domingo, 19 de enero de 2014

RACISMOS EN LA EUROPA MEDIEVAL ▼ El racismo avergüenza a Italia | Internacional | EL PAÍS

El racismo avergüenza a Italia | Internacional | EL PAÍS

CÉCILE KYENGE. MINISTRA ITALIANA DE INTEGRACIÓN

“Me culpan de ser negra, mujer y extranjera”

La ministra italiana, víctima de constantes ataques racistas, confiesa que nunca pensó que viviría momentos tan duros en su lucha por evitar la "invisibilidad" de los inmigrantes


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Cécile Kyenge, en su despacho del Ministerio de Integración y Cooperación Internacional en Roma, en octubre de 2013. / TONY GENTILE (REUTERS)

Italia tiene un problema. Un problema feo. Tal vez el más feo de los problemas. Su ministra de Integración, Cécile Kyenge, una mujer de 49 años, madre de dos hijas, oftalmóloga de profesión, es acosada e insultada desde hace ocho meses con una violencia feroz, en la calle, en el Parlamento, en la prensa y en la televisión. Pero no por sus ideas políticas de centroizquierda. Ni siquiera por intentar que los hijos de los inmigrantes nacidos en Italia tengan derecho a la nacionalidad —el ius soli— o por exigir la abolición de una ley —la Bossi-Fini, aprobada por Silvio Berlusconi con sus socios xenófobos de la Liga Norte— que convierte automáticamente en delincuentes a los inmigrantes irregulares. No. Los responsables de la Liga Norte, bajo la mirada pasiva de buena parte de la política y de la sociedad italiana, comparan a la ministra Kyenge con un orangután, le lanzan plátanos o diseñan un plan de acoso sistemático simplemente porque es negra.
Pregunta. ¿Qué siente cuando escucha tantos y tan graves ataques racistas contra usted?
Si tengo claro que mi objetivo es el de la diversidad, entonces es posible superar estos momentos tan duros
Respuesta. Está claro que hieren, pero la grandeza de cada uno de nosotros está en saber mirar por encima, de ver el futuro. Estoy convencida de que todos estos ataques no pretenden solo destruir a la persona, sino que quieren comprometer, poner en riesgo, el futuro de Italia, la sociedad del futuro. Si tengo claro que mi objetivo es el de la diversidad, entonces es posible superar todos estos momentos tan duros. Porque está claro que han sido siete u ocho meses muy difíciles, que han llegado a influir también sobre mi vida privada, pero jamás los ataques me han afectado tanto como para pensar en abandonar mis objetivos…
P. ¿Nunca? ¿No lo ha llegado a pensar? ¿Ni ante la reacción tibia de quienes tendrían que defenderla?
R. No, no vale la pena abandonar. Yo desde pequeña no me he distraído nunca del objetivo. Quería convertirme en médico e hice todo lo que tenía que hacer, incluyendo marcharme del país donde nací [la República Democrática del Congo], hasta que lo logré. En todas las decisiones que he tomado en la vida, por difíciles que fueran, tenía presente un objetivo, poniendo en el centro el respeto a los demás. Por eso, todo lo que ha pasado desde el momento de mi nombramiento —insultos, provocaciones— lo tomo como un intento de desviar la atención. Quieren distraerme del objetivo principal, que es hacer entender a la sociedad italiana que la diversidad es una riqueza, que no debemos tener miedo del otro. Los intolerantes quieren hacernos creer otra cosa, quieren confundirnos, pero debemos tener la fuerza de no permitir que nos confundan.
Si una persona no tiene permiso de residencia,
la estamos arrojando al pozo de la invisibilidad
P. Usted decidió salir de Congo para buscar un futuro mejor y pensó que en Italia podía encontrarlo. ¿Se parece esta Italia que insulta a una ministra por ser negra, esta Europa donde crecen los populismos, a aquella de sus sueños?
R. Está claro que estoy viviendo momentos tan duros como jamás habría podido soñar. Pero no por eso puedo decir que Italia es racista, porque ninguno nace racista. Por eso es tan importante que atajemos todos esos factores externos de intolerancia que hacen apartarse a las personas de la vía de la convivencia y las hacen tomar la de la xenofobia. Tenemos que conseguir una Italia y una Europa mejor, y ese es precisamente el objetivo que estamos llevando adelante con la Declaración de Roma, la que hemos suscrito con otros 17 países para llegar a un pacto 2014-2020 contra la xenofobia, contra el racismo, por la multiculturalidad, para poner la diversidad al centro de todo.
