El 27,9% de los españoles está en riesgo de pobreza o exclusión social
Los ingresos medios de los hogares españoles mejoraron en 2015 un 2,4% hasta los 26.730 euros
Madrid
Una mujer acude a un comedor social de la comunidad en la plaza Elíptica. ÁLVARO GARCÍA ATLAS
El 27,9% de los residentes en España, tres de cada diez, está en riesgo de pobreza o exclusión social, según la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada con los ingresos declarados de 2015. Aunque esta cifra constituye una leve mejora frente al 28,6% anotado con datos de 2014, el indicador todavía se sitúa lejos del 26,7% que se registró en 2010. El pico de la crisis se dio en 2013, cuando alcanzó al 29,2% de la población.
De los datos publicados este martes por el INE se dibuja con facilidad cuál es el retrato medio de las familias con menos recursos: son parados, extranjeros de fuera de la UE, jóvenes, sin pareja pero con hijos, con escasa formación y radicados en el sur de España, sobre todo en Andalucía. Y ello a pesar de que en 2015 la mejora del mercado laboral provocó que los ingresos medios de los hogares españoles aumentaran por primera vez en la crisis. Lo hicieron un 2,4% respecto al año anterior hasta los 26.730 euros, todavía lejos de los 30.000 euros registrados en 2009. El ingreso medio per capita avanzó un 2,8% hasta los 10.708 euros.
Ahora bien, ¿significa esto que prácticamente uno de cada tres españoles, esto es unos 13 millones, son pobres? No exactamente. El indicador conocido como AROPE y diseñado por la Comisión Europea constituye más bien un medidor de pobreza relativa o, incluso, desigualdad. En primer lugar, toma el porcentaje de población por debajo del umbral de riesgo de pobreza, esto es, todas las rentas que se sitúan un 60% por debajo de la mediana o mitad de la muestra. Por tanto, podría darse el hecho de que todos los ingresos subiesen pero que la ratio siguiese igual, pues se trata de un índice relativo y que, en consecuencia, no experimenta grandes saltos ni siquiera con el ciclo económico. Según el INE, este grupo supone un 22,3% de la población.
A estos se añaden también los hogares en los que hay poco empleo, aquellos cuyos miembros trabajan menos de un 20% de lo que podrían y que representan un 14,9% de los residentes en España.
Por último, se suman las familias que padecen algún tipo de carencia material severa y que según el INE abarcan el 5,8% del censo. En concreto, deben cumplir con cuatro criterios de una lista de nueve, a saber: no tienen capacidad de afrontar gastos imprevistos; han sufrido retrasos en el pago de gastos de la vivienda principal o en compras a plazos; no pueden permitirse ir de vacaciones una semana al año; no pueden mantener la vivienda con una temperatura adecuada; no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado cada dos días y no pueden disponer de un automóvil, un teléfono, un televisor o una lavadora.
Por otra parte, no se tiene en cuenta si las familias poseen una vivienda en propiedad, algo que conlleva que no hay que pagar alquiler y que mejoraría las estadísticas de España dada la elevada proporción de hogares que cuentan con casa propia. No se recoge el alivio que suponen los servicios públicos gratuitos como la educación o la sanidad. Y tampoco se mide el efecto de las diferencias de precios entre regiones, un hecho que suele distorsionar los resultados. De hecho, en esta estadística suelen salir peor parados obviamente los países más pobres. Pero también los más grandes, debido en parte a las mayores disparidades regionales en precios. Por dar un ejemplo, un madrileño que cobra 18.000 euros puede no tener mayor capacidad adquisitiva que un andaluz que ingresa 15.000. Y ello simplemente por las diferencias en precios. Sin embargo, en esta estadística el andaluz que gana menos aparece como más pobre.
Por eso, los síntomas más claros de pobreza realmente se hallen en la evolución de las dificultades económicas de los hogares. Y éstas muestran que un 39,5% de los hogares no pudo permitirse una vacaciones fuera de casa. Un 38,1% no es capaz de hacer frente a gastos imprevistos. El 15,3% sufre mucha dificultad para llegar a fin de mes, una cifra superior al 13,7% declarado en el año precedente. Y el 8,4% incurre en retrasos en las facturas de la vivienda principal. En definitiva, el 5,8% de la población presenta carencia de, al menos, cuatro de los nueve indicadores. Esto es, unas 2,6 millones de personas se encuentran en una situación de privación material severa, quizás la estadística más preocupante y que mejor cuantifica la pobreza en España. El dato representa una mejora frente al 6,4% registrado en 2014 y el 7,1% de 2013, pero dista mucho del 3,6% que se daba en 2008.
Llama especialmente la atención cómo los mayores de 65 años son los que mejor han aguantado la crisis, gracias en buena medida a que han tenido garantizadas sus pensiones. Hasta el punto de que es el único colectivo cuya tasa de riesgo de pobreza ha descendido en comparación con 2011: desde el 16,5% al 14,4% según el AROPE. Una vez se contempla la vivienda en propiedad, la tasa de pobreza de este colectivo se desploma a la mitad.
Si se toma exclusivamente el umbral de riesgo de pobreza, es decir el grupo por debajo del 60% de la mediana, este empeoró ligeramente en 2015 al 22,3% frente al 22,1% del año anterior. Puede parecer un dato incoherente con el incremento de los ingresos, pero esta discrepancia se debe que el indicador mide "cuántas personas tienen ingresos bajos en relación al conjunto", recalca al INE. O lo que es lo mismo, la desigualdad aumentó en 2015 a pesar de la recuperación.
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