Las claves de la victoria de Obama
Obama es el primer demócrata desde Franklin D. Roosevelt que logra la reelección con más del 50% de votos
Antonio Caño Washington 7 NOV 2012 - 20:19 CET114
Barack Obama obtuvo el martes la reelección para un segundo mandato gracias a la extraordinaria capacidad de movilización de su campaña y a la consolidación de una nueva gran coalición demócrata integrada por latinos, mujeres y jóvenes que, ayudada por la desconfianza de la clase media hacia el Partido Republicano, ha redibujado el mapa electoral de Estados Unidos.
Fue una victoria mayor de lo esperada en cuanto a votos del Colegio Electoral -303 frente a 206, 332 si acaba ganando Florida-, pero ajustada en cuanto a votos populares. Obama repitió victoria en todos los estados que había ganado en 2008, excepto Indiana y Carolina del Norte, pero solo tuvo tres millones de votos más que el candidato republicano, Mitt Romney: 60 millones (un 50,3%) frente a 57 millones (un 48,7%). Es una diferencia algo inferior a la que George Bush alcanzó contra John Kerry en 2004 y bastante menor a la ventaja con la que fueron reelegidos Bill Clinton y Ronald Reagan.
Obama es a la vez el primer presidente desde Franklin D. Roosevelt que consigue la reelección con un índice de paro superior al 7% y el primer demócrata desde el mismo Roosevelt que consigue rebasar la barrera del 50% por segunda vez consecutiva.
Todo ello son indicadores de las debilidades y fortalezas que Obama ha mostrado en estas elecciones. Por un lado, ha sido un líder capaz de aglutinar a una significativa masa de votantes que han confiado en él por encima de los resultados de su gestión. Por el otro, es evidente que tendrá que gestionar un país políticamente polarizado en la que la mitad ponen en duda sus condiciones.
Son muchas las circunstancias que pueden haber contribuido a la victoria de Obama. Desde su conducción de la catástrofe del huracán Sandy, en drástico contraste con lo que ocurrió durante el Katrina, hasta las limitaciones de su rival, atrapado por una imagen de millonario oportunista que pesó sobre él como una losa.
La estrategia de una campaña es, sn duda, determinante en las democracias modernas. La de Obama, ahora y en 2008, se ha ganado fama de una gran perspicacia. Aunque esa vez no ha tenido a favor el viento de la historia ni se ha favorecido por el caos que rodeó a la campaña de John McCain. Esta vez, los estrategas de Obama han tenido enfrente a otra maquinaria igualmente poderosa que ha gastado 500 millones de dólares más que la campaña demócrata.
Las estrategias y el dinero necesitan, sin embargo, un buen producto que vender para tener éxito. Las encuestas hechas por los medios de comunicación a la salida de los centros de votación, y antes, en los últimos días de la campaña electoral, revelan que Obama era un mejor producto. Los electores, por diferentes márgenes, lo consideran un líder más fuerte, más confiable y más capacitado que Romney.
Incluso en el apartado de la economía, preocupación principal de los votantes y el único en el que el candidato republicano ha estado con ventaja durante meses, Obama igualaba o superaba ligeramente a su rival en el último momento. Y estaba por encima de él en un pregunta capital: ¿quién cree que pueda hacer más por usted? Otros datos destacables de esas encuestas: una mayoría en los estados claves culpaba fundamentalmente a George Bush de los problemas económicos del país y un 56% del estado de Ohio aplaudía la decisión del presidente de rescatar la industria del automóvil, que fue criticada por Romney.
“Ustedes me conocen, saben quién soy”, insistía Obama en sus últimos discursos. La gente sabe, más o menos, qué puede esperar de Obama, cuál son sus virtudes y cuáles sus defectos. Saben que ha hecho un gran esfuerzo por mejorar la situación económica, aunque lo haya conseguido solo en parte.