P. Cuando trabajaba como médico, ¿también sufrió los comportamientos racistas?
R. Sí, al principio sí. Pero el rechazo se fue desvaneciendo a medida que la gente iba conociendo mi forma de relacionarme con ellos, mi profesionalidad. Mi ausencia de miedo. Esto es importante. No hay que tener ni prejuicios ni miedo.
P. ¿Tampoco ante las descalificaciones de la Liga Norte? La culpan de traer todos los males a Italia…
R. ¡Me culpan de tantas cosas! Pero, lejos de hacerme sentir débil, refuerzan mi identidad. Yo he elegido Italia para vivir, pero mi identidad es múltiple y me siento cómoda así. Me echan la culpa de ser negra, de ser mujer y de ser extranjera. Incluso de una cuarta cosa: de haber estudiado. ¡Y esta [exclama sonriendo] sí que es una culpa terrible! Porque según el estereotipo, debería estar en casa fregando y haciendo hijos. Que no lo haga les parece imperdonable.
P. Su prioridad es el derecho a la ciudadanía italiana de los hijos de los inmigrantes y la suspensión del delito de clandestinidad, pero una parte del Gobierno de coalición se opone. ¿Ha logrado algún paso adelante? ¿Cree que lo conseguirá?
R. Para mí la primera satisfacción es que no se ha tratado solo de una discusión política. Nunca como en estos ocho meses se ha hablado de esto en todos los sitios. Tanto en los bares como en el Parlamento se ha discutido sobre ciudadanía. Esa toma de conciencia por parte de todos nos llevará a entender que no es un tema que preocupa a la ministra, sino a toda la sociedad. Tenemos un millón de niños en Italia que todavía tienen problemas de integración, que se sienten discriminados desde la escuela. Y si nosotros queremos hacer un regalo a nuestros hijos, el mejor de todos es ayudarlos a crecer haciéndoles entender que todos somos iguales, que el único futuro posible es el de la igualdad de oportunidades. No es un regalo solo para los hijos de los inmigrantes.
P. ¿Cómo vivió la tragedia de Lampedusa, en la que perdieron la vida cientos de inmigrantes africanos?
R. Lo primero que pensé fue que sobre aquella barca podía haber estado yo. Podíamos haber estado cualquiera de nosotros. De hecho, una persona crece si logra ponerse de verdad en las dificultades, en la tragedia del otro. Si logramos vivirlo así, cambiará el modo en que construimos las leyes. Por eso le decía que hay que mirar a la política de la inmigración no como un favor, sino como una necesidad. Si me pongo en el lugar del otro y luego hago una ley contra los inmigrantes, es como si hiciese una ley contra mí mismo. Esta idea mía, puesta del revés, me acompaña también en los momentos difíciles, cuando me insultan y me atacan. Si esto me lo hacen a mí, se lo pueden hacer a cualquiera. Por eso, si queremos combatir el racismo o cualquier otro tipo de marginación, no hay más remedio que ponerse en el lugar de la persona que sufre. En la piel del otro.
Tanto en los bares como en el Parlamento se ha discutido sobre ciudadanía estos ocho meses
P. Se habla mucho de la inmigración que llega de África, pero muy cerca de aquí, en Prato, junto a Florencia, hay cientos de chinos que viven prácticamente en la esclavitud, trabajando y viviendo en naves industriales por sueldos de miseria…
R. No solo sucede en Prato y no solo con los chinos. Lo fundamental del asunto es que tenemos que ser capaces de dar la oportunidad a esas personas de denunciar sus condiciones de esclavitud. Tenemos que informarles de cuáles son sus derechos. Darle la posibilidad de conocer la lengua, de hablarla, de poder denunciar. Por eso hay que invertir en la mediación cultural. Esto solo se puede conseguir si las personas tienen un estado jurídico bien definido. Una persona que vive en la invisibilidad es una persona que cae en las manos de la criminalidad organizada. Por eso le digo que no se trata solo de Prato. Son muchos otros los lugares bajo un común denominador: son invisibles… Por eso, si una persona no tiene permiso de residencia, la estamos arrojando al pozo de la invisibilidad. Hay que darles posibilidades incluso de volver a su país de origen —una opción que muchos están pidiendo— o de ofrecerle una ruta de integración distinta, pero jamás arrojarlos a la ilegalidad. Hacer salir a la gente de la invisibilidad es además un instrumento potentísimo contra la criminalidad organizada. Hay que salvar a las personas débiles de las manos de quienes las están explotando.

