El peligroso efecto de las sanciones
Expertos y ONG coinciden en que los embargos económicos no sirven para lograr sus fines y solo tienen un “impacto fatal” en la población
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, aprobó el pasado jueves sanciones económicas contra Rusia y amenazó con un “aislamiento político” si las tropas del presidente Vladimir Putin continúan acaparando el control de la península de Crimea, en Ucrania. Durante las últimas dos semanas la Unión Europea vaciló una y otra vez con imponer sanciones al régimen del expresidente ucranio Victor Yanukóvich. Finalmente, el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, anunció medidas contra el presidente depuesto y 18 hombres de su confianza. El 20 de enero, Irán protagonizó un momento histórico en sus relaciones diplomáticas: la UE y EE UU anunciaron la intención delevantar algunas sanciones que pesaban sobre el país desde hacía décadas. Y, al mismo tiempo, la UE abría la puerta a una nueva vía derelaciones bilaterales con Cuba. ¿Hay un giro en la política de embargos? ¿Logran estas medidas los fines perseguidos? ¿A quién dañan las sanciones?
El objetivo de los embargos internacionales económicos es “cambiar el comportamiento de los regímenes autoritarios para mejorar la situación del país”, según la UE. Pero los investigadores y ONG destinadas a la vigilancia de los derechos humanos —Human Rights Watch, Amnistía Internacional— consultados coinciden en que, a excepción de Sudáfrica, donde las sanciones de 1987 sí contribuyeron a terminar con el sistema racista del apartheid, estas medidas no solo son la causa de un “impacto fatal” en la población, sino que no son eficaces para lograr sus fines.
Desde 2008, sin embargo, estos castigos de aislamiento se han ido afinando hasta lo que se conoce como “sanciones inteligentes” que afectan solo a determinados ciudadanos y empresas. Pretenden evitar así el sufrimiento indiscriminado de la población.
Son 22 los países sobre los que en la actualidad pesan sanciones inteligentes por parte de la ONU, según Sanctionsapp, una aplicación desarrollada por un equipo de la Universidad de Brown (EE UU) y del Graduate Institute (Suiza). “Nadie se beneficia de las sanciones internacionales”, afirma el irlandés Daniel Keohane, director de Investigación de FRIDE, un think tank europeo sobre política exterior. Sostiene, convencido, que “la otra opción es la guerra”, tesis compartida por casi la totalidad de los expertos que han sido consultados. “La única razón por la que se imponen sanciones es para evitar una intervención militar en un país”.
Las sanciones económicas existen desde el año 433 antes de Cristo, cuando Pericles, poco antes de comenzar la primera guerra del Peloponeso, impulsó el decreto de Megara por el que sus mercaderes quedaban excluidos del comercio con Atenas. El motivo fue que los megareses, supuestamente, habían ocupado tierra sagrada para cultivarla. Su economía se ahogó.
Pero fue 25 siglos después, a partir de 1960, cuando este acto de “violencia económica”, según Carlos Espósito, catedrático de Derecho internacional Público de la Universidad Autónoma de Madrid, se hace popular. EE UU, como penitencia al régimen comunista de Fidel Castro por expropiar tierras y bienes a ciudadanos estadounidenses en la isla, impuso de forma unilateral un intenso embargo económico al país caribeño que dura hasta hoy. Allí, la escasez de equipos médicos para hospitales y medicamentos sigue afectando a los ciudadanos que sufren los efectos “desastrosos” de las sanciones, según Human Rights Watch. Son ya 54 años de castigo y el régimen castrista perdura.
“Las sanciones pueden ayudar a flexibilizar alguna política como el enriquecimiento de uranio de Irán o frenar el programa de armas químicas que el ya fallecido Muamar Gadafi desarrollaba en Libia. Pero para promover la democracia han sido un completo fracaso”, comenta Richard Younghs, exdirector de FRIDE. “La población es la que sufre todas las consecuencias”. Los países dejan de exportar, el dinero deja de entrar y los productos se encarecen.
