miércoles, 17 de septiembre de 2014

DE TERRORISMOS Y DEMENTES ▼ Los peores aliados de Obama | Opinión | EL PAÍS

Los peores aliados de Obama | Opinión | EL PAÍS



LA CUARTA PÁGINA

Los peores aliados de Obama

La estrategia contra el Estado Islámico no puede pasar con asociarse con países que sirven de semillero de este tipo de organizaciones por la represión que ejercen sobre sus propias sociedades





ENRIQUE FLORES
La audaz decisión del presidente Obama de encabezar una coalición de países para degradar, contener y derrotar al grupo Estado Islámico en Siria e Irak mediante una combinación de instrumentos militares y políticos es, en principio, sensata, pero tiene muchas probabilidades de sufrir un grave problema que ya ha afectado a otras campañas de ese tipo.
La mezcla del poder militar de varios países de todo el mundo y el poder político de los Gobiernos árabes locales necesarios para apuntalar la intervención y lograr vencer al Estado Islámico (EI) es exactamente lo que engendró la aparición de Al Qaeda en los años ochenta del siglo pasado y sus derivados posteriores: el Estado Islámico de Irak y el Levante y el Estado Islámico (EI) actual.
Estados Unidos y sus socios militares en Oriente Próximo y otros lugares se enfrentan a dos complejos dilemas que no tienen respuesta fácil.
Por una parte, la unión del militarismo estadounidense con los regímenes autocráticos de la región (en su mayoría, árabes) podrá contener y debilitar al EI a corto plazo, pero la historia reciente nos enseña que, a la larga, es muy probable que cree otros grupos nuevos, más dispersos y más peligrosos de combatientes y terroristas.
Por otra, no hay muchas otras opciones (y ninguna sencilla) para contener hoy al EI antes de que se extienda más y cause más daños en la región, por lo que parece que no queda más remedio que repetir las discutibles vías de acción de los últimos 20 años de guerra contra Al Qaeda y sus sucesores.
El punto más débil de la coalición de Obama lo constituyen sus miembros árabes, que son, todos ellos, Estados autocráticos y paternalistas, con una serie de bochornosas características en común:
Se resisten a emplear sus formidables arsenales militares en la lucha contra el EI, ya sea por miedo a las consecuencias políticas o por inconvenientes técnicos.
Se arriesgan a graves problemas con la opinión pública de sus respectivos países, que tiene muchas dudas sobre una alianza con el Ejército de Estados Unidos.
Los abusos que cometieron ellos contra algunos presos en sus cárceles incubaron el nacimiento de Al Qaeda en los años ochenta.
Su mala gestión constante del desarrollo social, económico y político durante los últimos 40 años ha sido el principal motivo de agravio que desencadenó la aparición del islamismo y la emigración masiva a partir de los años setenta, el retroceso del Estado en ciertos ámbitos sociales y el nacimiento de milicias, grupos tribales y bandas criminales como nuevos y peligrosos elementos de la sociedad.
Los aviones de combate y las cárceles son el problema que ha hecho añicos el mundo árabe

El símbolo más preocupante de lo difícil que es para los regímenes árabes luchar contra el EI y otros fenómenos del mismo tipo es el hecho de que las cárceles árabes fueron, en los años ochenta y noventa, los semilleros de los que salieron muchos de los primeros militantes y líderes de Al Qaeda.
Entre ellos están Ayman al Zawahiri en Egipto, que fue mano derecha de Osama bin Laden y le ha sustituido al frente de la organización, y Abu Musab Zarqaui en Jordania, que fue a Irak después de que la coalición dirigida por Estados Unidos derrocara a Sadam Husein y estableció Al Qaeda en Mesopotamia, de la que después surgieron el Estado Islámico de Irak y el Levante y el EI actual.
Las prisiones de los regímenes árabes de mayoría suní son una muestra importante de los malos tratos y las humillaciones que experimentan muchos presos, en especial los que están encarcelados por sus opiniones políticas, y no por sus delitos. Sus experiencias les empujan después a luchar para acabar con sus respectivos Gobiernos, como parte del objetivo de Al Qaeda de purificar las tierras islámicas y limpiarlas de gobernantes apóstatas y corruptos.
El hecho de que decenas de miles de egipcios, sirios, iraquíes, sudaneses y otros árabes se encuentren hoy en prisión, acusados muchas veces de delitos dudosos —por ejemplo, muchos en los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo que están en la cárcel por tuitear comentarios críticos sobre sus Gobiernos—, indica que la autocracia árabe sigue caracterizando a la región y la perjudica porque es un motor que alimenta el radicalismo y el terrorismo árabe.
La incompetencia y el sesgo dictatorial de las clases dirigentes familiares han creado durante decenios las condiciones perfectas para que se produjeran rebeliones internas como las que estallaron en 2011 en laprimavera árabe y han dado pie involuntariamente a organizaciones islamistas como Al Qaeda.
Cuando eso se une a una intervención militar extranjera, el resultado es siempre la aparición de un caos en el que suceden tres cosas:
Los Gobiernos centrales retroceden, se debilitan y se vuelven más corruptos e ineficaces.
La identidad y la autoridad nacionales acaban sustituidas por unas fuerzas armadas subnacionales, definidas en función de la familia, la tribu, la secta o la etnia.
La protesta política civil y la construcción del Estado ceden terreno ante los choques armados entre milicias sectarias y tribales y grupos combatientes que acaban por crear sus propios feudos.
La autocracia árabe perjudica a la región porque es una motor que alimenta el radicalismo

