este chiquito muriendo de sed y de hambre en Sudan http://100photos.time.com/photos/kevin-carter-starving-child-vulture#photograph una vergüenza, un pecado imperdonable de un mundo con los recursos para evitar estos horrores que claman al cielo.
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Concentrandonos en los casos anunciados en el titulo (dejando por fuera por falta de espacio los horrores de Yemen), los padres de Jakelin Caal y de Alan Kurdi, llegaron a enfrentar los peligros del desierto Chihuahuanense (ruta menos vigilada pero más peligrosa) y de navegar el Mediterráneo oriental (en un botecito inflable) en el esfuerzo por sacar de la pobreza extrema a sus hijos, y abrirles oportunidades en la vida, o simplemente sacarlos de situaciones de violencia y terror; lo que los fuerza a asumir riesgos, difíciles de creer y de entender, pues las condiciones en las cuales tratan de emigrar son tan precarias y tan azarosas que condujeron a la muerte de sus hijos. Una buena medida de la desesperación que genera el estar atrapados en círculos viciosos de pobreza (causalidad circular acumulativa entre la ausencia o la carencia de los factores del desarrollo) en la cual surge una interrelación sinergética entre violencia y pobreza, es la increíble disposición a correr los riesgos inauditos en la emigración inicial. Encoje el corazón considerar el pavor de esa chiquita cuando ella con su padre fueron atrapados por Customs and Border Protection por lo que no tiene nada de raro que haya entrado en shock (recordemos la desgarradora foto de la chiquita hondureña llorando también de pavor viendo como retenían y requisaban a su mamá). Un hecho escandaloso a nivel político (símbolo de la política Trump que separa y mantiene separados de sus padres a los niños inmigrantes ilegales reteniéndolos en centros de detención en las condiciones inhumanas denunciadas); como humanitario, pues se trata de la violación de los derechos humanos de los miembros más débiles de la sociedad, cuyo trato (como lo han dicho Gandhi y Piaget) revela su calidad. Después de considerar algunos aspectos de los casos mencionados y de la estructura básica que constituyen su contexto socioeconómico, terminaré argumentando acerca de las causas de que sucedan violaciones de los derechos humanos tan pavorosas en términos de por una parte la exclusión económica de las víctimas en esa estructura social de pecado que son empujadas a migrar por pobreza; y por otra de la codicia de los poderosos, y del significado de esta violacióndesde el punto de vista ético tanto el de esos derechos (consignados en la declaración de independencia en USA influenciada por la ilustración europea y en la Declaración Universal) como el del Evangelio de Jesús.
Los casos de Jakelin y de los niños Wayuu tienen en común el que se trata de trampas de pobreza que hacen imposible superar la marginalidad y señalan la inequidad rampante a varios niveles, de la cual los grupos indoamericanos han padecido desde la conquista. Mayas y Wayuu están al fondo de la estructura social cuyos mecanismos de inequidad concentración y exclusión han operado históricamente y no cabe esperar se reviertan con la globalización con su dinámica inherentemente concentracionista y excluyente. Es lo que han estado destacando en una perspectiva más general Stiglitz y Piketty reflejado en cifras de creciente concentración como que en el mundo la mitad inferior posee 1% de la riqueza y el 1% superior posee más del 50% o que de 2010 a 2015 éste incremento su participación de 45% a 50% mientras el resto 99% se movió inversamente, siendo que en Colombiaostentamos unos de peores índices de concentración (Gini y Palma). Lo que siempre ha sido cierto es ahora más contundentemente claro: mientras en los segmentos de la población en los que se concentran los activos y las capacidades operan los círculos virtuosos del desarrollo en los cuales el feed back positivo entre sus factores (acumulación de activos e integración económica) opera en espiral ascendente, quienes carecen de ellos quedan atrapados en trampas de pobreza en los que el feedback positivo (carencia de activos y de integración económica) opera en espiral descendente. Resulta así que cuando Jesus afirma Al que tiene, más le será dado, y a quien no tiene incluso lo poco que tiene le será quitado, está enunciado la ley de hierro del desarrollo económico. Sobre la estructura básica del patrón de desarrollo excluyente se agregan las brechas agudizadas o creadas por la globalización, concentración y exclusión que proceden a nivel internacional entre países, entre regiones entre grupos socioeconómicos. El marginamiento ha sido agudizado por el hecho de que la explosión en flujos de capital y del comercio internacional que tuvo lugar entre los noventa hasta la crisis del 2008 no estuvo acompañada de un similar crecimiento del empleo (jobless growth), pero si de una brecha creciente entre los poseedores de capacidades, activos productivos y conexiones en las redes financieras y tecnológicas y los que carecen de estas. Claro este marginamiento constituye el contexto de su agudizamiento entre quienes viven en extrema pobreza al fondo de la estructura social como los Mayas y los Wayuu, en los que dichos círculos han operado por siglos (manteniendo o profundizando su marginalidad).