Pero las sanciones económicas ni han acabado con el régimen castrista en Cuba, ni acabaron con Muamar Gadafi en Libia, ni con los Kim en Corea del Norte, ni con Sadam Hussein en Irak, por poner algunos ejemplos de los países que soportan medidas restrictivas permitidas por el Derecho Internacional.
El pasado 20 de enero, la política exterior de Irán experimentó uno de los mayores puntos de inflexión. EE UU y la UE —como compensación al arranque de las negociaciones sobre la suspensión del programa nuclear del presidente Hasán Rohaní— hicieron una declaración de intenciones y anunciaron el levantamiento de algunas de las sanciones económicas que pesaban, desde la Revolución Islámica de 1979, sobre el régimen. A partir de ahora, por ejemplo, se podrá comercializar con petróleo y metales preciosos. Pero la represión de las mujeres —la lapidación por adulterio es legal—, la ausencia de libertades individuales y la violación “sistemática” de los derechos fundamentales permanecen y, en algunos casos, ha aumentado, según varias ONG. Tan solo en enero de este año el régimen ejecutó a unas 40 personas, según ha revelado Amnistía Internacional.
Vietnam es la otra cara de la moneda. El país asiático sufrió un bloqueo estadounidense durante tres décadas (1964-1994). Pero la decisión del expresidente Bill Clinton de poner fin a las sanciones significó el despegue del país que, años más tarde, se convirtió en una economía competente. Goldman Sach sitúa al país como la 17ª economía en 2025.
“Los embargos económicos no han sido eficaces para derrocar regímenes y dictadores”, argumentó hace años el investigador del Peterson Institute Gary Hufbauer y también autor deEconomic Sanctions Reconsidered, un ensayo donde estipula que “no se debe esperar que las sanciones funcionen cuando van contra regímenes fuertes, estables, hostiles y autoritarios”. Los expertos sugieren, pues, atacar a unas determinadas políticas y no a la economía de un país.
En un país embargado, los ciudadanos se ven desprovistos de los instrumentos más básicos para poder subsistir: medicamentos, infraestructuras para potabilizar el agua, material de construcción —como en el caso de la franja de Gaza, que sufre un duro bloqueo israelí desde 2006—, alimentos, electricidad… Se produce, además, un incremento en los precios que “los más vulnerables [enfermos, ancianos y desempleados] no pueden afrontar”, explica Reinhard Lamfuss, de Amnistía Internacional. Pero para algunos investigadores como Keohane, el consuelo es que “al menos no están en guerra”. Se trata, defiende, de la “menos mala” de las opciones: “La guerra o no hacer nada”.
“No son un instrumento [las sanciones económicas] que sirvan para promover la democracia”, sostiene Sussane Gratius, experta en América Latina. El Gobierno contra el que van dirigidas, con poco margen de maniobra, se aferra al poder y achaca la opresión de sus ciudadanos a las sanciones.
Según los investigadores en políticas de aislamiento económico, el embargo que más daño causó a los derechos humanos fue contra el régimen de Sadam Hussein durante la primera guerra del Golfo (1990-1993), abiertamente respaldado por la ONU. “La población se moría de hambre pero Sadam seguía en el poder”, comenta Espósito. “Quizás unas sanciones empujen a un Gobierno a convocar elecciones, pero no a construir un país estable”, argumenta la estadounidense Kimberly A. Elliott, del Global Center for Development. Las sanciones en el caso de Irak “fueron desproporcionadas”. Por eso, hace unos cinco o seis años, la comunidad internacional recondujo la marcha hacia lo que bautizaron como “sanciones inteligentes”. Es el caso de Bielorrusia, donde la UE —más proclive a negociar que a sancionar— ha vetado el visado para viajar a países miembros de la Unión a 232 ciudadanos y ha congelado las cuentas de 25 empresas. O el de Birmania, que aún soporta medidas parciales que comenzaron en la década de los noventa.
