sábado, 4 de abril de 2015

EL RESULTADO DE LOS ESTADOS AUSENTES ▼ CUANDO EL DESPUÉS ES DEMASIADO TARDE PARA EL FUTURO ▼ Demasiado tarde para Yerson | Planeta Futuro | EL PAÍS

Demasiado tarde para Yerson | Planeta Futuro | EL PAÍS



Demasiado tarde para Yerson

Limpiar la tierra de minas y mejorar la atención a sus victimas son los retos de Colombia

Las FARC se comprometen a colaborar indicando dónde colocaron las bombas





Una víctima de una mina anti persona hace ejercicios de rehabilitación.

Una víctima de una mina anti persona hace ejercicios de rehabilitación. / JAVIER SULE


Las FARC dejarán de colocar minas anti persona y dirán dónde están los campos de explosivos. Era este un deseo largamente esperado por un país como Colombia que figura en las estadísticas como uno de los más minados del mundo (el 4 de abril se celebra el Día Internacional contra las minas). El reciente acuerdo entre la guerrilla y el Gobierno en las negociaciones de paz de La Habana permitirá iniciar las tareas de desminado y con ello limpiar los territorios afectados por estos artefactos.
Para Yerson Fabián Castellanos este acuerdo llega ya demasiado tarde. Él es uno de los 1.125 niños y niñas que ha sufrido la tragedia de pisar una mina en Colombia. Sabe que jamás volverá a recuperar su pierna, pero se muestra feliz porque quizá nadie más tenga que pasar por lo mismo que él. Su país es el segundo con más menores víctimas de estas armas no convencionales, según la ONG Campaña Colombiana Contra Minas (CCCM)
A Yerson la vida le cambió radicalmente hace siete años. Tenía 10 cuando ocurrió el accidente. Aquel día caminaba con su madre por las veredas de Cabrera, el municipio de la región de Cundinamarca donde vivían. Se les hizo tarde y el ejército no permitía transitar por determinadas zonas a partir de las seis de la tarde, así que decidieron regresar tomando un atajo. Toparon con un árbol grande con dos raíces. Su madre pasó de raíz a raíz. Yerson pisó en el centro. Ahí estaba la mina. "Sentí una onda expansiva y una explosión que me dejó aturdido. Me dolían los oídos, había un fuerte olor a pólvora. Mi mamá me alumbró y me miró la pierna. 'Mamá, parece que nos están bombardeando' le dije. 'No, no le pasó nada', me contestó. Cuando ya vio bien se dio cuenta que me faltaba una bota y empezó a llorar. '¿Qué pasó?', le pregunté. 'Hijo, perdió la pierna', me dijo. Me puse también a llorar. Lloré, grité, insulté..." , recuerda Yerson.
Leonit Clavijo, su madre, tampoco olvida aquel momento. "Empecé a culpar a la guerrilla, renegué primero de Dios y luego le pedí que le diera la vida a mi hijo. La explosión se le había llevado solo el pie. Pensé que tendría fácil solución, pero no fue así", lamenta. Ya más calmada, recuerda que esperó a que la luna iluminara el camino, alzó a su hijo en sus costillas y empezó a tirar piedras para comprobar que no hubiera más minas en el suelo. Consiguió salir a la carretera y que un vehículo les llevara al puesto de salud del pueblo. Empezó ahí un largo calvario de hospital en hospital.
Primero fueron varias intervenciones quirúrgicas; después, la amputación de su pierna izquierda y más tarde una grave infección que a punto estuvo de acabar con su vida. Finalmente, vendría el proceso de rehabilitación en el que Yerson acabó asumiendo que debería proseguir su vida con la ayuda de una prótesis. Su actitud positiva ayudó a que la recuperación física y emocional fueran fructíferas. "Mi rehabilitación duró alrededor de un mes. Psicológicamente también fue rápido. Al principio, cuando veía como los niños jugaban y yo no tenía mi pierna, me sentía mal. Ya después, cuando tuve mi prótesis, me fue difícil acostumbrarme, pero traté de mejorar y de utilizarla al máximo", explica.
1.125 niños y niñas que ha sufrido la tragedia de pisar una mina en Colombia



