SOCIEDAD | Iniciativa en las villas porteñas
La revolución silenciosa de los barrios
Asamblea vecinal en el barrio de Zavaleta. | La Poderosa
- Se inspira en el Che Guevara y la noción de una Patria Grande latinoamericana
- El movimiento se ha extendido por todo el país
Nazaret Castro | Buenos Aires
Actualizado lunes 18/03/2013 20:18 horas
Hace 70 años, un joven Ernesto Guevara se embarcaba en un viaje iniciático junto a Alberto Granados. La Poderosa, su vieja moto, los ayudaría a recorrer buena parte de ese continente de venas abiertas que era, y sigue siendo, América Latina. En 2004, un grupo de muchachos retomaron el relevo. Esta vez, para hacer su revolución desde dentro de las villas miseria (barrios de chabolas) en la ciudad de Buenos Aires. Para exigir que se respeten los derechos de los olvidados: de los cientos de miles de personas que, en una de las ciudades más ricas del continente, todavía hacen de la supervivencia su guerra cotidiana.
La Poderosa nació en Zavaleta y pronto se extendió a otras villas de la capital; hoy existen 15 asambleas en todo el país, de Jujuy a San Martín de los Andes. Y no quieren parar: su Poderosa, como la moto del Che, tiene vocación de llegar a todo el continente, porque comparten con el guerrillero argentino la idea de una Patria Grande, de la integración de los pueblos latinoamericanos.
Fútbol popular, sociedades gastronómicas, apoyo escolar, artes escénicas: en cada barrio, las asambleas de vecinos deciden qué quieren hacer, y lo hacen por consenso. Eso sí: desde que nació hace dos años, es la revista La Garganta, hecha por y para las villas, el buque insignia de la organización: La Garganta les proporciona un espacio para expresarse, para articular una voz propia; y se ha convertido además en su motor económico, ahora que llega a los quioscos de toda la ciudad.
«Nosotros somos la asamblea de nuestros barrios», explica uno de los miembros fundadores de La Poderosa. Habla con elmundo.es con una condición: que no citemos su nombre. El anonimato es uno de los ejes de La Poderosa: «Aquí no hay ni nombres ni sueldos». Lo hacen, dicen, para evitar redes clientelistas y partidarias que corrompan la organización, como tantas veces ocurre en Argentina. Ellos se declaran «apartidarios y muy políticos». Y son escrupulosos cuando de conservar su independencia se trata: por eso su revista no acepta publicidad.
Asistimos a una reunión de la que participan representantes de varias villas. Resuenan palabras como autoestima, confianza, futuro. «Hay que desmitificar lo que otros quieren que seamos», dicen, ese combo mediático que se limita a violencia, drogas y delincuencia. La Poderosa les enseñó el poder que tiene cada uno de ellos, y cómo ese poder se multiplica cuando actúan juntos. Habla un representante de la Villa Soldati: «Me embarqué en este proyecto porque mis ojos no aguantaban ya tanta mierda y tan poco futuro. Nos quisieron callados, y no pudieron. Estamos gritando.».
A diez metros del Obelisco, la villa de Zavaleta se inunda cada vez que caen dos gotas y no cuenta con una red de saneamiento decente. Zavaleta aparece como un gran espacio gris, inexistente e invisibilizado, en los callejeros de la ciudad; los GPS avisan al conductor confiado de que entra en «zona peligrosa» si se aventura a entrar en la villa 31 o en tantas otras. Pareciera que los poderes públicos están interesados apenas en lograr que el problema no se vea.
Inseguridad para quién. Si, como dicen ellos, «a esos pibes que crecieron sin expectativas de futuro ni oportunidad alguna, los hicieron chorros (ladrones) y después los televisan».
