El Pentágono ordena el envío de nuevas tropas a Afganistán
El refuerzo militar, no concretado, consuma el giro estratégico de Trump respecto a este conflicto
Washington
El cambio de tercio de Donald Trump en política exterior se ha consumado con la decisión ya firmada para enviar más efectivos a la interminable guerra de Afganistán. El secretario de Defensa, Jim Mattis, confirmó este jueves que ha rubricado ya varias órdenes para el refuerzo militar que el presidente estadounidense anunció el pasado 21 de agosto y que, como él mismo admitió, era una capitulación respecto a su postura inicial sobre este conflicto: la de retirarse cuando antes.
Mattis no dio detalles ni de cuándo ni de cuántos militares más se desplegarían por la zona, confirmando lo que ya había advertido Trump en aquel anuncio de hace unos días, que la información sobre el refuerzo iba a ser muy militada con el fin de no ayudar al enemigo. "Sí, he firmado las órdenes", afirmó el jefe del Pentágono a la prensa, unas ódenes que "permitirán a las fuerzas afganas combatir de forma más eficaz", agregó, indicando así que se trata sobre todo de consejeros militares.
La puesta en marcha de este envío, confirmado ya negro sobre blanco en órdenes directas de Mattis, se conoce justo al día siguiente de que el Pentágono desvelara que las tropas estadounidenses que operan en Afganistán son más de las que se conocían en el último recuento oficial, hecho por la Administración de Barack Obama. El departamento de Defensa cifró en 11.000 el número de soldados estadounidenses en este conflicto, lo que supone un desfase de unos 2.600 respecto a los 8.400 que se habían contabilizado en 2016. El baile de cifras, según explicó el miércoles el general Kenneth McKenzie, director del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, se debe sobre todo a que el primer cómputo excluía las unidades temporales y encubiertas.
Esa cifra, en cualquier caso, resulta una mínima parte respecto a los 100.000 soldados estadounidenses que llegó a haber desplegados en Afganistán. Los medios estadounidenses, citando fuentes de la Administración, han apuntado a que el nuevo despliegue puede suponer unos 4.000 efectivos adicionales, cuantía cercana a la que el presidente había autorizado al Pentágono el pasado junio. Mattis, sin embargo, optó por no hace uso de esa autorización hasta contar con un plan definido y completo para esta guerra que dura ya 16 años.
Esa nueva hoja de ruta es la que Trump explicó desde la base militar de Fort Myer, en Arlington (Virginia), hace unos días. Allí, el republicano admitió que no hay una fecha en el horizonte. Mi primer instinto era salir, y a mí, históricamente, me ha gustado seguir mis instintos, pero he oído toda mi vida que las decisiones son muy distintas cuando te sientas en la mesa del Despacho Oval”, explicó el presidente. “Una retirada apresurada crearía un vacío que los terroristas, incluidos el ISIS [siglas en inglés del Estado Islámico] y Al Qaeda llenarían de inmediato, tal y como ocurrió antes del 11-S. Y, como sabemos, América se fue de Irak de forma equivocada y apresurada”, había dicho también.
Estados Unidos invadió Afganistán en 2001, a raíz de los atentados del 11-S, para derrotar a Al Qaeda y expulsar a los talibanes, pero no ha logrado aún ninguna de estas metas ni ha dotado a las fuerzas afganas de autonomía suficiente como para poder abandonarlas. Han muerto 2.400 soldados estadounidenses y se han empleado unos 700.000 millones de dólares en el conflicto. Mientras, el Gobierno de Kabul ha ido perdiendo terreno y solo controla el 57%.
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