La expansión del EI en el último año y su proclamación como Estado y califato responden a este modelo y son el ejemplo más espectacular y el de mayor amplitud territorial (aunque no el único) desde los años ochenta.
Los aviones de combate y las cárceles son el problema que ha hecho añicos el mundo árabe moderno y no pueden ser la solución. No cabe duda de que una intervención rápida hará retroceder al EI en muchas zonas y seguramente eliminará el peligro inmediato. Pero si nos guiamos por los acontecimientos ocurridos desde la invasión soviética de Afganistán en 1979 y la presencia de EE UU en el Golfo e Irak desde 1992, lo que se avecina es, de nuevo, un gran caos.
No existe más que un antídoto a largo plazo, que es un lento proceso de una construcción del Estado más coherente, participativa, equitativa y sostenible, cosas que no han sido los últimos 40 años de historia árabe.
Los intentos norteamericanos y europeos de promover este noble propósito en Afganistán, Irak, Yemen, Libia, Egipto y otros países han fracasado porque nunca han tenido verdaderamente en cuenta a los ciudadanos locales como partes interesadas en su propia identidad nacional y su bienestar socioeconómico.
Los ataques militares desde el exterior —incluidos los ataques actuales que lleva a cabo Estados Unidos con aviones no tripulados— han hecho que los grupos como Al Qaeda hayan pasado en los últimos 25 años de tener unos cuantos centenares de miembros en Afganistán a tener decenas de miles y estar presentes en una docena de países de toda la región.
Estos grupos, en especial su encarnación más reciente, el EI, siguen siendo unas bandas brutales con escasas raíces locales y que imponen su voluntad mediante la violencia y la intimidación. Las únicas que pueden eliminarlos son las fuerzas oficiales de cada Estado, con la ayuda táctica de otros países y, sobre todo, con unos Gobiernos árabes que no humillen a su pueblo, sino que lo respeten. Esa sí sería una coalición eficaz y magnífica.
Rami Khouri es director del Instituto Issam Fares de Políticas Públicas y Asuntos Internacionales en la Universidad Americana de Beirut.
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Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

el dispreciau dice: Obama recibió el premio Nobel de la PAZ... hoy, desde un punto de vista moral, debería devolverlo... no sólo él, sino muchos que en occidente ocupan posiciones de liderazgo, usando y abusando del poder paradojal, hablando de uniones, de democracias, de equidades, de igualdades y semejanzas, para inmediatamente después establecer una alianza para arrasar a cualquiera que se les cruce, esgrimiendo razones poco razonables, asumiendo que los anónimos, mortales, no son más que eso... esto es debe entenderse como que insultan la inteligencia social del mundo entero, tanto del propio occidente como del oriente...

una vez más, vale repetir que aún cuando las torres gemelas estuviesen en la zona cero de Nueva York, el atentando del que fueron víctimas no fue contra el estado norteamericano, sino un atentado contra la HUMANIDAD entera... del mismo modo que arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, también lo fue... del mismo modo que haber asesinado judíos indefensos e inocentes en campos de exterminio también lo fue... del mismo modo que cualquier acto de agresión contra cualquier destino humano lo es en sí mismo... del mismo modo que la destrucción sistemática de los palestinos en Gaza, también es una acto de terrorismo de estado, ya que los actos de terrorismo, en cualquier ocasión y/o circunstancia, deja en claro (expone) la incapacidad humana para resolver sus problemas sociales... o lo que es lo mismo, pone en evidencia la miseria humana en la que unos pocos hacen negocio a costillas de los destinos de muchos inocentes...

una vez más, cuando occidente mete la mano en algo... luego no queda nada... no quedan escrúpulos... no quedan valores... no quedan morales... no quedan sentidos... no quedan éticas... otra vez, no queda nada, ni siquiera personas o sus bienes... y eso es lo que vienen haciendo los estados ausentes desde hace mucho tiempo... muchas décadas... exacerbado desde la guerra fría hacia aquí... donde los aliados se han vuelto nazis declarados... aún cuando hagan el teatro de repudiar a las intolerancias y los desprecios... ya que las evidencias los unen cada día más al renovado nazismo que se ha instalado en el planeta globalizado...

occidente se empecina en "limpiar" la raza... a como sea...

occidente se empecina en modificar los valores fundamentales a efectos de justificarse a sí misma como depredadora de los otros y sus recursos, condenándolos a empobrecerse en nombre de raras democracias y mucho más extrañas repúblicas...

las gentes no son tontas... no tiene voz, aunque tengan voto, pero no son tontas...