“No soy de color, yo soy negra”

La primera ministra negra en la historia de Italia hace oídos sordos a los ataques racistas de la Liga Norte y mantiene su objetivo: "Demostrar que los inmigrantes pueden salir adelante”

Hija de padre polígamo y con 38 hermanos en el Congo, pasó de vivir sin papeles a ser una oculista titulada en Roma



La ministra de integración italiana, Cécile Kyenge. / T. GENTILE (REUTERS)

Esta ministra, afortunadamente, no se anda con pamplinas. Nada más ser nombrada titular de Integración del nuevo Gobierno italiano, y ante el apuro de algunos por referirse a ella de la forma más políticamente correcta posible —¿habría que llamarla ministra de color, tal vez ministra afroitaliana?—, Cécile Kyenge, de 46 años, oculista de profesión, cortó por lo sano: “No, yo no soy de color, yo soy negra”.
El siguiente objetivo, indagar en su pasado, tampoco resultó complicado. No hubo que mandar a aguerridos sabuesos a la ciudad de Kambove, en la provincia de Katanga, en el corazón de la República Democrática del Congo, para rastrear en los orígenes de la primera ministra negra de la historia de Italia. Cécile Kyenge, casada con un ingeniero italiano y madre de dos hijos, no tuvo empacho en contar que su padre, un funcionario bien situado de la etnia bakunda, tuvo cuatro esposas y 39 hijos. “Crecer en una familia polígama”, explicó con tranquilidad la ministra, “no significa que compartas esa visión de la vida, pero no reniego de mis orígenes”. Los xenófobos de la Liga Norte, el partido lombardo que sostuvo el último Gobierno de Silvio Berlusconi, se subieron por las paredes. El europarlamentario Mario Borghezio actuó de punta de lanza. Dijo que la ministra contaminaría Italia con “tradiciones tribales”, llamó al Ejecutivo de Enrico Letta “el Gobierno delbonga bonga” y concluyó su vomitona diciendo que Cécile Kyenge —doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma— estaría mejor de criada que de ministra.