Después de siete años y con la perspectiva del tiempo, la experiencia de Yerson como víctima de una mina se considera una historia esperanzadora y de éxito. Hoy a sus 17 años, hace una vida normal con su prótesis; va en bicicleta, juega a fútbol, ayuda en la casa en todo lo que puede, tiene novia y ganó una beca para terminar su bachillerato en Noruega. "Pienso que soy igual que todos y quiero hacer las mismas cosas que hacen todos. Mi pierna no me limita para nada", señala.
Su madre recuerda, sin embargo, que no fue ni mucho menos un camino de rosas. No olvida las malas atenciones que en algunos momentos tuvo su hijo y que hasta pudo perderlo. Tampoco que a la tragedia sufrida se sumó el desplazamiento forzado. Ni ella ni sus tres hijos pequeños pudieron regresar al lugar donde vivían. Cuando llegaron a Bogotá vivieron tres meses en un albergue para desplazados, después en un cuarto y, finalmente, consiguieron alquilar una casa.
El reto en Colombia no será solo limpiar de minas los municipios afectados sino dar una buena atención a las víctimas de este flagelo. Los afectados tienen dificultades para que se les atienda de manera integral y la mayoría desconoce sus derechos y como acceder a ellos. "La Ley de Víctimas es ambiciosa y contempla todos los aspectos importantes para atender a las personas afectadas por el conflicto armado, pero el país no está estructurado como debiera para poder responder oportunamente a los derechos que tienen las victimas. Deberían poder acceder a un proceso de rehabilitación a nivel físico y emocional, así como a toda esa parte de ayuda humanitaria estipulada”, dice Johana Alexandra Huertas, coordinadora nacional deHandicap Internacional en Colombia, una organización que, junto a otras como Cruz Roja internacional, trata de cubrir lo más que pueden los vacíos que existen en la atención a las victimas de minas por parte del Estado.
Y los vacíos son muchos, especialmente en la parte de la atención psicosocial, pero también en otros aspectos de la llamada ruta de atención a las víctimas de mina. A un herido por estos explosivos le puede ser sumamente difícil llegar al primer nivel de atención, aquel que conseguirá estabilizarle y controlar la hemorragia para salvar la vida. Depende muchas veces de lo lejos que esté del área urbana o del municipio donde exista un centro médico. Es un momento crítico porque  llegar a ese nivel básico de atención desde las zonas rurales más apartadas supone, muchas veces, transportar al herido en camillas improvisadas, a lomos de mulas o en bote si es por vía fluvial.
Una vez estabilizado, la víctima de mina deberá ser remitida a un hospital de referencia para seguir con un tratamiento de mayor complejidad, normalmente quirúrgico. Los mejores hospitales, ubicados en las grandes ciudades, pueden quedar también lejos, así que no suele quedar más remedio que enviar al herido al hospital más cercano en una ciudad intermedia. "En la parte de primera atención hay dificultades pero los centros funcionan. Donde más problemas se pueden presentar es en otros niveles donde no se tenga la capacidad ni los insumos para brindarle una buena atención al herido o que el medico que lo reciba no tenga el conocimiento claro para atender ese tipo de lesiones", asegura Johana Alexandra Huertas.
Para Ariel López, médico especialista en rehabilitación, la mayor dificultad de los campesinos que han sido victimas de minas es la de poder acceder a un programa integral de rehabilitación. "La mayoría de los pacientes puede que logren recibir una atención de primeros auxilios, un tratamiento quirúrgico y puede que les vaya bien con la amputación pero la gran dificultad es, después de amputado, como acceder a las prótesis y a un programa de rehabilitación", asegura. Los centros de rehabilitación están igualmente en las grandes capitales, a horas de viaje de las zonas rurales donde viven los afectados, que no siempre cuentan con el dinero para desplazarse ni para sufragar los gastos de alojamiento y alimentación a no ser de que los cubran organizaciones de cooperación internacional.
El doctor Ariel López trabaja en el prestigioso Hospital San Vicente de Paul de Medellín. Su región de influencia, Antioquia, es la que mayor número de afectados por mina presenta en Colombia. Desde hace 10 años tiene contacto con victimas y ha visto todo el espectro de lesiones que pueden causar estos artefactos, incluidas afectaciones a nivel ocular y auditivo. "En el caso de los amputados, la mayoría suele ser por debajo de la rodilla. La prótesis se adapta muy bien, pero un tratamiento integral de rehabilitación no es sólo adaptar la ortopedia sino procurar que se den todas las condiciones para que el paciente vuelva a tener un proyecto de vida".
Nuestra idea es trabajar para que el campesino que sembró la tierra vuelva a sembrar la tierra

Yesi Carvallo, directora de la Fundación Rei
En la misma linea que el San Vicente de Paul, la Fundación Rei de Cartagena de Indias es otro de los centros de referencia del país que ofrece un proceso de rehabilitación integral muy cualificado. Para su directora, Yesi Carvallo, es importante que la víctima acepte primero su condición de discapacidad y que, si se le adapta una prótesis, esta persona pueda ser integrada en su rol familiar y en su mismo entorno rural para que recobre su vida normal. "Nuestra idea es trabajar para que el campesino que sembró la tierra vuelva a sembrar la tierra", remarca.
La experiencia ha mostrado que las víctimas de minas podrán rehacer su vida más fácilmente en la medida que puedan volver al lugar donde vivían: "Dependiendo del nivel de amputación, en tres o cuatro meses pueden volver a trabajar si se dan las condiciones de seguridad para que vuelvan. He visto casos de mucho éxito porque, además, nos esmeramos en darle una buena prótesis para que siga trabajando duro en el campo si es el caso. El problema es la persona que queda en situación de desplazamiento forzoso y, por tanto, en doble condición de vulnerabilidad. El desarraigo y la nostalgia de no poder regresar a su tierra es un drama muy grande al verse con una discapacidad, sin trabajo, escaso de recursos, en una ciudad donde no conoce nada y viendo a su familia pasar necesidades”, afirma Ariel López.
Colombia ocupa el tercer lugar en número de víctimas por minas detrás de Camboya y Afganistán según la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas (ICBL). La Dirección para la Acción Integral con Minas Antipersonal del Gobierno colombiano ha contabilizado 11.073 personas afectadas por estas armas no convencionales en los últimos 25 años, de las cuales 2.216 murieron. De este total de víctimas, 4.244 fueron civiles y 6.829 eran miembros de la fuerza publica.
Ante tal número de victimas, —54 sólo en este año— una mina menos puede significar una vida más. Desminar, sin embargo, será un proceso lento y costoso. Limpiar sólo un metro cuadrado cuesta unos 1.000 dólares y se estima que la presencia de explosivos está en al menos 688 municipios del total de 1.122 que tiene el país. Las FARC colaborarán con los militares para ir señalando y localizando las minas que ellos mismos colocaron. Estimar cuantas bombas puede haber así como cuanto tiempo se requerirá en desactivarlas es difícil de saber. En cualquier caso, la meta que se ha marcado el Gobierno es que en el año 2021 Colombia sea ya un país libre de minas

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