REPORTAJE
Mama Wata se llevó los diamantes de Sierra Leona
Un documental, que esta tarde se estrena en Madrid, en la Filmoteca Nacional, retrata la vida diaria del país más pobre del mundo
PATRICIA R. BLANCO - Madrid - 14/04/2011
Transgredir los tópicos de la pobreza sin hacer de la miseria su protagonista se antoja tarea difícil en el país que Naciones Unidas clasifica como el menos desarrollado del mundo. Pero se convierte en una empresa titánica si además se huye de edulcorarla con esperanzas imposibles que solo sirven para tranquilizar conciencias. A punto de cumplirse el 50 aniversario de la independencia de Sierra Leona -27 de abril de 1961-, Los hijos de Mama Wata (Making DOC Producciones, 2010), que hoy se estrena a las diez de la noche en Madrid, en la sede de la Filmoteca Nacional, retrata la historia de supervivencia, superación, unión y dignidad de un pueblo que lucha por superar las secuelas de la guerra de los diamantes.
Mama Wata es la diosa del mar. Es una diosa universal. Yemanyá, en América Latina, la virgen del Carmen, en España. Los marineros se encomiendan a ella para pedir protección. Y los habitantes del pueblo pesquero de Goderich, a las afueras de Freetown, la capital de Sierra Leona, le rezan para que no les falte el pescado. Da igual que sean musulmanes, cristianos baptistas o evangelistas, porque en Goderich, que significa "el lugar que alcanzó Dios", todas las religiones conviven en paz. Pero es Mama Wata, según la creencia ancestral, la que pone en marcha el motor de su comunidad.
"Los hombres salen a pescar, sus mujeres prepararan el pescado y lo venden y otras mujeres cuidan de los hijos de quienes trabajan", explica Juan Antonio Amador, codirector junto a Silvia Venegas del documental. Esos hombres y mujeres tienen nombre y rostro en Los hijos de Mama Wata. Idrissa es pescador y cada día sale a faenar con el cayuco que heredó de su padre, Alfred Baion, de 69 años, una excepción en un país donde la esperanza media de vida no supera los 42. Como David contra Goliat, Idrissa se enfrenta a los barcos de arrastre coreanos, españoles y africanos que pescan ilegalmente en la costa de Sierra Leona, incapaz de defender sus aguas territoriales. Si Idrissa no sale a pescar, Memuna, madre de 10 hijos, no puede comprar pescado, ni cocinarlo ni venderlo. Y Saffie no sería necesaria para cuidar a los hijos de ninguno de ellos.
Hay sitio para todos en Goderich. Para los estudiantes como Suphie, que sueña con un futuro mejor e invierte lo que gana dando clases a los pescadores analfabetos en comprar libros. Y para los que no tienen nada, porque la comunidad "recoge a la gente que se encuentra en la calle, los alimenta de manera solidaria a cambio de que esa persona se encargue de los niños o de tareas como preparar la comida", añade Venegas. Coincide con ella el director de fotografía, Alberto González Casal: "Recuerdo la imagen de Idrissa un día que comimos con él. Sobró comida, la guardó. Llegó al patio, les dio a todos los niños; a sus hijos, los últimos, y el último pedacito que sobraba fue para él".
Por eso, según los directores del documental, lo fundamental de Los hijos de Mama Wata, que participa este año en festivales en Serbia y Etiopía, es el testimonio de sus protagonistas. "Nuestra primera idea era rodar un documental informativo" con políticos, dirigentes y responsables de organismos internacionales de Sierra Leona, explica Venegas. Pero los representes institucionales estaban fuera de la realidad y "hablaban de coco ecológico y biocombustible de aceite de palma cuando ni siquiera estaban produciendo arroz, que es lo que consume la población", critica Venegas. "Lo que tenían que decir los habitantes de Goderich era mucho más importante que lo que habíamos grabado con los representantes institucionales", admite con cierta satisfacción.
¿Y por qué Goderich? El pueblo pesquero de las afueras de Freetown "es muy representativo de lo que ocurrió en Sierra Leona después de la guerra de los diamantes, cuando el Frente Revolucionario Unido empujó a la población hacia la costa, para quedarse con el interior y con sus riquezas", estima Juan Antonio Amador.
Sin embargo, algo más que una creencia ancestral une Mama Wata, Sierra Leona y Goderich. "Mama Wata para nosotros es una metáfora de lo que ocurrió en Sierra Leona", asegura Silvia Venegas, que cuenta la leyenda de la diosa del mar: "Dueña de las riquezas, accedió a casarse con el dios guerrero siempre y cuando no la dañara. Pero un día, borracho, la golpeó y Yemanyá empezó a llorar y se convirtió en un río, que se llevó todas las riquezas, que llegaron al mar". La guerra de los diamantes golpeó Sierra Leona y robó sus riquezas. Ahora, el mar, es el único lugar donde el pueblo puede sobrevivir y recuperar parte de lo perdido.
