El número de pobres en México sigue por encima del nivel previo a la Gran Recesión
La tasa de pobreza baja un 1,9% en cuatro años, en buena medida gracias a la fuerte disminución de la pobreza extrema, pero el crecimiento demográfico empaña unos datos todavía salpicados por la polémica estadística
México
Una familia pobre, en la Ciudad de México. CUARTOSCURO
Los esfuerzos para la reducción de la pobreza en México dejan un sabor agridulce. El porcentaje de población que se encontraba en situación de carestía el año pasado —el 43,6% de la población— fue el más bajo de la última década: en 2014 era el 46,2% y en 2010, el 46,1%. Sin embargo, el número de personas en situación de carestía —53,4 millones de personas— aumentó ligeramente respecto a dos años antes —55,3 millones— y permaneció en niveles superiores a los de antes de la crisis económica global de 2008, cuando llegó a bajar de los 50 millones. Este incremento en los valores absolutos de pobreza se deriva del crecimiento en el número de mexicanos que padecen pobreza moderada, ya que la pobreza extrema disminuyó tanto en términos absolutos como en términos relativos
Los datos hechos públicos este miércoles por el Coneval, el organismo encargado de medir y evaluar el desarrollo social en el país norteamericano, revelan que la pobreza extrema afectaba en 2016 al 7,6% de los mexicanos. Es la cifra más baja de la serie histórica mexicana, que empieza en 2010, pero sigue siendo extraordinariamente alta respecto al resto de países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En términos absolutos, el número de personas en situación de pobreza extrema bajó de 13 a 9,4 millones en los seis últimos años.
La explicación de que haya aumentado el número de pobres a la par que disminuía la tasa de pobreza está en el crecimiento demográfico, cuyo ritmo de aumento superó con creces a la tasa de disminución de la pobreza. "El esfuerzo de las políticas públicas tiene que ganarle la carrera al aumento poblacional", ha subrayado el secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Gonzalo Hernández Licona, en la presentación del estudio. El organismo incide, además, en los "importantes retos" de futuro que afronta México para seguir reduciendo la carestía: lograr un ritmo de crecimiento económico alto y sostenido —en los últimos tiempos, el PIB per cápita se ha expandido a una tasa media solo ligeramente superior al 1% anual—; garantizar el "ejercicio pleno de los derechos sociales"; aminorar la desigualdad entre regiones y entre grupos de población; y reducir la inflación actual hasta los niveles previos.
"La vía más lógica de reducción de la pobreza es una mejora del mercado laboral acompañada por políticas sociales", ha valorado Hernández Licona. En cuanto a la inflación, el jefe de la Coneval ha destacado su incidencia positiva sobre la reducción de la pobreza en el periodo 2014 y 2016, pero lo ve como un "foco amarillo" de atención para lo que está por venir: en el último trimestre del año pasado, el aumento de los precios ya empezó a aminorar el aumento del ingreso real. Y la inflación en lo que va de 2017 —superior al 6%— pone en serio riesgo el repunte del ingreso, una de las principales variables que determina si una personas es pobre o no.
Descenso de la tasa en la mayoría de Estados
Entre 2014 y 2016, la tasa de pobreza disminuyó en 28 de los 32 Estados de México. Las excepciones a la norma fueron Campeche, Veracruz y Tabasco —las entidades federativas a las que más ha golpeado la crisis petrolera en los últimos años— y Chiapas —uno de los más pobres del país—. La pobreza extrema solo aumentó en Tabasco y, de manera marginal, en la Ciudad de México, mientras descendió en el resto la República.
Los datos son moderadamente positivos desde el punto de vista de la reducción porcentual, pero con los datos absolutos en la mano no dejan espacio para lecturas triunfalistas. "México sigue siendo un país de contrastes y desigualdades. El reto sigue siendo reducir estas brechas a mayor velocidad", ha subrayado Hernández Licona.
La estadística también arroja importantes diferencias entre grupos poblacionales. Mujer e indígena sigue siendo el retrato robot de quienes se encuentran en situación de pobreza en México: casi el 80% de las personas de este segmento sufren carestía moderada o extrema, según los datos del Coneval. "Es la mayor brecha y no se ha reducido en los dos últimos años", subraya Hernández Licona. El sexo —las mujeres tienen un riesgo de pobreza mayor que los hombres—, el hecho de ser o no ser indígena o de sufrir algún grado de discapacidad, la edad —cuanto más joven, mayor riesgo— y el lugar de residencia —mayor propensión a la pobreza en áreas rurales que urbanas— son los factores que más incidencia tienen.
