La OMS concluye que el humo del diésel causa cáncer de pulmón
La agencia eleva tras 24 años la peligrosidad al nivel del amianto y la radiación solar
Reclama a los Gobiernos que endurezcan los umbrales de emisiones
El humo de los motores diésel causa cáncer de pulmón y posiblemente de vejiga. Así lo concluyó ayer la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), el grupo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encargado de revisar qué partículas ocasionan esa enfermedad. El humo del diésel estaba desde 1988 considerado como posible carcinógeno (lo puso en el grupo 2A de la escala), pero ahora sube al primer escalón.
Desde entonces han proliferado los estudios, especialmente en trabajadores muy expuestos a las partículas microscópicas y a los óxidos de nitrógeno que se producen en la combustión del diésel. Ahora lo sube al nivel 1, el más alto en la escala, el de las sustancias que causan cáncer con seguridad. En ese nivel está el amianto, el benceno, el formaldehído, la radiación solar.
La IARC cita un estudio de febrero de 2011 sobre 12.315 trabajadores de ocho minas en Estados Unidos que revelaba una relación positiva entre respirar diésel y el cáncer de pulmón. La principal firmante del estudio, Debra Silverman, responsable de epidemiología del Instituto Nacional del Cáncer de EE UU, explica por teléfono: “Los mineros usan equipo pesado que funciona con diésel. En las minas se alcanzan altas concentraciones de estas partículas al ser un espacio confinado”.
La IARC afirma que también hay “evidencia limitada” de que aumente el riesgo de cáncer de vejiga. Tras esta evaluación, la gasolina se mantiene como probable carcinógeno, pero un nivel por debajo. La revisión científica se publicará el viernes en The Lancet Oncology.
Kurt Straif, responsable de las monografías de la IARC, afirmó en la nota publicada: “Los principales estudios que nos llevaron a esta conclusión se realizaron sobre trabajadores altamente expuestos. Sin embargo, sabemos por otros carcinógenos, como el radón, que los estudios iniciales que muestran un riesgo en la población, aunque no haya una alta exposición,finalmente también encuentran vinculación positiva para la población”. Silverman coincide: “El riesgo depende de la exposición. La gente muy expuesta tiene más riesgo, pero quien recibe menos dosis también, aunque en menor medida. Es un problema de salud pública que los Gobiernos deben abordar”.
Como en muchos compuestos que causan cáncer, se conoce el problema pero no el nivel a partir del cuál se puede disparar la enfermedad. Además, dependen factores genéticos y de otros estilos de vida. Algo parecido ocurre con el humo del tabaco: la epidemiología ha determinado que causa cáncer porque hay relación entre los casos de cáncer y el humo del tabaco que se respira pero no se puede achacar un caso concreto al hecho de ser fumador pasivo.
El problema es que en este caso hay millones de personas expuestas al humo de los diésel. La IARC afirma que “la gente está expuesta no solo por el humo de los vehículos, sino también por el procedente de otros modos de transporte (barcos o trenes) y de plantas de generación eléctrica”.
Según la IARC, a partir de ahora los Gobiernos tienen una evidencia sólida para considerar si endurecen los umbrales de emisión de los diésel. En España, siete de cada 10 coches que se matriculan son diésel. Al emitir menos dióxido de carbono (CO2) está bonificada su compra, además de que consumen menos combustible. Sin embargo, emiten más partículas microscópicas y óxidos de nitrógeno que los motores de gasolina. Por eso los diésel generan más problemas de contaminación del aire en las ciudades.
Esteve Fernández, epidemiólogo del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y que ha participado en monografías sobre los carcinógenos de tabaco y estrógenos para IARC, explica que las partículas que emiten los diésel “penetran profundamente en el árbol bronquial, lo que produce lesiones directas sobre las células pulmonares con inflamación crónica”. Sobre la IARC, añade: “El proceso de las monografías es muy serio. Se analiza la evidencia sobre animales de laboratorio y la epidemiología y entre 15 y 20 expertos revisan toda la literatura científica; al final se pone en común en un grupo de trabajo en una semana”. Sobre el cambio del diésel, opina: “Es importante. Desde hace años hay estudios sobre el cáncer de pulmón y el diésel y la relación con el efecto sobre los pulmones”.
Xavier Querol, profesor e investigador del CSIC, pide valentía para atajar el problema de los vehículos diésel: “Las ciudades españolas parecen tener miedo de aplicar esas medidas restrictivas. Es necesario un plan para renovar esos coches, aunque estemos en crisis. No son muchos; solo los antiguos, a los que habría que prohibir la entrada al centro”.