Pero Yakelin comparte también con Alan el estar huyendo de una situación de postconflicto así la guerra con sus masacres (no solo en Guatemala sino también en el Salvador) haya terminado. Otra convergencia es pues las guerras que han destrozado Irak y Siria, en el caso de Alan; y la guerra en CA, en la cual USA apoyó extremistas de derecha subiéndolos al poder derribando gobiernos populares y reprimiendo (léase asesinando) mayorías democráticas, en Guatemala el Salvador y Nicaragua (como decía Roosevelt Somoza es un HP pero es nuestro HP). Desde el punto de vista de la posibilidad de escapar una trampa de pobreza dicha brecha se ve agravada en estas situaciones de conflicto en las cuales la violencia entra a funcionar como un pivote fundamental de los círculos viciosos de la pobreza con los cuales interactúa en forma perversa con la destrucción de capital no solo productivo sino también infraestructural, humano e institucional de manera que las interrelaciones entre pobreza y violencia interactúan en una sinergia muy difícil de superar. Lo que tuvo lugar en Centro América (Nicaragua, y el llamado triángulo Honduras, Salvador, Guatemala) de los 70s a los 80s, cuando se convirtió en campo de batalla de la guerra fría, fue lo mismo que había sucedido en toda la geografía universal cuando USA, incapaz de distinguir entre movimientos nacionalistas populares y comunistas (empujándolos, con su negativa de apoyo a buscar el de Moscú) desató una ola de represión que incluyó masacres (Indonesia y Argentina) y asesinatos de líderes políticos (P Lumumba en la RDC y Allende en Chile), apoyando dictaduras asesinas que protegían los derechos de Multinacionales en contra de los de sus pueblos.
Dictadores y generales asesinos recibieron entrenamiento en SOA, School of the Americas (“School o assesins” denunciada en la resistencia pacífica en USA encabezada por los sacerdotes R Burgeois y D Berrigan sj), cuyos graduandos participaron en los asesinatos de Mons. Romero y las hermanas Maryknoll en el Salvador (1980) y de los seis jesuitas en la UCA (1989), incluyeron todos los dictadores centroamericanos y sus generales (ej. la guardia nacional de Somoza). A USA se le está devolviendo con el problema de los inmigrantes de CA sus intervenciones en El Salvador y en Guatemala en donde desencadenaron y sostuvieron guerras civiles que cerraron el camino a opciones políticas progresistas (claro también en Nicaragua en donde pasó de apoyar a el criminal Somoza a hacerlo con la también criminal Contra fortalecida por la alianza de Reagan con Juan Pablo II, quien estaba obsesionado con su polonización del conflicto nicaragüense); siendo que además es la demanda americana la que estimula un narcotráfico que aterroriza a la población con crímenes atroces repugnantes.
