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JAPÓN | Se invertirán 33.000 millones de euros
Japón tardará diez años en reconstruir los lugares dañados por el terremoto
Davastación causada por el seísmo en Minamisanriku.| AFP
Reuters | Tokio
Actualizado martes 26/04/2011 12:22 horas
Japón busca a sus muertos entre los escombros La reconstrucción de las ciudades y localidades japonesas devastadas por el terremoto y el tsunami que se produjeron el pasado 11 de marzo podría concluir dentro de diez años, según ha afirmado este martes el Consejo para el Plan de Reconstrucción, que asesora al Gobierno nipón.
"Durante los tres primeros años se realizarán labores como reconstruir carreteras y levantar viviendas temporales", ha indicado Jun Iio, un responsable del Consejo, que se formó después del desastre. Según este organismo, se podría tardar otros cuatro años en reconstruir las localidades destruidas, y aún más en lograr una recuperación plena.
"Debemos tener en cuenta que el área afectada por el desastre es mucho mayor que Kobe", ha señalado en referencia a la ciudad japonesa que fue arrasada por un fuerte terremoto en 1995.
El seísmo y el tsunami de marzo redujeron a ruinas una gran extensión del noreste del país, causaron la muerte de al menos 13.000 personas, obligaron a otras 130.000 a dejar sus casas y alojarse en refugios y causaron unos daños valorados en 300.000 millones de dólares, aproximadamente.
Mayor autonomía regional
El Consejo ha afirmado que esta catástrofe ha puesto de manifiesto las deficiencias de una forma de gobierno centralizada y ha abogado por una mayor autonomía de las regiones.
Asimismo, ha destacado la importancia de que las labores de reconstrucción trasciendan las divisiones políticas en un país donde la frágil tregua política motivada por el desastre no ha durado mucho tiempo.
El presidente del Consejo y de la Academia Nacional de Defensa, Makoto Iokibe, ha subrayado que "las tareas de reconstrucción están por encima de las cuestiones políticas". "Podemos pedir la opinión de los partidos de la oposición y del partido gobernante", ha sugerido.
El Gobierno japonés aprobó el viernes pasado destinar 33.000 millones de euros a las labores de reconstrucción.
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Ucrania honra a las víctimas de Chernóbil en el 25º aniversario de la catástrofe
Medvédev y Yanukóvich asisten a una misa dentro de la zona de exclusión.- El presidente ucraniano recuerda que "ya nadie puede tener garantías de seguridad en el mañana", en referencia a la crisis de Fukushima
AGENCIAS, Moscú / Kiev 26/04/2011
Con el debate sobre la energía atómica más abierto que nunca debido a la crisis de la central de Fukushima, aún no controlada, Ucrania homenajea a las víctimas de la catástrofe nuclear de Chernóbil, la más grave hasta el momento, de la que se cumple hoy el 25º aniversario. El 26 de abril de 1986, el reactor número 4 de la planta, entonces en la Unión Soviética, explotó y se incendió, desperdigando radiactividad por Europa.
El presidente ruso, Dmitri Medvédev, ha insistido en que una de las lecciones aprendidas desde entonces es que los gobernantes han de decir la verdad sobre los accidentes nucleares, al contrario de lo que sucidió hace 25 años, cuando el Gobierno soviético ocultó el suceso durante los dos primeros días. "Debemos dar información totalmente precisa sobre lo que está ocurriendo", ha dicho desde los restos de la central, que ha visitado junto a su homólogo ucraniano, Víctor Yanúkovich.
Medvédev, además, ha defendido la necesidad de que se adopten nuevas medidas a nivel internacional para evitar que se repitan este tipo de accidentes. "Hoy he enviado propuestas a los líderes (mundiales) dirigidas a garantizar el desarrollo necesario de la energía nuclear en el mundo a la vez que se previenen consecuencias globales catastróficas".