el estado de derecho en occidente caducó el mismo día en que los estados ausentes apelaron al terrorismo de estado para crear enemigos y descubrir fantasmas donde no los había...

los fundamentalismos existen... pero el mal enquistado en ellos provienen de las premisas de un imperio que está consumido por sus propias miserias y sus propias demencias..., y estos fundamentalismos no difieren de los que esgrimía el propio Vaticano y/o la propia Roma papal del medioevo, persiguiendo brujas donde no las había, o interpelando demonios que no eran más que pobres intentando comer y conservar algo de dignidad... los fundamentalismos han sido desde siempre genocidas... porque en el genocidio se justifican... siempre que el muerto sea el otro, por ello son grandes escritores de historias que nunca existieron, productores de guiones donde los enemigos son idiotas y donde las películas justifican guerras ganadas, cuando en verdad fueron peor que derrotas...

el mundo humano está a punto de encenderse como una antorcha... en nombre de ninguna paz... en nombre de ningún Nobel... en nombre de ninguna democracia ni de ninguna república... apenas en nombre de pordioseros de las almas, mezquinos, sádicos, miserables de espíritu, que se arrogan el derecho de condenar a los otros porque en sus consciencias saben que están exterminando el estado de derecho a efectos de lograr su fin supremo que es "purificar la raza"...

el coco humano anda mal... tan contaminado están los aires, las aguas y los suelos, que no son pocos los que parecen autómatas tomando decisiones perversas... curiosamente, esos pocos... pertenecen todos al mundo de la política y de las corporaciones... por algo será. SEPTIEMBRE 17, 2014.-

NOTA del dispreciau ► cuando en lo pequeño no sabes ser grande... en lo grande, no eres nada...


Guerra al ‘Yihadistán’ | Internacional | EL PAÍS
fotoGuerra al ‘Yihadistán’, por M. A. BASTENIER


COLUMNA

Guerra al ‘Yihadistán’



El presidente Obama dice haberse embarcado en una guerra contra el terror internacional, para lo que necesita armar una coalición que sea quien ponga, básicamente, los cadáveres. Pero la naturaleza del enemigo, el califato (Estado Islámico, EI) que se extiende por Irak y Siria, y, especialmente, la de sus propios aliados, hace dudoso el éxito de la operación.
Lo primero es saber quiénes son los socios y para qué: diez países árabes de la zona, de los que varios ya han dicho que participarán, pero solo con ayuda aérea, justo lo que no necesita EE UU. Y como Obama persiste en que no habrá fuerzas de combate norteamericanas, hará falta materia prima árabe para conquistar la tierra que Washington bombardee desde el cielo, en parte con drones para minimizar bajas. Pero se demora el voluntariado, porque todos quieren el máximo reconocimiento por el mínimo esfuerzo.

La creación de una fuerza de combate contra el Estado Islámico exigirá tiempo y paciencia
Entre los aliados imprescindibles hay graves omisiones. El presidente egipcio, Al Sisi, exige que la guerra se haga contra todos los terrorismos, entre los que incluye al Hamás palestino y la Hermandad Musulmana en su totalidad, a la que ya expulsó del poder tras las elecciones más democráticas jamás organizadas en el país del Nilo. Peor es aún el caso de Turquía, país musulmán pero no árabe, que no enviará tropas, no permitirá bombardeos desde sus bases de la OTAN, y solo prestará cooperación humanitaria. Ankara aduce como justificación que los califales tienen de rehenes a 49 de sus nacionales, aunque, de fondo, está la aversión a compartir bando con los kurdos iraquíes, que tienen a raya al yihadismo, pero únicamente para consolidar las fronteras de una independencia que ya poseen en todo menos en el nombre. Un Kurdistán independiente sería una bomba de tiempo para la Turquía kurda. Y como remate, el EI puede costearse un ejército de hasta 30.000 combatientes, gracias a que el Estado turco hace la vista gorda con el contrabando de petróleo iraquí, que se vende en el mercado negro con beneficios de entre uno y dos millones de dólares diarios. Cegar esa financiación sería tan importante como hacer la guerra aérea o terrestre, para lo que bastaría con atacar los interminables convoyes que transportan el crudo de Irak a Turquía, a la vista del mundo entero. La lealtad de Arabia Saudí y Qatar merece ser investigada. Mientras los yihadistas guerreaban contra la Siria de El Assad, estaban subsidiados por la monarquía y el emirato, pero habiéndose convertido en actores independientes y, encima, con pretensiones califales, Riad puede haber llegado a la conclusión de que no le interesan competidores por el favor de Alá. Todo ello no desmiente, sin embargo, que sin saudíes ni cataríes la amenaza de este Yihadistán habría sido otra. Y la guinda del conflicto es que solo se puede cooperar tácitamente con los únicos que luchan de verdad contra EI, el Ejército sirio y unidades iraníes, por los tabúes y desconfianzas de ambas partes.
La transformación de ese magma de compañeros de viaje —que se ha discutido en París— en una fuerza combatiente, exigirá un tiempo y una paciencia bíblicos. Barack Obama ha empezado algo que difícilmente verá terminar.

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