Adicionalmente en los casos de Alan y Yaqueline se trata en ambos de nacionalidades marginadas y oprimidas. En el caso de Alan, los Kurdos, nacionalidad condenada a la opresión y la marginalidad en los países en los cuales UK y Francia organizaron la región con el colapso del Imperio Otomano (Irak y Siria) privando esa Nacionalidad de un Estado, así como Irán y la misma Turquía. En el caso de Yakelin, los Mayas quienes desde la conquista Española han sufrido, como todas las naciones precolombinas, toda clase de vejámenes adicionando a esa conquista, el despojamiento de sus tierras en el siglo XIX y las masacres de la represión a su alzamiento en los ochenta (al menos 200.000 muertos en lo q denominan el tercer holocausto). Cuando los noticieros muestran a la familia de Yakelin viviendo en pobreza extrema (en una choza sin piso, descalzos, los niños con unas miradas de amargura que reflejan su sin salida, como las que uno ve en niños wayuu en la Guajira, manifestando un dolor que encoje el corazón), están mostrando la personificación paradigmática del resultado de esos procesos.
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Pero no se necesita una situación de conflicto que amenace la supervivencia de una familia para que acontezca la muerte de niños víctimas de la pobreza como dolorosamente lo muestra la muerte de niños Wayuu, víctimas de lo que CELAM Medellín denomino “violencia institucionalizada” (pobreza, analfabetismo, exclusión política, represión, etc.), ejercida en el caso de la Guajira mayormente por políticos corruptos que se roban los recursos para su educación y su salud. En la Guajira colombiana abundan las muertes de niños con estadísticas similares a las de Ruanda un país que fue diezmado por la inclemente lucha entre Tutsis y Hutus. Los niños wayuu mueren de pobreza extrema (carencia de alimento y bebida, así como de atención médica y en general salubridad) en sí misma una forma de violencia ejercida en primer lugar por esos políticos que gestionan para su propio beneficio tajadas enormes del gasto social del departamento y la inversión pública (que llega a extremos macondianos como esos puentes abandonados en la nada en medio del desierto). Ejemplos son la forma como reemplazaron la gestión de la educación que adelantaba la Iglesia (cuando el representante de ésta se negó a pagar la correspondiente coima para que renovaran el contrato) entregando esa gestión a una empresa de papel creada de afán la víspera, que como tal no llenaba los requisitos para concursar empezando por experiencia en el área de educación; y el horror de la represa del rio Ranchería en donde se presentó un daño patrimonial fiscal monumental y no se dio cumplimiento a las medidas ordenadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la atención de las necesidades básicas de los niños Wayuu, pues el agua no llegó a la mayoría de las localidades para las cuales estaba destinada. Esta situación juzga especialmente a estos ladrones de la educación y la salud de los pobres y a los poderosos que se alían con ellos para explotar éstos. Pero también a todos los colombianos que nos beneficiamos de una estructura social de pecado, incapaz de atender las necesidades más elementales de los más pobres, que genera monstruosidades como la situación de los Wayuu y sus chiquitos. Como lo dijo Gandhi la pobreza es la peor forma de violencia, de la cual en casos como ellos todos somos sus perpetradores.
