Una apuesta peligrosa
El 85% de los rusos apoya a Vladímir Putin, un hombre solo y obsesionado con la seguridad
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Rusia y Occidente no saben aún si están en vísperas de una guerra, pero se han sumergido de lleno en la gran desestabilización del sistema de relaciones internacionales existente desde que la Unión Soviética se desintegró en 1991. Detrás de las crecientes turbulencias hay un entramado complejo, donde la política y la geoestrategia se entretejen con el azar. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, no es un genio todopoderoso capaz de mover todos los hilos de la trama en la que está quedando atrapado el continente europeo, pero tiene un papel clave en lo que sucede. Por la forma en que se empeña en rediseñar el papel de su país en el mundo, Putin asume grandes riesgos, incluida la posibilidad de que el imperio al que aspira acabe siendo una sociedad primitiva.
Desde el punto de vista occidental, tres episodios marcan la escalada de la tensión: la anexión de Crimea, consumada en marzo; la desestabilización del este y el sur de Ucrania, y especialmente de las regiones de Donetsk y Lugansk, acelerada a partir de abril, y el siniestro del Boeing MH17 con 298 personas a bordo el 17 de julio. Los problemas aparejados a estos sucesos no pueden resolverse por separado y para desentrañarlos faltan hasta ahora estrategias y árbitros.
Crimea fue una tentación irresistible para Putin, que encargó encuestas sobre la eventual reacción de sus conciudadanos ante la “incorporación” de la península a Rusia ya antes de que en Kiev el presidente, Víctor Yanukóvich, dejara a Ucrania a la deriva, señalan fuentes en Moscú. Los sondeos indicaron que los rusos apoyaban la idea y el presidente se fue animando para acabar fundiéndose, tras la huida de Yanukóvich, en una alucinación colectiva con su pueblo. “Putin sintió que Rusia se cohesionaba, que afirmaba su soberanía, que era recorrida por una oleada de patriotismo. No fue solo ambición o pretensión de querer pasar a la historia. Fue algo mucho más profundo”, afirman medios próximos al Kremlin. El deseo de recuperar un escenario heroico de la historia rusa se impuso al derecho internacional y también al cálculo racional sobre las secuelas del gesto, que el politólogo Glev Pavlovski califica como fruto de la “improvisación”.
La situación requiere de árbitros y medidores, dice Belkovski, como
el papa Francisco, Erdogan o Simon Peres
el papa Francisco, Erdogan o Simon Peres
La desestabilización del este y sur de Ucrania responde en parte a la lógica de una “operación especial” de servicios de seguridad. Había que desviar la atención occidental, centrada en Crimea, hacia otro foco de tensión. Putin, que se formó como oficial del KGB (servicios secretos soviéticos), apoyó los juegos de Rinat Ajmétov, el gran oligarca de Donetsk, con el fin de presionar a Kiev y a Occidente para lograr concesiones sobre el modelo estatal de Ucrania. Pero las reivindicaciones regionales degeneraron. “Sorprendentemente, surgieron numerosos voluntarios dispuestos a ir a luchar a Ucrania y aparecieron las armas. El juego se le fue de las manos al Kremlin”, afirma Pavlovski, según el cual los insurgentes actúan con su propia dinámica interna, pero no por órdenes de Moscú. “Putin estaba satisfecho con lo que sucedía en el este de Ucrania hasta que el Boeing fue derribado. Eso lo cambió todo”, comenta.
El truncado vuelo MH17 aglutinó a Estados Unidos y Europa, para quienes los separatistas son culpables, lo que obliga a Putin a elegir si sigue apoyando a los insurgentes o se desmarca de ellos. Un periodista ruso conocedor (y en ocasiones partícipe) de las intrigas del Kremlin aventura que Putin podría intentar distanciarse de los separatistas mediante el veredicto de los expertos internacionales y que, por eso, ha sido tan favorable a que les dieran a estos la caja negra del aparato siniestrado. En este “razonamiento”, realidades y percepciones no tienen por qué coincidir.
