Los militares, contrariando su reputación, están moderando el nuevo gobierno de extrema derecha de Brasil, poblado de generales, contradicciones, declaraciones enfrentadas y medidas tan amenazadoras como legalmente cuestionables.
Sonriente y apacible, la jubilada Mercedes Lina Cathcart deletrea su raro apellido antes de compartir su percepción sobre la discriminación racial, en su casa de un barrio residencial en Santiago de Cuba, la segunda ciudad del país.
El Morro de Santa Marta llama la atención por sus casas de vivos colores, en contraste con otras favelas, uniformadas por el predominante color rojizo de los ladrillos sin revoque. Pionero en muchas iniciativas, este barrio pobre y hacinado de esta ciudad brasileña de Río de Janeiro vuelve a serlo ahora por el desarrollo de la energía solar.
Ocho meses de crisis social y política en Nicaragua han golpeado al periodismo crítico de país, con 712 casos de violación al libre ejercicio del periodismo, un periodista asesinado, dos presos y decenas exiliados, además de varios medios asaltados por la fuerza pública.
“Ya fuimos diezmados, tutelados y víctimas de la política integracionista de gobiernos y el Estado Nacional”, recordaron líderes indígenas, para rechazar las propuestas y medidas del nuevo gobierno de Brasil sobre los pueblos originarios.
En este municipio fronterizo con Guatemala cientos de centroamericanos están frustrados, viviendo desde hace meses en albergues, porque el gobierno de México les ha negado sus solicitudes para obtener su calidad migratoria de refugiado o una visa humanitaria.
Investigaciones y campañas feministas empiezan a poner la mirada sobre el drama de las niñas latinoamericanas que antes de los 14 años son forzadas al embarazo y la maternidad producto de violaciones sexuales que afectan sus proyectos de vida sin que los Estados respondan con políticas que garanticen sus derechos humanos.
“En 2001 me violaron. Tenía 31 años, dos títulos universitarios, posgrado en curso, familia, amigos, trabajo. Muchos más recursos que los que tienen la mayoría de las víctimas de violación. Así y todo, se abrió un calvario que aún hoy deja secuelas”.
“La energía solar completa mi felicidad”, celebró Divina Cardoso dos Santos, dueña de una de las 740 casas con paneles fotovoltaicos en el techo en un asentamiento residencial en las afueras de esta ciudad del centro de Brasil.
“Si miles de personas llegan a este municipio, ¿cuál es su capacidad para atenderlos? Me da miedo ese crecimiento”, se sinceró Zendy Euán, vocera de una organización comunitaria respecto al proyecto del Tren Maya (TM), una red ferroviaria que recorrerá cinco estados del sur de México.
En el cierre de un año de grave deterioro de la economía argentina, el gobierno del presidente Mauricio Macri optó por un endurecimiento de sus políticas de seguridad que parece satisfacer a buena parte de la sociedad, pero ha sido objetada por especialistas en Derecho y organizaciones de la sociedad civil.
Susana Raffalli llora. Se permite llorar. Admite que la realidad venezolana la vence muy frecuentemente. Ver casos terribles de desnutrición, niños en los huesos, que ven su futuro comprometido o mueren porque simplemente no tienen fuerza para respirar, le cala en el alma. Ver a un niño de siete años con la talla de un niño de cinco y saber que estará afectado de por vida, la destroza.
Reajustes en normas para el trabajo privado a fin de tomar en consideración opiniones de especialistas y ciudadanos e inusuales explicaciones televisivas de altos dirigentes del gobierno de Cuba, dan un giro sin precedentes a la relación entre las autoridades y sociedad civil.
Caminar en las calles del barrio de Alborada 19, en la ciudad mexicana de Acapulco, es como recorrer los caminos agrestes de la región de La Montaña, en el mismo estado de Guerrero. Lodo, baches, arbustos, polvo, el zumbido de los enjambres de zancudos que vuelan a las orillas de las barrancas y la falta de servicios básicos, como médicos, agua potable, drenaje y transporte público.
En la provincia de Salta, en el norte de Argentina, está Los Blancos, un pueblo de 1.100 habitantes en cuyos alrededores viven comunidades rurales, tanto indígenas como criollas, que sobreviven sobre todo de la pequeña actividad agropecuaria.
Solo ahora, ya jubilada como profesora de educación física, Elizabeth Ribeiro plantó el primer árbol de su vida, un jaracatia, también conocido como papaya silvestre, nativo en las sabanas centrales de Brasil.
Treinta familias de una comunidad rural a más de 4.300 metros de altura contarán con casas abrigadoras que las protegerán de las heladas que cada año causan muerte y enfermedades entre la población infantil y adulta mayor en esta región del sureste de los Andes peruanos.
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