Editorial I
Declinación educativa: negar la realidad
El informe PISA ubica al país en el puesto 58° sobre 65 naciones, con un descenso de cinco puestos de 2006 a la actualidad
Martes 14 de diciembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Resulta deplorable que, frente a la triste realidad de la educación argentina, descripta por el más reciente informe internacional PISA, las autoridades nacionales eludan una autocrítica y opten por cuestionar la citada evaluación.
El informe PISA 2009, conocido días atrás, se refiere a una prueba destinada a evaluar a los alumnos de la escuela media, de 15 años, en tres áreas principales de estudio: matemática, lectura comprensiva y ciencias. Este instrumento se aplica cada trienio y los resultados logrados permiten ser cotejados con los anteriores, ya sea en el mismo país o confrontándolos con los de otras naciones. Su aplicación permite así establecer fundadas comparaciones acerca de la evolución de la calidad de la enseñanza, en contenidos básicos, en los países que se someten a ella. PISA es un recurso respetado, conducido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que, el año pasado, puso a prueba a 470.000 estudiantes de 65 naciones en el mundo.
Según el informe citado, en el lapso que va de los años 2000 a 2009, el puntaje alcanzado por los alumnos argentinos descendió 20 puntos, de 418 a 398. De acuerdo con ese resultado, nuestros estudiantes se ubican en el puesto 58°, lo que significa un descenso de cinco puestos en relación con la prueba efectuada en 2006.
Estados y ciudades orientales encabezan el ranking (Shanghai, Hong Kong, Corea del Sur), en el que también ocupa un lugar destacado Finlandia. En una consideración limitada a los países latinoamericanos, Chile ha encabezado lo referente a la comprensión de lectura y los temas de ciencias (en ambos casos, se ubica en el puesto 44°) y Uruguay lo logró en matemática (puesto 47°).
Los bajos resultados de nuestros alumnos, mirados con objetividad, no sorprenden. Sin pretender agotar la mención de los males que viene padeciendo nuestra escuela, bastaría recordar las brechas de las desigualdades financieras y de recursos educativos entre las jurisdicciones; la grave declinación motivacional de los alumnos y su falta de disciplina para la tarea educativa, y las frecuentes interrupciones de las clases por reclamos sindicales docentes o por protestas de los alumnos, que impiden cumplir con un modesto ciclo de 180 días.
A todo eso hay que agregar que la escuela debe ceder tiempo de enseñanza para cumplir otros deberes de alimento o contención afectiva. En consecuencia, la decadencia de nuestra escuela era previsible y se viene concretando en el alto número de aplazados, repitentes y desertores. Es pertinente añadir aquí un interrogante del Corriere d ella Sera, citado en un comentario sobre el informe PISA publicado el jueves último: "¿Qué fue del país [la Argentina] que tenía no sólo los mejores índices educativos de América latina, sino de todo el mundo de habla hispana?".
Es importante subrayar, también, que ese problema de descenso de calidad no es ajeno a las tristes cuestiones de la pobreza y desorganización de muchas familias. Es cierto, desde luego, que la suma de razones adversas reduce otros beneficios, como los de un mejor financiamiento educativo (distribuido sin equidad) o las intenciones de la legislación educativa de la última década. Pero es obvio que resta mucho por hacer, recuperar, replantear.
Ahora bien, ante los decepcionantes resultados del informe PISA llama la atención que el ministro de Educación, Alberto Sileoni, haya elegido el camino de criticar la evaluación efectuada en vez de proponer medidas para solucionar la densa problemática vigente en nuestra enseñanza.
Más allá de que ninguna prueba que tenga por objeto la estimación de los aprendizajes adquiridos es perfecta, lo que se impone es seguir trabajando para recuperar los valores perdidos, promover una distribución más equitativa de los medios disponibles en cada jurisdicción, estimular de modo constante la acción coordinada de la comunidad escolar, apoyarse en una pedagogía del esfuerzo y seguir afrontando las pruebas PISA para poder medir con un criterio probado los avances de nuestra evolución.
