“No puede haber cooperación con los populistas de derechas”
La heredera de Angela Merkel al frente del partido democristiano CDU ve como una de las razones del mal resultado electoral del PP en España su disposición a cooperar con Vox
Berlín
nnegret Kramp-Karrenbauer, en su despacho de la sede de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), en Berlín el pasado martes. PATRICIA SEVILLA CIORDIA
Con Annegret Kramp-Karrenbauer (56 años, Völklingen) da la permanente sensación de estar ante una política sometida a un periodo de pruebas. AKK, como se la conoce en Berlín, es la presidenta de la CDU, el partido de centroderecha alemán, pero sobre todo, la política llamada a suceder a Angela Merkel en la Cancillería tras 13 años. Por eso, las palabras de la nueva jefa de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y potencial canciller de la primera economía europea se escrutan estos días al milímetro en toda Europa.
En su despacho de la sede central de la CDU en Berlín, Kramp-Karrenbauer ha respondido el pasado martes a las preguntas de EL PAÍS y otros cuatro medios europeos durante una hora. Lo hace con una eficiencia casi atlética. Una pregunta, otra, otra más. Responde sin rodeos, pero con considerable cautela. Aunque deja de lado cualquier atisbo de gris cuando se le pregunta por la ultraderecha: “No puede haber cooperación con los populistas de derechas”. Su polémica propuesta de suprimir la sede de la Eurocámara de Estrasburgo, la política migratoria de la UE, el baile de sillas en Bruselas o su posible ascenso a la Cancillería son algunos de los grandes temas que desgrana en su oficina. Allí, un crucifijo corona la puerta de entrada al despacho de esta política católica y procedente del Sarre, un pequeño Estado del sur de Alemania.
Pregunta. ¿Cuánto le preocupa el avance del populismo de derechas en las elecciones europeas?
Respuesta. Estoy decidida a hacer todo lo que esté en mi mano para garantizar que los resultados electorales sean sólidos desde el centro. Para el PPE (Partido Popular Europeo) y para la CDU-CSU [el partido hermano bávaro] es importante garantizar que tengamos un Parlamento que tenga más fuerzas proeuropeas que antieuropeas.
P. ¿Concibe una cooperación del centroderecha europeo con los populistas? En España los conservadores se han apoyado en la ultraderecha en Andalucía. ¿Cree que es una buena idea?
R. Yo rechazo una cooperación con AfD [Alternativa para Alemania]. También lo rechazo en el PPE, de la misma manera que lo hace nuestro candidato, Manfred Weber. Creo que se puede ver con los resultados electorales en España lo difícil que es para un partido conservador de centro llevar a cabo una campaña cuando está permanentemente bajo sospecha de estar dispuesto a cooperar con los populistas de derechas. Eso divide al partido y en mi opinión, observado desde la distancia, esta es una de las razones del resultado electoral en España.
“Una UE más fuerte también reside en una mejor cooperación entre Estados”
P. Excluye la cooperación con AfD. ¿Esto también se aplica a las elecciones regionales del otoño en Alemania, donde se espera que la extrema derecha se convierta en una fuerza decisiva?
R. Claramente. Aprobamos una resolución de la conferencia del partido en Hamburgo que establece que no puede haber cooperación con los populistas de derechas. Esta decisión está vigente y yo estoy profundamente convencida de ello personalmente. Está claro: no hay colaboración.
P. ¿Debe el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ser expulsado del PPE?
R. Veo a Viktor Orbán camino de abandonar el PPE. Hemos suspendido su membresía. No tiene ninguna influencia en nuestra política en este momento en el PPE. Hemos creado un grupo que evaluará hasta qué punto Fidesz sigue compartiendo los valores y principios comunes que como PPE adoptamos juntos en Helsinki. Todo lo que he escuchado de él desde entonces es más bien una señal de que está cuestionando esos valores. Creo que ya ha tomado la decisión por sí mismo, pero el periodo de prueba sigue en marcha.
P. Frente a la candidatura de Weber hay una intensa especulación sobre candidatos alternativos como Michel Barnier o Margarethe Vestager. ¿Serían buenos presidentes de la Comisión?
R. La CDU y yo personalmente estamos firmemente comprometidos con el concepto de spitzenkandidat [candidato principal]. Se trata de un logro democrático, porque significa que los ciudadanos puedan elegir a sus máximos representantes. Solo alguien que ha sido spitzenkandidat debería dirigir la Comisión. El PPE optó claramente por Weber y no por Barnier ni por otro candidato.
P. Su respuesta a la propuesta de Europa de Emmanuel Macron fue muy criticada porque usted no parecía compartir el euroentusiasmo francés. ¿Desea una Europa más pequeña, como defiende, por ejemplo, Austria?
R. Mi entusiasmo por Europa es muy grande, pero creo que el entusiasmo por Europa no se corresponde con cuántas competencias y cuántas instituciones tenga que tener Europa. Necesitamos una Europa más fuerte, que actúe más de forma conjunta, pero sobre todo en temas decisivos como seguridad, defensa e innovación. Es donde los ciudadanos dicen en las encuestas que Europa debe actuar conjuntamente. También en innovación y en cómo dar una respuesta al cambio climático. Tiene sentido hablar de competencias comunes, pero creo que una Europa más fuerte también puede residir en una mejor cooperación entre Estados.