El epidemiólogo Miquel Porta valora el cambio de calificación de la IARC: “Son procesos muy largos y muy conservadores. La IARC nunca peca de alarmismo ni de ir demasiado deprisa. Más bien peca de conservadurismo”. En mayo de 2011, en uno de sus movimientos más sorprendentes, la IARC calificó el uso de los móviles como “posible carcinogénico” (2B), muy por debajo del diésel.
Investigadores españoles ya relacionaron en 2010 la contaminación de las partículas del diésel con el aumento de mortalidad por infartos, cardiopatías isquémicas e ictus.
La IARC cita un estudio de febrero de 2011 sobre 12.315 trabajadores de ocho minas en Estados Unidos que revelaba una relación positiva entre respirar diésel y el cáncer de pulmón. La principal firmante del estudio, Debra Silverman, responsable de epidemiología del Instituto Nacional del Cáncer de EE UU, explica por teléfono: “Los mineros usan equipo pesado que funciona con diésel. En las minas se alcanzan altas concentraciones de estas partículas al ser un espacio confinado”.
La IARC afirma que también hay “evidencia limitada” de que aumente el riesgo de cáncer de vejiga. Tras esta evaluación, la gasolina se mantiene como probable carcinógeno, pero un nivel por debajo. La revisión científica se publicará el viernes en The Lancet Oncology.
Kurt Straif, responsable de las monografías de la IARC, afirmó en la nota publicada: “Los principales estudios que nos llevaron a esta conclusión se realizaron sobre trabajadores altamente expuestos. Sin embargo, sabemos por otros carcinógenos, como el radón, que los estudios iniciales que muestran un riesgo en la población, aunque no haya una alta exposición,finalmente también encuentran vinculación positiva para la población”. Silverman coincide: “El riesgo depende de la exposición. La gente muy expuesta tiene más riesgo, pero quien recibe menos dosis también, aunque en menor medida. Es un problema de salud pública que los Gobiernos deben abordar”.
Como en muchos compuestos que causan cáncer, se conoce el problema pero no el nivel a partir del cuál se puede disparar la enfermedad. Además, dependen factores genéticos y de otros estilos de vida. Algo parecido ocurre con el humo del tabaco: la epidemiología ha determinado que causa cáncer porque hay relación entre los casos de cáncer y el humo del tabaco que se respira pero no se puede achacar un caso concreto al hecho de ser fumador pasivo.
El problema es que en este caso hay millones de personas expuestas al humo de los diésel. La IARC afirma que “la gente está expuesta no solo por el humo de los vehículos, sino también por el procedente de otros modos de transporte (barcos o trenes) y de plantas de generación eléctrica”.
Según la IARC, a partir de ahora los Gobiernos tienen una evidencia sólida para considerar si endurecen los umbrales de emisión de los diésel. En España, siete de cada 10 coches que se matriculan son diésel. Al emitir menos dióxido de carbono (CO2) está bonificada su compra, además de que consumen menos combustible. Sin embargo, emiten más partículas microscópicas y óxidos de nitrógeno que los motores de gasolina. Por eso los diésel generan más problemas de contaminación del aire en las ciudades.
Esteve Fernández, epidemiólogo del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y que ha participado en monografías sobre los carcinógenos de tabaco y estrógenos para IARC, explica que las partículas que emiten los diésel “penetran profundamente en el árbol bronquial, lo que produce lesiones directas sobre las células pulmonares con inflamación crónica”. Sobre la IARC, añade: “El proceso de las monografías es muy serio. Se analiza la evidencia sobre animales de laboratorio y la epidemiología y entre 15 y 20 expertos revisan toda la literatura científica; al final se pone en común en un grupo de trabajo en una semana”. Sobre el cambio del diésel, opina: “Es importante. Desde hace años hay estudios sobre el cáncer de pulmón y el diésel y la relación con el efecto sobre los pulmones”.
Xavier Querol, profesor e investigador del CSIC, pide valentía para atajar el problema de los vehículos diésel: “Las ciudades españolas parecen tener miedo de aplicar esas medidas restrictivas. Es necesario un plan para renovar esos coches, aunque estemos en crisis. No son muchos; solo los antiguos, a los que habría que prohibir la entrada al centro”.
El epidemiólogo Miquel Porta valora el cambio de calificación de la IARC: “Son procesos muy largos y muy conservadores. La IARC nunca peca de alarmismo ni de ir demasiado deprisa. Más bien peca de conservadurismo”. En mayo de 2011, en uno de sus movimientos más sorprendentes, la IARC calificó el uso de los móviles como “posible carcinogénico” (2B), muy por debajo del diésel.
Investigadores españoles ya relacionaron en 2010 la contaminación de las partículas del diésel con el aumento de mortalidad por infartos, cardiopatías isquémicas e ictus.
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