domingo, 5 de enero de 2014

FRASES HECHAS Y HECHOS DESECHOS ▼ La derecha política | Opinión | EL PAÍS

La derecha política | Opinión | EL PAÍS

La derecha política

Que estos líderes ganaran la partida es como que en América venciera el Tea party


Cualquier sentimiento de benevolencia que uno pudiera albergar para con nuestros gobernantes, habida cuenta de la difícil corrida que les ha tocado lidiar, desaparece ante los embustes, triunfalismos injustificados, atribución de méritos ajenos como propios y demás falacias con que nos obsequian. En recientes artículos, José Carlos Díez (EL PAÍS, 27 de diciembre de 2013) y Joaquín Estefanía (EL PAÍS, 30 de diciembre de 2013) desmienten con datos precisos las falsas buenas noticias y ponen donde corresponde el nuevo eslogan del presidente según el cual “2012 fue el año del ajuste, 2013 el de las reformas y 2014 será el de la recuperación”. En resumen, según Estefanía, “una sociedad devastada por casi seis años de crisis económica y una gestión de la misma muy deficiente, que no merece que la engañen más”.
Estos últimos tiempos parece que el rechazo a las actuaciones de la derecha política alcanzan incluso a miembros de sus propias filas. Cabe sospechar que hasta los fieles más acérrimos, aquellos a quienes incluso los mayores desaguisados les parecen bien siempre que el responsable sea de los “nuestros”, tendrían que sentirse incómodos. Aunque lo dudo. Las adhesiones tribales o grupales son muy duraderas cuando el hábito de pensar ha sido erradicado o, peor aún, cuando nunca ha sido inculcado. Según Salvador Sostres la mayoría de los políticos de la derecha que van por ahí de liberales no son más que unos horteras. Tal vez sería útil indagar sobre el posible fundamento de esta opinión. El hortera es víctima de una confusión: en su escala de valores lo más alto no es lo mejor sino lo que más brilla. De entrada, si no fuera por los efectos contaminantes, los horteras serían inofensivos, pero a la vista está que esta gente es peligrosa. ¿Acaso ignorar los valores estéticos puede ser indicio de similar olvido en cuanto a los valores éticos? La corrupción, la mentira, la arbitrariedad, la prepotencia, la capacidad de seguir adelante como si tal cosa cuando la policía judicial registra la sede del partido durante 14 horas, ¿eso qué es, falta de sensibilidad estética u olvido de la ética?

Dejar atrás el miedo, como nos exhorta Rajoy, se presenta problemático
Cuando las medidas de austeridad tomadas por el Gobierno llevan a una “devaluación interna” que castiga sobre todo a las rentas más bajas, retrasando además la recuperación del consumo interno, esencial para el crecimiento; cuando la factura eléctrica resulta insoportable para muchas familias pero no se puede subvencionar porque peligraría la cifra del déficit, la misma razón por la que hay que reducir o liquidar las ayudas a Cultura, Investigación o Educación y, sin embargo, las obras del AVE a Galicia no se pueden interrumpir; cuando se congela el salario mínimo pero no se reduce el gasto corriente de las Administraciones públicas, habrá que preguntar: ¿qué valores éticos, políticos, económicos o estéticos se han sopesado? Sería curioso conocer cuáles han sido los criterios debatidos para mejorar la seguridad pública según propuesta del ministro del Interior o la reforma de la ley de educación o cuáles se barajaron en una, supuestamente, “amplia” discusión que, según nos han dicho, precedió a la publicación de este impresentable proyecto de reforma de la legislación del aborto que ha merecido el aplauso de la extrema derecha francesa de Le Pen. Brillante trabajo, culminación de este año 2013, un año para olvidar en el que la clamorosa incompetencia de nuestra derecha política junto a la exhibición sin tapujos de sus reflejos más reaccionarios obliga a suponer que aquí hay algo que falla a nivel muy básico.
Para mí, al final, se trata tan solo de pensar. Pensar, en el sentido socrático, es decir, ser capaz de reflexionar y hacer juicios de valor. Si nuestros políticos reflexionaran con un mínimo de prudencia ellos mismos se darían cuenta. Pero nunca aprendieron que “una vida sin examen no merece la pena ser vivida” y olvidar a Sócrates suele tener deplorables consecuencias. Fueron educados en el canon eclesiástico, según el cual pensar está prohibido y los librepensadores van todos al infierno. Seguramente, nuestros actuales gobernantes figuraron entre los primeros de la clase y así les luce el pelo. La contrapartida es el drástico recorte de pelo en los ingresos, las oportunidades y las libertades de los ciudadanos. Y digo ciudadanos, porque ciudadanas no hay. Los que se disponen a aprobar esa ley del aborto, caiga quien caiga, no consideran que las mujeres tengan capacidad para tomar decisiones por sí mismas. Necesitan, obviamente, ser protegidas, como seres inferiores que son y más en asuntos graves como este del aborto. Aquí se requiere la autorización de dos médicos y mejor tres, también un psiquiatra. Por supuesto, a la cárcel no van a ir, faltaría más. Los únicos que en este régimen irán a la cárcel son los hombres, titulares plenos de derechos y obligaciones. El ministro de Justicia lo ha explicado muy bien, pues además de destacado jurista es excelente pedagogo. También ha dicho que es hora de quitar a la izquierda la bandera de la moralidad y no es extraño que lo diga. La Iglesia conservadora y el Opus Dei no pueden perder esta oportunidad de recobrar las enseñanzas de San Pablo, cuya doctrina sobre las limitaciones de la mujer y la necesidad de proteger al cristiano de sus asechanzas diabólicas mediante su sumisión absoluta es, seguramente, el asunto más importante para los ideólogos religiosos del Gobierno. También es el más peliagudo que tendrá que afrontar, tarde o temprano, el papa Francisco: la liberación de la mujer, su equiparación con el hombre en el seno de la Iglesia como la ha alcanzado en todo el Occidente. Si no consigue eso quedarán devaluados sus esfuerzos por la redención de los más necesitados. Y no lo va a tener fácil.
Por eso, lo de dejar atrás el miedo, como también nos exhorta a hacer Rajoy en el nuevo año, se presenta problemático. Si la derecha política gana la partida aquí es como si en América se impusiera un partido republicano dominado por el Tea Party, los herederos del Ku Klux Klan. Algo parecido a un poder integrista religioso, pero en América, y allí funcionan muchos contrapesos. Aquí sería distinto: sería para dar miedo.
Jaime Botín es alumno de la Escuela de Filosofía. Fue presidente de Bankinter entre 1986 y 2002.