Mientras tanto, los ciudadanos se adaptan a los nuevos tiempos. Los funcionarios del Estado (cuyo sueldo medio es más del doble que el de los rusos) elaboran las listas de sanciones, los oligarcas amigos del líder callan o expresan vagamente su frustración por los dilemas que les plantean. En uno de estos días preocupantes en los que los rusos de a pie esperan subidas de impuestos y notan la merma en el surtido de quesos y embutidos, la élite económica celebraba con cubos de caviar negro el cumpleaños de una destacada figura gubernamental en una gran fiesta custodiada por los servicios de seguridad del Estado.
La dinámica de las relaciones entre Rusia y Occidente no puede reducirse a la psicología de Putin ni a las analogías lapidarias con otros personajes siniestros de la historia de Europa. Quienes de verdad conocen las vacilaciones y apuestas, las mentiras y lealtades del presidente, no se expresan en público y de ahí la variedad de interpretaciones sobre el presente y vaticinios sobre el futuro. Y no basta que los líderes occidentales, como Angela Merkel, insinúen que Putin “ha perdido el sentido de la realidad”. Tal vez, Putin “está en otro mundo”, pero en ese mundo están también hoy el 85% de sus conciudadanos que le apoyan (datos de julio del Centro Levada). Y pese a ese apoyo, el presidente es hoy un hombre solo y desconfiado.
Quienes de verdad conocen las vacilaciones y apuestas, las mentiras y lealtades de Putin, no se expresan en público
“La seguridad del Estado es lo principal para Putin, y todo su mandato como presidente desde 2000 está impregnado por la idea de que debe garantizar esa seguridad, que él ha considerado amenazada en diversos momentos por distintos factores, primero por los oligarcas que dominaban los canales de televisión o apoyaban a la oposición política y por las tendencias separatistas en las regiones. A los oligarcas que no se le sometieron los arrestó o los obligó a emigrar, a las élites regionales las debilitó. Ahora, el presidente considera que Occidente es la principal amenaza para la seguridad de Rusia”, dice Alexéi Makarkin. “La democracia es para él algo secundario”, afirman fuentes próximas al Kremlin.
Makarkin recuerda que “Putin intentó mejorar las relaciones con Occidente al principio de su mandato partiendo de la idea de que Rusia tenía su esfera territorial de intereses”. El primer Maidán (protesta en sentido metafórico) de Ucrania —la llamada Revolución Naranja— puso en guardia a Putin en 2004, pero por entonces los líderes en Kiev se dedicaban a pelearse entre ellos y el Partido de las Regiones representaba a una élite confortable para Moscú en el este de Ucrania, explica Makarkin. En Occidente, además, estaban los amigos políticos de Putin como el italiano Silvio Berlusconi, y en el interior de Rusia se tomaron medidas preventivas, como la creación de un movimiento juvenil controlado desde el Kremlin. Putin se tranquilizó.
Ahora, “Putin cree que Occidente fue injusto con él, que apoyó a la oposición en el interior de Rusia y a las fuerzas antirrusas en el territorio de los países pos-soviéticos. Putin cree que Occidente le ha engañado en Ucrania, pues prometió un compromiso y firmó un acuerdo que no pudo cumplir”, dice Makarkin. El experto califica de “alarmista” la posibilidad de guerra. “No tenemos aliados, porque nuestros socios (Bielorrusia y Kazajistán) llevan un doble juego y quieren quedar bien con Ucrania y con nosotros. Tampoco tenemos una ideología competitiva a escala mundial y la oleada conservadora y reaccionaria en el interior de Rusia no tiene visos de convertirse en un proyecto atractivo, como lo fue el comunismo”, dice.
Por su parte, el politólogo Stanislav Belkovski cree que “Putin siempre quiso estar en Occidente y ser un líder occidental. Al llegar al poder, tanteó la posibilidad de que Rusia ingresara en la OTAN, renunció a los radares de Vietnam y Cuba, y fue el primero en ofrecer sus condolencias a George Bush por el atentado del 11 de septiembre de 2001. Con el tiempo llegó a la convicción de que Occidente no lo quería, pero mientras estuvieron en escena el canciller alemán Gerhard Schröder, el presidente Berlusconi o el francés Jacques Chirac, con quienes coincidía en muchas cosas, Putin tenia la ilusión de que se podía quedar en Occidente. Cuando esa generación se fue, “se quedó aislado”.