Sin embargo, si no existe toda una comunidad convencida de que la educación es la piedra basal de la sociedad del conocimiento, y que además imponga ese convencimiento a las autoridades para que se vea reflejado en las políticas públicas por seguir, no nos será fácil salir de nuestra ya prolongada debacle educativa.
Declinación educativa: negar la realidad - lanacion.com
el dispreciau dice: cuando una sociedad pierde sus ejes formativos y consecuentemente los educativos, se pierde como sociedad y se desintegra del mismo modo que lo hace un meteoro al ingresar a la atmósfera... eso está sucediendo con nuestra educación, con nuestra formación, con nuestra escuela y con nuestra universidad... para todo hay explicaciones, para todo hay justificaciones, para todo hay argumentos, pero las capacidades cada vez están más lejanas de revelar los dones de las personas y sus talentos... términos como "nada" y "obvio", usados para rematar frases vacías producidas en los medios de difusión, están señalando que "nada" indica la carencia de contenidos reflexivos, mientras que "obvio" indica que "nada" lo es porque se desconoce su sentido funcional. Argentina está como el informe, inclinada hacia el abismo de una sociedad rodeada, cercada por los vacíos... donde impera la ley de la selva y donde el diálogo está muerto porque sus integrantes no están dispuestos a ceder, antes bien a imperar al precio que sea. Las falacias de las expresiones políticas reiteran el paisaje que se vendió por imposición a esa misma sociedad durante los años noventa, prometiendo una revolución productiva que arrasó con la escasa consciencia nacional, desarticulando todo lo que tocó a su paso, fabricando fantasmas ansiosos de más poder y de más sillón, buscando la inmortalización de la historia "inventada" y acomodada a los fines de las conveniencias de unos pocos que se entienden a sí mismos como los dueños del destinos de los demás, porque desconocen cómo fabricar el propio. Argentina está sumida en la indiferencia política porque está consumida por la ignorancia consecuente con la necedad que induce la soberbia de creerse superior al otro, sea por dinero, sea por "viveza criolla" asaltante de esfuerzos ajenos, sea por título, nunca por conocimientos, nunca por reflexión, nunca por razonamiento aplicativo a principios sociales de lógica... y se va hacia atrás en busca de lo que se sabe no se podrá hallar mañana... entonces regresa la gesta de Perón, esa que tiene atada a la sociedad a cosas que no existen más, o bien aparecen los conciertos de frases hechas, donde siempre hay alguien que aparece oportunamente para echarle en cara sus culpas haciéndolo responsable por aquello que no le conviene al poder... ese mismo esquema fue el que exterminó a un estadista como Frondizi o eliminó de su espacio a un hombre de los quilates de Illia. Buscando nivelar hacia abajo para distanciarlo del arriba de los intereses de gentes pobres de alma... y Argentina perdió su perfil a manos de una clase militar pobre de contenidos y angurrienta de medallas, la que a su vez entregó el poder a las mismas falacias que acompañaban ese desvirtuado sentimiento de patria y soberanía, sumergiendo al país en un conflicto estúpido que costó vidas a cambio de nada, logrando sólo el empecinamiento del supuesto enemigo en resguardar aquello que en otro tiempo se le había entregado por otras conveniencias y otros oportunismos... y en la contradicción, regresa la democracia, tan mentida como sus propuestas y tan desdibujada como sus contenidos. Argentina hoy tiene partidos políticos vacíos de contenidos, aunque llenos de ansiedades de poder... Argentina hoy tiene medios que venden espacios y sostienen el alto el morbo social a efectos de no agregar valor al colectivo imaginario... Argentina hoy tiene empresarios que desconocen el sentido social de una empresa... Argentina hoy es una cáscara de aquello que prometió alguna vez... y aún cuando la clase política no lo crea, la historia misma se encargará de colocar las cosas en su lugar, enseñando que la peor de las pobrezas reside únicamente en el alma de las personas y aquí, esas pobrezas son patrimonio de la clase política que jamás ha cumplido con una sola de sus promesas, burlándose de su propia gente. Argentina hoy es un reflejo de Villa Soldati. Incoherente... Diciembre 14, 2010.-
martes, 14 de diciembre de 2010
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