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Cristina Fernández da un paso (atrás) y sacude Argentina
- Son pocos los argentinos indiferentes ante Cristina Fernández: la mayoría la quiere o no la soporta. Presidenta entre 2007 y 2015, mostró que sigue en el centro de la escena con 72 horas frenéticas, en las que anunció que no será candidata a presidenta, sino a vice, y comenzó a ser juzgada por presunta corrupción.
“Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos”, dijo en un sorpresivo videodifundido por Twitter el día 18. Inmediatamente, analistas políticos e historiadores buscaron antecedentes en el mundo de un postulante a la vicepresidencia que haya elegido y anunciado a su candidato a presidente, y no al revés. Pero no encontraron ninguno.
Las elecciones presidenciales en la tercera economía de América Latina tendrán lugar el 27 de octubre, en un contexto extremadamente delicado: recesión, deterioro de la moneda local, inflación de más de 50 por ciento anual y un tercio de la población de 44 millones de personas sumergido en la pobreza.
“Alberto Fernández no es el jefe político de nadie y no tiene votos propios. Con esta fórmula, Cristina quiere ablandar su oferta electoral y envía el mensaje de que en su (potencial) tercer gobierno el poder estaría más repartido”: Ricardo Rouvier.
Son comicios con resultados imposibles de pronosticar hoy, a los que este anuncio, que despertó interpretaciones diversas, le agregó incertidumbre.
Algunos ni siquiera están convencidos de que el actual presidente, Mauricio Macri –un empresario de 60 años que enfocó su carrera política en mostrarse como la contracara de Cristina Fernández, de 66-, sea candidato a la reelección.
Macri ha asegurado infinidad de veces que se presentará, pero dirigentes de Cambiemos, la gobernante coalición de centroderecha, reclaman su apertura a nuevos sectores políticos y la discusión de la candidatura, debido que el deterioro de la economía durante el último año ha hundido la imagen del presidente.
“La decisión de Cristina es un acto de realismo. Ante una Argentina en emergencia por su situación económica y financiera, y una región donde los populismos retroceden, decidió oxigenar la fórmula poniendo al frente a una figura más moderada”, dijo a IPS el sociólogo y analista de opinión pública Ricardo Rouvier.
La exmandataria de centroizquierda se la cataloga como populista por políticas como el congelamiento de las tarifas de servicios públicos en un contexto de elevada inflación y el otorgamiento de jubilaciones a personas que sin aportes al sistema, lo que según sus críticos fueron la causa del estancamiento económico en su segundo cuatrienio.
Su estilo personal propenso a la confrontación y el avance de las investigaciones por corrupción durante su gobierno hicieron el resto. Así, tiene una imagen negativa que hoy supera 50 por ciento en la mayoría de las encuestas pero que viene en descenso, a medida que crece el descontento con el gobierno de Macri.
“Alberto Fernández no es el jefe político de nadie y no tiene votos propios. Con esta fórmula, Cristina quiere ablandar su oferta electoral y envía el mensaje de que en su (potencial) tercer gobierno el poder estaría más repartido”, consideró Rouvier.
El político, de 60 años, fue el jefe de Gabinete de ministros durante el gobierno del ya fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y el primer año de su sucesora y esposa.
Se fue de mala manera del gobierno en 2008, cuando Cristina, como todos la llaman en Argentina, inició duros enfrentamientos, que marcarían el resto de su gestión, con las cámaras de productores agropecuarios (de determinante peso económico) y con el Grupo Clarín, la más poderosa corporación de medios de comunicación.
Fernández tuvo desde entonces severas críticas para Cristina, mientras desde un programa de la TV estatal que realizaba propaganda oficialista se lo descalificaba, como supuesto “lobbista” del sector rural y el Grupo Clarín.
Ese pasado reciente es ahora visto como un activo por quienes rodean a Cristina.
“Al elegir a un hombre que ha sido crítico de ella, Cristina demuestra apertura tanto de cara a la sociedad como a los factores de poder permanente, con los que Alberto tiene buen diálogo y ella no habla hace años”, dijo Graciana Peñafort, redactora de la ley de medios de comunicación con la que Cristina buscó en 2009 limitar el poder del Grupo Clarín.
“Ella comprendió que su figura es un obstáculo para ciertos sectores. Y quiere ganar la elección”, agregó a IPS quien ejerce como abogada de Cristina en algunas de las múltiples causas en la que está imputada, que se han traducido hasta ahora en 11 procesamientos.
Peñafort rechazó que exista un vínculo entre el anuncio y el comienzo, el martes 21, del primer juicio oral y público contra la expresidenta, de las 11 procesos ya abiertos en su contra por presunta corrupción. Para algunos analistas, en cambio, lo que Cristina buscó fue quitar lo más posible el foco sobre ese frente
En el juicio en marcha se la acusa de haber liderado una asociación ilícita, integrada por funcionarios de su gobierno, que habría defraudado al Estado en 1.000 millones de dólares, a través de la adjudicación de obras públicas.
Un rato antes de sentarse a escuchar la acusación, Cristina denunció –por Twitter, ya que no habla con la prensa- ser víctima de una persecución política “que pretende distraer a los argentinos y argentinos de la dramática situación que vive nuestro país y nuestro pueblo”.
El abogado Andrés Gil Domínguez explicó a IPS que la expresidenta tiene inmunidad en materia de arresto en su calidad de actual senadora, siempre y cuando sus pares en la Cámara Alta no le retiren los fueros, y mantendrá ese privilegio si es elegida vicepresidenta, a menos que sea sometida a juicio político.
“A diferencia de otros países, como por ejemplo Brasil, donde Lula (el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva) no pudo ser candidato en 2018, en la Argentina no existe impedimentos para la participación política de los procesados o condenados”, dijo este director del Instituto de Derecho Constitucional del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal.
Para Gil Domínguez, “el juicio oral y público es positivo porque permitirá que sean expuestas todas las pruebas contra la expresidenta y se la condene o la absuelva, aunque la sociedad argentina está tan polarizada que la mayoría ya tiene una opinión formada sobre si Cristina es culpable o inocente”.
Justamente al día siguiente del inicio del juicio se difundió una encuesta electoral de la consultora Raúl Aragón & Asociados que puso en el primer lugar a la fórmula Fernández-Fernández, a pesar de que 37 por ciento de los consultados cree que la expresidenta es culpable de los delitos de los que se la acusan, contra solo 27 que entiende que se inocente.
Con su decisión, Cristina aseguró que aspira a reunificar al peronismo, dividido tras la brutal crisis económica social y política de 2001. A ello contribuyó el matrimonio Kirchner, que desdeñó a su corriente oficial y estableció su propio partido, el Frente de la Victoria.
Dentro del movimiento político que fundó hace más de 70 años por el general Juan Domingo Perón y que ha gobernado más de la mitad del último medio siglo, hay importantes dirigentes que estaban trabajando para armar una fórmula que representara a los argentinos que no quieren la continuidad de Macri y tampoco la vuelta de Cristina.
Ahora, nadie sabe qué escenario quedará definido el 22 de junio, que es el día en que deben presentarse formalmente las candidaturas de los partidos y alianzas electorales.
Después, todas las candidaturas deberán someterse a Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, el 11 de agosto, un imperativo legal en Argentina, donde los principales aspirantes no suelen contar con competidores internos, pero que resultan una medición decisiva de los apoyos ciudadanos.
Pocos, de todas maneras, creen que Macri, líder de una gestión que en lo económico fracasó, tenga alguna posibilidad de ser reelecto si la candidatura de Alberto Fernández es prenda de unidad del principal espacio opositor.
Edición: Estrella Gutiérrez
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