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Emigración irregular desinformada es casi suicidio en Nigeria
“Muchos se embarcaron en el viaje y nunca lo lograron. Muchos están muriendo en el desierto del Sahara”, agrega.
La mujer se refiere a un viaje que muchos en esta nación del occidente africano buscan realizar con la esperanza de conseguir una vida mejor para ellos y sus familias. Y es que el trayecto implica aventurarse en una ruta de migración irregular plagada de peligros.
Sin embargo, en un irónico giro del destino, muchos nigerianos jóvenes que han intentado llegar a Europa de esta manera, cruzando el Sahara y el mar Mediterráneo, vuelven a casa y se dedican a hacer campaña en contra de esta práctica.
Testimonios personales contra la emigración irregular
Un grupo de 15 personas que intentaron emigrar y volvieron trabajan para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el marco de su programa Migrantes como Mensajeros en Nigeria.
Se los conoce como “oficiales de campo voluntarios” y figuran entre los emigrantes nigerianos que, bajo la Iniciativa Conjunta para la Protección y Reintegración de Migrantes, la OIM y la Unión Europea (UE) trajeron de nuevo a su país desde Libia y otros países de tránsito.
Desde el inicio del proyecto, en abril de 2017, más de 11.500 emigrantes volvieron a Nigeria luego de su fallido intento de llegar a Europa.
Marshall Patsanza, de la OIM, lo describe como un programa en el que las campañas son entre pares y bajo el cual “los emigrantes que se embarcaron en el viaje a Europa a través de Libia comparten sus experiencias, informando a otros sobre los peligros” que supone el intento.
La iniciativa incluye una serie de mensajes y videos publicados en las redes sociales de Internet, entrevistas en radios comunitarias y proyecciones comunitarias de una película sobre este tipo de migraciones.
La campaña también tiene lugar en los medios de comunicación dominantes, así como en escuelas y en lugares públicos, como concurridas autopistas y mercados.
Un viaje peligroso
La campaña en el mercado de Uselu comienza con una oficial de campo voluntaria hablándoles a comerciantes y clientes a través de un megáfono.
La mujer explica a su audiencia que las migraciones indocumentadas a través del desierto y hasta Libia, y luego cruzando el Mediterráneo hasta Europa, son muy peligrosas y nadie debería aventurarse en ellas, independientemente de las penurias que esté enfrentando en su país.
Pero el mercado se alborota cuando ella critica esta práctica generalizada en el estado de Edo, donde las madres pobres alientan a sus hijos a embarcarse en ese riesgoso viaje con la esperanza de que en el exterior ganen mucho dinero que les permita sacar a sus familias de la pobreza.
Edo es el estado nigeriano con mayor prevalencia de migraciones irregulares.
Datos recabados por la OIM en el marco de su Iniciativa Conjunta con la UE muestran que alrededor de 50 por ciento de los emigrantes regresados de Libia desde abril de 2017 son oriundos de Edo.
Es aquí que los voluntarios son más activos, esforzándose para garantizar una campaña exitosa. Y eso es lo que hacen ahora en el mercado de Uselu.
Recesión económica impulsa emigración irregular
De repente, cunde el enojo entre las mujeres presentes en el mercado. Al escuchar a la voluntaria advertir contra las madres que incitan a sus hijos a seguir la ruta libia, estalla una guerra de palabras.
Las mujeres insisten en que este tipo de emigración se volvió inevitable por culpa de la mala situación económica en Nigeria, que ha dejado a muchas familias sumidas en la pobreza extrema.
En 2017 el país empezó a recuperarse de su peor recesión en un cuarto de siglo. Pero el aumento de la inflación y un enlentecimiento en el sector petrolero, entre otros factores, deprimen el crecimiento económico.
“Muchas de las buenas casas que hay en (Ciudad de) Benín se construyeron con dinero que enviaron los que se fueron al exterior a través de Libia”, dijo una mujer. Otra argumentó que es injusto pedirle a la gente que no viaje a Europa cruzando el desierto y el mar cuando no se le permite viajar por aire.
El hecho de que madres y padres apoyen con tanta vehemencia la emigración irregular es uno de los principales motivos de que esta práctica esté tan generalizada en el estado de Edo.