“La crisis de los refugiados ocurrió porque Europa
no funcionó”
P. ¿Defiende un nuevo Tratado de la UE?
R. Un nuevo tratado es una tarea muy amplia, difícil y larga. Pero Europa ha cambiado mucho, es más grande y diversa y las fricciones culturales se sienten. Tenemos distintos puntos de vista entre el norte y el sur, sobre como abordar cuestiones presupuestarias y financieras por ejemplo, pero también hay claras diferencias culturales entre el este y el oeste. Cómo mantener Europa unida es una de las cuestiones cruciales y tiene que ver con dónde decidir por mayoría y dónde por unanimidad. También la cuestión de qué normas de competencia deberían aplicarse, cómo se actúa si hay una o dos decisiones pendientes que son totalmente correctas desde el punto de vista europeo, pero que quizás requieran otras decisiones como resultado de la competencia internacional, por ejemplo, con China, donde la economía también cuenta con un fuerte apoyo de la intervención estatal. En primer lugar, debemos debatir lo que se puede conseguir sin modificar los Tratados.
P. ¿Deben reformarse las reglas de competencia para que en el futuro pueda haber fusiones como la de Alstom y Siemens?
R. En general, no. Soy partidaria de la economía social de mercado. Pero el mercado solo funciona si existe una competencia leal y los monopolios son uno de los mayores peligros. Pero ahora nos encontramos con que tenemos monopolios que están fuera de Europa, pero que tienen una posición dominante en el mercado. Tenemos que comprobar muy cuidadosamente si las normas siguen siendo adecuadas para la competencia internacional o si tenemos que adaptarlas.
P. Usted ha propuesto eliminar la sede del Parlamento de Estrasburgo. ¿Por qué ha querido provocar a Francia? ¿Por qué profundizar la brecha con un socio tan importante para Alemania?
R. No solo soy consciente de la amistad francoalemana, sino que para mí es algo muy querido. Provengo de una región en la que solo se puede crecer como francoalemán. Y soy muy, muy consciente de la importancia de Estrasburgo. Y, sin embargo, también es verdad que una de las críticas a la UE es su Administración y que el Parlamento se reúna en diferentes lugares. También hemos tenido este debate en Alemania, por ejemplo con Bonn y Berlín. Si siempre estamos hablando de la necesidad de reformar Europa, entonces también debemos mencionar lo que preocupa a los ciudadanos. Creo que Weber ha hecho una propuesta inteligente: el Parlamento Europeo debería decidir por sí mismo dónde quiere reunirse en el futuro, pero en un solo lugar. Hay que hablar abiertamente sobre el tema.
P. En las últimas décadas se ha hablado mucho de la hegemonía alemana en la UE. Con el Brexit, el papel de Alemania será aún más importante. ¿Deberíamos preocuparnos?
R. Hubo momentos en que la gente se quejaba de que Alemania no estaba desempeñando el papel activo que se esperaba de nosotros. Si miramos a la historia, en Alemania optamos más por la prudencia que por luchar por ese papel. Sabemos, sobre todo por nuestro pasado, lo delicada que es la imagen de Alemania. Pero si Gran Bretaña fracasa, es cierto que Alemania tiene una responsabilidad completamente diferente. Este es uno de los compromisos históricos que nos hemos tomado muy en serio. Ya sea Angela Merkel, Helmut Kohl o Adenauer, yo me siento igual de comprometida con esta trayectoria histórica. Siempre hemos puesto nuestra fuerza al servicio de Europa. Sabemos que somos uno de esos Estados que, por su estructura y fortaleza, por la dependencia de la exportación y la situación en el centro del continente, dependemos como ningún otro de una Europa fuerte y operativa. Es en nuestro propio interés.
P. Las relaciones de Alemania con el sur de Europa han sufrido mucho. ¿Qué debe hacer Alemania para mejorar su imagen?
R. El debate que hemos tenido en los últimos años, especialmente durante la crisis financiera, ha girado en torno a la causa de esta crisis y cómo la hemos superado. Siento el mayor de los respetos por lo que se ha conseguido en países como Grecia, España o Portugal, que ha sido un logro increíble. También ha costado muchos sacrificios. Sé lo que significa cuando tienen que exigir mucho a sus ciudadanos. No obstante, seguimos convencidos de que una gestión presupuestaria estable es una cuestión fundamental de una política financiera sostenible. La cuestión es cómo podemos abordar conjuntamente retos como el desempleo juvenil, uno de los mayores a los que nos enfrentamos. Es una señal terrible para una generación bien formada y que su primera percepción de Europa sea que no podemos ofrecerles un futuro.
P. Una de las razones de la extensión del populismo ha sido la migración. El Acuerdo de Dublín no funciona, pero su reforma está muerta. ¿Qué propone?
R. La crisis de los refugiados, sobre todo desde 2015, sucedió porque Europa no funcionó. Tenemos reglamentos como el de Dublín III que no funcionan. Hemos observado durante demasiado tiempo, con demasiada poca atención y poco apoyo, a países que tienen una frontera exterior en particular y que se han enfrentado con un número creciente de refugiados. Este es, sin duda, uno de los errores que también hemos cometido en la política alemana en general. Una solución podría ser una combinación en la que los Estados se organicen a escala nacional, con el apoyo financiero adecuado de la UE. Necesitamos un sistema que Europa solo puede abordar conjuntamente. Esta es una de las mayores tareas a las que se enfrentan el nuevo Parlamento y la nueva Comisión.
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