Pero para Youngs las medidas selectivas “tampoco funcionan”. Los regímenes continúan, la necesidad de un mejor sistema democrático es evidente y la población —que no goza de todas las libertades— sigue sin acceso a determinados bienes.
La ONU castiga
Haití. En 1993, el Consejo de Seguridad (CS) impuso un embargo de armas y de petróleo contra el país, calificado como un Estado fallido.
Sierra Leona. El CS impuso un embargo de petróleo y armas en 1997, aunque el conflicto civil comenzó en 1991.
Costa de Marfil. El CS impuso un embargo en 2013 —que prorrogó hasta mediados de este año— de armas y diamantes. Congeló activos financieros y prohibió viajar a determinadas personas fuera del país.
Liberia. En 1992, el CS impuso un embargo de armas.
Angola. En 1997, el CS aprobó sanciones a la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), incluyendo restricciones a la movilidad.
República Democrática del Congo. En 2003 el Consejo de Seguridad impuso un embargo de armas a todos los grupos armados del territorio. También prohibió viajar y congeló activos financieros de algunos dirigentes.
Ruanda. El CS adoptó en 1994 un embargo total de armas.
Somalia, Etiopía y Eritrea. El CS estableció un embargo de armas, la prohibición de la exportación de carbón vegetal por Somalia y la gestión —por parte de cargos públicos— de las finanzas del país.
Sudán. El CS impuso en 2004 un embargo de armas a todas las entidades no gubernamentales e individuales. En 2005 esas sanciones se extendieron a la congelación de activos y la prohibición de viajar de determinados ciudadanos.
Libia. Existe un embargo de armas desde 2011, cuando estalló la Primavera Árabe. En 2013, el CS suavizó las sanciones.
Líbano. El CS supervisa la prohibición de viajar y la congelación de activos impuestas a personas sospechosas de estar involucradas en un ataque terrorista en Beirut en 2005.
Irak. En 2013 se comenzaron a levantar algunas medidas. Permanecen, desde 1990, son las relacionadas con los familiares del exdictador Sadam Hussein. También quedan restricciones relacionadas con la producción de armas químicas, biológicas y nucleares.
Irán. Sufre sanciones económicas desde la Revolución Islámica en 1979. En 2008 se intensificaron con restricciones de viaje y financieras a individuos y empresas.
Afganistán. Las sanciones, a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001, están dirigidas contra el régimen talibán. Se trata de la congelación de activos financieros, la prohibición de viajar fuera del país, adquisición de armas y de cualquier material que pueda ser utilizado con fines militares.
Corea del Norte. Existe un embargo de armas desde 2006. Y desde 2013, el CS intensificó sus sanciones con la prohibición de viajar a determinadas personas y la congelación de activos financieros.
ANÁLISIS
La estupidez del cuanto peor, mejor
Muchos en el exilio cubano no comprendían por qué un hombre como el desaparecido Eloy Gutiérrez Menoyo, que pasó 22 años en la cárcel por alzarse en armas contra Fidel Castro, se oponía radicalmente al embargo norteamericano. Menoyo fue comandante de la revolución hasta 1961, y al salir de la prisión recaló en Miami, donde los líderes del exilio lo recibieron con aplausos. Pero las loas se convirtieron en ácidas críticas cuando hizo pública su posición contra el “bloqueo yanqui”. Menoyo quería un cambio en Cuba, pero siempre contaba una anécdota para explicar su rechazo a las políticas de asfixia como medio de lograr transformaciones políticas. Nacido en Madrid, hijo de republicanos españoles, el excomandante revolucionario recordaba una imagen de su infancia: “Yo tendría 3 o 4 años. Madrid sufría el asedio de las tropas de Franco y no teníamos nada para comer. Yo era el más pequeño de casa, y un día vino mi madre con un mendrugo de pan. Me dijo: ‘Corre, escóndete, que no lo vea tu hermano mayor que te lo comerá”.