Se trata de situaciones que configuran una grave violación de sus DDHH (privados de un horizonte y capacidades de desarrollo) y su dignidad humana, en contra de principios democráticos consignados por Jefferson en la declaración de independencia americana (todos los hombres son creados iguales) que influenciaron movimientos emancipadores universalmente. Sobre la base de la noción de la ilustración del contrato social (del cual minorías como los Wayuu son excluidos … o se les han impuesto unos términos muy adversos…) Jefferson fundamenta desarrollos como la teoría de la justicia como equidad de Rawls según la cual todos merecen los mismos derechos y oportunidades, lo que implica que los miembros más desventajados deben ser especialmente beneficiados en la distribución de los bienes sociales. Se trata de fundar los derechos humanos en la dignidad humana (sin duda un concepto de origen cristiano-paulino proveniente de nuestro ser todos hijos de Dios en Cristo) como lo hace la declaración universal y p ej. la constitución alemana. Pero también desde el punto de vista cristiano estas formas de exclusión están reñidas con la inclusividad del reino de Dios y el universalismo paulino (sin duda a la base de tal igualdad). En Jesus encontramos los dos estadios o niveles éticos que fundamentan la crítica de las violaciones de los DDHH en la noción de dignidad humana. Al nivel básico que se refleja en principios morales fundamentales como la regla de oro (haz a los demás lo mismo que tu quiera que ellos hagan a ti) que Kant se apropió (trata a los demás como quieras que ellos te traten) y su relacionado imperativo categórico en sus dos versiones (actúa conforme una norma que consideres pueda ser una norma universal, el ser humano no puede ser medio sino fin en sí mismo). Y al nivel evangélico propio del Reino de Dios según el cual el pobre necesitado tiene una dignidad especial que proviene de que el mismo Jesús se identifica con él (todo lo que hicieron a ellos a mí me lo hicieron) de manera que para Jesús la injusticia con el marginado como el niño inmigrante (que es débil y por consiguiente protegido por Dios por triple concepto, como extranjero bíblico, como niño y como pobre necesitado) tiene una especial gravedad (cuanto Dios se pone al lado y detrás del débil es claro cuando Jesus condena con promesa de castigos severos a quienes dañen a un niño). Dios está del lado de las víctimas (ancianos, niños incluidos los no nacidos, marginados) manifiestamente en el antiguo testamento (las viudas y los huérfanos, los forasteros, inmigrantes o desplazados) en contra del poderoso y más aún en la inversión de la jerarquía de valores que anuncia Jesus con la llegada del reino. Así lo muestra los términos de la celebración de su venida en el Magníficat, el que los más pobres (pastores) hayan sido los destinatarios del primer anuncio de esa venida, el anuncio de la llegada del reino a los pobres en la sinagoga de Nazaret al inicio de su ministerio, las bienaventuranzas, y el texto sobre el juicio en Mateo 25. Pero además, nada puede distorsionar la contundencia del hecho de que Jesús no tuvo que optar por los pobres para privilegiarlos en su ministerio, el nació, vivió y murió como uno más entre ellos. marginados a quienes está dirigida la misión de Jesús, recipientes del anuncio del Reino: son la gente del pueblo (clases bajas) de Galilea, desempoderados de la periferia, pobres y desarrapados, despreciados por las clases altas y las autoridades del centro (Jerusalén), por quienes Jesús toma partido y quienes toman partido por Jesús en contra de estas.
Una sociedad en la cual suceden horrores como los que venimos comentando está siendo severamente juzgada en su pecado estructural de codicia por la postura de Jesus, además de ser cuestionada y confrontada por la afirmación de los derechos y la dignidad humana de los fundamentos de nuestras supuestas democracias. La responsabilidad por la violencia de la pobreza extrema (como vimos, acertadamente descrita por Gandhi como peor forma de violencia) radica en múltiples actores e instituciones. Estas muertes nos debieran hacer ver que todos somos responsables al disfrutar una posición privilegiada en una estructura social muy bien definida como violencia institucionalizada. Particularmente los políticos corruptos y aquellos poderosos que explotan a los pobres, pero todos somos juzgados por la opción preferencial por los pobres del mismo Jesus, la cual debería sensibilizarnos al pecado estructural de un orden social injusto (desorden establecido) que constituye violencia institucionalizada. ¿Por qué es importante la posición cristiana o de la Iglesia católica de los pronunciamientos de Francisco (que tienen como base la rica tradición del Pensamiento Social Católico, las contribuciones de varios Papas, del concilio VII y de las conferencias episcopales de Medellín y Puebla en Latinoamérica) manifiesta en la opción preferencial por los pobres (lanzada por los gigantes Juan XXIII al anunciar el concilio VII y el Padre Arrupe quien acuñó esa denominación)? Porque la lucha contra la pobreza requiere de una base ética que conduzca a una conversión al pobre algo capaz de remover nuestro acomodamiento participante en dicho pecado estructural. Esta tradición que vuelve a la original opción preferencial por los pobres de Jesus y la recupera en forma relevante para nuestro tiempo se refleja del lado protestante en la opción (de grandes teólogos Barth; Tillich, Bultman, Moltmann, World Council of Churches) por concepción del socialismo democrático europeo la cual ofrece otra veta para el desarrollo de opciones al capitalismo extremo.