El estigma sigue atravesando al vecino de la villa que sale a buscar trabajo; ese mismo que, al llegar a su vivienda de techos de chapa, carece de agua corriente o de electricidad. Sus derechos más elementales son pisoteados cada día; por eso, dicen en La Poderosa, la información es su primera batalla: que todos los miembros de la comunidad conozcan sus derechos, y los reivindiquen. El germen de esta revolución silenciosa y pacífica está en marcha. Y ellos aseguran que, a diferencia de aquella otra Poderosa, la del Che y Granados, esta no piensa detenerse hasta conseguir un mundo más justo para todo el pueblo latinoamericano.
el dispreciau dice: sólo las gentes unidas dan lugar al concierto revolucionario... no la clase política siempre envuelta en conveniencias que a su vez están atrapadas por los apuros, y estos por urgencias que deforman las visiones de la realidad... puede ser que haya un mentor movilizador, como también puede ser que haya un espíritu invisible que conjugue los sentimientos de los muchos desconocidos... pero la movilización la gestan los pueblos con su decisión de "cambiar", de no permitir los "atropellos", de terminar con los discursos vacíos, de volver a las "necesidades insatisfechas" en los anónimos... ARGENTINA fue arrasada durante los años setenta, cuando tanto los políticos peronistas, como los militares todopoderosos, confundieron ideas con ideologías, llevando al país a un concierto de atropellos desde unos hacia los otros, exterminándose una generación de iluminados. Mucho de los estamentos sociales han asumido la iniciativa que conduce al desafío... el estatus actual no da para más, y el cambio se hace tan necesario como imprescindible... si el estado permanece ausente y la clase política no comprende las lecturas que le provee la realidad, entonces y sólo entonces, los anónimos deben juntarse para comenzar a reordenar el paisaje del desorden social. Y como siempre, sólo las manos unidas conducen a la cultura, y ésta es la expresión genuina de conductas que van desde la alimentación hasta la forma de encarar el trabajo, y luego de ello, cómo deben ser educadas las generaciones futuras, alimentadas por pautas que hacen a la entidad y a la dignidad de las personas. Queda claro que nadie necesita de un palacio para poder vivir, y se puede ser "rey" en una escala minúscula, sin perder las conexiones que nos dan vida, esto es "los otros". Ya que sin los otros... no somos nada. Marzo 19, 2013.-
La Poderosa nació en Zavaleta y pronto se extendió a otras villas de la capital; hoy existen 15 asambleas en todo el país, de Jujuy a San Martín de los Andes. Y no quieren parar: su Poderosa, como la moto del Che, tiene vocación de llegar a todo el continente, porque comparten con el guerrillero argentino la idea de una Patria Grande, de la integración de los pueblos latinoamericanos.
Fútbol popular, sociedades gastronómicas, apoyo escolar, artes escénicas: en cada barrio, las asambleas de vecinos deciden qué quieren hacer, y lo hacen por consenso. Eso sí: desde que nació hace dos años, es la revista La Garganta, hecha por y para las villas, el buque insignia de la organización: La Garganta les proporciona un espacio para expresarse, para articular una voz propia; y se ha convertido además en su motor económico, ahora que llega a los quioscos de toda la ciudad.
«Nosotros somos la asamblea de nuestros barrios», explica uno de los miembros fundadores de La Poderosa. Habla con elmundo.es con una condición: que no citemos su nombre. El anonimato es uno de los ejes de La Poderosa: «Aquí no hay ni nombres ni sueldos». Lo hacen, dicen, para evitar redes clientelistas y partidarias que corrompan la organización, como tantas veces ocurre en Argentina. Ellos se declaran «apartidarios y muy políticos». Y son escrupulosos cuando de conservar su independencia se trata: por eso su revista no acepta publicidad.
Periodismo 'villero'
La Garganta es la niña de sus ojos. «Es la vanguardia de la asociación: nos da la opción de tener una voz propia. Y reconstruir la historia es reconstruir nuestro futuro», explica un representante de la asamblea de Zavaleta. «Al Padre Mújica (un cura 'villero' asesinado en tiempos de la dictadura) lo mataron por querer hacer una revista en la villa 31», añade. Tal vez era demasiado revolucionario, y peligroso, dar la voz a los pobres.Asistimos a una reunión de la que participan representantes de varias villas. Resuenan palabras como autoestima, confianza, futuro. «Hay que desmitificar lo que otros quieren que seamos», dicen, ese combo mediático que se limita a violencia, drogas y delincuencia. La Poderosa les enseñó el poder que tiene cada uno de ellos, y cómo ese poder se multiplica cuando actúan juntos. Habla un representante de la Villa Soldati: «Me embarqué en este proyecto porque mis ojos no aguantaban ya tanta mierda y tan poco futuro. Nos quisieron callados, y no pudieron. Estamos gritando.».