La situación requiere árbitros y mediadores, dice Belkovski, cuya lista de candidatos incluye al papa Francisco, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan o el expresidente israelí Simón Peres. El politólogo cree que sería útil abordar los problemas de Ucrania en una arquitectura más amplia, vinculada a los conflictos heredados en el espacio pos-soviético. Acorralar a Putin no es aconsejable ni eficaz, afirma. Además, puede ser peligroso. Es hora de recordar el episodio que el mismo presidente contaba cuando se disponía a relevar a Borís Yeltsin en 2000. De niño, relataba, había acosado a una rata que, al verse sin salida, se volvió agresiva contra él.
Putin es un rehén de su política. En la fórmula para superar la crisis, si existe, el presidente no puede ser percibido como débil, porque eso le arrebataría el apoyo que la sociedad le prestó y de los sectores nacionalistas que pueden amenazarlo si flaquea. En el Kremlin temen protestas locales durante las elecciones municipales del 14 de septiembre, y para oponerse a ellas planean crear un “consejo antifascista” en el que se incorporarán cosacos, organizaciones ortodoxas y veteranos, según el diarioMoskovski Komsomolets. Los mítines de partidos políticos y representantes de la sociedad civil avanzada y de los movimientos juveniles de propia creación (Nashi o Iduschi Vmeste) pueden ser sustituidos por marchas de cosacos y cristianos fundamentalistas y otros representantes de la sociedad tradicional y patriarcal.
Putin busca refugio en el corazón de Rusia y tal vez no es casual que recientemente propusiera reconstruir los monasterios de los Milagros y de la Ascensión del Kremlin, volados por los comunistas en 1929. Estos planes suponen derribar todas las obras que se han realizado desde 2007 para modernizar el edificio de despachos que en 1930 sustituyó a los monasterios destruidos. Rico país es Rusia que por deseo de sus líderes destruye y construye una y otra vez en el mismo sitio al margen del esfuerzo y el coste material. Los símbolos en Rusia son parte de la realidad.
TRIBUNA
La crucial decisión de Putin
El camino que escoja el presidente ruso marcará el destino de Europa
Desde que estalló la revolución del Maidán en Kiev el pasado febrero,Vladímir Putin se ha enfrentado a algunas de las decisiones más difíciles que ha tomado como presidente de Rusia. Las opciones que se le ofrecerán las próximas semanas, y las decisiones que tome, serán determinantes no solo para Rusia y Ucrania, sino también para Europa.
Tras el súbito derrocamiento de su poco fiable socio ucranio, Víctor Yanukóvich, Putin se enfrentaba a la perspectiva de una Ucrania gobernada por una coalición de nacionalistas radicales procedentes del oeste del país, antirruso por definición, y de figuras prooccidentales de la élite de Kiev, dispuestos a conducir a Ucrania hacia una coalición con la Unión Europea y, como Putin sospechaba, también hacia la entrada en la OTAN y, a efectos prácticos, hacia una alianza con Estados Unidos. Esto habría sido un desafío intolerable para la seguridad de Rusia y un impedimento para la aspiración del Kremlin de crear una Unión Eurasiática poderosa.
La respuesta de Putin a ese primer desafío ha tenido un doble efecto. A corto plazo, se ha asegurado de que, pase lo que pase en Ucrania, la región de Crimea, habitada por rusos e importante desde un punto de vista estratégico, no formará parte de ello. Lo ha logrado con precisión militar y sin disparar ni un solo tiro. Sin embargo, las subsiguientes esperanzas de las regiones del sur y este de Ucrania, en su mayoría de habla rusa, de formar una confederación apodada Novorossiya (Nueva Rusia) y de conseguir que Kiev accediese a federalizar Ucrania han acabado mayoritariamente en fracaso. Solo dos de las ocho regiones han celebrado referendos de autodeterminación, que Kiev se ha negado a reconocer. Luego se produjo una sublevación, en Donetsk y Lugansk, que Rusia apoyó tácitamente.