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Y volviendo para cerrar con el problema de las migraciones, desde luego los pronunciamientos de Francisco y los de la Sra. Merkel (y sus ministros) la política más poderosa del mundo (educada en el hogar de un pastor luterano) quien se jugó su carrera política en favor de los migrantes (solo Alemania, la sociedad que tuvo la capacidad de soportar la reunificación, tan influenciada por los principios socialdemócratas y democratacristianos, era capaz ayudar a 1`de inmigrantes), son claves. Pero la tragedia es que estos son la voz que clama en el desierto frente a un problema que no es susceptible sino de empeorar, similarmente que el otro problema que demanda soluciones de gobernancia global que la codicia capitalista nos impide implementar, el colapso ambiental, el cual complicará el de las migraciones a dimensiones apocalípticas (naciones enteras migrando expulsadas por el alza del nivel del mar, las sequias, la falta de agua y de alimentos, los huracanes, etc.). ¿Podemos esperar algo diferente a esta incapacidad de favorecer el bien común de un sistema que alienta e institucionaliza la codicia y los consumos suntuarios exorbitantes de sus privilegiados? (indiferente a que el solo hecho de que 1/5 de los habitantes de China e India intenten consumir a niveles más cercanos a los de USA, con sus alucinantes volúmenes de demanda por recursos naturales y energéticos, creará presiones que el sistema económico desde su base ecológica no podrá soportar).
Los problemas estructurales de diferencias entre el Centro –Norte y la Periferia-Sur y la descomposición económica y política en este último no ofrecen esperanzas de solución, más aún cuando la crisis ecológica golpeará cada vez más a los grupos más vulnerables. O sea que los factores de empuje (pobreza, terror en la periferia) seguirán operando, con el agravante de que no es solo que el tribalismo detestable de algunos nacionalistas en la UE y en USA se fortalecerá a medida que el problema migratorio se complique más. Realmente es un problema insoluble: por una parte, efectivamente las economías europeas (a diferencia de la gigantesca economía americana que paradójicamente no recibe refugiados de MO después de que ellos fueron los que desataron el caos en la región) no están en capacidad de absorber y atender las necesidades sociales de multitudes de inmigrantes, de manera que la reacción de los nacionales cuyas necesidades no están siendo atendidas adecuadamente por problemas fiscales es obvia ante el desvío de recursos en favor de esas multitudes; por otra, medidas draconianas como las de los regímenes de Europa Oriental (¡que animal político el que produjo el stalinismo!) tienden a crear emergencias humanitarias severas cuya atención desplazan a sus vecinos (un conflicto inmanejable al interior de la UE que pondrá a ésta en crisis).
Pero limitándonos a las dos regiones de las cuales hemos estado hablando MO y CA, en el corto plazo lo urgente es poner fin al caos y la violencia en el primero que desató la funesta y desastrosa invasión a Irak, mediante salidas negociadas en los varios conflictos, las cuales lamentablemente son imposibles con fanáticos fundamentalistas de ideologías medievales (ISI Alkaeda), pero deberían serlo en Siria y quizás en Afganistán. Y en CA un fortalecimiento de las instituciones incluidas las del postconflicto que facilite la derrota de las bacrim que tienen desolados varios países y aterrorizadas a sus poblaciones. Y en el mediano y largo plazo ambas regiones requieren Planes Marshall que fortalezcan sus estructuras económicas de manera que puedan retener sus poblaciones mediante integración a un crecimiento inclusivo en forma de resolver el problema en su fuente.
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