Las noticias tampoco son tan positivas en el plano de los ingresos de las capas más pobres de la sociedad mexicana. Pese al crecimiento de la renta familiar media, "entre 2010 y 2016 aumentó el número de mexicanos que no puede acceder a la canasta básica [el conjunto de bienes y servicios indispensables para el día a día]", subraya José Nabor Cruz, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) especializado en desarrollo económico. "La desigualdad, además, permanece tanto entre individuos como entre el norte y el sur de México", añade. En los Estados más meridionales del país —Chiapas, Guerrero y Oaxaca—, la pobreza extrema sigue afectando a más de uno de cada cinco personas.
El jefe de la Coneval también ha defendido un aumento moderado del salario mínimo —uno de los más bajos de América Latina—, tal y como han pedidocentenares de académicos y organizaciones de la sociedad civil. "Sigue siendo muy bajo y subirlo un poco más, como ocurrió el año pasado, no traería ni inflación ni desequilibrios en el mercado laboral y sí tendría efectos en la parte baja de la distribución de ingresos", ha remarcado. "Sería un mensaje importante de solidaridad".
Para la medición de la pobreza en sus dos vertientes —moderada y extrema—, desde 2008 el Coneval utiliza un enfoque multidimensional en el que tiene en cuenta el ingreso de los hogares; las carencias sociales en materia de educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación; y el grado de cohesión social.
Datos todavía rodeados de polémica
La oficina de estadística mexicana (Inegi) introdujo el año pasado un cambio en la forma de recabar los datos de ingresos familiares por parte de sus encuestadores que provocó un aumento artificial de las percepciones económicas de los mexicanos. Esta variación llevó al Coneval a negarse a medir la pobreza con los nuevos datos, al no poder compararlos con los de ejercicios anteriores. Según estimaciones no oficiales, trasladar al terreno de la pobreza los guarismos de ingresos obtenidos con el nuevo método habría supuesto una disminución de 10 millones en el número de pobres en México en un solo año (entre 2014 y 2015).
La polémica dividió a los especialistas en dos bandos —el Coneval y un grupo de economistas críticos por un lado, y la oficina estadística por otro— y provocó el cese del jefe de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, Miguel Juan Cervera. La presión del Senado, de un numeroso grupo de investigadores y de la opinión pública en su conjunto obligó al instituto de estadística a crear un grupo de trabajo con el Coneval y varios académicos independientes.
Pero estos especialistas siguen sin tener una “explicación completa” de lo que ocurrió hace un año. “De lo que se tiene constancia es de que se instruyó a los encuestados a cambiar su forma de recabar los datos, lo que puede introducir un error de cálculo”, afirma Rodolfo de la Torre, director del programa de Desarrollo Social con Equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) y uno de los expertos que formó parte del grupo de trabajo.
Del año pasado a este no ha cambiado el sistema de toma de datos, pero a modo de parche sí se ha introducido un modelo estadístico que permite que los nuevos datos al menos guarden consistencia con el resto de la serie histórica. “Pero que sean consistentes no quiere decir que sean plenamente comparables”, advierte De la Torre. Según su punto de vista, del dato presentado este miércoles se puede dar por cierto que la pobreza ha disminuido, pero no permite conocer con precisión el porcentaje de caída: "Hay un margen de error”, sentencia. Para explicarlo, el investigador del CEEY recurre a una analogía: "Hasta el año pasado, la medición de la pobreza era un animal doméstico, predecible. Este año, las estimaciones que tenemos son como un animal silvestre que te puede jugar una mala pasada".
El secretario ejecutivo de la Coneval, Gonzalo Hernández Licona, subraya por su parte la "robustez" del resultado y del modelo estadístico empleado este año. "Creo que le hemos dado una solución muy rigurosa al problema que nos encontramos el año pasado", afirma a EL PAÍS. "Aunque lo ideal habría sido que el Inegi hubiese regresado a dos años atrás y no hubiese acometido ningún cambio entre medias, la respuesta que le ha dado es sólida", zanja.
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