De las 10 películas nominadas al Oscar de este año, tres están protagonizadas por negros y abordan temáticas raciales.
Se trata de Fences, interpretada y dirigida por Denzel Washington, sobre un padre afroamericano que saca a su familia adelante en los EEUU de los años 50, luchando contra los prejuicios raciales.
Otra es Moonlight, dirigida por otro cineasta de color, Barry Jenkins, sobre la evolución de un niño negro de Miami hasta la edad adulta.
Y la tercera es Figuras ocultas, sobre el papel decisivo que tuvieron tres matemáticas afroamericanas durante la carrera espacial.
La segunda -Moonlight- ha sido unánimemente alabada por la crítica y tiene muchas posibilidades de ganar, de forma que el máximo galardón de Hollywood podría volver a ser negro.
Las películas, las series de televisión, la moda y hasta la alta política -hemos tenido dos legislaturas seguidas de Obama- pueden dar la falsa sensación de que la negritud -de la que hablaban Sédar Senghor y otros autores francófonos, no sin un punto de pedantería literaria- es trending topic en la cultura americana.
Pero eso no es más que la fachada. EEUU apenas ha progresado desde que Martin Luther King luchaba contra la segregación racial en la América de los años 60. Que se lo pregunten a Black People Against Abortion (Personas Negras Contra el Aborto), la organización de derechos civiles que asegura que en los últimos 40 años, han muerto más personas de raza negra abortados que la suma de los que han perdido la vida por el sida, el cáncer, la diabetes, enfermedades cardíacas y crímenes violentos, incluidos los del Ku Klux Klan.
El hecho no es casual. Sino que obedece a un plan deliberado desde principios del siglo XX. Te daré un dato del que casi nadie hablaba… hasta ahora: los centros de Planned Parenthood abortan al 30% de los bebés de color, es decir 266 bebés negros son asesinados antes de nacer.
En este sentido, la multinacional abortera -a la que Trump quiere colocar financieramente contra las cuerdas-, no hace sino aplicar el ideario eugenésico y racista de su fundadora, Margaret Sanger.
La señora Sanger pretendía controlar la población, ya en los lejanos años 30 del siglo pasado, para conservar la pureza de la raza blanca, incontaminada por gérmenes de razas inferiores, o por los de los enfermos y los débiles. No, no es una novela de terror, tales cosas aparecen en los escritos de la fundadora de Planned Parenthood.
Poco a poco, asociaciones afroamericanas y pro-vida van destapando los hechos. Y sacando a la luz los vasos comunicantes entre el racismo, las políticas anti-natalistas y el crimen del aborto. Una cruzada políticamente incorrecta, ya que se enfrentan a todo el establishment de Occidente.
¿Qué podemos hacer? Dar voz a las víctimas de ese genocidio silenciado, como hemos hecho en Actuall, con un interesante reportaje firmado por Beatriz de la Rosa, donde aporta datos poco conocidos.
Te lo ofrezco en exclusiva como suscriptor de Actuall.
Nos daremos por satisfechos si reportajes como éste deshacen tópicos como el que asocia racismo con Hitler. El dictador nazi no fue el único ni el primero que creyó en la supremacía de una raza… intelectuales anglosajones de los muy democráticos EEUU y Reino Unido sostenían teorías eugenésicas, como si fueran científicas, a finales del siglo XIX y principios del XX.
Lo inquietante no es eso, lo inquietante es que, a día de hoy, la industria del aborto las esté aplicando al pie de la letra.
Alfonso Basallo y la Redacción de Actuall.
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