Una treintena de personas murieron en los primeros momentos del accidente, pero muchos más han fallecido después de enfermedades relacionadas con la radiación. Decenas de miles fueron evacuadas de los alrededores y nunca han podido volver a sus hogares. Pese al trágico recordatorio que supone la crisis de Japón, la semana pasada, los donantes internacionales reunidos en Kiev solo fueron capaces de ofrecer 550 millones de euros, de los 740 millones necesarios, para financiar la construcción de una estructura de protección para cubrir el reactor de Chernóbil dañado y un almacén de residuos, pues el actual sarcófago ha empezado a filtrar radiación.
El presidente de Ucrania ha querido honrar a aquellos que entregaron su vida en la lucha contra la radiación. "Recordamos a los bomberos, a los policías, a los militares, a los aviadores, a los trabajadores... A los héroes que en los primeros días llegaron a Chernóbil y prácticamente con las manos desnudas taparon el reactor destruido", ha señalado en un mensaje difundido en la página web de la Presidencia. Estos hombres "salvaron al mundo de una catástrofe aun mayor y les estamos agradecidos por ello".
Yanukóvich ha indicado que existe una "medida terrible del tiempo: antes y después de Chernóbil", un "reto de magnitud planetaria" al que ha respondido la comunidad internacional unida. "Antes del 26 de abril de 1986, el mundo tenía una ilusión de seguridad. Después de esa fecha ya nadie puede tener garantías de seguridad en el mañana. Los acontecimientos en la central japonesa de Fukushima confirmaron esta amarga verdad", ha recordado.
El presidente ucraniano ha subrayado que el país está comprometido más que nadie con la tarea de que Chernóbil no sea un "factor de miedo ni inestabilidad para el mundo". "Ucrania estuvo mucho tiempo prácticamente sola frente a la tragedia de Chernóbil. Afortunadamente, hoy no estamos solos".
Los actos recordatorios de la tragedia de Chernóbil, que se sucederán durante toda la jornada, comenzaron esta madrugada con un servicio religioso en memoria de las víctimas. A mediodía, Yanukóvich y Medvédev han asistido a una misa en la única iglesia de la zona de exclusión de 30 kilómetros de la averiada central. La liturgia ha sido oficiada por el Metropolita de Kiev, Vladímir, y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, en la iglesia de Santo Iliá, según informan las agencias ucranianas. La iglesia fue cerrada a cal y canto tras la tragedia, pero fue reabierta en 1994 y reconstruida a partir de 2003.
Propuesta al G-8
Antes de visitar la central, Medvédev había adelantado que propondría a los países del G-8 iniciativas concretas para "elevar la seguridad de las centrales eléctricas nucleares".
"Consideramos que se necesitan exigencias de seguridad adicionales para la construcción y explotación de instalaciones energéticas nucleares", resaltó el jefe del Estado ruso, citado por la agencia Interfax. Según Medvédev, estos requerimientos de seguridad, que incrementarán la responsabilidad de los países que utilizan energía nuclear, deben quedar refrendados en documentos jurídicos internacionales de obligatorio cumplimiento por los Estados.
Las organizaciones internacionales, y en especial, el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), deberán velar estrictamente por el cumplimiento de dichas exigencias. Las propuestas se presentarán en la cumbre del G-8 que se celebrará los días 26 y 27 de mayo en Deauville (norte de Francia).
"Es necesario que las nuevas centrales eléctricas nucleares se construyan con las máximas barreras de protección; que los principios de apertura informativa y de total transparencia de las acciones se conviertan en una norma de trabajo para todas las centrales nucleares del mundo", añadió el jefe del Kremlin.
Mientras, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, aseguró que la tragedia de Chernóbil "fue una lección para toda la
humanidad", que "obligó a revisar la fiabilidad y seguridad de la energía nuclear", en un mensaje divulgado por el Gobierno ruso.
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REPORTAJE: ¿QUE ESTÁ FALLANDO?