Del Congo al Gobierno italiano

» EL ORIGEN. Nació hace 48 años en Kambove (República Democrática del Congo).
» EL VIAJE. Consiguió una beca para cursar Medicina en Roma, pero llegó tarde y se quedó en Italia sin papeles.
» LA INMIGRANTE. Vivió en un convento y se ganó la vida cuidando ancianos, antes de lograr matricularse en la universidad.
» LA CIUDADANA. Se casó con un italiano y alternó su trabajo como doctora con el activismo social.
¿Que cómo respondió Kyenge a los exabruptos del intelectual Borghezio? Con la misma calma con la que se refirió a su negritud o a la poligamia de su padre: “Los insultos no me afectan porque tengo un objetivo. Mi presencia al frente del ministerio es una oportunidad para demostrar a muchos emigrantes que ellos también pueden salir adelante. Y esto es mucho más importante que responder a los insultos”.
A los 19 años, Cécile Kyenge, que había empezado la carrera de Farmacia en Kinshasa, obtuvo una beca para cursar Medicina en Roma, pero no llegó a tiempo y perdió la ayuda económica y el permiso de residencia por estudios. No obstante, decidió quedarse en Italia. Sin papeles, se las ingenió para dormir en un convento y conseguir algo de dinero cuidando a personas mayores mientras aprendía italiano. Un año después logró matricularse en Medicina y, tras acabar la carrera, hizo la tesis en Pediatría y se especializó en Oftalmología. Ejercer ya fue más difícil. Había vencido a los libros, pero no a las reglas ni a los prejuicios: “Aunque me gradué con notas altas, no podía trabajar porque necesitaba la ciudadanía. Además, siempre encuentras a gente que no quiere que la toques por tener otro color de piel”.
Quiere reclutar para su causa a Mario Balotelli, el jugador del Milan y de la selección italiana
Así que Kyenge, una vez conseguido su sueño de ser médico e incluso de ejercer —su matrimonio con un italiano le abrió las puertas de la burocracia—, se puso a trabajar por los demás. Desde hace una década alterna su consulta de oculista en Módena con un comprometido activismo a favor de la integración de los inmigrantes. En 2004 fue elegida concejal por Demócratas de Izquierda (DS), y en febrero de 2013, diputada por el Partido Democrático (PD). Nada más llegar al Parlamento, y mientras sus jefes y sus contrarios discutían sobre quién tendría que ser el primer ministro y aun el presidente de la República, Kyenge se puso manos a la obra. Su primera iniciativa fue un aviso para navegantes: un proyecto de ley para conceder la ciudadanía italiana a los hijos de los inmigrantes nacidos en suelo italiano —el llamado ius soli—. Así que cuando, a finales de abril, el nuevo jefe de Gobierno, Enrico Letta, la nombró ministra para la Integración, nadie pudo llamarse a engaño. La primera ministra negra de la historia de Italia tenía un objetivo y estaba dispuesta a cumplirlo. Los racistas —que los hay y muy violentos, sobre todo alrededor del mundo del fútbol y bajo el anonimato cobarde que propician algunas páginas de Internet— redoblaron sus insultos, que si “mono congolés”, que si “zulú”, que si “vuélvete a África” o que “si te quedas, te vamos a matar”. Existe, incluso, una página de Facebook dedicada íntegramente a insultarla. Lejos de arredrarse, la ministra Kyenge se adentra con frecuencia en territorio comanche —asistió al último derbi entre el Lazio y la Roma— para dejar constancia de que no tiene nada de qué avergonzarse. Eso sí, se acompaña de un contundente equipo de guardaespaldas para evitar malas tentaciones.
Hay otro dato que demuestra que a esta ministra le gustan los retos. Se ha propuesto reclutar para su causa a Mario Balotelli, el temperamental jugador del Milan y de la selección italiana. “Tenemos que dar esperanza a los hijos de inmigrantes”, explica, “porque muchos tienen problemas de identidad. Debemos hablar sobre las habilidades, la profesionalidad de cada uno, por encima del color de la piel. Y Balotelli puede hacer eso”. Cécile Kyenge, italiana, ministra y negra, no quiere pronunciarse sobre si Italia es racista. Prefiere darle la vuelta a la cuestión: “La Italia que aplaude a jugadores como Balotelli u Ogbonna es la mejor Italia. Y esa Italia existe”.

El racismo avergüenza a Italia

La Liga Norte desafía al Gobierno de centroizquierda protegiendo al senador que llamó orangután a la ministra de Integración



Cecile Kyenge, ministra de Integración de Italia. / DOMENICO STINELLIS (AP)