Los bloqueos y embargos, aseguraba Menoyo, afectan siempre a los más débiles, mientras que solo tocan de refilón a los Gobiernos y a los poderosos.
En el caso de Cuba, además, se hace evidente que 52 años de embargo no han servido para lograr lo que pretendía Washington, y eso pese a que desde 1991 la millonaria ayuda de la antigua URSS desapareció y la isla se quedó sola.
Medio siglo después de que John F. Kennedy decretara las sanciones, Cuba sigue siendo un país socialista, de partido único y con una economía básicamente controlada por el Estado, aunque en los últimos años se han ampliado los márgenes de la iniciativa privada. Seguramente, no hay otro país en el mundo que haya soportado un embargo económico tan largo, y en este tiempo Fidel y Raúl Castro vieron pasar 11 administraciones norteamericanas sin que ninguna les hiciera cosquillas. Incluso uno de los expresidentes estadounidenses, el demócrata Jimmy Carter, visitó la isla después en dos ocasiones y estrechó la mano de sus antiguos adversarios.
Más allá del caso cubano, quienes dicen que los embargos y la presión son la fórmula mejor para obligar a los países refractarios a la democracia, suelen argumentar que con la complacencia y el diálogo no se han conseguido avances en ningún régimen autoritario. Son los de la teoría de que cuanto peor, mejor, aunque sea a costa de los más débiles e indefensos, que son percibidos como simples víctimas colaterales. Probablemente es verdad que pocos avances se consiguen con el diálogo. Pero está claro que tampoco se logra nada con sanciones más allá de dar justificaciones a los que gustan de enrollarse en la bandera y perjudicar a los simples ciudadanos. Hoy, cuando hasta magnates cubanos que antes defendían el embargo norteamericano muestran su interés por regresar a la isla a hacer negocios, parece demostrada la estupidez e inutilidad de los embargos.
el dispreciau dice:
esa extraña entidad invisible denominada "el imperio" tiene un curioso dedo acusador... siempre señala males ajenos... y siempre esquiva los propios... respondiendo al criterio de que la razón reside únicamente en el que ostenta el poder, y los demás deben someterse a sus razones... así las cosas, el mundo humano se ha ido sumergiendo en un maremagnun de estupideces propias de las miserias humanas de aquellos que conforman las falanges dentro del dedo acusador... miserias que no son pocas, y mezquindades que son demasiadas... a lo que podría agregarse que dado que el imperio se sostiene en pie gracias a sus codicias, a sus avaricias, y a otras angurrias peores, ha perdido el eje del sentido común, si es que alguna vez lo tuvo... a veces, muchas, tengo la sensación que el nazismo no sólo no caducó, sino que está más vivo que nunca, sólo que en otro territorio, dejando a vuestro mejor saber y entender el interpretar dónde está dicho territorio... sucede por estas horas, que el dedo acusador ve culpables por todas partes... algunos con razón de intereses mediante... otros con razón de conveniencias mediante... otros sin razón alguna... otros con razones inventadas a la finalidad... siempre escudándose en los sentidos etéreos de la república, que aparece cuando la conveniencia y el interés así lo demandan, pero se esfuma a la hora de las equidades y de las legítimas razones de los otros...
tengo la sensación, la tuve siempre, que las naciones unidas, son un concierto de inútiles reunidos para responder a los funcionalismos del poder del imperio, que como sea, es el único que en decide en tremenda soledad, sobre los destinos ajenos, colocando dictadores donde no le conviene a sus democracias, y viceversa, colocando democracias tan mentidas como la propia, a la hora de desplazas a los supuestos malos que ellos mismos supieron encaramar...