Retorno a Chernóbil
Cerca de 3.500 personas trabajan para cerrar el sarcófago de la central nuclear, uno de cuyos reactores estalló hace 25 años. EL PAÍS visita las ciudades fantasma de la zona de exclusión
PILAR BONET | Chernóbil (Ucrania) 17/04/2011
En el cuarto de siglo transcurrido desde el accidente de Chernóbil, la central nuclear ucrania y sus alrededores se han transformado en un espacio en el que se entretejen realidades y mitos. Chernóbil, a 120 kilómetros al norte de Kiev, fue clausurada en 2000, catorce años después del accidente. Sin embargo, mientras las cargas radiactivas de su interior no sean almacenadas de forma estable y segura, la central sigue siendo un problema pendiente.
Un consorcio internacional ha comenzado a construir la nueva cubierta para el sarcófago que protege el reactor número 4, el que hizo explosión en la madrugada del 26 de abril de 1986. La futura cubierta, en forma de arco de 105 metros de altura, impedirá las filtraciones de agua y también las fugas de radiactividad. Con su protección y la ayuda de robots, tal vez un día sea posible acometer el desmontaje del reactor. La semana próxima, los donantes internacionales se reúnen en Kiev. Su fin es conseguir 740 millones de euros para acabar de financiar la infraestructura necesaria para la seguridad de Chernóbil y el almacenamiento de sus residuos.
De momento, las excavadoras remueven la tierra junto a la central y el polvo que levantan ha incrementado el nivel de radiación, según constata, dosímetro en mano, el biólogo Igor Chizhevski, mi guía en un viaje por la zona de exclusión de 30 kilómetros. El periplo de dos días cuesta 470 dólares e incluye una pernoctación en Chernóbil: su casco urbano está situado a 15 kilómetros de la central a la que ha dado su nombre. Lo organiza una de las agencias autorizadas por el Ministerio de Emergencias.
La zona de exclusión en torno a Chernóbil tiene un radio de 30 kilómetros, donde trabajan cerca de 3.500 personas. La mayoría se desplaza desde Slavutich, la ciudad (fuera de la zona de exclusión) que sustituyó a Prípiat como lugar de residencia de los trabajadores del sector nuclear.
Prípiat fue fundada en 1970 a poco más de un par de kilómetros de la central y cuando ocurrió el accidente tenía casi 48.000 habitantes. Todos ellos fueron evacuados en contados días en un éxodo que afectó a 130.000 personas, sumadas otras localidades cercanas. La que fuera una ciudad confortable y bien abastecida es ahora un paraíso para los fotógrafos, no solo por ilustrar el triunfo de la naturaleza sobre lo urbano, sino también por las imágenes que inspira. En una escuela, sobre un pupitre, hay un tocadiscos con un disco (la sinfonía 40 de Mozart) y un cuaderno del curso 1983-1984 entreabierto por una página en la que alguno de los pedagogos escribió: "El grupo está formado por 36 personas...". En una guardería, todas las muñecas han sido disfrazadas con máscaras antigás. Son "naturalezas muertas", composiciones forzadas en un escaparate de ruinas.
Prípiat fue acuñando su imagen de ciudad fantasma. Tras ser evacuada, la localidad funcionó parcialmente durante más de una década. Igor Chizhevski cuidaba unos invernaderos experimentales desde 1993 y también iba a la piscina. Los nadadores eran tantos que había que "pedir hora", explica frente a un agujero de 25 metros de longitud, aún forrado de azulejos. Cuando la central de Chernóbil se cerró en 2000, las actividades cesaron simplemente porque se cortó el suministro energético.
En Prípiat estaba Yupíter, una fábrica militar secreta identificada solo con un número. Camuflada como productora de magnetófonos, Yupíter "hacía piezas para la industria de defensa", afirma Nina, que trabajó en aquella empresa. Tras el accidente, los talleres de Yupíter siguieron abiertos. "Los años noventa fueron terribles. Los sueldos eran de miseria", explica. En Yupíter se instalaron "unidades de especialistas en energía atómica que participaban en la descontaminación de la central", explica Vladímir Jolosha, presidente de la agencia estatal responsable de la zona de exclusión.