Saben que es un hombre honesto que no va a dar lugar a escándalos ni corruptelas. Frente a eso, Romney es la encarnación de la incertidumbre. De convicciones siempre fluctuantes, era imposible predecir qué Romney encontraríamos en la Casa Blanca, si el extremistas de las primarias o el moderado de la campaña presidencial.
En el sistema político norteamericano, la reelección es el destino natural de un presidente. En los últimos cincuenta años, sólo Jimmy Carter y George Bush padre no lo consiguieron, y en circunstancias muy particulares. La derrota de Obama hubiera sido una auténtica conmoción, máxime al tratarse del primer presidente afroamericano de la historia.
Tiene que concurrir buenas razones para que los norteamericanos no le den a su presidente una segunda oportunidad. Un sonoro fracaso internacional, una decadente perspectiva económica o un brillante candidato de oposición pueden ser el motivo para hacerlo. Ninguna de esas circunstancias existía en esta ocasión. Los estadounidenses se sienten protegidos con su comandante en jefe, respaldan su actuación en el mundo y están preocupados, pero más optimistas, respecto al rumbo de la economía.
el dispreciau dice: ¿por qué pierde el partido republicano?... porque el mensaje que dio no comulgaba con el pensamiento de la "consciencia colectiva" americana... hispana... de color... u otras... pero las organizaciones políticas suelen no aprender de las lecciones sociales, y mucho menos suelen tener capacidad para leer las señales que emanan desde las sociedades, pero aún cuando estas son tan heterogéneas como las vigentes en los EEUU... podría decirse que el mensaje republicano atrasa, pero en verdad estuvo todo mal... tan mal que se confrontó consigo mismo hasta tornarse confuso e inaceptable... no obstante ello, fue acompañado por un segmento importante de la población americana, tan confundida como los mentores republicanos. Podría decirse que el mundo está harto de los políticos soberbios... pero en verdad no hay que hilar tan fino, apenas si están hartos de ser ninguneados por las miserias políticas sembradas por gestiones anteriores. Negar la realidad no es bueno, no es un buen indicador... para nadie, para ningún actor... Curiosamente, algo semejante ocurre con las direcciones de las corporaciones... están tan acostumbradas a hacer las cosas mal, que ya no saben diferenciar cuando van sobre lo prudente y cuando sobre lo imprudente... y todo ello contribuye a más resistencias, a más reacciones en cadena que conllevan un efecto dominó que desde lo social, termina confrontando con aquello que los miopes les intentan imponer según los modelos esclavistas de los siglos XIX y XX... no sucede en EEUU, al menos no sólo allí, también ocurre lo propio en el ámbito de la Europa Medieval, donde la clase política está estúpida, sin capacidad de lectura... aseverando irrealidades que no conducen a ninguna parte, que sólo suman frustración social a gran escala, prometiendo reacciones en cadena que prometen exterminar las perversidades a costillas de los muchos, anónimos, desconocidos, víctimas propiciatorias de hechos aberrantes fabricados desde los estados ausentes. En este paisaje, y ante la duda, Obama gana la opción de la sensatez... tampoco le será fácil, porque los demócratas tampoco son un lecho de rosas... y se ven condicionados por otras tantas impericias y sus paralelas negligentes... tal vez, sólo tal vez, los demócratas descubran dónde está el agujero del mate y pasen a la historia revelándose ante un status quo político que se ha vuelto insoportable... sí hay un ángulo cierto, así como está... el mundo humano no da para más, aún cuando los partidos políticos que han ocupado historia no se den cuenta, no quieran hacerlo, no les interese. Si la clase política no colabora para "doblar" la historia social humana, ésta (historia social) se doblará por sí misma arrasándolos, con todo lo que ello significa. Insisto, negar la realidad y sus variables, es propio de las soberbias republicanas, allá en EEUU, como en cualquier otra parte, y los ejemplos son tantos, tan diversos, que son todos odiosos, pero las gentes... exigen "coherencia"... y los mensajes que descienden desde la clase política se precian, mayormente, por ser incoherentes. Noviembre 08, 2012.-
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