La prudencia dicta que, pase lo que pase en Donetsk, Rusia no debe invadir
La segunda decisión de Putin tenía que ver con las elecciones presidenciales ucranias del 25 de mayo de 2014. Para el dirigente ruso, los gobernantes que llegaron al poder en Kiev en febrero eran putschists,usurpadores. Sin embargo, decidió tener en cuenta la voluntad del pueblo ucranio, que por mayoría aplastante eligió a Petro Poroshenko, el principal promotor de la revolución del Maidán, como su siguiente jefe de Estado. Putin optó por una mezcla de apoyo a la sublevación de Donbass y de búsqueda, con la ayuda de Europa, de una solución diplomática en Ucrania, que habría protegido la seguridad y los intereses económicos y humanitarios de Moscú en el país vecino. Entre estos se encontraban: el rechazo a la entrada en la OTAN y a las bases estadounidenses en Ucrania; el mantenimiento de lazos económicos vitales entre ambos países; y un reconocimiento legal para la lengua rusa. Sin embargo, la estrategia de Putin se topó con la oposición de Kiev, que decidió aplastar la sublevación, a toda costa, y de Washington, que empezó a presionar a Rusia para que se retirase de Ucrania.
El derribo el 17 de julio de 2014 del vuelo MH17 de Malaysia Airlines ha sido achacado a Rusia por Estados Unidos y todos sus aliados, incluso antes de que empezase la investigación sobre la causa del desastre. Rápidamente, le aplicaron a Rusia unas estrictas sanciones ideadas para paralizar su economía y finanzas, abrir una brecha entre Putin y sus principales defensores individuales y sus votantes, y alimentar el resentimiento hacia el Kremlin entre la mayor parte de la población rusa. La respuesta de Putin a ello aún se está desvelando, pero es probable que sea generalizada y que traiga consigo un nuevo conjunto de políticas en todos los sectores clave, desde la economía hasta las relaciones étnicas, pasando por el control de las élites.
Aun así, la tercera decisión de Putin, todavía por venir, será más difícil todavía. La guerra en el este de Ucrania ya ha causado unas 1.500 víctimas mortales y más de 800.000 desplazados y refugiados, de los que cerca de 700.000 han cruzado la frontera para entrar en Rusia. Donetsk, una ciudad fronteriza de alrededor de un millón de habitantes, está medio desierta. Cuando el Ejército de Kiev, con todo el apoyo de Washington, emprenda una ofensiva final para arrebatarle el control de la capital a la república del pueblo rebelde, y el número de víctimas civiles empiece a aumentar con rapidez, Putin se enfrentará al dilema de permitir a Kiev que aplaste a los aliados de Moscú mientras el Kremlin se mantiene al margen sin poder hacer nada, o intervenir con todas sus fuerzas, lo que metería a Rusia en un desagradable atolladero que puede ser mucho peor que la desventurada invasión soviética de Afganistán.
La prudencia dicta que, pase lo que pase en Donetsk, Rusia no debe invadir. Putin puede sobrevivir a la derrota de los rebeldes y, sin duda, tiene opciones de contraatacar en los frentes político y económico: Ucrania se enfrentará a desafíos muy importantes en ambos terrenos. Si, por el contrario, el dirigente ruso actúa de forma diferente y cae en la trampa en la que algunos de sus detractores quieren verlo, la crisis de Ucrania se convertirá de inmediato en una crisis rusa y, a continuación, en muy poco tiempo, en una europea. Ni siquiera Estados Unidos se librará de verse afectado. A quienes ahora reflexionan con solemnidad sobre las lecciones de la I Guerra Mundial les sorprendería descubrir que, mientras miran hacia otro lado, han pasado por alto una catástrofe que está teniendo lugar justo delante de ellos.
Dmitri Trenin es director del Carnegie Moscow Center
Traducción de News Clips.