tengo la sensación, siempre la tuve, que Cuba de Castro es la mentira de una utopía guerrillera asquerosa en manos de un "héroe" de pacotilla que supo vender su gesta, favorecida por el propio imperio, que tenía en Cuba su burdel y su casino... Castro no hizo más que profundizar la tragedia cubana, traicionando desde el comienzo a la propia revolución que decía conducir... hoy, muchos años después, Cuba está atrapada entre la calamidad que viene y el drama que aún es... traducido, el imperio neutralizó los hechos para asegurar que nada cambie, y ciertamente, nada cambió... los pobres están más pobres que antes... y la riqueza, si es que alguien la posee, está ostentada y sustentada por los dueños ocasionales del poder... y agrego como nota colateral... el propio CHE Guevara fue traicionado por los Castro, pero tuvo la convicción de no ser él mismo quien traicione a sus propias convicciones, de allí que sea hoy el único estandarte que le queda a aquella mentida revolución...
luego, el mundo, el resto... cayó el muro de Berlín... cayó la ex-URSS... y luego el imperio observó la necesidad de fabricar conflictos por todos lados, emulando la memoria de Corea y de Vietnam... y una vez más, aclaro... el imperio no está en los Estados Unidos de Norteamérica, sino en la mente atrofiada de cuatro familias que se sienten elegidas por un raro Dios, que los habilita a hacer lo que se les antoja con la humanidad remanente, esto es con todos los demás... y desde luego, esas mismas cuatro familias son las mentoras de los negocios de las armas, de los medicamentos que no curan sino que enferman, de las drogas que estupidizan, de las redes de trata de personas, de las esclavitudes de los diamantes, de las otras esclavitudes petroleras, y de numerosas más que no agregan tragedia que, ya de por sí, sobra...
el dedo acusador... vive acusando a todo aquel que no le cuadra... y cada vez que el dedo se introduce en alguna herida, ésta se infecta y determina la destrucción (necrosis) de los tejidos circundantes... y así viene sucediendo desde la segunda guerra mundial hacia aquí, donde los conflictos son una suerte de escenario que tiene entretenidos a todos los vulgos del planeta, mientras el imperio hace lo único que sabe, esto es depredar...
cada vez que el dedo acusador sanciona a alguien, las sanciones afectan a las gentes comunes... nunca a los poderes... nunca a los mentores de cualquier drama... nunca a los victimarios... nunca a los responsables... a los que, eventualmente, se los coloca en las manos de los odios liberados a efectos que otros hagan el trabajo sucio, ya que el imperio como poder supremo nunca debe ensuciar sus manos en hecho alguno... y de allí que las tragedias se repitan sin solución de continuidad, y de allí que los conflictos no terminen nunca, y siempre haya una chispa reanimadora de cualquier drama necesario a los intereses y a las conveniencias de unos pocos que siguen creyéndose dueños del mundo, gracias a dineros robados, nunca producidos de manera genuina... replicando lo que hacían los reyes de otros imperios hace muchos siglos atrás, instalando el pirataje que sostenía sus cajas negras, siempre abundantes de raras solidaridades...
el mundo humano de estas horas... está hecho un desquicio superador... y todo el desquicio es curiosamente funcional al imperio de las escasas familias que dominan el poder en cualquiera de sus formas... ¿se puede tener un mundo donde reina la inequidad?... NO, pero en el actual reina la inequidad como modelo del estado ausente... ¿se puede tener un mundo donde el paisaje es la tragedia humana?... NO, pero sucede que la tragedia humana es negocio, entonces debe entenderse que cualquier negocio es bueno... ¿puede este mundo contener a más dos tercios de su población humana en la condición de pobreza extrema?... NO, pero siguiendo los criterios vaticanos y judios fundamentalistas de cualquier época pasada, presente y futura, la pobreza sirve para lavar las almas de las solidaridades mentidas, esas que se asumen robando a los propios pobres... por ello, el poder se ha quedado sin autoridad moral para señalar con el dedo acusador a nadie... porque dicho dedo acusador, es simplemente oportunista, y lo suficientemente veloz como para siempre hallar un chivo expiatorio afin a sus intereses...
y así la vamos... el planeta Tierra corre un riesgo monumental... de ver que la raza humana está a punto de extinguirse del mismo modo que ocurrió con los dinosaurios... MARZO 10, 2014.-
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