A diez metros del Obelisco, la villa de Zavaleta se inunda cada vez que caen dos gotas y no cuenta con una red de saneamiento decente. Zavaleta aparece como un gran espacio gris, inexistente e invisibilizado, en los callejeros de la ciudad; los GPS avisan al conductor confiado de que entra en «zona peligrosa» si se aventura a entrar en la villa 31 o en tantas otras. Pareciera que los poderes públicos están interesados apenas en lograr que el problema no se vea.
Inseguridad y estigma
Y ahí está La Garganta para gritar todo lo que existe. Para recordar que miles de jóvenes deambulan por las calles como zombis, derrotados por esa «droga de exterminio masivo» que es el paco (una droga destructiva y barata, hecha a partir de la pasta base de cocaína). Que a cada tanto muere alguien porque la ambulancia no llegó a tiempo, porque los conductores no se atrevían a entrar en el barrio. Que a Alejandra le mataron a su hijo porque un agente de la policía prefirió disparar antes de disparar. Que Facundo murió a los 13 años cuando se derribó un árbol de cuyos riesgos había advertido su madre a las autoridades en tres ocasiones. Por eso en La Poderosa interpelan a sus conciudadanos porteños, esos que viven al otro lado de los muros invisibles, de qué inseguridad hablan cuando se manifiestan en las calles del barrio próspero de Recoleta.Inseguridad para quién. Si, como dicen ellos, «a esos pibes que crecieron sin expectativas de futuro ni oportunidad alguna, los hicieron chorros (ladrones) y después los televisan».
El estigma sigue atravesando al vecino de la villa que sale a buscar trabajo; ese mismo que, al llegar a su vivienda de techos de chapa, carece de agua corriente o de electricidad. Sus derechos más elementales son pisoteados cada día; por eso, dicen en La Poderosa, la información es su primera batalla: que todos los miembros de la comunidad conozcan sus derechos, y los reivindiquen. El germen de esta revolución silenciosa y pacífica está en marcha. Y ellos aseguran que, a diferencia de aquella otra Poderosa, la del Che y Granados, esta no piensa detenerse hasta conseguir un mundo más justo para todo el pueblo latinoamericano.
el dispreciau dice: sólo las gentes unidas dan lugar al concierto revolucionario... no la clase política siempre envuelta en conveniencias que a su vez están atrapadas por los apuros, y estos por urgencias que deforman las visiones de la realidad... puede ser que haya un mentor movilizador, como también puede ser que haya un espíritu invisible que conjugue los sentimientos de los muchos desconocidos... pero la movilización la gestan los pueblos con su decisión de "cambiar", de no permitir los "atropellos", de terminar con los discursos vacíos, de volver a las "necesidades insatisfechas" en los anónimos... ARGENTINA fue arrasada durante los años setenta, cuando tanto los políticos peronistas, como los militares todopoderosos, confundieron ideas con ideologías, llevando al país a un concierto de atropellos desde unos hacia los otros, exterminándose una generación de iluminados. Mucho de los estamentos sociales han asumido la iniciativa que conduce al desafío... el estatus actual no da para más, y el cambio se hace tan necesario como imprescindible... si el estado permanece ausente y la clase política no comprende las lecturas que le provee la realidad, entonces y sólo entonces, los anónimos deben juntarse para comenzar a reordenar el paisaje del desorden social. Y como siempre, sólo las manos unidas conducen a la cultura, y ésta es la expresión genuina de conductas que van desde la alimentación hasta la forma de encarar el trabajo, y luego de ello, cómo deben ser educadas las generaciones futuras, alimentadas por pautas que hacen a la entidad y a la dignidad de las personas. Queda claro que nadie necesita de un palacio para poder vivir, y se puede ser "rey" en una escala minúscula, sin perder las conexiones que nos dan vida, esto es "los otros". Ya que sin los otros... no somos nada. Marzo 19, 2013.-
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