el dispreciau dice: me han dicho por ahí que la derecha es sinónimo de libertad... y la verdad es que no coincido con dicha aseveración porque las derechas al igual que las izquierdas sólo han impuesto intolerancia y discriminación cada vez que han tenido la oportunidad, siempre justificando lo injustificable, siempre justificándose con argumentos vacíos... las persecuciones y las cazas de brujas han salido de ambos extremos, siempre aduciendo razones que van en contra de las realidades de las gentes... y en dichas gestas han perecido miles de millones de inocentes que han pagado con sus vidas las perversidades de las derechas y de las izquierdas... haciendo de las víctimas meros oportunismos políticos que intentaron prevalecer mediante los miedos... dejando detrás de sí la estela de los ridículos que impone la historia cuando se revela a sí misma a través de los hechos. La política en general, después de los imperios del balcón que caracterizaron el siglo pasado, se ha fundado en mentiras que expresan frases hechas que se quiebran ante cualquier hecho... traducido, suenan bonito pero no dicen nada... apenas si ganan tiempo para que padezcan los indefensos de siempre... al mundo humano le han hecho muy mal tanto las derechas como las izquierdas, ya que cualquiera de ellas ha ido siempre en contra de las gentes, siendo pocas o muchas, han ido en contra de las necesidades y de los clamores, insultando la inteligencia social, arrasando con las culturas y con el inconsciente de los otros, despreciándolo, porque ambas, derechas e izquierdas se arrogan el derecho sobre el destino de cualquiera... no más que mentiras... no más que intolerancias disfrazadas... el imperio, que lo hay, vestido de democracia, es una vil mentira que atropella a cuanto sueño exista... porque se fundamenta en la competencia que destroza por mera satisfacción al modo de un dinosaurio depredador. El desconcierto reinante en un mundo globalizado con intencionalidad política pero al mismo tiempo negado por conveniencias sectoriales corporativas, quiebra las dignidades de las personas haciéndolas descartables según los intereses y los momentos. Ni derechas ni las izquierdas se han dado cuenta que las gentes, al verse perdidas en sus propios todos, han perdido los miedos... y encaran la rebelión masiva que se moviliza a través de la indignación creciente... en lo personal, la traduzco dicha rebelión como el preludio de una Revolución Francesa a escala global... porque el contexto político mundial negador por excelencia ha agotado todas sus instancias... y dado que el sistema económico que proponen los unos y los otros están viciados de la misma nulidad, todo promete que la rebelión está a la vuelta de la esquina de cualquier parte, al precio que sea... las derechas no han aprendido nada... el Vaticano no ha aprendido nada de las tragedias que ha impuesto a los otros a lo largo de sus milenios... por su parte, las izquierdas tampoco han aprendido nada de nada y siguen pretendiendo ser lo que en verdad no son, porque son incoherentes con ellas mismas, negando las evidencias de cualquiera que camine más allá de sus veredas, lo que tampoco es bueno... finalmente, el Ku Klux Klan está hoy representado por las corporaciones que manejan mercados y marcas, marcas y mercados, haciendo de las gentes sus variables de ajuste, imponiéndoles el miedo que venden a través de ciencias de conveniencias que mienten resultados a cambio de negocios de corta data... la conclusión es simple: la humanidad está enferma de valores de caídos y de éticas quebradas... mucho celular y mucho sms pero nula comunicación, mucha violencia con morbo que vende pero mucha degradación humana instalada a partir de falsas ideologías de derecha o de izquierda... finalmente, cualquier mierda da igual... todas producen olores nauseabundos y dejan evidencia de que por allí ha pasado un humano que, al no enterrar sus propios desechos, ha despreciado a sus prójimos. ENERO 05, 2014.-

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