En los talleres desmantelados de Yupíter quedan filtros, válvulas y roscas esparcidos por el piso de cemento. Las instrucciones de seguridad que aún pueden encontrarse entre los escombros llevan fechas de los noventa. "Se llevaron el metal para venderlo. No por afán de lucro, sino por desesperación. Había que sobrevivir", dice Nina, que hoy cobra el equivalente a 280 euros como encargada de la residencia de Chernóbil. En los noventa, su sueldo no llegaba a los 10 dólares. En teoría, está prohibido sacar objetos de la zona sin los debidos controles de radiación, pero el contrabando de metales, maderas, ladrillos y enseres ha sido un fenómeno crónico.
Todo lo que podía ser vendido ha desaparecido en Prípiat: barandillas, bañeras y radiadores de metal, cañerías, cables y muebles. Desafiando el tiempo, queda el papel: periódicos con las consignas del Partido Comunista, libros de marxismo, juegos infantiles de inspiración militar y escudos de la URSS.
La zona evoca un inquietante parque temático. Hay en ella barcos abandonados que transportaron materiales para construir el sarcófago y cementerios de vehículos y aviones usados en las tareas de descontaminación, como el de Rossoja, el más grande. El entorno más secreto, al que no llegamos, tal vez fuera Chernóbil-2, una ciudad militar al servicio de unas instalaciones de radar ultramodernas que podían detectar los lanzamientos de cohetes en Estados Unidos. Fantasmales son las siluetas rojizas que debían convertirse en el quinto y el sexto reactor, y el gigantesco silo que debía almacenar el combustible utilizado. Este proyecto de 1999, auspiciado por el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo e iniciado por la empresa francesa Framatome, nunca llegó a terminarse y "constituye un monumento a la incompetencia y también al derroche por los que nadie ha respondido", afirma una fuente europea del sector energético.
En la zona de exclusión viven unas 210 personas, de las cuales cerca de 100 residen en Chernóbil. Otras hacen turnos, como Nina, que pasa 15 días en esta localidad y 15 días en Kiev. La residencia donde trabaja fue erigida para los especialistas, pero aloja también turistas. Siete mil visitantes vinieron a Chernóbil en 2010, y este año se esperan más. Nina trae sus provisiones y procura no probar los alimentos locales. Los turistas comen en la cantina de los trabajadores de la central.
En las aldeas derruidas viven familias que se resisten a marcharse o que regresaron tras ser evacuados, como Vasili y Motrona Lavrienko, que recibieron casa en Kiev, pero volvieron a Teremtsí, su aldea, situada en un lugar idílico, en la confluencia del río Prípiat con el Dniéper. Los Lavrienko trabajaron en los servicios de navegación fluvial hasta que estos fueron suprimidos, porque no eran rentables y porque Bielorrusia "vendió sus lanchas a Nicaragua", según cuenta Vasili, que a sus 55 años es el más joven del pueblo. En Teremtsí, dice, viven 30 personas. La familia Lavrienko es trabajadora y hospitalaria. Su jata (modesta vivienda rural ucrania) está ordenada y limpia. Motrona nos ofrece un plato de aromático pescado frito. Lo han pescado en el Dniéper y no deberíamos comerlo sin medir su radiación. Teremtsí es un entorno relativamente limpio.
Los Lavrienko pagan por la electricidad, que era gratuita antes del accidente. La cocina es calentada por un horno de leña e iluminada por una bombilla de bajo consumo. "Nos la trajo nuestra hija", afirma Vasili. La hija, de 40 años, y la nieta, de 20, viven en Kiev. Desde que subió el precio de la gasolina vienen menos a Teremtsí. "Mi hija quiere venir aquí cuando se jubile, y mi nieta se crió aquí", afirma Motrona. Los Lavrienko tienen su propio huerto, sus gallinas, un cerdo y una yegua. Se desprendieron de la vaca porque el buey más próximo estaba a 25 kilómetros, en territorio de Bielorrusia. Según la normativa, los Lavrienko son ilegales en su propia casa. En la práctica, son una realidad aceptada por las autoridades. Camionetas de abastecimiento recorren los pueblos de la zona y venden leche, aceite, mantequilla, pan y otros comestibles a los campesinos.
