lunes, 13 de julio de 2015

YERBA AMARGA DE MATE ESCLAVO ▼ LA ARGENTINA QUE NO SE VE ▼ Buscan juntar 100 mil firmas para tomar mate libre de trabajo infantil | La Voz del Interior

Buscan juntar 100 mil firmas para tomar mate libre de trabajo infantil | La Voz del Interior



Buscan juntar 100 mil firmas para tomar mate libre de trabajo infantil

Se trata de una campaña impulsada por la ONG “Un sueño para Misiones”. Proponen un sistema de certificación para la yerba que no haya sido cosechada por niños. Buscan firmas en la plataforma Change.org para elevar el petitorio a la Nación. El futbolista Javier Mascherano se sumó a la iniciativa. 



Los más vulnerables. Los niños comienzan a trabajar entre los 4 y los 13 años. Foto: Pablo Valle / "Un sueño para Misiones".



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Es el compañero fiel de miles de argentinos. El mate es encuentro, es diálogo y también inspiración. “Nuestra bebida nacional, oculta dos componentes: la pobreza y el trabajo infantil”, explica Jorge Kordi, responsable de Comunicaciones de la ONG “Un sueño para Misiones”. Miles de tareferos que cosechan artesanalmente las hojas de la yerba, se ven obligados a que sus hijos trabajen en los cultivos por necesidad extrema. 
¿Cómo te gusta el mate? ¿Dulce, amargo, tibio, con esencias que le dan un toque especial? Desde la Organización buscan consolidar un petitorio, basado en la consigna: “Me gusta el mate… Sin trabajo infantil”, para elevar un proyecto al Congreso de la Nación. La meta son 100.000 firmas y vos podés ayudar dejando la tuya, acá. Hasta el momento, 15.000 argentinos adhirieron a la causa. 
El petitorio de la Fundación "Un sueño para Misiones".
El objetivo final es crear un sistema de certificación, que permita distinguir la yerba mate “libre de trabajo infantil”. El consumidor final podría elegir los productos etiquetados con esta categoría, que tendrían un leve aumento respecto al precio regular. Lo recaudado sería destinado a duplicar el salario de las familias cosecheras y a los productores que regulen el trabajo en sus campos. 
Para asegurar la transparencia en el proceso, el proyecto de ley contempla que las universidades públicas, que así lo elijan, realicen la certificación, recibiendo los fondos que les permitan sostener dicha tarea. Con la convicción de que estas medidas son posibles, desde la Organización aseguran: “Cuando a los sueños les ponés fecha se transforman en meta y cuando vos trabajás para una meta se transforma en realidad”.
¿Cómo es la vida del tarefero y su familia?
La ONG “Un sueño para Misiones”comenzó su trabajo fundando bibliotecas populares en comunidades pequeñas que no tenían acceso a los libros. “En un principio, nos pusimos una meta alta: 10 bibliotecas populares, con no menos de 1.000 libros, en 10 meses. Salimos con Patricia Ocampo- fundadora de la ONG- a preguntarle a las personas cuál era su sueño, que se podía anotar en una libreta que nosotros llevábamos y así empezamos a invitarlos a conectarse con sus sueños. Para romper con el ´no se puede´, nos propusimos crear estas bibliotecas”.
Cuando asumieron el desafío, eran necesarias 150 bibliotecas populares. Se estima una cada 5.000 habitantes. Hasta el momento, llevan inaugurados 21 establecimientos en todo Misiones, en lugares de pobreza extrema. Detectaron que muchas familias que viven en ese contexto, eran o habían sido tareferas. Para cambiar su realidad, decidieron ponerse en marcha y dar visibilidad a la problemática.
Los más vulnerables. Los niños comienzan a trabajar entre los 4 y los 13 años. Foto: Pablo Valle / "Un sueño para Misiones".
“La gente tiene una idea totalmente desdibujada del tarefero. No viven en el campo, viven en el conurbano de las ciudades, en casillas de madera precarias o carpas improvisadas. Los chicos no tienen acceso a la educación. Toman agua contaminada. Ves a los niños con llagas en la boca, producidas por la contaminación en el agua. En algunos casos, instalan a los padres de familia en el yerbal y se pasan 22 días sin baño, les cobran la comida por lo menos un 40% más cara de lo que la pagarían en cualquier almacén. Hay un imaginario que no tiene un correlato con la realidad, con lo que se sufre y la falta de oportunidades que tienen ellos”, explica Jorge Kodi. 
Los niños son los más vulnerables. La mayoría comienza a trabajar entre los 4 y los 13 años. Se ven expuestos al peligro en los campos de yerba mate, en contacto con agroquímicos y herramientas que ponen en riesgo su vida. En muchos casos, tienen que permanecer desnudos mientras aguardan que se les seque la ropa porque no tienen otra muda para cambiarse. “No podemos dejar que un chico continúe en el yerbal, sin importar de quién es la responsabilidad. Tenemos que sacarlo de esa realidad para que esté en la escuela o jugando”, afirman desde la Organización.
El 70% de niños cuyas familias cosechan yerba mate no tienen cobertura salud.
Identificarse con el dolor ajeno
Las cifras que involucran a los niños, dadas a conocer por la ONG “Un sueño para Misiones”, son alarmantes:
  • PRODUCCIÓN INTENSA. El 90% de la yerba Mate que se consume en Argentina y el 60% de la que se consume en el mundo se cultiva en Misiones con trabajo infantil. 
  • SIN ACCESO A LA EDUCACIÓN. El 16% de los menores no concurrió nunca a la escuela y se dedica al trabajo rural para ayudar a subsistir a su familia. 
  • DESPROTEGIDOS. El 70% de niños cuyas familias cosechan yerba mate no tienen cobertura de salud. La mayoría comienza a trabajar entre los 4 y los 13 años.
  • EXTREMAS CONDICIONES DE VIDA. El 80% de dichas familias usa letrinas y el 40% no cuenta con agua potable.
El caso de Fernando, Lucas y Edgard, los adolescentes que perdieron la vida cuando viajaban junto a otros niños en un camión destartalado rumbo al Yerbal, fue el límite que llegó a la Fundación para decir basta. 
Foto: Pablo Valle / "Un sueño para Misiones".
Visibilizar la situación y colaborar en el cambio es una responsabilidad de todos. Con la certeza de que es posible, Jorge Kodi comparte una invitación: “Para ser solidario tenés que ser valiente porque todo el tiempo trabajamos para escaparnos del dolor. Cuando tenemos más o menos nuestra situación personal arreglada, cuando estamos cómodos, nos cuesta conectarnos con el dolor del otro. Pero es ese dolor el que te guía. Es como un GPS que te dice hacia donde tenés que ir. Cada uno de nosotros puede abrazar y salvar a esos niños que trabajan en los campos de cosecha”

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