Esto, sumado a que la práctica tiene una larga historia de arraigo entre los lugareños -empezó en los años 80, tras una crisis en la economía nigeriana-, muchas veces dificulta el trabajo de los voluntarios.
Historias traumáticas para cambiar puntos de vista
Más allá de las dificultades, los relatos personales de los voluntarios son una herramienta efectiva en la concreción de sus campañas. También van munidos de afiches y folletos que ilustran las experiencias cercanas a la muerte que vivieron al intentar el viaje hacia Europa.
El voluntario Jude Ikuenobe señala que, cuando se ve enfrentado a una situación similar a la ocurrida en el mercado de Uselu, siempre les habla a las personas sobre su encarcelamiento en Libia. Les muestra fotos, tomadas poco después de su regreso a Nigeria, donde se ve cuán escuálido quedó luego de su temporada en prisión.
También les habla de cómo sus amigos murieron al cruzar el desierto del Sahara y el mar Mediterráneo.
Como tradicionalmente los habitantes del estado de Edo son enterrados cerca de sus seres queridos, Ikuenobe a menudo destaca lo triste que es fallecer en un lugar como Libia, o cuán trágico resulta que dejen sus cadáveres tirados en el desierto, en vez de que sus familiares los entierren en su lugar de origen.
Ikuenobe dice que cuando el público oye sus experiencias y ve sus fotografías a menudo se siente desalentado de intentar emigrar de esta manera.
Un ámbito para compartir
Algunos de los presentes en el mercado se sienten suficientemente en confianza para compartir sus propias historias.
Una mujer recuerda a su joven amiga que se ahogó en el mar mientras intentaba cruzar de Libia a Europa. Un hombre, Chinedu Adimon, cuenta que dos de sus amigos se ahogaron en iguales circunstancias. “Uno de ellos tenía dos hijas pequeñas”, dice.
Muchas personas que no tienen noticias de sus familiares desde que estos se embarcaron en el viaje, se ven impactadas por la realidad de los peligros. Y se preguntan, entonces, qué les habrá pasado a sus seres queridos.
Pius Igede rompe en llanto.
Relata que hace poco su hija se fue a Europa siguiendo esta vía informal y que no sabe nada de su paradero.
“Apenas me llamó por teléfono para decir que había salido del país. Ni siquiera sé dónde está ahora, si en Libia o en otro lugar que no conozco”, explica.
Igede sospecha que algunos de sus otros hijos también planean irse a Europa. Y para él, los afiches y folletos que reparten los voluntarios pueden ser la manera de convencerlos de desistir.
Cerrando una vital brecha de información
Osita Osemene, de Iniciativas Ciudadanas Patrióticas, una organización no gubernamental que lucha contra las migraciones irregulares, dijo que los voluntarios lograron convencer a personas que circulaban por el mercado sobre los peligros de esta práctica porque tienen experiencia personal en el tema.
“Habría sido muy difícil convencer a alguien en el mercado si los voluntarios hubieran sido personas comunes, sin experiencia en viajes irregulares”, dice Osemene, él mismo un emigrante retornado.
Osemene explica que la falta de información sobre el verdadero impacto de las migraciones indocumentadas es un problema serio, porque muchas personas creen que quienes se embarcan en el peligroso trayecto a Europa realmente llegan a destino y tienen vidas exitosas.“Se sorprenden cuando se les muestra algunas de las cosas que viven (quienes se embarcan en esos intentos), cómo cruzan el mar en botes que pueden hundirse fácilmente”, señala.
Según Ikuenobe, los voluntarios trabajan para cerrar una vital brecha de información.
“Hay muchas madres que no poseen educación, muchas madres desesperadas por ver que a sus hijos les va bien, pero tenemos que hacerles entender que las migraciones irregulares no harán que les vaya bien”, dijo.
Para Patsanza, el desempeño de los voluntarios en el mercado de Uselu muestra cuán efectivos pueden ser en el combate a las migraciones de este tipo.
Ikuenobe dijo que la campaña se realiza de modo continuo, a fin de educar a la mayor cantidad posible de personas.
“El mensaje es que, aunque las cosas estén mal en casa, no se justifica que la gente vaya y se suicide. Intentar viajar a Europa a través del desierto y el mar es como matarse”, aseguró
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