La desaparición de los niños que las autoridades entregaron a un secta
La vuelta a casa de una menor después de seis años perdida recuerda el caso sin resolver de las casas-hogar mexicanas
El secuestro de Ilse Michel ha terminado pero la niña se niega a decir dónde ha pasado los últimos seis años de su vida. Tiene miedo de que metan en la cárcel al matrimonio y a otra mujer con los que convivió todo este tiempo en el que la autoridades mexicanas y su familia la dieron por desaparecida. Hace un par de semanas, la menor se dirigió sola en un taxi a un centro DIF (Desarrollo Integral de la Familia) del Estado de México. Al llegar dijo que se llamaba Ilse y que tenía 15 años. Quería volver a ver a su madre.
Ilse es la primera niña que aparece de los 14 menores que se tragó la tierra mientras estaban tutelados por las autoridades mexicanas. Los pequeños acabaron siendo víctimas de un rescate oficial que pretendía apartarlos de sus familias por casos de maltrato, abusos y violencia. Se da por hecho que hay más niños desaparecidos en las mismas circunstancias, pero la falta de registros y la situación de desamparo de algunos menores impide dar un número exacto. La Procuraduría General de la República (PGR), que no ha querido contestar a las preguntas de este periódico, tiene constancia de 14. "Son muchos más. El caso solo se destapó porque la madre y la abuela de Ilse movieron mar y tierra. Hay una verdadera desinformación que se debe a laxitud de las autoridades mexicanas", dice Bernardo Barranco, analista en temas religiosos.
La historia de uno de los mayores escándalos de menores de México se gestó en manos de una organización religiosa, a la que el experto Barranco no duda en calificar de "secta". Cientos de niños de los que las autoridades habían asumido su tutela fueron entregados a las casas hogar que la Iglesia Cristiana Restaurada tenía en al menos seis estados del país. Al centro del Distrito Federal, con un nombre tan inocente como Casitas del Sur, acudió la abuela de Ilse cuando consiguió su guardia y custodia en 2008 para recoger a la niña. Ni siquiera le dejaron verla. La PGR también hizo intentos de que devolvieran a la menor, pero la respuesta de los responsables del lugar siempre fueron evasivas. Las autoridades entraron un día por la fuerza a principios de 2009. Rescataron a 116 niños. Muchos de ellos ni siquiera estaban registrados en ningún lugar y la mayoría presentaba síntomas de deshidratación y de adoctrinamiento religioso. Tiempo después algunos detallaron que recibían castigos como estar toda la noche a la intemperie en el patio o encerrados en armarios.
El excongresista Agustín Castilla formó parte de aquel rescate. En una conversación telefónica recuerda que la casa estaba "construida hacia abajo, con muchas escaleras y muchos cuartitos". "Cuando entramos los niños decían que el mundo se iba a acabar, que era la hecatombe. Estaban muy bien aleccionados, apelaban a las autoridades para que no vulneraran sus derechos como niños. Se agruparon en el patio por células, entrelazando los brazos y protegiéndose entre ellos, los mayores a los más pequeños. Se sentaron en el piso en un acto de resistencia pacífica", cuenta Castilla.
En medio de la confusión de ese día, Ilse huyó del centro con la ayuda de un pastor de la organización que la entregó a un matrimonio de líderes del culto. Aún no se sabe si fueron ellos los que hace unos días se rindieron ante la insistencia de la ya adolescente, que quería ver a su madre, y la montaron en un taxi para entregarla a su familia, o si fue la niña la que se escapó de sus captores.
El pasado miércoles por la mañana la joven desayunaba junto a su madre, Mayra Martínez, que por teléfono asegura que la menor "está muy bien". "Sentimos felicidad nada más, el miedo ya desapareció, ya no existe", añade mientras supervisa a su hija. "No te lo has acabado todo", le regaña con voz dulce. Las autoridades mexicanas asumieron la tutela de Ilse por una denuncia de abusos sexuales que fue desestimada por el juez en el año 2007, poco antes de que le entregaran la custodia a su abuela.
En los próximos días los psicólogos tendrán que hacer evaluaciones a la menor. "Les he pedido a las autoridades que privilegien el interés de la niña y que eviten su revictimización a toda costa. Es una fuente de información importante, por supuesto, pero tiene que ser cuidadoso el proceso", explica Castilla, que ya dejó la política para dedicarse a la abogacía y que ha sido el principal apoyo de la familia durante estos años. Hasta ahora Ilse se ha mostrado reacia a dar detalles para evitar que se pueda identificar a las tres personas con las que convivió este tiempo. Castilla explica que parece que la trataron bien, pero nunca fue a la escuela ni tenía acceso a los medios de comunicación, apenas salía de casa. Ella solo ha contado que se cambió de vivienda dos o tres veces y que dormía en la habitación con la hermana de la mujer del matrimonio. Las cosas que pueda, o quiera, contar más adelante serán importantes para tratar de esclarecer el destino incierto de los demás desaparecidos.