Al caer la noche, el silencio es absoluto en el pueblo de Chernóbil, aunque el alcohol fluye en abundancia entre los trabajadores que se reúnen tras la jornada en un café. Todos se preparan para celebrar el 25º aniversario. Repintan la iglesia y el monumento a los bomberos que fueron víctimas de la radiación, cuando les enviaron a la central sin la protección adecuada.
En Kiev, Yuri Andréyev, presidente de la Unión de Chernóbil de Ucrania, calcula que miles de personas (la cifra que suele manejarse es de 25.000) murieron por causas vinculadas de forma directa o indirecta con Chernóbil. Los "liquidadores" (profesionales de distintas especialidades que combatieron la catástrofe) forman un contingente de 219.000 personas en Ucrania, señala Andréyev, un ingeniero que era jefe de turno del segundo bloque el 25 de abril de 1986. Andréyev recibió una dosis de radiación de primer grado, pero la aguantó "de pie" sin pasar por la clínica. Posteriormente tuvo que ser operado de un tumor en las cuerdas vocales. Andréyev acusa al Gobierno de haber liquidado los programas de construcción de viviendas para inválidos y de paralizar la evacuación de las familias que residían en zonas contaminadas fuera del perímetro de la zona. Andréyev prepara una manifestación de protesta porque el Gobierno quiere desvincular las subidas de pensiones de las compensaciones a los veteranos de Chernóbil.
Mientras tanto, en otro barrio de Kiev, Mijaíl Grishankov y Valentín Odégov opinan que ya es hora de poner orden en la proliferación de liquidadores. Los dos son miembros de la asociación Hermanamiento, que integra a veteranos de Chernóbil y de Afganistán. Cuando ocurrió el accidente eran oficiales de destacamentos especiales del Ministerio del Interior. A Odégov le mandaron a apagar un incendio sin informarle de la naturaleza radiactiva del mismo, pero a los pocos días le hicieron volver a Kiev "para asegurar el orden público en la carrera de bicicletas del 1 de mayo". A Grishankov le mandaron a evacuar a la población. "Metía a la gente en autobuses casi con lo puesto, rodeaba el pueblo de alambre de espino, ponía un centinela para que no saqueasen el pueblo", cuenta.
Los ucranios están hoy divididos sobre la energía atómica. Un 66,2% opina que las centrales nucleares de su país no son seguras, frente a un 27,1% que opina lo contrario, según una encuesta del Instituto de Gorshenin realizada en marzo. Un 54,9% teme que la avería en la central de Fukushima pueda repercutir negativamente en su salud y un 5,2% vincula el futuro de Ucrania a la energía nuclear. Un 38,7% es partidario de las energías alternativas; un 28%, de explotar los yacimientos propios de gas y petróleo, y un 17,4%, de apoyar la industria del carbón. Además, un 81,9% de los ucranios consideran peligrosa la central de Chernóbil y el 85,1% se oponen a la construcción de un depósito de residuos radiactivos en su país.
Ucrania tiene cuatro centrales nucleares que producen cerca de un 50% de toda su electricidad. Kiev, sin embargo, se replantea la ambiciosa estrategia que preveía la construcción de 20 nuevos reactores de un millón o más de kilovatios cada uno para 2030. Esta estrategia está en proceso de "corrección" y sus objetivos van a "rebajarse", señala Natalia Shumkova, vicepresidenta de la compañía EnergoAtom, dependiente del Ministerio de Energía. Las correcciones, matiza Shumkova, tienen que ver con las realidades económicas y son anteriores a Fukushima. Del accidente en la central japonesa, Ucrania "está sacando todas las conclusiones organizativas y técnicas pertinentes, pero debemos esperar un poco para hacer planes. Debemos reflexionar antes de tomar decisiones que afectan al desarrollo energético, la economía y el destino del Estado", afirma.