Italia tiene un problema con la intolerancia. No se trata de que sea un país racista o no —¿cómo se mide realmente eso?—, pero los episodios violentos, ya sea de palabra o de acción, contra los que se consideran distintos —por su color, su religión o su condición sexual— se producen con preocupante frecuencia. La agresión de la Liga Norte, el partido xenófobo que apoyó los últimos Gobiernos de Silvio Berlusconi, a la ministra de Integración, Cécile Kyenge, no se limitan a los insultos proferidos el sábado por el vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, quien la comparó con “un orangután” por el color negro de su piel, sino que ya venían de antes y arreciaron durante la jornada de ayer. La respuesta institucional, en cambio, sigue siendo por el momento demasiado tímida. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, se limitó a filtrar su “indignación por el clima de odio” que vive el país, y el primer ministro, Enrico Letta, se mostró “avergonzado” por la imagen de Italia que está ofreciendo “toda la prensa extranjera”.
Los secesionistas arrecian en sus chanzas y se excusan con la boca pequeña
Mientras, el senador Calderoli y sus compañeros de la Liga Norte, lejos de enmendar el tiro, arreciaron en sus chanzas o, como máximo, se excusaron con la boca pequeña. El dos veces ministro con Berlusconi se intentó justificar diciendo que a él le gusta comparar a los políticos con animales —“el presidente Letta parece una garza y el vicepresidente Angelino Alfano, una rana”— y que llamó a la ministra para pedirle excusas, pero que de dimitir, nada de nada. Sobre todo, añadió, porque se siente respaldado por sus votantes y sus compañeros de partido. Y la verdad es que no le falta razón. Los insultos a la doctora Kyenge proferidos durante un mitin en Treviglio —“me encantan los animales, los osos, los lobos, pero cuando la miro me viene a la cabeza un orangután; sería una ministra estupenda, pero en el Congo, en su casa”— fueron ayer completados por otros exponentes de la Liga Norte. Daniele Stival, un asesor para la inmigración de la región Véneto, utilizó una supuesta ironía para escribir sobre su página de Facebook: “Estoy profundamente indignado por los términos ofensivos usados por Calderoli contra una criatura de Dios como es el orangután. Es vergonzoso que se pueda comparar a un pobre animal indefenso y sin escolta con un ministro congoleño”. Tras verse retratado en los papeles, el tal Daniele Stival dijo que se trataba tan solo de una broma, lo mismo que hizo su colega el senador Calderoli o su también compañera de partido Dolores Valandro, concejal de la Liga en Padua, quien el pasado mes de junio —y tras una agresión sexual cometida supuestamente por jóvenes negros— se preguntó también en Facebook: “¿Pero no hay nadie que viole a esta mujer?”. Una broma…
Maroni descarta pedir la dimisión al autor de los insultos o cambiar su política
Tras un silencio de 24 horas, solo roto por un escueto comunicado en el que animaba a la ministra de Integración a seguir con su trabajo, el primer ministro Letta se puso ayer más serio. “Esto que está sucediendo”, dijo, “es otra página vergonzosa para nuestro país. Lamentablemente, Italia está hoy en la prensa de toda Europa por este asunto. Por tanto, debo hacer una llamada a Roberto Maroni, líder de la Liga Norte y presidente de Lombardía, la región más grande de Italia, para que cierre esta página rapidísimamente. Si no la cierra, entraremos en una lógica de confrontación total que no le conviene a nadie, sobre todo al país”. También el presidente del Senado, Pietro Grasso, afeó la conducta de su vicepresidente diciendo que “no se puede refugiar detrás de un mitin para esconder lo que es una verdadera agresión racista…”.
Pero ni la Liga Norte ni el senador Calderoli se dieron por enterados. Más bien, al contrario. En un comunicado, el partido secesionista anunció: “Tras haber tomado nota de las disculpas de Roberto Calderoli por el caso Kyenge, la secretaría de la Liga ha decidido dar aún más fuerza a su iniciativa política convocando una manifestación sobre la legalidad y la lucha contra la inmigración ilegal el 7 de septiembre en Turín”. También el líder de la Liga Norte y presidente de Lombardia, Roberto Maroni, se hizo el sordo ante la petición de Letta de que pusiera freno la espiral racista. Ni exigirá a su senador que dimita ni por supuesto cambiará su línea política contra la concesión del derecho de ciudadanía a los hijos de los inmigrantes nacidos en Italia —el ius soli—, un proyecto que la ministra Cécile Kyenge ha convertido en su bandera.
El primer ministro lamenta la imagen dada en la prensa internacional
La ministra de Integración, nacida hace 48 años en la República Democrática del Congo y oculista de profesión, se ha convertido desde su nombramiento hace cuatro meses en el principal objetivo de los intolerantes, pero el problema es mucho más antiguo. Italia es sacudida de vez en cuando por oleadas de xenofobia que avergüenzan a la mayor parte de la población pero que encuentran acomodo en partidos o asociaciones que, lejos de esconderse, presumen de su intolerancia. En 2009, el Parlamento Europeo llegó a advertir en un duro informe que los episodios de racismo estaban aumentando en Italia y que algunos de ellos se caracterizaban por “una violencia sin precedentes”.
La ministra quiere dar la ciudadanía a los hijos de foráneos nacidos en Italia
En algunas ocasiones, las víctimas son los negros —en 2011, un ultraderechista mató a tiros a dos senegaleses en Florencia—. Otras, los gitanos —también por entonces, en Turín, arrasaron un campamento contra una violación que no se había producido—. Pero también los homosexuales —hace unos días fue quemado un instituto de Roma que se había convertido en emblema contra la homofobia— o simplemente quienes no se ajustan a los cánones que los intolerantes consideran adecuados. El domingo, el presidente de la República, el viejo y respetado Giorgio Napolitano, se mostró indignado y dolido por la espiral de odio impropia de Italia. Y el secretario de la Liga Norte en Lombardia, un tal Matteo Salvini, se permitió mandarlo a callar.

