Obama condena el cese del programa para jóvenes inmigrantes: “Es cruel y contraproducente”
Ejecutivos de grandes empresas y algunos políticos republicanos se oponen a la decisión de Trump sobre los 'dreamers'
Washington
Unos manifestantes protestan delante de la Casa Blanca este lunes. CAROLYN KASTER AP
La confirmación de que la nueva Administración de Donald Trump pone punto final al programa que Barack Obama impulsó para proteger de la deportación a los inmigrantes que entraron en Estados Unidos siendo niños desató este martes la esperada oleada de críticas entre el expresidente demócrata, importantes empresas tecnológicas, como Facebook, instituciones como Harvard e incluso varios legisladores republicanos. La medida implica que unos 800.000 dreamers(en español, soñadores) pierden una dispensa temporal por la que que, pese a su limbo legal, podían residir y trabajar durante dos años (renovable) en Estados Unidos, el país donde se han criado como cualquier otro niño estadounidense.
Obama, que al dejar la Casa Blanca advirtió de que saldría a defender su programa, condenó con dureza la decisión de su sucesor. “Apuntar a esta gente como objetivo está mal porque ellos no han hecho nada malo. Es contraproducente porque quieren abrir negocios, trabajar en nuestros laboratorios, servir en nuestro Ejército y contribuir de otras formas al país al que amamos”, dijo en un comunicado. “Y es cruel”, continuó, “¿qué pasa si el profesor de Ciencia de nuestro hijo o nuestro vecino querido resulta ser un dreamer? ¿Dónde los enviamos? ¿A un país que a lo mejor no recuerdan o conocen, con un idioma que ni siquiera hablan? “. “Es una cuestión de decencia”, subrayó.
El demócrata rechazó que la medida de Trump se deba a un imperativo legal, aseguró que se trata de una “decisión política, una cuestión moral”. El expresidente explicó en que, independientemente de las discrepancias de cada uno sobre la inmigración, la expulsión del sistema de este colectivo no servirá para paliar ningún problema económico o social de los nacidos en el país. “Expulsarlos no bajará la tasa de paro, ni suavizará los impuestos de nadie ni subirá los sueldos de nadie”, insistió.
"Este es un día triste para nuestro país. La decisión de terminar con el DACA [las siglas en inglés de este programa] no solo está mal. Resulta especialmente cruel ofrecer a los jóvenes el sueño americano, animarles a salir de las sombras y confiar en nuestro Gobierno y entonces castigarles por eso", escribió el presidente de Facebook, Mark Zuckerberg.
El plan de Obama, que salió adelante en 2012 como una orden ejecutiva, quedaba lejos de la barra libre: los candidatos a beneficiarse debían haber entrado en el país con menos de 16 años y llevar residiendo en él desde al menos 2007. Se trata de un colectivo que, en muchos casos, ni siquiera tuvo conciencia de su situación irregular hasta hacerse mayor, apenas conoce su país de origen y se siente como un estadounidense más. Ahora han perdido la protección y, además, figuran en una lista en manos del Gobierno.
El anuncio provocó la dimisión del presidente de la Cámara de Comercio Hispana de EEUU, Javier Palomarez, de un panel de expertos que bajo el nombre de Consejo de Diversidad asesora al presidente. "Si se deshace de DACA, está demostrando que es un mentiroso", había avanzado Palomarez en una entrevista en CNN hace unos días, cuando Trump advirtió de que tomaría una decisión al respecto. Tras ganar las elecciones, el republicano dijo que los dreamers iban a ser tratados con "corazón".
En manos del Congreso
La presidenta de Harvard, la universidad que en la que se han graduado algunos de estos jóvenes migrantes, no ha visto corazón por ninguna parte. Este martes envió una carta dura a los miembros de la institución en la que tachaba de "cruel" la política anunciada por el Departamento de Justicia y prometió batallar contra ella.
Trump está, de facto, dejando el futuro de estos jóvenes en manos del Congreso, que tiene un plazo de seis meses para acordar una salida a este colectivo de 800.000 personas, menos del 10% de los aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que hay en Estados Unidos. "Nosotros, como estadounidenses, no responsabilizamos legalmente a los niños de las acciones de sus padres", dijo el lunes en un comunicado el republicano James Lankford, senador por Oklahoma. "No creo que deba hacer eso", había dicho también el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan,
El viernes, una carta firmada por 400 ejecutivos advertía de que la supresión del programa podría suponer la pérdida de 460.300 millones de dólares en el PIB y 24.600 millones en los sistemas de Seguridad Social y cobertura sanitaria. Entre los firmantes figuraban el ya citado Zuckerberg, Meg Whitman, de Hewlett-Packard o Mary Barra, de General Motors. "[Los dreamers] son una de las razones por las que seguimos teniendo una ventaja competitiva global", recalcaban.
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