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el dispreciau dice: el mundo de las incapacidades políticas corre con ventajas... la radiación no se ve, sí se ven sus consecuencias, cuando ya es demasiado tarde... la contaminación química no se ve, sí se ven sus consecuencias, cuando ya es demasiado tarde... el "plantar" bacterias y virus llevando adelante técnicas bioterroristas no se ve, sí se ven sus consecuencias, cuando ya es demasiado tarde... el hombre maquiaveliza e induce circunstancias, pero ante el drama no sabe cómo se debe proceder, y desconoce qué se debe hacer, no obstante ello, el mundo político no se preocupa ya que las víctimas son los muchos y ellas apenas serán consideradas como daños colaterales, necesarios para el avence de la civilización y la "democracia" en que ellos mismos anidan y se escudan. Los resultados quedan a la vista, nada se resuelve y aún con discursos largos y llenos de palabras bonitas, el drama sigue su curso, diezmando vidas, tal sucede con los polímeros y sus monómeros, tal sucede con los hidrocarburos, tal sucede con los elementos radiactivos, y con otros tantos químicos de los que se habla poco pero su daño está presente en el día a día. El mundo del 2011 ha conseguido dejar al descubierto el significado de las ciencias vendidas a las conveniencias, sin ética, sin fundamentos filosóficos, sin científicos comprometidos y sí comprados y vendidos como esclavos de sus propias avaricias... mientras tanto el mundo se rige por un marketing mediático que las corporaciones y sus medios gráficos y televisivos manejan a la perfección sembrando la duda para poder vender "mentiras"... todo lo demás es o consiste en estupidizar la masa para alcanzar los objetivos estratégicos de seguir mintiendo. Pero este mismo mundo humano del 2011 expresa señales de haber alcanzado situaciones límites y estar parado en su propio borde, listo a caer hacia el abismo de las inconsciencias. El problema no se llama Fukushima ni tampoco Chernobyl, se llama humanidad expuesta al desprecio y a la burla por parte de la clase política, los poderes que la sostienen y los súbditos obsecuentes que sonrien para luego expresar que sus acciones no guardan intencionalidad personal ya que se trata de "negocios". De ese mismo modo bajo ese mismo patrón se trafican personas, se trafican órganos, se roban identidades, se fabrican drogas y se trafican estupefacientes, se falsifican medicamentos, se manipulan enfermedades virales y bacterianas, a lo que se suman numerosos etcéteras de un mundo que lava dineros porque el sistema económico industrial y productivo, perverso en su esencia, está definitivamente quebrado y nadie en su sano juicio sabe qué hacer, por ende mucho menos saben los políticos que viven de la corruptela que ellos mismos inventaron. El mundo está envuelto en tinieblas tan invisibles como la radiación, pero sus efectos están a la vista, a las personas se les ha robado el trabajo, se les ha quitado la dignidad, se les ha excluído de la salud y la educación, se les ha diezmado el sentido de familia y se les restan, todos los días, los motivos propios para vivir. Alguien ha logrado deformar el sentido de memoria, sin embargo la memoria está allí, flotando a la espera de ser reactivada, revivida y recuperada por la condición humana a efectos de que este modelo del "asco por el otro" se termine de una vez por todas y para siempre, antes que sea demasiado tarde, antes que el ser humano se quede sin hogar y sin herencias... por ello, las tinieblas deben ser guardadas para siempre junto con sus mentores y sus defensores, esos mismos que usan al prójimo para sostener y fabricar sus riquezas, siempre a expensas de la exclusión y la marginación de los muchos. Abril 26, 2011.-
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