...el dispreciau dice: alguien dijo no hace mucho que las cosas se estaban encaminando a "ponerse muy feas"... y está en lo cierto... hay lecturas militares que no se hacen porque las inteligencias de estos tiempos se caracterizan por sus carencias neuronales... hay lecturas políticas que tampoco se realizan porque los estados ausentes de occidente están urgenciados por las quiebras potenciales de un modelo económico que traga todo lo que toca... hay lecturas económicas que no se hacen por incapacidad para leer entre líneas, o peor aún, por incapacidad para descubrir algo que todos estiman que sucederá, pero de lo que no quieren ni enterarse por temor a las consecuencias mundiales... a su vez, las lecturas sociales no le importan a ninguno de los actores protagónicos, por consiguiente viven subestimando a todos y cada uno de los actores sociales, asumiendo que son idiotas que no se dan cuenta de nada, cuando en realidad... sucede todo lo contrario...
occidente está al caer... y junto con occidente caerá el oriente desprevenido... incluyendo en ello a una Rusia que a la postre, no pertenece ni a oriente, ni tampoco a occidente... ya que su manera de ver las cosas dista de cualquier geometría...
Rusia sabe que fue torpedeada inmediatamente a la caída del Muro de Berlín... y bien sabe lo que le costó... incluso, es consciente del precio que ha pagado el mundo humano por ello, asumiendo incluso que dentro de Rusia, a muchos les importa un bledo... sin embargo, dado el estado deplorable del imperio y sus socios "aliados"... deberían comenzar a preocuparse por la suerte del mundo globalizado, ya que nadie estará a salvo de las consecuencias de la caída (del imperio) que está por suceder... no importa que ocurra hoy mismo o mañana, o pasado, simplemente el proceso irreversible hará que ocurra por concurso de variables no contempladas...
Europa está tan medievalizada que es incapaz de entender, por ende tampoco está en situación de leer entrelíneas las señales de las realidades...
Estados Unidos de Norteamérica padece una pesadilla que ha reemplazado el otrora "sueño americano"... y como toda pesadilla, proporciona lecturas erradas secuenciales, donde los intereses ocultos se comen los sentidos políticos de cualquier estabilidad racional...
en dicho desconcierto mundial, Israel entiende que debe exterminar a Palestina... y en dicho desconcierto mundial, los "aliados" entienden que deben exterminar a los fantasmas de cualquier índole y/o factor musulmán o cristiano que no les encaje entre sus engranajes cada vez más oxidados... asegurándose que la reacción en cadena, al producirse, se tornará inmediatamente irreversible, indetenible, atropellando cuanta cosa se le cruce...
más allá, América Latina está en curso de colisión con las locuras del imperio que pretende quitarle a las gentes la última pizca de dignidad que les queda... algo que las gentes pobres me van a defender a pedradas... ya que cuando no hay nada que perder... se gana por simple ecuación matemática... (¿ejemplo?: Vietnam)...
y cuando uno dispara miradas para cualquier parte del planeta Tierra... observa que los "aliados" le vienen errando fiero... que andan mal rumbeados... mientras que China no termina de comprender la gravedad de la dirección que se trae hacia una colisión inevitable, algo que Rusia, a pesar de sus inteligencias de ajedrez... no termina de recalcular ni tampoco de interpretar, sumándose a la tragedia global que de potencial anuncia su condición cinética... en el tira y afloje, el mundo árabe se debate entre sonreir a occidente o asociarse bajo cuerda con los orientales que tienen, usualmente, otras lecturas diplomáticas de los dramas por venir... como sea, la cosa se encamina de mal para peor... sumándose ahora un nuevo eje de conflictos en una Irak devastada... de la que no quedan más que fantasmas sueltos, buenos para el negocio de la guerra, malos para las consecuencias...
en medio de ello, los buitres insisten con seguir saqueando a los indefensos del mundo "libre"... ¿libre?, juajuajua... aquí nos debatimos entre el imperio y sus aliados... o el oriente confuso... confundido de tanto desbarajuste inducido y sembrado por negligencia operativa de las partes...
como sea, sea quien sea el que tome la navaja, se cortará... y curiosamente, el que lo haga pecará de imprudente, padeciendo las consecuencias de tal decisión... por ende, el mundo humano está arribando a horas no deseadas, pero que indefectiblemente tendrán lugar en la brevedad... cuando los actores son miserables... sus resultados, también lo son. AGOSTO 10, 2014.-
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