sábado, 22 de septiembre de 2018

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Economía mundial: Trump amenaza | Opinión

Trump amenaza

La guerra arancelaria pone en peligro el crecimiento económico mundial

Donald Trump, presidente de Estados Unidos
Donald Trump, presidente de Estados Unidos ASSOCIATED PRESS
La economía mundial se encamina hacia una desaceleración, moderada en principio, y eso es algo admitido ya por la mayoría de las instituciones y organismos internacionales. La OCDE ha cuantificado la desaceleración del crecimiento de sus países miembros en una décima para este año (del 3,7% previsto al 3,6%) y en dos décimas para 2019. No hay que dejarse engañar por la en apariencia imperceptible ralentización; lo que el organismo internacional está reflejando es la alarma por los factores de riesgo que aparecen en el escenario internacional. También hay un acuerdo mayoritario en que el más grave de esos riesgos tiene nombre y apellidos: Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Sus decisiones comerciales, su utilización descarada y provocativa del proteccionismo arancelario, están desgastando las oportunidades de crecimiento del comercio mundial, como expone la OCDE.
Recientemente la Casa Blanca anunciaba un paso más en la guerra comercial con China, aranceles a un conjunto de importaciones por importe de 200.000 millones de dólares. La impunidad con que se maneja Trump (las empresas afectadas por el encarecimiento de sus suministros, incluidos los grandes grupos tecnológicos, no son capaces de articular una respuesta unida) conducirá probablemente a una tercera fase de castigo en la que se impongan barreras arancelarias por otros 267.000 millones más. Esa tercera fase puede suponer un punto de difícil retorno; China podría recurrir a represalias financieras con efectos dañinos, de contagio rápido en la economía global.
El daño del proteccionismo trumpiano para la economía mundial ya es considerable: el comercio internacional ya ha perdido dos puntos de crecimiento entre el año pasado y el primer semestre de 2018; las inversiones se retraen y se deja de crear empleo. No se trata tan sólo de las pérdidas cuantitativas de inversiones y empleo causadas por la locura arancelaria, sino de la incertidumbre que introduce en los mecanismos de funcionamiento de la economía mundial y la destrucción potencial de la credibilidad de instituciones valiosas para el equilibrio económico como la Organización Mundial de Comercio.
El presidente de los Estados Unidos está utilizando la amenaza como un instrumento más de relaciones económicas internacionales. No consta que persiga con ella objetivos concretos y predecibles, puesto que si quiere reducir el déficit comercial con China podría hacerlo mediante una negociación convencional. Trump actúa como un negociador ventajista que busca posiciones privilegiadas de inicio y como un político que quiere reforzar las posiciones propias y de su partido ante las próximas elecciones. Si para eso tienen que encarecer los productos que venden sus empresas, declarar una guerra comercial a China y definir a la Unión Europea como enemigo, lo hace sin remordimientos. Después de las elecciones, es probable que el presidente estadounidense se olvide de la economía internacional y se concentre en otros ámbitos. Es cierto que la política de Trump no es la única amenaza para el crecimiento y que el precio del petróleo y las crisis en Argentina y Turquía son también factores de riesgo. Sin embargo, los dos últimos parecen controlados, por el momento, mientras que la arbitrariedad trumpiana, no muestra ningún freno.

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