El documental narra la vida diaria y la lucha por la supervivencia del pueblo de Sierra Leona. Mira el documental completo en Filmotech - MAKING DOC PRODUCCIONES [Filmotech. Ficha de Película. LOS HIJOS DE MAMA WATA]
Mama Wata se llevó los diamantes de Sierra Leona · ELPAÍS.com
el dispensador dice: he escrito mucho sobre África y sobre cómo occidente diezmó hasta el hartazgo a uno de los continentes más ricos en cultura, en capacidades, en observadores sabios de sus tiempos... de cómo se ha usado esas gentes para experimentar aquello que no se sabe investigar y de cómo se han robado los recursos sumiéndolos en la peor de las miserias, aquella donde no tienes nada de nada, nada de comida, nada de agua, nada propio ni nada ajeno, sencillamente nada, y aún así conservas una dignidad que te duele en la espera de saber que algún día el Señor Supremo reconocerá tanto pesar y y concederá la gracia de regresar a las almas de las tinieblas de otras almas... África duele a quien la conoce profundamente, no al que la visita de apuros y luego huye a sus realidades, tampoco al que va por turismo a ver versiones mentirosas del "mundo salvaje". Detrás, está la África que muestra las miserias humanas de los otros, los esclavistas y sus conveniencias, los propietarios de bienes robados en la legalidad de la pobreza, los dueños de diamantes que, llegado el momento, no se podrán comer y tampoco servirán para pagar la transposición de los portales de la luz ni tampoco los de las tinieblas más temidas... recuerdo haber conocido a traficantes de diamantes europeos que se llenaban la boca con aquello que le habían quitado a los humildes indefensos ante el mundo, ante sus propias naciones ausentes y ante la desesperación que los llevó a suscumbir ante tanta barbarie con forma de reino sin alma. Pero el hombre no aprende las lecciones de la vida, en especial si las comodidades le nublan el corazón y si las cuentas bancarias le cierran el espíritu... aún cuando haya sido prolijamente educado, hablando varios idiomas, sabiendo dónde se coloca el cuchillo y dónde la cuchara, cuál es la copa de vino y cuál la del agua, esa educación no ha sido suficiente para despertarles de la miseria que los contiene, del desprecio que los consume, del desamor que los conduce y de las mezquindad que reina bajo sus pies, estampándose en cada huella... Europa está llena de miserias, peores que las que se ven en las gentes del África, del Asia y de la propia América Latina... las gentes de la Europa son iguales a cualquiera en cualquier parte del mundo, sin embargo hay un grupo que vive en un limbo donde nada puede ser hallado debajo de la cáscara y es así que los pocos que han arrasado la Tierra para un provecho que les serpa efímero y que se irá de sus manos antes de lo que piensan, por negligencia, por impericia, por soberbia, por falta de vergüenza. Lo único que guarda importancia en este mundo son las personas, las gentes, sus viejos y sus herencias... todo el resto apenas si sirve para engañarse a sí mismo y ver como se pierde "cielo" a cuentas de aquellas otras que te cobrarán el día menos pensado... La corrupción de los diamantes, del petróleo, del oro, de la plata y de todo aquello que sirve para dañar el prójimo no alcanzará para abonar el peaje que se les cobrará para ingresar a la paz del Señor. Pero las miserias del alma son peores que las otras de la vida de cada quién, de los dispreciaus y caídos del sistema... y esas no te dejan ver, no te dejan oir, no te dejan entender, que aquí no sos más que vos mismo hecho tiempo y gracia divina transformada por el verbo causal de Dios, un Dios que no tiene banderas, un Dios que no impuso fronteras, un Dios que no distingue colores y que no sabe que el rabino puede ser más que un sacerdote católico ya que para él todos somos iguales... y las únicas deformidades de la igualdad son aquellas que inventa el hombre en sus gestas de corrupción, para quitarle la comida de la boca a sus propios hermanos. África es el ejemplo humano de lo que no se debe hacer... y aquellos que se ríen de las pobrezas ajenas, verán crecer las propias, de repente, sin tiempo para buscar excusas ni para mentir, porque en y ante Dios se terminan todas las falacias, todas las ventajas, todas avaricias y todas las angurrias, aún cuando ni el propio Vaticano lo crea. Abril 14/15, 2011.-
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