"En un país donde prevalece el estado de derecho no es admisible que a 14 niños se los trague la tierra y no pase nada. No es admisible que se los mande a un albergue y que nadie supervise qué pasa allá dentro", denuncia Castilla. "Las autoridades tienen una cota de responsabilidad ineludible en el caso", añade Barranco. La PGR ofrece 15 millones de pesos (poco más de un millón de dólares) a quien ofrezca alguna información que lleve a la localización de los menores.
La asociación religiosa Iglesia Cristiana Restaura, que la Secretaría de Gobernación dio de baja en septiembre de 2010, tenía centros para acoger menores en situación de desamparo repartidos por todo el país. Tres de los 14 casos que lleva la PGR desaparecieron de Monterrey, al norte del país. En este momento hay varias personas en prisión sin condena por el caso, pero la Procuraduría no ha contestado a este periódico de cuántas se trata. Todas ellas formaban parte de la secta y señalaron a Jorge Erdely como líder del grupo. Sobre este hombre, que en los años 90 fue reconocido en el mundo académico mexicano por su crítica y sus estudios sobre las sectas destructivas, pesa una orden de búsqueda y captura internacional.
La aparición de la ya jovencita Ilse ha vuelto a recordar un caso que aún está por resolver. ¿Dónde están los menores a los que el Estado puso en manos de una secta? ¿Cuántos niños están desaparecidos? Cinco años después, las autoridades callan.
El crítico de sectas que montó la suya propia
El mexicano Jorge Erdely llegó a tener cierta fama entre los círculos académicos mexicanos de temas religiosos. En la década de los 90 protagonizó varias apariciones en televisión, participó en tertulias de radio y escribió numerosos libros sobre sectas destructivas. El experto en temas religiosos Bernardo Barranco recuerda que lo invitó a su programa de radio en el año 2001."Le pregunté si había alguna secta destructiva en México y él señaló a la Iglesia Luz del Mundo, que de secta no tenía nada. Tuvimos una discusión fortísima al aire, él no daba argumentos sólidos y ahí percibí que había una guerra de mercados, él quería desprestigiarlos. Me llamó mucho la atención su forma de ser, muy seductora, muy convincente, su vehemencia me creaba suspicacias", recuerda.
Erdely daba la apariencia de ser una persona progresista. Era muy crítico con los Legionarios de Cristo, denunciados por casos de abusos sexuales, incluso con la Iglesia católica. Cuando en el año 2009 las autoridades mexicanas entraron en una casa-hogar del Distrito Federal, capital de México, y rescatan a 129 niños que habían sido víctimas de un severo adoctrinamiento religioso, el mundo académico mexicano asistió con sorpresa al desenmascaramiento de uno de los expertos en sectas más reconocidos en el país.
"Todo en él era una careta. Su otra vida era la construcción de redes de la Iglesia Restaurada, que se expandía y alcanzó mucho éxito, con vínculos a nivel internacional. Él usaba esa capacidad de seducción para ser un líder religioso dictador, forzaba casamientos, obligaba a la subordinación, todo lo que él criticaba en sus textos. Era un exponente y baluarte de lo que criticaba, era un personaje esquizofrénico y bipolar", explica Barranco.
Erdely, que en la actualidad tendrá unos 50 años, pertenece a una familia de empresarios mexicanos propietarios de la firma de pegamento Kola Loka, muy reconocida en el país. En su juventud estudió biología y hacía fisioculturismo, una actividad para desarrollar la musculación. Incluso llegó a ganar un concurso de Míster México. Hacia los años 80 se acercó a un grupo pentecostal, pero los desencuentros de su rápido ascenso le llevaron a escindirse y crear su propia iglesia. Por esos años también fundó un centro sobre religiones en México y se fue a estudiar teología a EE UU.
Su iglesia fue adquiriendo cada vez mayor fuerza y a través de una figura legal logró hacerse con el control de varias casas-hogar como asociación civil. En ellas vio cumplido su deseo de "formar cuadros desde la infancia", dice Barranco. Los menores que llegaban a sus residencias eran niños que habían sido separados de sus familias por el Estado debido a situaciones de desamparo, abusos y malos tratos. Los suyos, en la mayoría de los casos, nunca los buscaron.
No fue así el caso de la abuela y la madre de Ilse Michel, cuya insistencia destapó todo el escándalo. Para Barranco, la aparición de la niña la semana pasada en buenas condiciones seis años después de su secuestro es una noticia muy alentadora. "Algunas hipótesis apuntaban al tráfico de menores o de órganos. La presencia de Ilse indica que no se llegaba a esos niveles de perversión", dice el experto.
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