El otoño del ‘rais’ palestino
Mahmud Abbas se ve acorralado por los recortes de Trump y las negociaciones entre Israel y Hamás mientras su salud se deteriora
Jerusalén
El presidente palestino, Mahmud Abbas (derecha) recibe al jefe de la presidencia colegiada bosnia, Bakir Izetbegovic, el miércoles en Ramala. MOHAMAD TOROKMAN REUTERS
“¡Tendrán que pasar por encima de mi cadáver!”, se asegura que exclamó esta semana el presidente palestino, Mahmud Abbas, cuando sus colaboradores le informaron de que el acuerdo de alto el fuego en Gaza que negocian Israel y Hamás con la mediación de Egipto iba por buen camino. El relato de la explosión de ira del veterano rais, del que se ha hecho eco el portal informativo Times of Israel, coincide con los recortes en la ayuda económica impuestos por la Administración del presidente Donald Trump y con el creciente deterioro de la salud del mandatario palestino. A los 83 años, presenta fallos de memoria y apenas acude a su despacho oficial un par de horas al día, según fuentes palestinas citadas la noche del miércoles por el Canal 10 de la televisión israelí.
En Ramala —sede de las instituciones de la Autoridad Palestina 20 kilómetros al norte de Jerusalén— se mantiene silencio oficial sobre el estado del presidente desde que fuera hospitalizado en mayo durante más de una semana a causa de una neumonía. Fumador habitual y con evidente sobrepeso, Abbas se ha sometido a varias cateterizaciones cardiacas, la última en 2016, tiene instalada una prótesis vascular y fue tratado de un cáncer de próstata. El pasado mes de febrero tuvo que ser ingresado de urgencia en un centro sanitario de EE UU después de sentirse indispuesto al término de una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Instalado en el poder en las elecciones presidenciales de 2005, al año siguiente de la muerte del líder histórico palestino Yasir Arafat, el líder del partido nacionalista Fatah no ha revalidado desde entonces su mandato en las urnas. Tras ser dado de alta hace tres meses en Ramala su presencia pública se ha visto limitada.
A finales de junio acogió en la Muqata, la sede de la presidencia palestina, la visita del príncipe Guillermo de Inglaterra, y un mes después recibió a Ahed Tamimi, la adolescente convertida en icono de la resistencia a la ocupación al ser encarcelada por abofetear a dos soldados israelíes. A comienzos de este mes Abbas viajó a Jordania y Qatar y el miércoles le visitó el jefe de la presidencia colegiada bosnia, Bakir Izetbegovic.
El veterano gobernante afronta ahora el reto de la Asamblea General de la ONU, que comienza a finales de septiembre, y en la que Washington prevé desvelar el “plan de paz definitivo” impulsado de Trump para Oriente Próximo. EE UU dio el pasado viernes un tajo de más de 200 millones de dólares (172 millones de euros) a sus programas de ayuda humanitaria en Gaza y Cisjordania.
La Casa Blanca pretende redoblar la presión sobre la Autoridad Palestina para que ponga fin al boicot diplomático a Washington que mantiene desde diciembre, cuando el presidente republicano reconoció unilateralmente Jerusalén como capital del Estado judío. En enero, EE UU ya recortó en una sexta parte su aportación de 360 millones de dólares anuales a la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, que ofrece ayuda a más de cinco millones de personas.
Rechazo al plan de Trump
Un cuarto de siglo después de los Acuerdos de Oslo, el rais expresará ante la Asamblea General de la ONU su “rechazo categórico” a los planes de EE UU e Israel para “liquidar la causa palestina”, aseguró el jueves el ministro de Asuntos Exteriores palestino, Riad al Malki, citado por la agencia Wafa. El presidente ya ha amenazado anteriormente con suspender el autogobierno palestino y devolver a Israel el control absoluto sobre los territorios ocupados.
Mientras Abbas estallaba en su rechazo a la tregua permanente negociada por Israel con Hamás —el movimiento islamista que gobierna de facto en Gaza desde 2007—, Washington ha estado haciendo llegar su pleno apoyo a Egipto por su mediación en “el acuerdo para restaurar la calma en la Franja de Gaza”.
El comunicado difundido en la noche del miércoles por Jason Greenblatt, el mediador de la Casa Blanca para Oriente Próximo, hacía hincapié en que “la Autoridad Palestina no puede mantenerse al margen y debe ser parte de la solución para [los problemas de] los palestinos de Gaza. Si no, otros ocuparán el vacío que deja”.
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