Orbán desafía a la UE y provoca una grave escisión en el grupo Popular
El Partido Popular Europeo sopesa la suspensión del partido del primer ministro húngaro sin llegar a su expulsión
Estrasburgo
Orbán, primer ministro húngaro, comparece en el Parlamento Europeo. REUTERS
Héroe para extrema derecha y euroescépticos. Villano para socialistas, liberales, verdes y políticos de izquierda. Y una peligrosa pesadilla para el Partido Popular Europeo (PPE). El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha plantado cara este martes al Parlamento Europeo durante un tormentoso debate previo a la votación (este miércoles) de un informe que solicita la aplicación a Hungría del artículo 7 del Tratado de la UE, que prevé la suspensión del derecho de voto en el Consejo Europeo de los países que violen los valores fundamentales del club.
La autora del informe, la eurodiputada holandesa de los Verdes Judith Sargentini, aseguró en la apertura de la sesión en Estrasburgo que en “Hungría existe un serio riesgo de violación" de los valores europeos. Pero Orbán ha calificado el informe como “un insulto al pueblo húngaro” y ha rechazado sus argumentos sobre el deterioro democrático de su país como un mero cúmulo de mentiras con una clara motivación política.
El desafío de Orbán ha complicado la postura de su formación en la Cámara europea, el Partido Popular Europeo (PPE), cuyo voto será crucial este miércoles para la aprobación o el rechazo del informe. El líder de los populares, el alemán Manfred Weber, ha dejado abierta la decisión. Sin llegar a defender a Orbán, Weber ha dedicado buena parte de su intervención a recordar los graves problemas de corrupción y violación del Estado de derecho que se suceden en países con Gobiernos socialistas como Rumanía o Eslovaquia. Pero el político alemán no osó pedir el voto en contra del informe. Y fuentes del grupo Popular reconocen que no quedará más remedio que conceder libertad de voto, lo que reflejará con toda probabilidad la profunda división que provoca Orbán entre los conservadores europeos.
Si el informe contra Hungría sale adelante, como parece cada vez más probable (necesita dos tercios de los votos emitidos a favor con un mínimo de 376) la cúpula del PPE se enfrenta a una fractura de consecuencias imprevisibles. Fuentes populares reconocen que la situación resulta cada vez más insostenible. Y apuntan como posible salida la suspensión de la pertenencia del partido de Orbán (Fidesz) al PPE, sin llegar a la expulsión, y a la espera de que las aguas se calmen. La dureza del húngaro durante el pleno, sin embargo, ha radicalizado las posiciones y varias delegaciones de los populares europeos defienden llegar hasta el final y proceder a su expulsión.
Pero la decisión puede provocar una brecha irreversible, hasta el punto de que Orbán podría llevarse Fidesz hacia los grupos extremos de la Cámara europea. “Únase a nuestro grupo del Brexit”, le invitó entusiasmado durante el debate Nigel Farage, eurodiputado del grupo eurófobo británico UKIP. Fuentes populares reconocen que su grupo confiaba en que Orbán ofreciese alguna concesión durante el debate. Pero la primera intervención del político húngaro ha marcado el tono de una sesión muy dura, programada para una hora, pero que se ha prolongado durante tres.
Exabruptos y reproches
El debate estuvo plagado de acusaciones muy serias contra Orbán, de exabruptos y reproches cruzados a viva voz entre partidarios y contrarios de expedientar a Hungría.“Sé que ya tienen decidido su voto, que nada cambiará diga lo que diga, pero he venido aquí a pesar de todo porque no van a condenar a un Gobierno sino a todo un país”, arrancó el primer ministro húngaro. Orbán acusó a los parlamentarios que apoyan el informe de “querer excluir de la UE a todo un país” que pertenece “a la Europa cristiana desde hace más de 1.000 años”. El líder de Fidesz cree que se trata de una venganza de sus enemigos políticos en Hungría (liberales y socialistas), derrotados elección tras elección. Y de un chantaje por parte de Bruselas después de que Budapest boicotease y hundiese la propuesta de establecer cuotas obligatorias para el reparto de los refugiados que lleguen a Europa. “Cada país tiene derecho a organizar su territorio y nosotros protegeremos nuestras fronteras y decidiremos con quién queremos convivir”, advirtió Orbán.
Tras la andanada de apertura se sucedieron los ataques furibundos de uno y otro lado. El líder de los socialistas, el alemán Udo Bullmann, acusó a Orbán de “encabezar el Gobierno más corrupto de la UE”. Guy Verhofstadt, cabeza del grupo liberal, citó a un congresista estadounidense para calificar como “neofascista” al primer ministro húngaro. La bancada nacionalista y euroescéptica del hemiciclo, en cambio, aclamó al político húngaro como nuevo líder de su causa. “Usted y Matteo Salvini son la punta de lanza de la Europa que queremos”, celebró el francés Nicolas Bay (ENL). “Usted nos defendió contra el comunismo y ahora contra la mundialización”, añadía el eurodiputado.
La presión del resto de grupos va en aumento y el PPE teme una fractura por su flanco oriental que lleve a los partidos conservadores de Europa central y del Este hacia la extrema derecha representada por el italiano Matteo Salvini. “Es una decisión difícil”, reconoció el liberal Guy Verhofstadt. “Pero nosotros también tuvimos ese problema, con el austriaco Jörg Haider, y decidimos su expulsión. Espero que el PPE actúe en conciencia porque está en juego la UE, dado que Orbán trabaja abiertamente con quienes quieren destruirla”, señaló el liberal Verhofstadt, en aparente alusión a los contactos del húngaro, no solo con Salvini, sino también con el presidente ruso, Vladimir Putin, o con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y con los grupos partidarios del Brexit.
Ataque de la Comisión
Los populares europeos confiaban en desviar el debate hacia la Comisión Europea, organismo que también puede proponer la activación del artículo 7 del Tratado. La Comisión no ha recogido el guante. Pero su vicepresidente, el socialista holandés Frans Timmermans, aprovechó el debate para lanzar un largo y detallado pliego de cargos contra el Gobierno húngaro, investigado por cuestionar la libertad de cátedra y de expresión, la independencia de la judicatura o incluso el trato de los refugiados. “A las personas que buscan asilo hay que darles alimentos, es la forma humanitaria de hacer las cosas o, podría incluso decir, la forma cristiana”, acusó Timmermans, en alusión a la negativa de Budapest de ofrecer cobijo o comida a las personas que entren irregularmente en Hungría para pedir asilo en Europa. En la intervención final, el socialista acusó a Orbán de escudarse en el pueblo húngaro para esquivar un ataque que va dirigido exclusivamente contra sus políticas.“Es la forma más mezquina de defenderse”, espetó el holandés en un cierre de debate que sonó a trueno antes de la tormenta de mañana.
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