Dardos xenófobos

Las palabras de Roberto Calderoli no son la única agresión verbal por parte de una derecha cada vez más abiertamente racista a la primera ministra negra de la historia de Italia.
El principal enemigo de la ministra Kyenge es el eurodiputado Mario Borghezio, que, como Calderoli, pertenece a la Liga Norte. “Este es el Gobierno del bonga bonga”, declaró a Radio 24. “Quiere cambiar nuestra legislación e imponernos sus tradiciones tribales”. “Parece una buena ama de casa, pero no una ministra del Gobierno”.
Dolores Valandro, concejal de la Liga en Padua, fue expulsada del partido en junio tras publicar en Facebook: “¿Pero no hay nadie que viole a esta mujer?” junto a un enlace a la página web Todos los delitos de los inmigrantes. Otra página de la Liga, en Legnago, publicó una semana más tarde: “Si los inmigrantes son un recurso, ¡vete a ser ministra en el Congo!”
Por su parte, Elvira Savino, diputada del Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi, dijo: “Después del proyecto de ley sobre el ius soli, ¿presentará uno legalizando la poligamia, que practica su familia en el Congo?”. La ministra habló abiertamente en la televisión pública de la poligamia de su padre y de sus 38 hermanos.

Cécile Kyenge: “Me culpan de ser negra, mujer y extranjera”

La ministra italiana, víctima de constantes ataques racistas, confiesa que no pensó que viviría momentos tan duros en su lucha por los inmigrantes


el dispreciau dice: esa vieja costumbre de creerse superiores a los otros... esa otra vieja costumbre de despreciar al prójimo... esa para nada extraña costumbre de ningunear al otro... para luego perseguir... para luego darle caza... para luego devorarle destino... pocas palabras para definir los criterios europeos sobre la Tierra humana, y luego para definir los contenidos humanos de las colonias... donde "todo es mío" a pesar de cualquiera... y la EUROPA MEDIEVAL es cada vez más racista... más discriminadora... más vergonzante... con conductas que antes que enaltecer denigran.
El desmadre mundial consecuente a a la globalización encuentra sus mentores, sus gestores, y sus ejecutores en el medio europeo, corporativo, imperial y reinal, en una masa que se exhibe al modo de un virus, infecta, enferma, mata... pero no aprende... sólo infecta, enferma y mata... pero su inteligencia apenas si le alcanza para comerse al indefenso, al inocente, al crédulo, al humilde.
EUROPA se desune día tras día, negando en los hechos lo que recita desde los púlpitos académicos...
EUROPA se desintegra burlándose de sus ciudadanos, que van perdiendo derechos a medida que avanzan las perversidades que instalan los desconciertos a partir de las incertidumbres... pero
¿quién produjo el desmadre mundial?...
¿quién atropello África hasta pulverizarla?...
¿quién se devoró el Asia hasta ponerla de rodillas?...
¿quién vendió espejos de colores a nativos americanos para luego asesinarlos en masa?...
¿quién ha escrito una historia de la humanidad mentida?...
¿quién ha salvado bancos para sacrificar a ciudadanos hipotecados?...
¿quién mentó y ejecutó las peores tragedias de la historia humana?...
¿quién ha fabricado el recetario de cocina intoxicante que devora las economías?...
¿quién le ha dado la derecha a descartabilidad corporativa?...
¿quién ha hecho del ser humano un ser descartable?...
y todos los caminos conducen a Roma, o a Bruselas que es lo mismo, o a Madrid que se arrodilla... o a Londres que impone sus criterios reinales que atrasan más de tres siglos, pero donde nadie se ha dado cuenta que la civilización humana ha evolucionado padeciendo las esquizofrenias del poder europeo enloquecido por poseer lo que sea...
Algo anda mal en el coco europeo... demasiado mal, sea en Italia o en Grecia, sea en Portugal o en Irlanda, sea donde sea, los estados no pueden estar ausentes para luego justificarse... ni tampoco pueden negar lo evidente insultando en la inteligencia social...
insisto, por mucho menos tuvo lugar la Revolución Francesa...
y por mucho menos cayeron los zares...
¿se repitirá otra vez el holocausto judío, confinando a los pobres de la europa medieval a campos de concentración, tal la idea proactiva de algún Papa representante de los mismísimos infiernos (Pío XII y pretéritos) fundado en los antecedentes de las inquisiciones eclesiásticas?...
Deberán darse cuenta que de tanta estupidez humana se han vuelto ridículos... generando la indignación que hay en las personas de bien... que ya no son creíbles... que ya no son soportables... y que por ende, han pasado a formar parte de una clase que debe ser exterminada, para que la humanidad pueda sobrevivir a las mezquindades y las miserias que han secuestrado cualquier tipo de poder.
ENERO 19, 2014.-  






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